miércoles, 14 de marzo de 2012

conquistar a la doncella 58,59, y 60

Aca les dejo tres capitulos!!!
les digo que solo quedan nueve y lo mas seguro es que entre mañana y el viernes termine de postearles la novela o como muy tarde el sabado :)
58.

Una de las manos de él se deslizó detrás de la cabeza de lali para mantenerla cerca, mientras la otra la cogía de la cintura, haciéndole sentir contra el vientre el fuego tentador de su excitación.

La lengua de él se unió a la de ella, arremolinándose, saboreando y explorando a fondo hasta embriagarla. lali se apretó más fuerte contra él, necesitaba más.

Apoyó una mano sobre la de él, que la tenía cogida de la cintura, entrelazando los dedos de ambos, sintiendo la fuerza firmemente contenida en esas manos. Y con la audacia que nunca había sido capaz de reprimir, ella guió por encima de su vientre la mano de él, haciéndola subir luego hasta rodear uno de sus pechos, donde el pezón ardía por su contacto.

Él gimió y la asió con más fuerza, provocando en el interior de la joven la explosión de algo tan poderoso que ella supo que tenía que ser amor, porque nunca antes había deseado darle todo a un hombre, ofrecerle cuanto poseía. Nunca se había creído capaz de abandonar un mundo para vivir en otro. Pero lo haría si eso significaba tener a peter.

lali se dejo llevar, hasta caer al suelo aferrando estrechamente entre sus brazos a peter, cuyo peso sentía encima de ella, rodeada por la mezcla embriagadora del olor a hierba aplastada por sus cuerpos y el perfume a madera de sándalo de peter.

Se arqueó contra el cuerpo masculino, mientras él tironeaba del canesú bajándolo y empezaba a bañar el pezón con la lengua, chupándolo con esa hermosa boca, creando un calor palpitante que la envolvió de las caderas para abajo.

—lali —susurraba él una y otra vez, rodeando alternativamente con la lengua las cimas congestionadas de los pechos, al tiempo que sus manos ávidas se abrían paso debajo de la falda, deslizándose por las pantorrillas hasta las rodillas para seguir luego por los muslos. Los asió con fuerza para levantarla apretándola contra su ingle, donde sintió el calor quemante y duro de la erección.

Gimiendo, ella arremetió contra él, clavándole los dedos en la parte superior de los brazos, cuyos músculos firmes lo sostenían ahora para no recargar todo su peso sobre ella, mientras la miraba con el deseo ardiendo en los ojos.

—Hazme el amor, peter —pidió ella en un susurro anhelante, alargando la mano para desabotonarle la camisa, deslizando las palmas a través de los sólidos músculos del pecho, los discos satinados del pecho y luego hacia abajo por encima del vientre hasta que la pretina de sus pantalones le impidió seguir explorando.

Cuando la joven desabrochó el primer botón, él la cogió de la muñeca.

—No me hagas esto, lali.

—Te deseo.

Él inclinó la cabeza y se apretó fuerte contra ella, al tiempo que un gemido gutural se derramaba de sus labios al sentirla corresponder a su impulso, mientras le rodeaba un pecho con la mano y jugueteaba con el pezón antes de agacharse para aprisionarlo en el interior de su boca.

lali gimió, intentando recuperar el aliento mientras alargaba sus manos metiéndolas entre ambos cuerpos, rogando que él no la detuviera mientras desabrochaba el próximo botón de sus pantalones, y luego el siguiente, hasta que pudo sentirlo deslizándose entre las manos de ella, sedoso y duro.

peter la miraba asirlo con ambas manos, tocándolo como él la había tocado antes, descubriendo a cada momento qué cosas lo complacían, mientras con los dientes apretados se movía hacia arriba y abajo entre sus manos.

Cuando él retrocedió, la joven lo interpretó como una señal de rechazo y alargó la mano. Pero en cambio, lo que él hizo fue correr hacia un lado las bragas y acariciarle con su erección los pliegues húmedos, guiando la cabeza del miembro sobre la protuberancia hinchada de ella, y deslizándolo por allí repetidas veces, acrecentando el placer con cada una de ellas, hasta que todo el placer junto pareció derramarse sobre ella como una oleada que la bañó con sorprendente fuerza.

