les digo que solo quedan nueve y lo mas seguro es que entre mañana y el viernes termine de postearles la novela o como muy tarde el sabado :)
58.
Una de las manos de él se deslizó
detrás de la cabeza de lali para mantenerla cerca, mientras la otra la cogía de
la cintura, haciéndole sentir contra el vientre el fuego tentador de su
excitación.
La lengua de él se unió a la de ella,
arremolinándose, saboreando y explorando a fondo hasta embriagarla. lali se
apretó más fuerte contra él, necesitaba más.
Apoyó una mano sobre la de él, que la
tenía cogida de la cintura, entrelazando los dedos de ambos, sintiendo la
fuerza firmemente contenida en esas manos. Y con la audacia que nunca había
sido capaz de reprimir, ella guió por encima de su vientre la mano de él,
haciéndola subir luego hasta rodear uno de sus pechos, donde el pezón ardía por
su contacto.
Él gimió y la asió con más fuerza,
provocando en el interior de la joven la explosión de algo tan poderoso que
ella supo que tenía que ser amor, porque nunca antes había deseado darle todo a
un hombre, ofrecerle cuanto poseía. Nunca se había creído capaz de abandonar un
mundo para vivir en otro. Pero lo haría si eso significaba tener a peter.
lali se dejo llevar, hasta caer al
suelo aferrando estrechamente entre sus brazos a peter, cuyo peso sentía encima
de ella, rodeada por la mezcla embriagadora del olor a hierba aplastada por sus
cuerpos y el perfume a madera de sándalo de peter.
Se arqueó contra el cuerpo masculino,
mientras él tironeaba del canesú bajándolo y empezaba a bañar el pezón con la
lengua, chupándolo con esa hermosa boca, creando un calor palpitante que la
envolvió de las caderas para abajo.
—lali —susurraba él una y otra vez,
rodeando alternativamente con la lengua las cimas congestionadas de los pechos,
al tiempo que sus manos ávidas se abrían paso debajo de la falda, deslizándose
por las pantorrillas hasta las rodillas para seguir luego por los muslos. Los
asió con fuerza para levantarla apretándola contra su ingle, donde sintió el
calor quemante y duro de la erección.
Gimiendo, ella arremetió contra él,
clavándole los dedos en la parte superior de los brazos, cuyos músculos firmes
lo sostenían ahora para no recargar todo su peso sobre ella, mientras la miraba
con el deseo ardiendo en los ojos.
—Hazme el amor, peter —pidió ella en
un susurro anhelante, alargando la mano para desabotonarle la camisa,
deslizando las palmas a través de los sólidos músculos del pecho, los discos
satinados del pecho y luego hacia abajo por encima del vientre hasta que la
pretina de sus pantalones le impidió seguir explorando.
Cuando la joven
desabrochó el primer botón, él la cogió de la muñeca.
—No me hagas
esto, lali.
—Te deseo.
Él inclinó la cabeza y se apretó
fuerte contra ella, al tiempo que un gemido gutural se derramaba de sus labios
al sentirla corresponder a su impulso, mientras le rodeaba un pecho con la mano
y jugueteaba con el pezón antes de agacharse para aprisionarlo en el interior
de su boca.
lali gimió, intentando recuperar el
aliento mientras alargaba sus manos metiéndolas entre ambos cuerpos, rogando
que él no la detuviera mientras desabrochaba el próximo botón de sus
pantalones, y luego el siguiente, hasta que pudo sentirlo deslizándose entre
las manos de ella, sedoso y duro.
peter la miraba asirlo con ambas
manos, tocándolo como él la había tocado antes, descubriendo a cada momento qué
cosas lo complacían, mientras con los dientes apretados se movía hacia arriba y
abajo entre sus manos.
Cuando él retrocedió, la joven lo
interpretó como una señal de rechazo y alargó la mano. Pero en cambio, lo que
él hizo fue correr hacia un lado las bragas y acariciarle con su erección los
pliegues húmedos, guiando la cabeza del miembro sobre la protuberancia hinchada
de ella, y deslizándolo por allí repetidas veces, acrecentando el placer con
cada una de ellas, hasta que todo el placer junto pareció derramarse sobre ella
como una oleada que la bañó con sorprendente fuerza.
