viernes, 16 de marzo de 2012

disfrazados 24,25 y 26


24.

—Mmh, que te iba a comentar, la casa está algo desordenada, ya sabes, lo típico, las revistas encima de la mesa, la ropa limpia —remarco "limpia", solo faltaba que pensara que lo que había colgado por toda la casa era ropa sucia— tendida por ahí y, bueno, la verdad es que no soy muy amiga del orden... —comentó mirándole atentamente, por favor, por favor, por favor, que no sea como el Vinagres, por favor.

—Bah, estará igual que mi habitación, entre el curro y tal no hay tiempo de nada —contestó entendiendo completamente su mirada temerosa. Mamá se moriría si alguien viera su casa desordenada e imaginaba que todas las mujeres pensaban igual, aunque a él personalmente le daba lo mismo.

—Efectivamente —dijo ella suspirando.

Las puertas del ascensor se abrieron dando paso a un descansillo mal iluminado de baldosas y suelos grises, los constructores de estas viviendas de protección oficial se habían esforzado mucho por hacerlas lo más feas posible. Lali se detuvo un segundo ante su puerta y respiró profundamente.

—Que sea lo que Dios quiera —murmuró entre dientes.

Abrió la puerta, dio un paso dentro del piso y se quedó petrificada.

Drácula asomó la cabeza sobre el hombro de ella. ¡Caray! Si a eso le llamaba ella desorden no quería pensar cómo estaría el piso cuando estuviera ordenado.

El piso resplandecía como un espejo, lo poco que se veía del salón estaba brillante como una patena, joder, ¡si hasta se podría comer sopa en el suelo! El aire olía a limpio, no se veía ropa, ni limpia ni sucia, por ningún sitio, ni revistas sobre la mesa. No estaba ordenado, estaba impecable.

Ella seguía parada en la entrada, quizá esperaba alguna alabanza...

—Pues para estar desordenada se ve muy bien —ironizó.

—No digas chorradas, yo no he dejado así mi casa esta mañana —dijo tensa.

— ¿No?

—No, aquí ha estado alguien.

Él la miró y entró decidido al piso.

— ¡Eh! No pases, podría haber alguien —comentó asustada.

—¿¿Y???

—Joder. Alguien ha entrado en mi casa, lo mismo son ladrones o yo que sé.

— ¿Ladrones? No sé de ningún ladrón que entre en una casa y se ponga a fregar. O que robe la ropa limpia que esta por ahí colgada —enarcó varias veces las cejas.

—Sí, bueno. Pero alguien ha estado aquí. Lo digo en serio. Mi casa JAMAS ha estado tan recogida.

—Pues no sé, lo mismo se ha presentado el Hada de las escobas y le ha dado una pasada...

—No bromees. Te digo que alguien ha entrado en mi casa y tú te cachondeas. —Estaba más que asustada, irritada, parecía de locos—. Eh, espera, no entres, quien haya sido puede estar escondido en alguna parte.

Drácula se volvió al oír el reparo en sus palabras. ¿Escondido en algún lado? Seguro. Según podía ver la casa era tan pequeña que si había alguien escondido tenía que ser un liliputiense.

—Vamos, no te preocupes, seguro que hay una explicación razonable. Quizá alguien de tu familia ha pasado por aquí.

—Están fuera de Madrid.

—Un amigo.

—Sí, claro, cómo no se me había ocurrido antes. No tienen nada mejor que hacer que venir a mi casa a recoger mi mierda. Por favor.

—Pues alguna explicación habrá —dijo adentrándose en la casa mientras Luka le agarraba del antebrazo para que se detuviera.

El piso tenía tres puertas más, una daba al diminuto baño, otra a una caja de cerillas con una cama con las sábanas tan estiradas que fijo que rebotaría en ellas cuando se acostara y por último una cocina tan pequeña que si estirabas el brazo chocabas con la pared. Sobre la encimera había un papel.

