martes, 6 de marzo de 2012

DISFRAZADOS 8

8.
Lali miraba la carretera consciente en todo momento de lo que la rodeaba, no conducía mal el pavo. Aunque a veces le daba la impresión de que la miraba demasiado, como si fuera un poco distraído, y bueno, eso era halagador, pero joder, hacerlo justo cuando se va conduciendo es suicida. Así que Lali iba totalmente pendiente del tráfico, de repente Drácula le cogió la mano y la llevó hasta su regazo. Vaya, estaba duro, bien duro. Tan duro como probablemente estaría el camión que iba delante de ellos si él se despistaba y chocaban. Así que Lali hizo lo único que podía hacer.
Bajó la mano a lo largo de todo su miembro y le cogió los testículos, los fue apretando poco a poco, al principio él sonrió, pero luego una mueca de terror le pasó por la cara. ¿Quizá estaba apretando demasiado? Pobrecito.
—¿Sabes?, me pasa una cosa muy rara cuando voy en coche, la tensión se apodera de mí, me da pánico tener un accidente y a veces no puedo evitar agarrarme a lo que sea, me aferró tan fuerte que hasta clavo las uñas, pero es que me horroriza ver que el conductor se despista, pueden suceder accidentes, sabes... y eso... me aterra y hace que quiera sujetar algo con mucha, muchísima fuerza, y retorcerlo, retorcerlo hasta que se rompa... espero que no te importe. Son los nervios, ¿sabes? —dijo Lali como quien no quiere la cosa.
—No pasa nada, entiendo —dijo Drácula tragando sonoramente mientras intentaba con mucho cuidado separar la mano crispada de sus testículos.
—Ops... Vaya, no me había dado cuenta —dijo ella con ojos demasiado inocentes.
—He cogido la idea —dijo él sonriendo, sí, señor, esa mujer tenía genio y figura. No cabía duda.


Cuando aparcaron frente al Wok, a Drácula no le quedaba ya nada de su erección, no hay nada como un buen apretón para bajar los humos.
El parking estaba medio vacío, se encaminaron a las cochambrosas escaleras de metal para llegar a la segunda planta y entraron tranquilamente en el restaurante. Cogieron mesa, pidieron sendas Coca-Colas —ni loca me vuelvo a emborrachar, pensó Lali, con la resaca mañanera aún muy presente en su cabeza— y atacaron el buffet asiático. Un poco de sushi por aquí, algo de arroz por allá, una mezcla estrambótica de verduras y algas para hacer en la cocina en vivo y unos pocos langostinos a la plancha. Perfecto. Él cogió el triple que ella y ella se asombró de que un tipo tan bien formado, con nada de barriguita y esos increíbles abdominales pudiera comer tanto sin preocupación, claro que ella tampoco es que se preocupara mucho, pensó comiendo su tercer rollito de primavera.
— ¿A qué te dedicas? —preguntó Drácula engullendo su segundo plato de tallarines fritos.
—Soy cristalera. Sobre todo para cuadros.
— ¿Haces cuadros?
—Ya no, antes me dedicaba a montar exposiciones para galerías, pero dependía demasiado de que hubiera exposiciones. Ahora soy secretaria, chica de la limpieza, descargadora de camiones y chivo expiatorio en una cristalería.
— ¿Chivo expiatorio?
—Sí, ya sabes, que alguien se equivoca, pues lo pagamos con Lali, que un cliente no paga, pues gritamos a Lali, que el hijo del jefe lleva una semana sin follar, pues aullamos a Lali, ese tipo de cosas.
—Dios, qué gráfica —dijo Drácula atragantándose por la risa—. Quizá fuera más fácil si siguieras dedicándote a las exposiciones.
—Mmh, más fácil no sé, pero más divertido seguro.
— ¿Sí?
—Sí, recuerdo una vez que tuvimos que montar una exposición fotográfica... Sobre penes. Penes de todo tipo, grandes, pequeños, empalmados, flácidos, negros, amarillos, azules, rojos...
— ¿Azules, rojos?
—Sí, hombre, tipo Andy Warholl.
—Joder.
—No lo sabes tú bien, tras enmarcar más de 100 penes teníamos unas ganas locas de eso mismo, de joder —dijo sonriendo picara.