Al abrir los ojos, se encontró con la mirada de Lucien fija sobre ella. Él le apartó el cabello que caía sobre el rostro de la joven y luego le acarició el contorno de su cara con el pulgar.

—Adoro mirarte mientras te entregas al placer —murmuró él—. Vas a hacer muy feliz a algún hombre afortunado.

La sorpresa congeló a lali, haciendo que todo el calor abandonara su cuerpo.

—¿Qué estás diciendo?

Él giró para ponerse boca arriba, apoyado sobre sus codos.

—Tú sabes lo que quiero decir.

Ella le clavó los ojos.

—Aún quieres casarme.

—Nunca dejé de quererlo.

—Pero lo que acaba de suceder...

—Es otra culpa para añadir a las demás que he acumulado. Mi talento especial siempre ha sido hacer lo que no debo. Pero no empeoraré las cosas tomando tu virginidad. Nunca fuiste mía, lali —Desvió la mirada hacia el costado y dijo en voz baja—: Pero Dios sabe que desearía que lo fueses.

Ella cerró los ojos.

—De modo que para ti sólo fui una responsabilidad, ¿es así?

—Tu hermano nunca hubiera querido esto.

—¿Y qué hay de lo que quiero yo?

—Si quieres a Slade, no haré nada para impedirlo.

Luchando contra las lágrimas, lali permaneció en silencio, odiando esa convicción inamovible de él, y la facilidad con que podía herirla, aun sin proponérselo. Y cuando finalmente él se puso de pie y se alejó, la joven se juró que ésta sería la última vez.

El barrio bajo era un lugar donde la gente sólo iba por estricta necesidad. Donde cualquier día una madre podía agregarle láudano al agua con azúcar de su bebé para mantenerlo sedado de modo que la dejara dormir tranquila o bien para que dejara de llorar sin cesar atormentado por el hambre.

Era un lugar donde almas débiles se arrastraban a sus camas tan pronto como se ponía el sol y yacían despiertas escuchando a las ratas escurriéndose debajo de los suelos de madera. Donde casi no llegaba el sonido de las campanas llamando a la iglesia y donde nadie creía en Dios.

Para peter, era el lugar que había sido su hogar.

Se quedó de pie sobre el bordillo, mirando al caballo de tiro alejarse en medio de un traqueteo para perderse en la oscuridad, la lámpara más cercana a unas doce casas de distancia, la acera agrietada mostrando intermitentes manchones amarillentos de la luz de gas. Todo lo demás era negro.

Desde la noche en que se había aventurado por primera vez a regresar al miserable barrio donde había nacido, noche en que había despertado de un delirio para hallarse magullado y sangrante, había tratado de mantenerse lejos de allí. Pero estaba cansado de luchar contra el impulso de ir.

Esta noche necesitaba olvidar lo cerca que había estado de hacerle el amor a lali. Y cómo, al final, había abierto la puerta para que pasara Christian Slade. Redding había ido tan lejos como decir que se casaría con lali, y si bien esa idea estaba matando a peter, no podía negarle a ella la oportunidad de ser feliz.

Ella tenía razón. Era hora de dejar atrás el pasado. Él había perdido. Mañana o la semana próxima, o quizás el próximo año empezaría de nuevo una vez más. Pero ahora encontraría el paraíso en brazos de la única amante a la que no podía lastimar.



* * *

lali estaba de pie en el salón principal, mirando por la ventana. Pronto llegaría Christian para llevarla al teatro y luego a una cena tardía. Había pasado los últimos tres días en su compañía, encontrándose cada mañana para ir a cabalgar juntos por Hyde Park. Mientras trotaban entre el gentío habitual, él la divertía con anécdotas acerca de su juventud, la impresionaba con su cultura y la encantaba con su sonrisa constante. Él poseía todas las cualidades que una mujer podía esperar encontrar en un hombre, y sin embargo lali no conseguía sentir nada por él.