"Falta KH7, cristasol y pronto. Te he tirado el pollo de color verde de la nevera y el champú vacío del baño. Ya me ha pagado tu madre, este viernes y el que viene. Feli."

Le enseñó la nota a Lali.

— ¿Y bien?

—Dios, lo había olvidado. Ufff... es de Feli, la asistenta de mi madre. Me lo dijo por e-mail. Se han ido a la playa y le ha dejado las llaves de casa para que me la limpie como hace siempre que no están. Siento este lío...

— ¿Ves? Todo tiene explicación —dijo acercándose a ella con "intenciones".

—Bueno, pues como está todo aclarado voy a cambiarme de ropa. Espérame en el comedor y enciende la tele, ahora vuelvo —dijo alejándose.

Dios, la había liado buena, estaba con míster cañón en su casa y con el pelo horroroso, para haber decidido que no podía tener un E.S.E. lo había complicado todo de mala manera, pensó mientras le veía sentarse en el ex sillón de la abuela y encender la ex tele de su madre. Ufff...

—Ey, van a echar El Jovencito Frankenstein por la tele —le oyó gritar desde el salón.

—Genial. Me encanta esa película.

La verdad es que no le apetecía nada salir por ahí, ahora que estaba en casa todo el cansancio acumulado durante la semana pesaba sobre ella. Además, y por si fuera poco, iban a poner una de sus películas favoritas, divertida, entrañable, irreverente... y que no tenía ni una sola escena de sexo... Nadie se sentiría excitado por ver a Gene Wilder tocando el violín para atraer al monstruo que había creado. Por el tono de voz de él al decirle que echaban la peli parecía que le gustaba tanto como a ella. Mmh.

Acabó de desnudarse, cogió la sudadera vieja que usaba para estar en casa, los vaqueros deshilachados y rotos de estar cómoda, unos calcetines de lana —hacía frío y odiaba andar en zapatillas por casa—, se hizo un moño con su horroroso cabello y lo enfundó en una gorra con el logotipo de Faunia. No estaba guapa, no estaba sexy, por lo tanto no creía que tuviera problemas en manejar la libido del vampiro y si aun así sucedía un E.S.E. estaba en su casa y sabía dónde estaban los interruptores de la luz, a oscuras no vería su pelo... Bufff, era inconcebible que hubiera montado todo ese lío de la ropa para estar guapa y que sin embargo ahora lo único que deseara fuera estar cómoda y calentita en casa... eso sí, sin mostrar su pelo.

— ¿Qué te parece quedarnos a ver la peli con una pizza en la mesa? —preguntó entrando en el salón.

—Perfecto —contestó él recorriéndola con la mirada, se había cambiado de ropa, estaba desarreglada, daba una imagen fresca y cómoda. Estaba preciosa.

—Bien, ¿carne, champiñones, pimiento verde y extra de queso?

—Y cebolla.



Viernes 7 de noviembre de 2011, 22.05h



25.

