39.
Sus
manos bajaron por el cuello de la joven, mientras sus dedos se deslizaban por
su piel en una suave caricia. Lali contenía el aliento, y él continuaba
bajando, hasta que la sensual exploración fue entorpecida por el borde de
encaje de su blusa. Sabía que debía detenerle, sabía que debería aprisionar esa
mano que lentamente desabrochaba los botones, pero no podía.
En
cambio cerró los ojos, gimiendo mientras las callosas palmas se deslizaban a
través de su piel caliente para sostenerle los pechos, los pulgares dando leves
golpecitos deliberadamente seductores a los sensibles pezones hasta que su
mente se nubló casi por completo. Y cuando él se inclinó hacia delante y
envolvió con los labios uno de los delicados picos, todo su universo se centró
en la dulzura de esa presión contra su pecho, la delicia de la succión sobre su
pezón, el masaje de esos dedos expertos.
Asiendo
a Peter del cabello, lo sostuvo contra sí, mientras la lengua de él recorría
lentamente el húmedo surco entre los pezones ardientes de deseo, golpeando
suavemente, trazando círculos, lamiendo, hasta que el sonido del aliento
entrecortado de ella llenó la habitación.
Con
la lluvia como telón de fondo, Lali sentía que se ahogaba, inmersa en su propia
necesidad, cuando el sonido de la voz de Peter la arrancó de su nebuloso
placer.
—Mírame.
Esforzándose
por mantener los ojos abiertos, Lali observó a Peter meter la mano en un
pequeño balde de plata que había sobre la mesilla y sacando un cubito de hielo.
Lo lamió y, cautivando la mirada de Lali, lo deslizó por uno de sus pezones. La
piel del pezón se arrugó por efecto del frío y un estremecimiento recorrió la
espalda de la joven. Luego apoyó la boca sobre el turgente pico realzando la
sensación, caliente a frío, una y otra vez hasta que el dulce tormento llevó a Lali
a creer que se desvanecería.
En
ese momento sintió la mano de él debajo de la falda y se puso tensa.
—No
te haré daño —murmuró mientras su palma subía deslizándose por uno de sus
muslos y sus dedos le estrujaban suavemente la carne al empujar delicadamente
para abrirle las piernas—. Sólo quiero tocarte. —Sus dedos rozaron ligeramente
el monte de la joven—. Si quieres que me detenga, lo haré. No voy a hacer nada
que tú no desees. —Quedándose quieto, la miró a los ojos—. ¿Quieres que me
detenga?
Lali
sabía que debía decir «sí», pero su sed interna, unida al deseo que sentía por Peter,
la hicieron sacudir la cabeza. Quería esta nueva experiencia y aun así
instintivamente intentaba cerrar los muslos al tiempo que los dedos de él
encontraron la abertura de sus bragas y audazmente empezaban a acariciar la
protuberancia caliente anidada allí dentro.
Su
caricia experta la calmó enseguida y abrió más las piernas para él, gimiendo y
retorciéndose mientras él chupaba y lamía uno de sus pezones, deslizando al
mismo tiempo un dedo entre sus otros labios, llevándola al éxtasis, hasta que
su cuerpo se puso rígido, recorrido por intensas pulsaciones, dejándole al fin
caer saciada contra el pecho de Peter, quien la abrazó fuerte, besándole el
cabello.
Durante
largos minutos Lali se quedó entre sus brazos, sin querer abrir los ojos cuando
la realidad volvió a filtrarse en su cerebro para reprenderla. La primera vez
que Peter la había tocado, podía haber justificado sus acciones como un error
que no volvería a repetirse. Pero, ¿dos veces?
Cuando
juntó el coraje suficiente para alzar la vista hacia él, estuvo a punto de
deshacerse bajo la mirada fija de esos lánguidos ojos. Abrió la boca, pero él
habló primero.
—No
sé por qué no puedo evitar tocarte. Pienso que soy lo suficientemente fuerte
como para resistir, pero luego te veo y mi resolución se desvanece.
Ante
semejante franqueza, Lali se dio cuenta de que ya no podía seguir ocultándole
la verdad.