Quería culpar a peter por cómo se sentía, pero él no era el culpable de que ella no amara a Christian. Había descubierto que no quería a su lado un hombre que fuera tan perfecto, tan predecible. Pero lo que quería, no podía tenerlo.

Sonó la campanilla y lali se movió para responder a la llamada, ya que nunca había tenido un mayordomo que atendiera la puerta por ella en Moor's End. Aunque Pierce la había reprendido gentilmente por hacer su trabajo, le parecía una tontería quedarse simplemente parada allí, especialmente cuando lo más probable era que quien llamaba fuera Christian.

Aunque más temprano un dolor de cabeza casi había sido la excusa perfecta para cancelar la salida de la noche,lali sabía que no podía continuar posponiendo lo inevitable. Tenía que decirle a Christian lo que sentía por él. Debería haberlo hecho antes, pero había querido darle su merecido a peter haciendo exactamente aquello para lo que él le había dado su bendición. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que esto no haría que peter la amara y además a ella misma le gustaba cada vez menos su propio comportamiento.

 

59.
Pero al abrir la puerta, no fue a Christian a quien halló de pie allí, sino a maxi. Por un momento, lali no pudo hacer otra cosa que pestañear.
Él la cogió en sus brazos.
—¡Dios mío, que alegría me da verte! No sabes lo preocupado que he estado por ti.
—msxi, bájame. Me estás dejando sin aire.
—Lo siento —dijo él, con aspecto avergonzado—. Es que pensé que no iba a poder encontrarte antes de que lanzani te hiciera algo horrible.
Antes de que ella pudiera responder, apareció Pierce, frunciendo el ceño con desaprobación, aunque no era posible saber si su contrariedad se debía al hecho de que lali hubiera abierto la puerta o a la aparición del recién llegado.
—¿En qué puedo servirle, señor? —preguntó la intimidante figura de negro.
—Vengo a ver a lali —respondió maxi, claramente molesto por la interrupción.
—¿Se refiere a Lady mariana? —corrigió Pierce en tono reprobatorio.
—Sí, Lady mariana. Ahora, ¿sería tan amable de dejarnos hablar en privado un momento?
Pierce la miró.
—¿Está todo bien, señorita?
—Sí, Pierce. Gracias.
Echando una somera ojeada a maxi que podría haberse interpretado como una advertencia de que se comportara, Pierce desapareció por el corredor.
—Qué sirviente insufrible —dijo maxi—. ¿Aquí son todos así de altaneros?
lali no tenía intención de ponerse a hablar de la servidumbre.
—No comprendo por qué viniste.
—¿Hay algún lugar donde podamos hablar en privado?
lali estaba empezando a temerle a ese tipo de conversaciones. Pero dijo:
—Ven conmigo. —Condujo a maxi a la biblioteca, cuya puerta cerró el muchacho, deteniéndose un minuto para lanzar una ojeada a los estantes que se elevaban hasta el techo, atestados de libros.
Al volver a mirarla, sus ojos la recorrieron lentamente de un modo que incomodó a lali. Era la mirada de un hombre hacia una mujer que encuentra atractiva, y si bien maxi le había dicho a menudo que era hermosa, nunca había visto en él el flagrante deseo que veía ahora.
—Te has convertido en una mujer impresionante —dijo, adelantándose para cogerle las manos.
—Gracias.
—¿Ese vestido lo escogió él?
—Si te refieres a mi tutor, la respuesta es no. Lo escogí yo, al igual que a todos mis otros vestidos. peter nunca determinaría lo que tengo que ponerme.
—peter... con qué familiaridad lo dices. ¿Os habéis conocido mejor desde que te trajo a Londres?
lali se puso rígida, percibiendo el sutil trasfondo de la pregunta.
—No veo qué tiene eso que ver contigo.
Hubo un tiempo en el que solías confiarme todo.
—Era una niña.
—¿Quieres decir que el crecer te ha alejado de mí?
lali liberó sus manos de las de él y dio un paso para alejarse.
—No sé de qué se trata todo esto.
—Se trata de tu tutor —dijo él, arrojando sus guantes sobre una mesilla y yendo hacia la vitrina de los licores para sacar una botella de Oporto.
Aunque tampoco era su casa, a lali le molestó su modo de comportarse, actuando como si tuviera el derecho de hacer lo que quisiera.
Una vez que él mismo se hubo servido un buen vaso del fuerte vino, se volvió a mirarla, la cadera apoyada contra el borde de la mesa y contemplándola por encima del borde del vaso.
