conquistar a la doncella 55

Chicas lo mismo que les dije en disfrazados :)

55.

—¿Qué le sucedió a peterdespués de que el padre de usted se enteró de lo que estaba pasando?

Christian miró por la ventana hacia la calle, donde una caravana de carruajes iba y venía.

—Yo no supe la verdad por muchos años. Quizás podría haber hecho algo si hubiera sido mayor, pero mi padre siempre había sido una figura intimidatoria... y yo un cobarde.

lali le apoyó una mano en el hombro.

—Usted y peter tienen en común la tendencia a culparse a sí mismos. Hay cosas que no podemos controlar. No importa lo que haya hecho su padre, usted se ha transformado en un hombre maravilloso. Su hermana lo adora.

Él la miró con ojos cálidos.

—También siente mucha simpatía hacia usted. Piensa que usted y yo seríamos una pareja perfecta. —Mirándola a los ojos, dijo con sentimiento—: Y yo he llegado a la conclusión de que ella tiene razón.

lali advirtió que la conversación había dado un giro inesperado.

—Milord...

—Christian —murmuró él, rodeándole suavemente la cintura con los brazos y atrayéndola hacia sí—. No soy tan malo. Usted misma lo dijo.

Cuando ella abrió la boca para responder, él se inclinó y apretó sus labios contra los de la joven en un suave beso. Levantando la cabeza, dijo:

—Sólo piénselo.

Antes de que lali pudiera decirle que ya lo había catalogado como un amigo y que otro hombre se había metido en su corazón, se oyó una voz que arrastrando las palabras burlonamente dijo:

—Si cree que porque la ha colocado usted en una situación comprometedora le permitiré casarse con ella, Redding, mejor piénselo otra vez.

La mirada de lali voló hacia la puerta para encontrarse con peterapoyando un hombro contra la jamba, su pose relajada en clara contraposición con el fuego asesino que ardía en sus ojos.

En vez de soltar a lali, el conde la abrazó más fuerte.

—Siempre ha sido usted terriblemente inoportuno, lanzani.

Presintiendo que se avecinaba una pelea, lali sacó las manos de Christian de su cintura.

—Esto no es lo que parece —dijo dirigiéndose a peter.

—¿De verdad? —replicó él—. ¿Qué es, entonces?

La mirada acusadora de él enojó a lali.

—Su excelencia y yo simplemente estábamos conversando. Nada más.

—Usted no miente de modo convincente, querida. Estúpidamente me dejé embaucar una vez por esas mentiras. Tendrá que perdonarme por pretender no ser tan crédulo nuevamente.

—¿No será su propia conciencia culpable la que lo mueve a usted a acusar a otros, peter? —lo desafió Christian—. Tal vez sus sentimientos por la dama no son tan puros como le gustaría a usted que todos creyeran. De modo que, díganos, hombre, ¿desea usted a su pupila?

—¡Milord! —dijo lali, quedándose sin aire.

—Gracias, Redding —dijo peter arrastrando las palabras.

—¿Porqué?

—Por darme un motivo para atravesarte los dientes de un puñetazo.

peter se adentró en la habitación como un toro y lali se colocó directamente entre los dos hombres, empujando contra los hombros de peter, hasta que éste bajó la mirada hacia ella.

—Quítese de en medio —dijo.

—No. No os dejaré ponerme en el medio de vuestra guerra. No me usaréis como un motivo para luchar.

Un músculo se movió en la mandíbula de peter.

—El resguardar su honor es mi responsabilidad.

—No es mi honor el que está usted resguardando, sino el suyo propio.

—Ella tiene razón, viejo —dijo Christian en tono burlón detrás de ella—. Usted se vale de cualquier excusa para atacarme. No es que me importe, pero sí que escoge usted los momentos más inoportunos.

—¿Como por ejemplo cuando está acariciando a mi pupila?

El conde se ahogó con una carcajada.

—No sea ridículo. Aunque habría hecho un nuevo intento de besarla, de no haber interferido usted, tengo sentimientos fuertes hacia esta dama.