Mientras Lali se metía en la cocina para llamar por teléfono, Drácula aprovechó para echar un vistazo a su alrededor. El cuarto en el que se encontraba era bastante pequeño y parecía estar amueblado con retales, pero se veía acogedor. El salón era cuadrado, con un sillón de tres plazas tapado con un cubretodo naranja en el que al sentarte te hundías tanto que haría falta una grúa para levantarte. A un lado del sillón, y colocada sobre una estructura de metal blanco que no pegaba con nada de lo que había alrededor, se situaba una pecera grandísima de casi un metro de largo por medio de ancho con una rampa de césped artificial en un flanco en la que nadaban dos tortugas apaciblemente. Tirados en el suelo al otro lado del sillón estaban amontonados los asientos de algún otro sofá, sin armazón, sólo el relleno con la funda; frente al sillón una caja de madera barnizada con un cristal grueso encima hacía las veces de mesa. En la pared libre, un aparador de madera de unos dos metros de largo, contenía un televisor de 25 pulgadas marca Phillips de hacía por lo menos veinticinco años, un DVD marca nisuputamadre, un montón de CDs y DVDs colocados en sus cajas redondas, miles de fotografías en marcos de metacrilato y justo en el extremo del mueble, un terrario que parecía haberse construido aprovechando la estructura de un armario antiguo. Era un terrario alto con una rama atravesándolo hasta el techo que hacía las veces de árbol, una cueva hecha de troncos abajo, un barreño de metal que supuestamente sería una piscina para reptiles y, sobre la rama, una iguana de metro y medio más o menos. Las paredes estaban ocupadas por estanterías de metal ancladas a ellas, que contenían miles de libros. El único cuadro que colgaba del salón estaba sobre el sillón y no era exactamente un cuadro, sino un tablero de corcho que ocupaba toda la pared y en el que estaban pinchadas fotografías de todos los tamaños. Se levantó para mirarlas, en todas había personas en distintos grados de felicidad, disfrazadas de robots, en bikini en la playa, tiradas en el suelo en la montaña... Colocada en el centro del corcho, en el lugar de honor, una más grande que las demás le llamó la atención. Era un grupo de amigos en ese mismo salón, dos mujeres estaban sentadas en el suelo aplaudiendo mientras dos hombres de pie, vestidos con minifaldas y tops ajustados hacían algo parecido a un pase de modelos; al lado había otra con esas mismas personas, pero en esta los hombres llevaban lo que parecía ser fundas de almohada enrolladas en las ingles y asumían la postura de los luchadores de sumo... ¿Qué demonios?

—Divertida, ¿verdad?, es la fiesta de inauguración de mi casa.

— ¿La fiesta de inauguración?

—Sí, cuando me dieron la casa y la tuvimos más o menos montada invité a mis amigos y bueno, acabaron revolviendo mi armario y vistiéndose con mi ropa.

—Vaya, sí tuvo que ser divertido.

—Ni te lo imaginas.

Drácula siguió mirando las fotografías, aunque había mucha gente retratada, esas cuatro personas de la fiesta estaban en casi todas.

— ¿Son tus mejores amigos? —dijo señalando la foto.

—Sí. ¿Cómo lo has averiguado?

—Porque son los que más salen en las fotos. Esos cuatro y esta chica —dijo señalando a una mujer rubia, bajita, de cara con forma de corazón, ojos enormes y boca de piñón, con un cuerpo estupendo y un vestuario muy sexy.

—cande. Antes éramos inseparables, los cinco, euge, y su novio, nico, Rocio, cande y yo. Mira —dijo señalando otra foto en la que salían todos siendo adolescentes sentados en un banco de la calle rodeados de botellas de sidra vacías.

— ¡Menuda fiesta! —Bueno, así que uno de los tipos con minifalda era el novio de euge,  la chica robot, genial, solo le quedaba descubrir quién carajo era el otro de la minifalda, había tanta complicidad entre los componentes de esa foto, que se sentía... excluido... ¡qué idiotez!

—Aquí es cuando nico se sacó el carnet de conducir, lo estábamos celebrando en la Plaza de la Constitución, pero nos pillamos tal borrachera que no pudo estrenar el coche. Y mira ésta —dijo señalando otra en la que se veía a cande con una gran tripa, tenía cara de niña, no podía ser mucho después de la otra—, cande estaba embarazada de ocho meses, teníamos las dos diecisiete años. El que está al fondo es agus, el futuro padre de la criatura —dijo señalando a un hombre mayor que los demás, de unos veinte y bastantes—. A partir de ese momento empezamos a distanciarnos... cosas de la vida.

—Suele pasar.

—Y aquí, mi primer trabajo montando exposiciones. —En esta fotografía salía agarrada a un hombre joven moreno, de ojos claros, alto y musculoso, que era justo el mismo tipo que en la foto de "inauguración" llevaba la minifalda morada, ese que aún no sabía de quién era novio, grrr. Posaban agarrando entre los dos un cuadro enorme que exponía un pene en erección de más de medio metro, de color amarillo fosforito—. ¿Recuerdas que te comenté que había montado una exposición sobre penes...? Dani fue mi primer jefe como el trabajo se me dio bien me fue dando más cosas, fue conociendo a mi gente y al final acabó entrando en el grupo. Cuando tuve que dejar de montar expos, él me consiguió un trabajo en la empresa de su padre, así que ahora es mi amigo y mi jefe.