—¿Cuánto sabes sobre tu tutor?
—¿Por qué lo preguntas?
La tensión en la mandíbula de él dejaba notar que no le agradaba que sus motivos se cuestionaran.
—Quizás me pregunto qué te ha dicho él sobre el tiempo que pasó en la India... y sobre la muerte de nico.
La mención de su hermano atrajo la atención de lali. Maxi sabía que ella siempre se había preguntado acerca de las circunstancias que habían rodeado la muerte de nico, ya que nunca habían quedado muy claras.
—¿Qué pasa con la muerte de nico? —preguntó ella, obligándose a mirar a maxi directamente a los ojos.
—Esa noche que ibas a encontrarte conmigo en la ensenada, ¿recuerdas?
—Sí.
—No fuiste.
—Por el mal tiempo. —Y por peter. Cuando se había encontrado con él en la biblioteca y lo había visto sosteniendo suavemente en brazos al gatito, había sentido la tierra moverse bajo sus pies.
Quizás ése había sido el momento en el que por primera vez se había sentido enamorada de él. Y desde entonces había habido muchos otros momentos. Se dio cuenta de que no estaba dispuesta a renunciar a él y alejarse.
—Sí, el mal tiempo —dijo maxi—. Después partiste para Londres, dejándome sin noticia alguna acerca de tu paradero. Tuve que sonsacárselo a Jimmy. El mocoso se negó a decírmelo durante muchísimo tiempo.
—No lo habrás amenazado, ¿verdad?
—Por supuesto que no —replicó él secamente, mirándola enojado—. Simplemente pensé que él tomaría mi dinero y listo. Pero parece que tu tutor le dio una considerable suma para que no me dijera tu paradero. El chaval fue asquerosamente leal a la causa.
A lali le molestó que peter hubiera usado su dinero para comprar el silencio de Jimmy. Pero quizás sus motivos no habían sido completamente egoístas. En muchos aspectos, la vida de Jimmy parecía reflejar la de peter. Quizás él se identificaba con Jimmy.
—Entonces, ¿cómo hiciste para que te dijera dónde estaba yo? —preguntó lali.
—Le dije que era una cuestión de vida o muerte, y que si yo no te encontraba, podía sucederte algo terrible.
Al oír esto el temperamento de lali se inflamó y voló a través de la habitación para enfrentarlo.
—Esa fue una treta detestable y no puedo creer que puedas siquiera mirarme a la cara después de haberle dicho semejante mentira a ese muchachito.
—Ninguna mentira —dijo él, asiéndola repentinamente de los brazos y dándole un sacudón—. Tu vida está en peligro.
—¡Qué disparate!
—¿Ah, sí? ¿Alguna vez has interrogado a tu tutor acerca de qué fue exactamente lo que le sucedió a nico? ¿O ha dejado de importarte, ahora que Cornualles es para ti sólo un insignificante recuerdo del pasado? Tal vez has olvidado la horrible muerte que tuvo tu hermano.
La furia le dio a lali una fuerza que ni ella sabía que poseía. De un tirón liberó uno de sus brazos y le cruzó la cara de una bofetada.
—¡Cómo te atreves a cuestionar mi devoción hacia nico! Sabes cuánto lo amaba, cuánto me costó seguir después de su muerte. Lloré sobre tu hombro incontables veces, ¿y vienes a decirme que me he olvidado de él? ¡Nunca lo olvidaré! Ahora vete de aquí —exigió—. Y no vuelvas más.
—No me iré hasta que no hayas oído todo lo que tengo para decirte.
—Entonces di lo que tengas que decir y márchate.
—Bien —dijo él apretando los dientes, y mirándola de arriba abajo como si se hubiese convertido en algo que inspiraba repugnancia y compasión—. Has cambiado, ¿sabes? Una vez fuiste una muchacha dulce; ahora apenas te reconozco. Yo me hubiese casado contigo, te hubiese cuidado, a ti y a esa casa venida abajo, pero no me quisiste. Lo único que querías era aferrarte a Moor's End. Pensé que cuando casi te atraparon los aforadores[1] abandonarías ese comportamiento, pero el incidente sólo fortaleció tu determinación. Verdaderamente pensé que tendrías que ser arrestada para darte cuenta de que no ganarías.
—Nunca creíste en mí, ¿verdad?
—Te consentí el capricho. Porque era sólo eso, nunca hubieras podido salvar Moor's End sin ayuda financiera.
—Pero tú nunca me la ofreciste, ¿verdad?
—Eso hubiese ido en contra de mi propósito, ¿no crees? Quería que fueras mi esposa.
—¿Y estabas dispuesto a observar cómo me atrapaban con tal de tenerme?
—Si hubiera sido necesario.
ali advirtió entonces hasta dónde había llegado su credulidad.