—Peter,
hay algo que debo...
El
repentino estrépito de algo que se astillaba rasgó el aire, haciendo que ambos
saltaran sobre sus pies.
Tomándola
de los brazos, peter le ordenó con expresión decidida:
—Quédate
aquí.
Luego
se dirigió hacia la puerta, deteniéndose a escuchar por un momento, el cuerpo
alerta, sacando a relucir el militar que había en él.
Lali
apenas podía respirar mientras él giraba el picaporte, sin hacer el más mínimo
ruido. Más allá de la puerta, el corredor se extendía negro como boca de lobo.
Al instante Lucien desapareció internándose en la oscuridad.
Un
segundo más tarde, Lali lo siguió, tragada por el aterrador laberinto de lo
desconocido.
—Peter
—llamó Lali en un susurro mientras se guiaba tanteando la pared, envuelta por
la oscuridad más absoluta.
Un
estremecimiento le recorrió la columna. Le pareció sentir el aliento de alguien
sobre la nuca. Desechó esa idea por parecerle ridícula, pero aun así buscó con
la mano la cabeza de Sadie, pues la compañía del gran perro le daba seguridad.
El
estrépito le había parecido el sonido de una ventana que se rompía, y el
pensamiento que había estado agitándose en el fondo de su mente se abrió paso
hasta la superficie.
Calder.
O sus matones. O todos juntos.
¿Qué
la había llevado a creer que él no vendría detrás de Rocio en la primera
oportunidad que se le presentara? Aún no podía estar enterado de la llegada de
su tutor, por lo cual seguramente suponía que sólo había en la casa dos
ancianos criados y dos mujeres. Es decir, una disparidad total de fuerzas.
Lali
oyó el crujido de la tabla del suelo un instante demasiado tarde. El miedo le
atenazó los músculos, enlenteciendo sus movimientos mientras se volvió y una
mano le cubría firmemente la boca.
—No
te muevas —susurró en su oído una voz que ella reconoció al instante. Calder.
Al
lado de la joven, Sadie empezó a ladrar estrepitosamente.
—¡Cállate,
chucho! —refunfuñó él, y Sadie dio un gañido.
Lali
reaccionó furiosa, incrustando con fuerza el tacón de su bota en el pie de
Calder, regodeándose en su gruñido de dolor.
—Perra
—replicó él con ira, y apretó con más fuerza su cintura, de tal modo que apenas
le permitía respirar.
Ella
intentó gritar, pero todo lo que salió de su boca fue un alarido ahogado que se
abrió paso a través de los dedos carnosos dolorosamente apretados contra su
rostro.
—Ahora
sí que te atrapé, brujilla metiche. ¿Dónde está mi querida hermanastra?
El
corazón de Lali latía a toda prisa. ¡Estaba asfixiándola!
Empezó
a sentirse mareada, en peligro de desvanecerse. Pero se rehusaba a rendirse sin
luchar.
Con
la lección de Peter aún fresca en su mente, Lali echó bruscamente la cabeza
hacia atrás contra la cara de Calder, quien, tomado por sorpresa, lanzó un
aullido.
Él
aflojó la presión, oportunidad que ella aprovechó para inclinarse hacia delante
y hundirle el talón en la ingle, haciendo que él se doblara de dolor y
liberándose de este modo de su brazo.
—¡Corre,
Sadie!
Mientras
Lali corría a toda prisa detrás del perro, su raudo paso por el corredor fue
abruptamente interrumpido por algo sólido con lo que chocó la joven. Ay, Dios,
¿cuántos eran?
—¡Suélteme!
—Se debatió salvajemente contra el extraño que la sujetaba con fuerza, lanzando
un puntapié que le dio en la espinilla.
—¡Maldita
sea! —gruñó él—. Ese era mi condenado tobillo herido.
—¿Peter?
¡Gracias a Dios! —Le echó los brazos al cuello, apretándole con fuerza al mismo
tiempo que los brazos de él la rodeaban para atraerla contra sí.
—Oí
ladrar a Sadie.
—El
intruso me atacó.