Al abrir los ojos, se encontró con la
mirada de Lucien fija sobre ella. Él le apartó el cabello que caía sobre el
rostro de la joven y luego le acarició el contorno de su cara con el pulgar.
—Adoro mirarte mientras te entregas
al placer —murmuró él—. Vas a hacer muy feliz a algún hombre afortunado.
La sorpresa congeló a lali, haciendo
que todo el calor abandonara su cuerpo.
—¿Qué estás diciendo?
Él giró para ponerse boca arriba,
apoyado sobre sus codos.
—Tú sabes lo que quiero decir.
Ella le clavó los ojos.
—Aún quieres casarme.
—Nunca dejé de quererlo.
—Pero lo que acaba de suceder...
—Es otra culpa para añadir a las
demás que he acumulado. Mi talento especial siempre ha sido hacer lo que no debo.
Pero no empeoraré las cosas tomando tu virginidad. Nunca fuiste mía, lali
—Desvió la mirada hacia el costado y dijo en voz baja—: Pero Dios sabe que
desearía que lo fueses.
Ella cerró los ojos.
—De modo que para ti sólo fui una
responsabilidad, ¿es así?
—Tu hermano nunca hubiera querido
esto.
—¿Y qué hay de lo que quiero yo?
—Si quieres a Slade, no haré nada
para impedirlo.
Luchando contra las lágrimas, lali
permaneció en silencio, odiando esa convicción inamovible de él, y la facilidad
con que podía herirla, aun sin proponérselo. Y cuando finalmente él se puso de
pie y se alejó, la joven se juró que ésta sería la última vez.
El barrio bajo era un lugar donde la
gente sólo iba por estricta necesidad. Donde cualquier día una madre podía
agregarle láudano al agua con azúcar de su bebé para mantenerlo sedado de modo
que la dejara dormir tranquila o bien para que dejara de llorar sin cesar
atormentado por el hambre.
Era un lugar donde almas débiles se
arrastraban a sus camas tan pronto como se ponía el sol y yacían despiertas
escuchando a las ratas escurriéndose debajo de los suelos de madera. Donde casi
no llegaba el sonido de las campanas llamando a la iglesia y donde nadie creía
en Dios.
Para peter, era el lugar que había
sido su hogar.
Se quedó de pie sobre el bordillo,
mirando al caballo de tiro alejarse en medio de un traqueteo para perderse en
la oscuridad, la lámpara más cercana a unas doce casas de distancia, la acera
agrietada mostrando intermitentes manchones amarillentos de la luz de gas. Todo
lo demás era negro.
Desde la noche en que se había
aventurado por primera vez a regresar al miserable barrio donde había nacido,
noche en que había despertado de un delirio para hallarse magullado y
sangrante, había tratado de mantenerse lejos de allí. Pero estaba cansado de
luchar contra el impulso de ir.
Esta noche necesitaba olvidar lo
cerca que había estado de hacerle el amor a lali. Y cómo, al final, había
abierto la puerta para que pasara Christian Slade. Redding había ido tan lejos
como decir que se casaría con lali, y si bien esa idea estaba matando a peter,
no podía negarle a ella la oportunidad de ser feliz.
Ella tenía razón. Era hora de dejar
atrás el pasado. Él había perdido. Mañana o la semana próxima, o quizás el
próximo año empezaría de nuevo una vez más. Pero ahora encontraría el paraíso
en brazos de la única amante a la que no podía lastimar.
* * *
lali estaba de pie en el salón
principal, mirando por la ventana. Pronto llegaría Christian para llevarla al
teatro y luego a una cena tardía. Había pasado los últimos tres días en su
compañía, encontrándose cada mañana para ir a cabalgar juntos por Hyde Park.
Mientras trotaban entre el gentío habitual, él la divertía con anécdotas acerca
de su juventud, la impresionaba con su cultura y la encantaba con su sonrisa
constante. Él poseía todas las cualidades que una mujer podía esperar encontrar
en un hombre, y sin embargo lali no conseguía sentir nada por él.
Quería culpar a peter por cómo se
sentía, pero él no era el culpable de que ella no amara a Christian. Había
descubierto que no quería a su lado un hombre que fuera tan perfecto, tan
predecible. Pero lo que quería, no podía tenerlo.