60.
Fuiste tú quien alertó a los aforadores acerca de cuándo llegarían los cargamentos, ¿no es verdad? Te propusiste impedir que yo ganara ese dinero.
Cuando él no refutó la afirmación, ella sintió derrumbarse el último resto de lo que había sido su vida hasta hacía poco.
—No me sorprende que nico no te haya nombrado mi tutor. Él sabía que eras un farsante.
—¿Y crees que lanzani fue una mejor elección? —Se mofó él—. Al menos mi único crimen fue intentar hacerte ver cuán ridícula era la empresa en la que te habías embarcado. Yo nunca asesiné a nadie.
lali se paralizó.
—¿Qué estás diciendo?
—Lo que quise decirte hace dos meses. Tu tutor es la razón de que tu hermano esté muerto. La bala que mató a nicoe salió del arma de peter lanzani.
lali sintió como si el suelo acabara de abrirse bajo sus pies y cayera hacia un oscuro abismo.
—No —dijo con voz apenas audible—. Él me lo hubiese contado.
—¿Y por qué haría eso? Tú no sabías la verdad y él no tenía razón alguna para revelártela. Quizás tenía la esperanza de que te casaras con él. Él sabía del fideicomiso que heredarías y sus posibilidades disminuirían considerablemente si te enterabas de que él había causado la muerte a tu hermano. Si eso no fuera suficiente incentivo, estaba también tu prestigio como hija de un conde, lo cual le hubiera dado más estatus a él.
—Y a ti —encontró fuerzas para decir, mientras se esforzaba por asimilar todo esto.
nico había recibido una bala en el costado del cuerpo. La herida, lenta e inevitablemente le había sangrado en el estómago. Dijeron que le habían matado en cumplimiento del deber, y ni una palabra más. Ni cómo, ni por qué, ni dónde.
—No fui yo el que te ocultó esto —replicó enojado Heath.
—¿Ah, no? ¿Entonces cómo es que sabes todo esto ahora? —Él se movió nervioso bajo la mirada escrutadora de la joven—. nico me escribió el día antes de morir. No quería que tú lo supieras.
—Estás mintiendo.
—¿Hubiera venido hasta aquí si no tuviese pruebas? —Extrajo un trozo de pergamino doblado y se lo entregó a ella—. Anda, léela.
Con manos temblorosas lali desplegó la carta, ya un tanto amarillenta y con los bordes deshilachados. Los ojos se le llenaron de lágrimas al ver los familiares garabatos de su hermano. Había pensado que no los vería nunca más. Y mientras leía las últimas palabras que él había escrito en su vida, era como si lo tuviera de pie delante de ella, susurrándoselas al oído:

Recca,
Creo que para cuando leas esta misiva, yo ya estaré muerto. Me han herido y no estoy seguro siquiera si pasaré de esta noche.
Pero no te escribo para hablarte de mí, sino de lali. Lo único que lamento al dejar este mundo es dejarla a ella. Aunque otros hermanos discuten y se ofenden mutuamente, lali y yo siempre tuvimos un lazo especial. Quizás se debió a que sabíamos que no podíamos depender de nadie más que el uno del otro. Tal vez fue simplemente que a lali no le importaba que el mundo hubiera dictaminado que los hermanos fueran rivales.
Ella siempre fue única. Mi corazón sufre porque no veré al hombre que ella elija amar o a los hijos que tendrá, niños hermosos y sonrientes de ojos verdes como helechos y una curiosidad innata acerca del mundo. Hijos e hijas que me hubieran llamado tío.
Las lágrimas le empañaron la vista, su cuerpo atormentado por mudos sollozos. Ay, Dios, cómo desearía tener de vuelta a nico. Con qué desesperación lo extrañaba. No podía seguir leyendo. No podía soportar una palabras más. Y sin embargo, sus ojos volvieron al papel:

Espero que ella sepa que siempre la cuidaré, sin importar donde esté yo. Por ahora, sin embargo, debo dejarla al cuidado de otro y rogar que él la valore tanto como yo.
Sé que te preguntarás acerca de por qué no te elegí a ti. Quizás fue simplemente el conocer tus sentimientos hacia lali lo que me impidió hacerlo. Espero que confíes en que he hecho lo que consideré era lo mejor, y que el hombre que es ahora el tutor de lali la cuidará. Él es mi comandante, el Coronel peter lanzani.
Cuando apenas conocí al comandante, él me impresionó profundamente. Nada lo hacía retroceder. Yo dudaba de que él supiera lo que era el miedo. El tiempo me demostró que estaba equivocado. Nadie es infalible. Ni siquiera los héroes.
Cierto día un hombre vino a visitarle. Nadie le conocía. Pero poco después el coronel partió, sin decirle a nadie dónde iba. Se enviaron patrullas para arrestarlo. Una semana más tarde regresó, y no era el mismo hombre. Algo le había sucedido.
Averiguamos que había ido a Anandpur Sahib, hogar de los Sikhs, y un lugar al que ningún extranjero, especialmente un oficial de la Infantería de Su Majestad, viajaría si estuviese en su sano juicio.
Sin importar qué sanción disciplinaria se amenazara con imponerle, no quería decir qué lo había llevado a Anandpur. Lo arrojaron al hoyo durante tres semanas. La mayoría de los hombres no hubieran sobrevivido ni una.
Pero el coronel resistió. La primera noche después de haber vuelto a entrar de servicio, hace dos días, entró en su tienda y no volvió a salir. Preocupado, fui a verle y lo encontré inconsciente sobre el catre.
Cuando regresé a buscar un médico, encontré a un Sikh de pie fuera de la tienda y una espada me apuntó a la garganta. Me gritó algunas palabras que no entendí y arremetió contra el coronel. Lo siguiente que sentí fue la bala.
Recuerdo haberme despertado y visto al coronel arrodillado a mi lado, los ojos vidriosos y el rostro pálido, con un arma en la mano. El Sikh yacía a mi lado, muerto; la bala lo había atravesado y había entrado en mi cuerpo. No creo que el coronel supiera lo que había ocurrido. Era como si...

—... como si no estuviera ahí conmigo —leyó lali en voz alta, mientras una oleada de desesperación la invadía, recordando vívidamente esa mirada de la que hablaba su hermano, esa mirada fija pero ausente. Esa completa ausencia de reconocimiento.
peter había sabido todo el tiempo cómo había muerto nico, y jamás había dicho una sola palabra.
Recordaba haberse preguntado si ese peso sobre sus hombros sería culpa, si él se sentiría en cierta forma culpable de la muerte de sus hombres.
Esta vez había sido su culpa. Era el culpable de la muerte de su hermano y lo que fuera que lali había sentido por él se marchitaba para morir mientras continuaba leyendo.