—¿Dónde
está? —inquirió él.
—Al
final del pasillo. Creo que le rompí la nariz.
—Esta
vez te arrancaré el pellejo si te mueves.
Desapareció
una vez más adentrándose en la oscuridad.
—¿Lali?
—Era Rocio, que venía hacia ella desde la dirección contraria.
—Aquí
—respondió Lali.
Un
fugitivo rayo de luna que se filtraba a través de la ventana iluminó el pálido
rostro de Rocio, cuyo cuerpo alto y delgado estaba ataviado sólo con un
camisón, confirmando que acababa de saltar de la cama. Dos figuras familiares
aparecieron detrás de ella.
—Vaya,
muchacha —la regañó Olinda—, en nombre del cielo, ¿qué está sucediendo aquí?
40.
—Alguien
se metió en la casa.
—Oh,
Dios mío —jadeó Roscio—. ¿Estás bien?
—Estoy
bien. Sadie se llevó un golpe.
—Mi
dulce y valiente Sadie —murmuró Rocio, acariciando al perro antes de volver sus
preocupados ojos a Lali—. Fue Calder ¿no es verdad?
—Sí.
Rocio
le tocó la cara golpeada.
—Todo
esto es por mi culpa. Nunca debí
haberte involucrado en mi problema.
—Nuestro
problema —recalcó Lali—. Eres mi amiga, y mientras me quede aliento no
permitiré que te suceda nada.
—¿Le
hizo daño, señorita? —preguntó Jasper.
—No.
—Sólo había sido un susto. La lección de Peter le había dado el poder de
defenderse y estaba radiante por ese logro.
—Quienquiera
que fuese, ya se ha marchado —comentó Peter, materializándose de entre las
sombras del corredor, atrayendo hacia sí cuatro atentas miradas—. Sin duda le
asestaste un buen golpe —le dijo a Lali—. Había una mancha de sangre en el
suelo.
—¿Lo
golpeaste? —exclamó Rocio, con los ojos muy abiertos—. ¡Ay, que tontería de tu
parte! Sabes como es Calder. Nunca te perdonará.
Lali
hizo una mueca de dolor, advirtiendo antes que los demás el impacto que
tendrían las palabras que acababa de decir su amiga.
Peter
frunció el ceño.
—¿Quién
demonios es Calder? —Concentrando su mirada únicamente en Lali, inquirió—:
¿Conocías a la persona que te atacó?
Lali
suspiró, reconociendo el final del camino. Había planeado contarle la verdad a Peter,
pero no así, rodeada de gente que sólo había estado haciendo lo que ella les
había pedido que hicieran. Si en el fondo había pensado que podía arreglárselas
para salir de esto, había llegado el momento.
—Sí
—dijo, con tono resignado—. Le conocía.
La
mirada atemorizante de Peter se intensificó mientras la contemplaba.
—¿Y
quién es él, para meterse en la casa en mitad de la noche?
—Un
vecino.
La
mandíbula de Peter se tensó.
—Otro
vecino. ¿Y éste también está enamorado de ti?
—¿Quién
está enamorado de ti? —quiso saber Rocio, volviéndose hacia Lali—. ¿Alguien
está enamorado de ti?
Lali
lanzó una mirada exasperada a Peter antes de volver su atención a Rocio.
—Nadie
está enamorado de mí. Él está hablando de Maxi.
—Ah. Bueno, Maxi está enamorado de
ti, o al menos él cree estarlo.
¿Por
qué, se preguntaba Lali, nunca había imaginado tener esta conversación en medio
de un corredor, a altas horas de la noche, después de ser atacada por el
hermanastro enloquecido de una amiga? Debería haberlo esperado, considerando
que su vida nunca había seguido un curso normal.
—Cariño,
sabes que ese muchacho ha estado suspirando por ti desde que tu cuerpo se
transformó en el de una mujer —interpuso Olinda.
Lali
cerró los ojos y se sonrojó hasta las orejas.
—Es
un bribón —dijo Jasper sin inflexión alguna en la voz, las cejas hirsutas
moviéndose nerviosamente.