Sonó la campanilla y lali se movió
para responder a la llamada, ya que nunca había tenido un mayordomo que
atendiera la puerta por ella en Moor's End. Aunque Pierce la había reprendido
gentilmente por hacer su trabajo, le parecía una tontería quedarse simplemente
parada allí, especialmente cuando lo más probable era que quien llamaba fuera
Christian.
Aunque más temprano un dolor de
cabeza casi había sido la excusa perfecta para cancelar la salida de la noche,lali
sabía que no podía continuar posponiendo lo inevitable. Tenía que decirle a
Christian lo que sentía por él. Debería haberlo hecho antes, pero había querido
darle su merecido a peter haciendo exactamente aquello para lo que él le había
dado su bendición. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que esto no haría que peter
la amara y además a ella misma le gustaba cada vez menos su propio
comportamiento.
59.
Pero al abrir la puerta, no fue a
Christian a quien halló de pie allí, sino a maxi. Por un momento, lali no pudo
hacer otra cosa que pestañear.
Él la cogió en sus brazos.
—¡Dios mío, que alegría me da verte!
No sabes lo preocupado que he estado por ti.
—msxi, bájame. Me estás dejando sin
aire.
—Lo siento —dijo él, con aspecto
avergonzado—. Es que pensé que no iba a poder encontrarte antes de que lanzani
te hiciera algo horrible.
Antes de que ella pudiera responder,
apareció Pierce, frunciendo el ceño con desaprobación, aunque no era posible
saber si su contrariedad se debía al hecho de que lali hubiera abierto la
puerta o a la aparición del recién llegado.
—¿En qué puedo servirle, señor? —preguntó
la intimidante figura de negro.
—Vengo a ver a lali —respondió maxi,
claramente molesto por la interrupción.
—¿Se refiere a Lady mariana?
—corrigió Pierce en tono reprobatorio.
—Sí, Lady mariana. Ahora, ¿sería tan
amable de dejarnos hablar en privado un momento?
Pierce la miró.
—¿Está todo bien, señorita?
—Sí, Pierce. Gracias.
Echando una somera ojeada a maxi que
podría haberse interpretado como una advertencia de que se comportara, Pierce
desapareció por el corredor.
—Qué sirviente insufrible —dijo maxi—.
¿Aquí son todos así de altaneros?
lali
no tenía intención de ponerse a hablar de la servidumbre.
—No comprendo por qué viniste.
—¿Hay algún lugar donde podamos
hablar en privado?
lali estaba empezando a temerle a ese
tipo de conversaciones. Pero dijo:
—Ven conmigo. —Condujo a maxi a la
biblioteca, cuya puerta cerró el muchacho, deteniéndose un minuto para lanzar
una ojeada a los estantes que se elevaban hasta el techo, atestados de libros.
Al volver a mirarla, sus ojos la
recorrieron lentamente de un modo que incomodó a lali. Era la mirada de un
hombre hacia una mujer que encuentra atractiva, y si bien maxi le había dicho a
menudo que era hermosa, nunca había visto en él el flagrante deseo que veía
ahora.
—Te has convertido en una mujer
impresionante —dijo, adelantándose para cogerle las manos.
—Gracias.
—¿Ese vestido lo escogió él?
—Si te refieres a mi tutor, la
respuesta es no. Lo escogí yo, al igual que a todos mis otros vestidos. peter
nunca determinaría lo que tengo que ponerme.
—peter... con qué familiaridad lo
dices. ¿Os habéis conocido mejor desde que te trajo a Londres?
lali se puso rígida, percibiendo el
sutil trasfondo de la pregunta.
—No veo qué tiene eso que ver
contigo.
—Hubo
un tiempo en el que solías confiarme todo.
—Era una niña.
—¿Quieres decir que el crecer te ha
alejado de mí?
lali liberó sus manos de las de él y
dio un paso para alejarse.
—No sé de qué se
trata todo esto.
—Se trata de tu
tutor —dijo él, arrojando sus guantes sobre una mesilla y yendo hacia la
vitrina de los licores para sacar una botella de Oporto.