No sé si he tomado la decisión correcta, pero el coronel necesita alguien que crea en él, alguien que le cambie la vida y lali siempre ha sabido sanar a la gente. Sé que ella puede sanarlo. Cuídala, amigo mío. Nunca le digas lo que te he revelado en esta carta. Podría no perdonar jamás a lanzani.
Adiós.
Nico esposito.
lali cerró los ojos y los papeles cayeron balanceándose al suelo.
—¿Me crees ahora? —Preguntó maxi, con un matiz triunfal en la voz—. Te dije que lanzanil era un asesino. Debería haber sido colgado en vez de honorablemente retirado.
lali se alejó de él. No podía pensar. Era como si hubiese vuelto a perder a George y temiera que la angustia la derrotara esta vez.
—Regresa conmigo a Cornualles, lali —suplicó maxi, ahora de pie frente a ella—. Ahora. Esta noche. No hace falta que veas a lanzani nunca más.
lali dejó caer la cabeza entre las manos y no tuvo fuerzas para resistirse cuando maxi la atrajo a su abrazo. Cada una de las imágenes de su historia con peterrelampagueaban detrás de sus ojos como una línea del tiempo.
No oyó el golpe en la puerta ni el carraspeo de Pierce hasta que maxipreguntó:
—¿Qué pasa, hombre?
—Lord Redding ha venido a buscar a Lady mariana.
—Despáchalo, Pierce —rogó ella—. No me importa lo que le digas.
—Quizás le gustaría darme usted misma el mensaje —dijo la voz del conde, haciendo que lali levantara la cabeza y mirara hacia la entrada, donde Christian estaba de pie, soportando estoicamente el grosero rechazo.
—Dios mío, ¿qué sucedió? —dijo al ver en el rostro de la joven las huellas del llanto.


22 comentarios:

  1. nananan como estoy llorando cone sa carta no creo que se la aya mandado nico no esposible me muero

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  2. odio con todo mi ser a maxi como pudo quiero que hable con peter por dios no lo podes dejar asi ehhhhhhhhhhhh

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  3. lo unico que te pido que al final lali se quede con peter felices me tenes con unos nervios sos cruel subi mas porfavor

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  4. No pobre... pero nico si lo quería como cuñado por eso lo dejo de tutor más nove!
    @vale_cadenas

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  5. no puedo creer todo lo que esta pasando

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  6. no los podes dejar asi gracias por estos capitulones

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  7. espero el proximo genia

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  8. espero qeu lali no se valla y hable con peter todo eso que le paso a nico por dios se puso demasiado buena la novela no quiero que termine

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  9. eso le pasa a peter por no desirle la verdad a lali por dios porque supo asi lali ubiera sido mejor que se lo contara peter no ese tarado de maxi

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  10. noooooooooooooooooooooooooooo todo mal como estoy con un miedo que no se valla y que aclare todo lali con peter me dejaste con una angustia

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  11. Odio el contraste con disfrazados,d ahora en adelante leere primero esta,k me deja un sabor amargo,y la otra una eterna sonrisa.No se si odiarte a ti,jajaja,pero lo k si me gusta, es k al subir dos novelas a la vez,sean tan dispares,para mantenernos siempre a la espectativa.

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  12. u.u espero qe Lali pueda perdonar a Peter no creo qe lo haya hecho con mala intencion :/ de eso estoy segura.. Pero me da miedo de que se vaya con Maxi :( me dejaste re mal!! por fas subi mas noveeee :| porqe me voy a desmayas de la depresion(? no se si tanto pero igual subi mas nove!! Gracias :D

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  13. Maxi me cae re mal!
    Pobre Nico! Me da pesar de Peter!
    Entiendo a Lali y lo mal que se debe de sentir!
    Espero que entre Maxi y Slade no se "junten" para vengarse de Peter o hacerle daño!
    Me encantaron los caps! Los extrañaba ;)
    No puedo creer que ya se va a acabar! No quiero que se acabe!

    Besos
    @vagomi

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