Y así, entre pitos y flautas, y también penes, Lali fue contándole los pormenores de su trabajo. Parecía mentira, jamás había hablado tanto de sí misma, si no contamos a euge y rocio, claro. Drácula preguntaba y ella respondía, y poco a poco el tiempo se fue pasando sin darse cuenta, hasta que una mujer asiática se acercó a su mesa con la cuenta en una bandejita de plata, y muy amablemente les comentó, como quien no quiere la cosa, que estaban a punto de cerrar. Miraron el reloj de la entrada, eran casi las dos de la madrugada. Drácula se apresuró a pagar como buen caballero mientras Lali preguntaba tímidamente si ponía la mitad. No, gracias, contestó él. Lali respiró... aún no había cobrado el sueldo de noviembre y el de octubre estaba desaparecido en combate...
Una vez en el exterior, fueron conscientes de que la noche había caído y con ella el frío de invierno. Corrieron hasta el coche y una vez allí se miraron. Tenían tres opciones claramente definidas:
Opción A: cada uno a su casa y Dios en la de todos.
Opción B: buscar un garito abierto y tomarse la penúltima
Opción C: cruzar la carretera y pasar la noche en el hotel de enfrente.


Se miraron sopesando las opciones mentalmente. Drácula dirigió su mirada al hotel y enarcó un par de veces las cejas, lali por su parte posó su mirada en el Kia Carnival y arqueó otro par de veces las cejas... se miraron fijamente uno al otro. Aquello prometía ser una lucha de voluntades.
— ¿Y bien? —preguntó Drácula—. ¿Dónde vamos ahora?
—Qué te parece si nos acercamos al Polígono, seguro que encontramos algo abierto —contestó ella tirando directamente por la Opción B.
— ¿Al polígono? —preguntó Drácula acercándose a ella como si fuera un vampiro.
—Sí, seguro que hay algún sitio abierto donde tomar la penúltima. —Eso es, lali pensó ella, mantente fuerte, no puedes irte a la cama dos veces seguidas con un tío al que apenas conoces, ¿no?
— ¿La penúltima? —susurró Drácula apretándose contra ella a la vez que la abrazaba deslizando sus manos hacia sus nalgas.
—Sí, la penúltima. ¿Me estás repitiendo? —preguntó lali sintiendo cómo el calor comenzaba a recorrer su cuerpo. Ese hombre tenía unas manos diabólicamente deliciosas.
— ¿Te repito? —coreó él un segundo antes de lamerle los labios para luego mordisqueárselos lentamente hasta que ella, rendida, los abrió. Y él, que no era tonto, aprovechó ese momento para introducirse en su boca y jugar con su paladar, recorrer sus dientes, succionar su lengua cálida y picante por las especias de la cena.
—Sí, repítelo —pidió ella.
Y él lo repitió. Le acarició la espalda lentamente logrando que el calor de sus manos traspasara el vestido y alcanzara cada una de sus terminaciones nerviosas, haciendo del beso una tortura interminable. La decisión de lali de ir a tomar la penúltima se fue a dar una vuelta para dar paso a la locura y la pasión. Las opciones A y B quedaron descartadas en bien de la opción C, que en esos momentos parecía de lo más interesante.

27 comentarios:

  1. mas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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  2. Tener tantas opciones ,nunca es bueno,jajjaja.Y ninguna d las dos primeras, va con ellos.

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  3. jajaj pobre peter cuando lali le estaba apretando na fue lo mas

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  4. me encanto cuantas opciones tenian

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  5. me encanta que de apoco se estan conosiendo

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  6. lo cortaste en lo mejor mas

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  7. ay tienen que optar por la tercera me dio risa lo de los penes azules na jajajaja como me gusta la novela mas grosa

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  8. si estos dos estan a full no se van a quedar con las ganas

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  9. na eso le pasa a peter por ponerle la mano jajaj por lo menos no se enojo pobrecito se paso un poco lalita hacerle eso

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  10. mas caballero no pudo ser en no dejarla pagar mas lindo el dracula

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  11. haora le toca a dracula a chupar todo a su victima y aserle la noche inolvidable amo la novela

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  12. diossssssssssssssssssss como lo cortas alli quiero saber que van aser estos dos me dejate con ganas de leer mas

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  13. ay ya peter sabe toda la vida de lali haora le toca a el desir lo que hace mas

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  14. que dificil esas opciones por favor estos se van al bife ya de una jajajaja

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  15. dale se buenita y subi otro mas

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  16. ja jaj, q poca fuerza de voluntad lali che!! más!

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