Aunque tampoco era su casa, a lali le
molestó su modo de comportarse, actuando como si tuviera el derecho de hacer lo
que quisiera.
Una vez que él mismo se hubo servido
un buen vaso del fuerte vino, se volvió a mirarla, la cadera apoyada contra el
borde de la mesa y contemplándola por encima del borde del vaso.
—¿Cuánto sabes sobre tu tutor?
—¿Por qué lo preguntas?
La tensión en la mandíbula de él
dejaba notar que no le agradaba que sus motivos se cuestionaran.
—Quizás me pregunto qué te ha dicho
él sobre el tiempo que pasó en la India... y sobre la muerte de nico.
La mención de su hermano atrajo la
atención de lali. Maxi sabía que ella siempre se había preguntado acerca de las
circunstancias que habían rodeado la muerte de nico, ya que nunca habían
quedado muy claras.
—¿Qué pasa con la muerte de nico?
—preguntó ella, obligándose a mirar a maxi directamente a los ojos.
—Esa noche que ibas a encontrarte
conmigo en la ensenada, ¿recuerdas?
—Sí.
—No fuiste.
—Por el mal tiempo. —Y por peter.
Cuando se había encontrado con él en la biblioteca y lo había visto sosteniendo
suavemente en brazos al gatito, había sentido la tierra moverse bajo sus pies.
Quizás ése había sido el momento en
el que por primera vez se había sentido enamorada de él. Y desde entonces había
habido muchos otros momentos. Se dio cuenta de que no estaba dispuesta a
renunciar a él y alejarse.
—Sí, el mal
tiempo —dijo maxi—. Después partiste para Londres, dejándome sin noticia alguna
acerca de tu paradero. Tuve que sonsacárselo a Jimmy. El mocoso se negó a
decírmelo durante muchísimo tiempo.
—No lo habrás amenazado, ¿verdad?
—Por supuesto que no —replicó él
secamente, mirándola enojado—. Simplemente pensé que él tomaría mi dinero y
listo. Pero parece que tu tutor le dio una considerable suma para que no me
dijera tu paradero. El chaval fue asquerosamente leal a la causa.
A lali le molestó que peter hubiera
usado su dinero para comprar el silencio de Jimmy. Pero quizás sus motivos no
habían sido completamente egoístas. En muchos aspectos, la vida de Jimmy
parecía reflejar la de peter. Quizás él se identificaba con Jimmy.
—Entonces, ¿cómo hiciste para que te
dijera dónde estaba yo? —preguntó lali.
—Le dije que era una cuestión de vida
o muerte, y que si yo no te encontraba, podía sucederte algo terrible.
Al oír esto el temperamento de lali se
inflamó y voló a través de la habitación para enfrentarlo.
—Esa fue una treta detestable y no
puedo creer que puedas siquiera mirarme a la cara después de haberle dicho
semejante mentira a ese muchachito.
—Ninguna mentira —dijo él, asiéndola
repentinamente de los brazos y dándole un sacudón—. Tu vida está en peligro.
—¡Qué disparate!
—¿Ah, sí? ¿Alguna vez has interrogado
a tu tutor acerca de qué fue exactamente lo que le sucedió a nico? ¿O ha dejado
de importarte, ahora que Cornualles es para ti sólo un insignificante recuerdo
del pasado? Tal vez has olvidado la horrible muerte que tuvo tu hermano.
La furia le dio a lali una fuerza que
ni ella sabía que poseía. De un tirón liberó uno de sus brazos y le cruzó la
cara de una bofetada.
—¡Cómo te atreves a cuestionar mi
devoción hacia nico! Sabes cuánto lo amaba, cuánto me costó seguir después de
su muerte. Lloré sobre tu hombro incontables veces, ¿y vienes a decirme que me
he olvidado de él? ¡Nunca lo olvidaré! Ahora vete de aquí —exigió—. Y no
vuelvas más.
—No me iré hasta que no hayas oído
todo lo que tengo para decirte.
—Entonces di lo que tengas que decir
y márchate.