—Tú
dirías lo mismo acerca de cualquier hombre que mirara con ojos de enamorado a
nuestra muchacha —protestó su esposa.
—Maxi
es como una gran incógnita —interpuso Rocio, los tres reunidos en corrillo
discutiendo acerca de la vida de Lali como si ella no estuviese allí—. No estoy
muy segura de sus intenciones.
—En
eso tiene usted razón —respondió Olinda asintiendo con la cabeza—. Pero es un
muchacho guapo, debe admitirlo usted.
—Es
verdad —concedió Rocio—. Y aún así, yo...
—¡Suficiente!
—bramó Peter, haciéndoles callar con una mirada que finalmente recayó sobre Lali—.
Veamos... te lo preguntaré sólo una vez: ¿Quién es, en nombre de los infiernos,
el hombre que te atacó?
Lali
vaciló, pero finalmente dijo:
—Calder
Westcott.
—¿Y
por qué ese Calder Westcott andaría tras de ti?
—Él
no vino aquí por ella. Era a mí a quien buscaba.
Peter
alzó los ojos al techo.
—¿Qué
me hizo creer que podía obtener una respuesta simple? —Bajando la cabeza, atravesó a Rocio con su mirada
áspera—. Espero que esté usted a punto de contarme por qué la persigue este
vecino demente.
Rocio
parpadeó, deslizando hacia Lali una mirada inquisitiva, antes de volver a
enfrentar los ojos de Lucien.
—Yo...
Bueno, pues... Calder es...
Lali
se compadeció de su amiga. La mirada enojada de Peter bastaba para intimidar al
hombre más duro, ni qué decir tiene a una joven bien criada.
—Calder
es su hermanastro.
Su
respuesta hizo que el semblante furibundo de él se dirigiera hacia ella una vez
más.
—Lady
Mariana no tiene ningún hermanastro.
—Ella
no es Lady Mariana.
—Ella
no es Lady Mariana —repitió él, mientras comenzaba a acusar un tic en la
mandíbula—. ¿Y quién es ella, si puede saberse?
Lali
respiró profundo y dijo:
—Peter
Lanzani, permítame presentarle a Lady Rocio Igarzabal.
—Lady
Rocio.
El
resto de sus palabras parecían haberse atorado en su garganta y ella observó
cómo el enojo iba lentamente tiñéndole de rubor el cuello. Luego él rugió:
—¿Y
dónde demonios está Lady Mariana?
Con
las palmas pegajosas por el sudor frío,Lali se recogió las faldas inclinándose
en una reverencia un poco torpe:
—Para
servirle.
Antes
de que ella pudiera volver a respirar, sintió la muñeca atrapada en la mano
firme de Peter, quien la arrastró a lo largo del corredor, seguidos por las
protestas de quienes probablemente iban a ser las últimas personas en verla con
vida.
* * *
La
mataría, pensaba Peter mientras sus botas
castigaban con la violencia de sus pisadas el suelo de madera. Caminaba en
compañía de la verdadera Lady Mariana, que avanzaba dando traspiés para no
quedarse atrás. Le retorcería ese pescuezo blanco y delgado con sus propias
manos y luego se mataría por ser tan estúpido.
Brujilla
embustera.
Pero
bueno, por Dios, ¿qué esperaba? ¿Acaso no le habían advertido repetidas veces
acerca del campo minado en el que estaba adentrándose? Debería haberse
imaginado que algo se estaba tramando cuando le habían presentado a aquella
etérea criatura rubia que parecía incapaz de levantar la voz y menos aún de
hacer las cosas estrambóticas de las que había sido acusada su pupila.
Dejando
de lado toda gentileza, Peter empujó con brusquedad a la muchacha hacia dentro
de la biblioteca, dio un portazo y la hizo sentarse en el mismo sofá donde
hacía tan sólo media hora la había tenido sobre su regazo, contándole secretos
que nunca antes había revelado.
Ni
siquiera podía aplacar su conciencia atribuyendo su comportamiento al alcohol.