—Por favor, milord —imploró lali.

—Qué curioso que saque a relucir el tema de los sentimientos —replicó peter—, ya que la hermana de usted parece haber descubierto que alberga algunos hacia mí.

El golpe dio en el blanco; Christian apretó los puños a los costados del cuerpo.

—Usted no va a acercarse a mi hermana. ¿Entiende?

—Eso tiene que decidirlo Diana, no usted.

—Diana hará lo que yo le diga.

—Ahora soy una mujer adulta, Christian —intervino una voz nueva que llevó todas las miradas hacia la puerta del lado opuesto de la habitación, donde estaba de pie Diana Slade, a quien se veía tan joven como decidida, con la barbilla en alto en gesto desafiante mientras salía de la penumbra para enfrentarse a su hermano—. Agradezco tu dedicación a tratar de protegerme, pero debes empezar a dejarme tomar mis propias decisiones.

—Esto es entre lanzanil y yo, Diana.

—Debes dejar de verme como una chiquilla, Christian.

—No te veo como una chiquilla.

—Sí que lo haces —dijo ella con vehemencia, mientras el rubor teñía sus pálidas mejillas—. ¿Piensas que no sé lo de mamá? Lo sé. También sé que lo que papá hizo fue algo ruin. El señor Kendall no tenía la culpa. —Se volvió hacia peter, quien había permanecido sorprendentemente callado—. Lo siento. Lo que le hicieron a usted fue una crueldad inadmisible.

—¡Diana! —gritó su hermano enojado—. No le debemos disculpa alguna.

—Te equivocas, Christian. Es hora de que esta enemistad heredada llegue a su fin.

—Pero yo disfruto de odiar a su hermano —dijopeter en un tono engañosamente calmado.

—Usted no lo dice en serio —refutó Diana, y lalise dio cuenta de que la jovencita había hallado una causa en peter  creyendo que podía salvarle de sí mismo.

—Oh, lo digo muy en serio.

—Ya le oíste, Diana —intervino su hermano—. ¿No ves que lo único que quiere es vengarse de mí?

Lucien contempló a Diana sin pestañear.

—Puede que él tenga razón, milady. Quizás debería usted huir.

Diana sacudió la cabeza.

—Usted no me hará daño, peter. Ya le he dado varias oportunidades y no ha hecho nada que no fuera honorable.

—¿Qué estás diciendo, Diana? —Christian exigió una respuesta, alejándose de lali para coger del brazo a su hermana.

—Estoy diciendo que prácticamente me arrojé a los brazos del señor Kendall. Incluso lo besé la otra noche en el cenador. Podría haberse aprovechado de mí, yo lo habría aceptado gustosa. Sin embargo actuó como un verdadero caballero.

El conde se dio la vuelta como un torbellino para enfrentarse cara a cara a Lucien.

—Maldito desgraciado —empezó a echar pestes agresivamente, dando un paso hacia su adversario.

Diana lo tironeó del brazo.

—¿No me oíste, Christian? Yo fui quien se comportó mal.

—Él te ha corrompido. Hará lo que sea para vengarse con nosotros de lo que hizo nuestro padre.

peter echó una mirada a lali.

—¿Está apuntando todo esto, Lady mariana? Soy un granuja y un bribón, totalmente inadecuado para ser el tutor de una joven. Puede usted utilizar esta información para conseguir que el juez le asigne un nuevo tutor, querida mía. Podría librarse de mi tiranía de una vez y para siempre.

—¿Es eso lo que usted querría? —preguntó lali con suavidad, sabiendo que peter jamás había querido hacerse cargo de ella.

Él entrecerró los ojos, mirándola a la cara.

—Aún conserva usted esa enojosa propensión a hacer preguntas en vez de responderlas.

—¿Es eso lo que usted desea que haga? —insistió ella.

Él la miró furioso y hundió las manos en los bolsillos.

—No lo sé, maldita sea.