—Bien —dijo él apretando los dientes,
y mirándola de arriba abajo como si se hubiese convertido en algo que inspiraba
repugnancia y compasión—. Has cambiado, ¿sabes? Una vez fuiste una muchacha
dulce; ahora apenas te reconozco. Yo me hubiese casado contigo, te hubiese
cuidado, a ti y a esa casa venida abajo, pero no me quisiste. Lo único que
querías era aferrarte a Moor's End. Pensé que cuando casi te atraparon los
aforadores[1]
abandonarías ese comportamiento, pero el incidente sólo fortaleció tu
determinación. Verdaderamente pensé que tendrías que ser arrestada para darte
cuenta de que no ganarías.
—Nunca creíste en mí, ¿verdad?
—Te consentí el capricho. Porque era
sólo eso, nunca hubieras podido salvar Moor's End sin ayuda financiera.
—Pero tú nunca me la ofreciste,
¿verdad?
—Eso hubiese ido en contra de mi
propósito, ¿no crees? Quería que fueras mi esposa.
—¿Y estabas dispuesto a observar cómo
me atrapaban con tal de tenerme?
—Si hubiera sido necesario.
ali advirtió entonces hasta dónde
había llegado su credulidad.
60.
Fuiste tú quien alertó a los
aforadores acerca de cuándo llegarían los cargamentos, ¿no es verdad? Te
propusiste impedir que yo ganara ese dinero.
Cuando él no refutó la afirmación,
ella sintió derrumbarse el último resto de lo que había sido su vida hasta
hacía poco.
—No me sorprende que nico no te haya
nombrado mi tutor. Él sabía que eras un farsante.
—¿Y crees que lanzani fue una mejor
elección? —Se mofó él—. Al menos mi único crimen fue intentar hacerte ver cuán
ridícula era la empresa en la que te habías embarcado. Yo nunca asesiné a
nadie.
lali se paralizó.
—¿Qué estás diciendo?
—Lo que quise decirte hace dos meses.
Tu tutor es la razón de que tu hermano esté muerto. La bala que mató a nicoe
salió del arma de peter lanzani.
lali sintió como si el suelo acabara
de abrirse bajo sus pies y cayera hacia un oscuro abismo.
—No —dijo con voz apenas audible—. Él
me lo hubiese contado.
—¿Y por qué haría eso? Tú no sabías
la verdad y él no tenía razón alguna para revelártela. Quizás tenía la
esperanza de que te casaras con él. Él sabía del fideicomiso que heredarías y
sus posibilidades disminuirían considerablemente si te enterabas de que él
había causado la muerte a tu hermano. Si eso no fuera suficiente incentivo,
estaba también tu prestigio como hija de un conde, lo cual le hubiera dado más
estatus a él.
—Y a ti —encontró fuerzas para decir,
mientras se esforzaba por asimilar todo esto.
nico había recibido una bala en el
costado del cuerpo. La herida, lenta e inevitablemente le había sangrado en el
estómago. Dijeron que le habían matado en cumplimiento del deber, y ni una
palabra más. Ni cómo, ni por qué, ni dónde.
—No fui yo el que te ocultó esto
—replicó enojado Heath.
—¿Ah, no? ¿Entonces cómo es que sabes
todo esto ahora? —Él se movió nervioso bajo la mirada escrutadora de la joven—.
nico me escribió el día antes de morir. No quería que tú lo supieras.
—Estás mintiendo.
—¿Hubiera venido hasta aquí si no
tuviese pruebas? —Extrajo un trozo de pergamino doblado y se lo entregó a
ella—. Anda, léela.
Con manos temblorosas lali desplegó
la carta, ya un tanto amarillenta y con los bordes deshilachados. Los ojos se
le llenaron de lágrimas al ver los familiares garabatos de su hermano. Había
pensado que no los vería nunca más. Y mientras leía las últimas palabras que él
había escrito en su vida, era como si lo tuviera de pie delante de ella,
susurrándoselas al oído:
Recca,
Creo
que para cuando leas esta misiva, yo ya estaré muerto. Me han herido y no estoy
seguro siquiera si pasaré de esta noche.
Pero
no te escribo para hablarte de mí, sino de lali. Lo único que lamento al dejar
este mundo es dejarla a ella. Aunque otros hermanos discuten y se ofenden
mutuamente, lali y yo siempre tuvimos un lazo especial. Quizás se debió a que
sabíamos que no podíamos depender de nadie más que el uno del otro. Tal vez fue
simplemente que a lali no le importaba que el mundo hubiera dictaminado que los
hermanos fueran rivales.