Nunca antes había cometido ese tipo de deslices. No, ella le había hecho algo,
alguna clase de hechizo que lo mantenía en un estado de demente esclavitud.
Jesús,
su pupila. La hermana de Nico.
El
muchacho probablemente estaría revolviéndose en su tumba y Peter no lo culpaba.
Nico podía haberlo elegido para ser el tutor, pero no lo hubiera elegido para
ser el amante de su hermana. Y maldita sea, ella nunca sabría cuan cerca había
estado de hacerle el amor esta noche.
Durante
más de cinco meses creyó haber perdido sus instintos sexuales; que su impulso
sexual era cosa del pasado. Pero en tan sólo una tarde, Lady Mariana Esposito
había cambiado todo eso.
Y
él no iba a poder volver a tocarla.
—Puedo
explicarlo todo —se apresuró a anticipar Lali, con el corazón latiendo como un
martillo pilón, mientras Peter la miraba con fijeza desde su enorme altura y
con los ojos oscurecidos por la furia. Parecía como si estuviera decidiendo el
destino de ella y la balanza no estuviera inclinada a su favor.
—¿Puede
explicarlo, señorita? Me muero por oírla.
—Tuve que engañarlo
nanana porque lo dejaste alli me muero espero qeu peter no cometa una locura y quiera casarla con maxi porque lo mato
ResponderEliminarmas novela porfavor
ResponderEliminarme muero por leer mas estoy ansiiosa por dios ubi otro mas no seas malita jajj
ResponderEliminarna me da miedo peter lo que pueda hacer haora espero que la escuche y se le pase el enojo
ResponderEliminarame los cap fueron los mas porfin peter supo quien es lali
ResponderEliminaray que bueno que lali se defendio de ese tipo mas linda la novela no puede estar
ResponderEliminarno me gusto la forma que se entero peter pero bueno espero que la complenda y la ayude mas
ResponderEliminarme dejaste intrigada con lo que va a pasar quiero otro porfa
ResponderEliminarnooooooooooooooo que feo tengo tanto miedo que peter no la escuche y que se enfade mas con todo y porque no se lo dijo lo dejaste en lo mejor
ResponderEliminarsubi mas no me dejes con ganas de mas
ResponderEliminarporfin supo quien era haora quiero saber que va a pasar
ResponderEliminarme dejaste =O quiero mas please
ResponderEliminarporque tenia que llegar ese homble casi lo hacen por dios estoy con una angustia espero que peter la escuche bien mas genia
ResponderEliminarmassssssssssssssssssssssss
ResponderEliminarlindo cap nos dejaste me re gusto hasta pronto
ResponderEliminarsabelo que e leido todas las novelas que as escrito y me an encantado me gusta como escribis espero la nueva novela disfrazados me intriga como va a ser
ResponderEliminarsaludos
por dios lali se lo tenia que aver dicho antes haora se biene la bomba atomica jajajaaj
ResponderEliminarsin palabras me mata imaginando a peter viendolo todo enojado y decepsionado por lali mas
ResponderEliminarotro
ResponderEliminarotro
otro
pleachu
dale subi otro mas esta buenisima la novela
ResponderEliminarOjala las razones d Lali logren convencerlo.Creo k para ganarselo d nuevo, tendra k seducirlo ella.Como quiera casarla,me lo cargo yo misma!
ResponderEliminarNo puedes dejarnos asi! Espero que Peter no se enoje demasiado y que entienda a Lali! No creo que Peter se resistira mucho tiempo antes de hacer de nuevo algo con ella, los dos mueren de deseo hacia el otro, y que ella sea la hermana de Nico no importa mucho, creo. Pues creo que Nico seria feliz si pudiera ver que su hermana y su amigo son felices juntos :D
ResponderEliminarMe encanto!
ResponderEliminarNO puedes dejarlo así! Mas caps!
hayy me encantooo
ResponderEliminaral fin se entero peter la verdad ♥
mass noveeeee
Como lo vas a dejar ahi?
ResponderEliminarquiero mas!
me encanto
un beso
Juli♥
Por fin Peter se entero espero qe se arreglen rapido :) muy bueno el cap :D
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