Ella
siempre fue única. Mi corazón sufre porque no veré al hombre que ella elija
amar o a los hijos que tendrá, niños hermosos y sonrientes de ojos verdes como
helechos y una curiosidad innata acerca del mundo. Hijos e hijas que me hubieran
llamado tío.
Las lágrimas le empañaron la vista,
su cuerpo atormentado por mudos sollozos. Ay, Dios, cómo desearía tener de
vuelta a nico. Con qué desesperación lo extrañaba. No podía seguir leyendo. No
podía soportar una palabras más. Y sin embargo, sus ojos volvieron al papel:
Espero
que ella sepa que siempre la cuidaré, sin importar donde esté yo. Por ahora,
sin embargo, debo dejarla al cuidado de otro y rogar que él la valore tanto
como yo.
Sé que
te preguntarás acerca de por qué no te elegí a ti. Quizás fue simplemente el
conocer tus sentimientos hacia lali lo que me impidió hacerlo. Espero que
confíes en que he hecho lo que consideré era lo mejor, y que el hombre que es
ahora el tutor de lali la cuidará. Él es mi comandante, el Coronel peter
lanzani.
Cuando
apenas conocí al comandante, él me impresionó profundamente. Nada lo hacía
retroceder. Yo dudaba de que él supiera lo que era el miedo. El tiempo me
demostró que estaba equivocado. Nadie es infalible. Ni siquiera los héroes.
Cierto
día un hombre vino a visitarle. Nadie le conocía. Pero poco después el coronel
partió, sin decirle a nadie dónde iba. Se enviaron patrullas para arrestarlo.
Una semana más tarde regresó, y no era el mismo hombre. Algo le había sucedido.
Averiguamos
que había ido a Anandpur Sahib, hogar de los Sikhs, y un lugar al que ningún
extranjero, especialmente un oficial de la Infantería de Su Majestad, viajaría
si estuviese en su sano juicio.
Sin
importar qué sanción disciplinaria se amenazara con imponerle, no quería decir
qué lo había llevado a Anandpur. Lo arrojaron al hoyo durante tres semanas. La
mayoría de los hombres no hubieran sobrevivido ni una.
Pero
el coronel resistió. La primera noche después de haber vuelto a entrar de
servicio, hace dos días, entró en su tienda y no volvió a salir. Preocupado,
fui a verle y lo encontré inconsciente sobre el catre.
Cuando
regresé a buscar un médico, encontré a un Sikh de pie fuera de la tienda y una
espada me apuntó a la garganta. Me gritó algunas palabras que no entendí y
arremetió contra el coronel. Lo siguiente que sentí fue la bala.
Recuerdo
haberme despertado y visto al coronel arrodillado a mi lado, los ojos vidriosos
y el rostro pálido, con un arma en la mano. El Sikh yacía a mi lado, muerto; la
bala lo había atravesado y había entrado en mi cuerpo. No creo que el coronel
supiera lo que había ocurrido. Era como si...
—... como si no estuviera ahí conmigo
—leyó lali en voz alta, mientras
una oleada de desesperación la invadía, recordando vívidamente esa mirada de la
que hablaba su hermano, esa mirada fija pero ausente. Esa completa ausencia de
reconocimiento.
peter había sabido todo el tiempo
cómo había muerto nico, y jamás había dicho una sola palabra.
Recordaba haberse preguntado si ese
peso sobre sus hombros sería culpa, si él se sentiría en cierta forma culpable
de la muerte de sus hombres.
Esta vez había sido su culpa. Era el
culpable de la muerte de su hermano y lo que fuera que lali había sentido por
él se marchitaba para morir mientras continuaba leyendo.
No sé
si he tomado la decisión correcta, pero el coronel necesita alguien que crea en
él, alguien que le cambie la vida y lali siempre ha sabido sanar a la gente. Sé
que ella puede sanarlo. Cuídala, amigo mío. Nunca le digas lo que te he
revelado en esta carta. Podría no perdonar jamás a lanzani.
Adiós.
Nico esposito.
lali cerró los ojos y los papeles
cayeron balanceándose al suelo.
—¿Me crees ahora? —Preguntó maxi, con
un matiz triunfal en la voz—. Te dije que lanzanil era un asesino. Debería
haber sido colgado en vez de honorablemente retirado.
lali se alejó de él. No podía pensar.
Era como si hubiese vuelto a perder a George y temiera que la angustia la
derrotara esta vez.
—Regresa conmigo a Cornualles, lali —suplicó
maxi, ahora de pie frente a ella—. Ahora. Esta noche. No hace falta que veas a lanzani
nunca más.
lali dejó caer la cabeza entre las
manos y no tuvo fuerzas para resistirse cuando maxi la atrajo a su abrazo. Cada
una de las imágenes de su historia con peterrelampagueaban detrás de sus ojos
como una línea del tiempo.
No oyó el golpe en la puerta ni el carraspeo de Pierce hasta que maxipreguntó:
—¿Qué pasa, hombre?
—Lord Redding ha venido a buscar a
Lady mariana.
—Despáchalo, Pierce —rogó ella—. No
me importa lo que le digas.
—Quizás le gustaría darme usted misma
el mensaje —dijo la voz del conde, haciendo que lali levantara la cabeza y
mirara hacia la entrada, donde Christian estaba de pie, soportando estoicamente
el grosero rechazo.
—Dios mío, ¿qué sucedió? —dijo al ver
en el rostro de la joven las huellas del llanto.
nananan como estoy llorando cone sa carta no creo que se la aya mandado nico no esposible me muero
ResponderEliminarmas porfavor
ResponderEliminarodio con todo mi ser a maxi como pudo quiero que hable con peter por dios no lo podes dejar asi ehhhhhhhhhhhh
ResponderEliminarlo unico que te pido que al final lali se quede con peter felices me tenes con unos nervios sos cruel subi mas porfavor
ResponderEliminarsubi mas porfavor
ResponderEliminarNo pobre... pero nico si lo quería como cuñado por eso lo dejo de tutor más nove!
ResponderEliminar@vale_cadenas
pobrecita lali ="(
ResponderEliminarno puedo creer todo lo que esta pasando
ResponderEliminar=O
ResponderEliminarno los podes dejar asi gracias por estos capitulones
ResponderEliminarespero el proximo genia
ResponderEliminarmas triste todo =(
ResponderEliminar♥="(
ResponderEliminarespero qeu lali no se valla y hable con peter todo eso que le paso a nico por dios se puso demasiado buena la novela no quiero que termine
ResponderEliminareso le pasa a peter por no desirle la verdad a lali por dios porque supo asi lali ubiera sido mejor que se lo contara peter no ese tarado de maxi
ResponderEliminarnoooooooooooooooooooooooooooo todo mal como estoy con un miedo que no se valla y que aclare todo lali con peter me dejaste con una angustia
ResponderEliminarotro mas porfavor
ResponderEliminarOdio el contraste con disfrazados,d ahora en adelante leere primero esta,k me deja un sabor amargo,y la otra una eterna sonrisa.No se si odiarte a ti,jajaja,pero lo k si me gusta, es k al subir dos novelas a la vez,sean tan dispares,para mantenernos siempre a la espectativa.
ResponderEliminarhayy dioss q capitulooonesss
ResponderEliminarmasssss
u.u espero qe Lali pueda perdonar a Peter no creo qe lo haya hecho con mala intencion :/ de eso estoy segura.. Pero me da miedo de que se vaya con Maxi :( me dejaste re mal!! por fas subi mas noveeee :| porqe me voy a desmayas de la depresion(? no se si tanto pero igual subi mas nove!! Gracias :D
ResponderEliminarMaxi me cae re mal!
ResponderEliminarPobre Nico! Me da pesar de Peter!
Entiendo a Lali y lo mal que se debe de sentir!
Espero que entre Maxi y Slade no se "junten" para vengarse de Peter o hacerle daño!
Me encantaron los caps! Los extrañaba ;)
No puedo creer que ya se va a acabar! No quiero que se acabe!
Besos
@vagomi
Ai mas plis besos...
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