— ¿Es el que esta vestido con la minifalda morada? —comentó indiferente a pesar de ya saberlo... No le hacía mucha gracia el "tal Dani"—. A su novia tuvo que hacerle gracia verlo de esa guisa.



26.

—Sí, es el mismo —contestó riendo—, y estoy segura de que si tuviera novia —esta palabra le provocó una gran sonrisa, como si fuera un chiste privado—, se lo hubiera pasado en grande viéndolo. Pero como no la tiene, pues se quedó con las ganas. —En ese momento se oyeron unos golpecitos, como de piedras golpeando algo y lali se olvidó del tema—. ¿Has conocido ya a Clara, Lara y Laura?

—Creo que no. ¿Son tus amigas? —dijo buscando el origen del sonido.

—Sí, mis mejores amigas —dijo guiñándole un ojo—. Ven, que te las presento. Estas son Clara y Lara. Llevan conmigo tres años, ¿a que son una monada? —dijo señalando el acuario, las tortugas estaban moviendo las piedras del fondo y golpeándolas contra el cristal. Las sacó del agua y les acarició el caparazón con la nariz. Las tortugas a su vez sacaron la cabeza y la mordisquearon—. Ya, ya, ahora mismo viene el menú, en cuanto me ven me piden de comer, son unas tragonas impresionantes. Y esta de aquí es Laura —dijo abriendo el terrario de la iguana y dejándola salir—; ten cuidado con la cola, cuando no conoce a la gente da latigazos. ¿Qué tal, preciosa? —la iguana la ignoró soberanamente y se empezó a subir a las cortinas—. En fin, Laura va a su bola. Voy a por la comida de mis niñas.

Se dirigió a la cocina y él la siguió apresuradamente, por nada del mundo se quedaría a solas con un "bicho" que daba latigazos con la cola.

La cocina era pequeña, una hilera de muebles blancos cubría una pared, la otra estaba desnuda. Sobre la encimera había un plato metálico y plano con remolacha, nabo, perejil, calabaza, tomate, espárrago y pepino cortados en trozos pequeños, al lado había un tupper con agujeritos del tamaño de un alfiler en la tapa y unos palillos chinos. Lali tocó la comida...

—Ya no está frío —lo cogió todo y se fue al salón.

Colocó el plato con las verduras en la jaula de la iguana y después abrió el tupper, estaba lleno de gusanos vivos y repelentes, de color marrón, viscosos, babosos...

— ¿Qué es eso? —preguntó Drácula mirándolos asqueado. ¿Quién coño iba a comerse eso?

—Crías de tenebrios —contestó a la vez que cogía algunos de esos bichos asquerosos con los palillos, de la misma manera en que él cogía los tallarines tres delicias... —, es la comida favorita de Clara y Lara.

Les acercó los gusanos a las tortugas y estas se lanzaron a por ellos, cada una mordió de un extremo y entre las dos en apenas diez segundos los habían descuartizado y tragado para a continuación mirar ansiosamente a Lali, que cogió otros pocos y repitió el proceso demasiadas veces para el gusto del hombre. Puaj. Drácula se alejó disimuladamente, como quien no quiere la cosa, sentía que su estómago se revolvía. Demonios, él había cogido lombrices de pequeño, pero no las descuartizaba... era vomitivo, jamás volvería a pensar que las tortugas fueran animales parsimoniosos y tranquilos... eran asesinas natas.

Cuando acabó de alimentarlas él respiró aliviado pero a las tortugas les pasó justo lo contrario, no les sentó nada bien el final de la comida, bajaron de la rampa veloces y empezaron a remover las piedras del fondo haciéndolas chocar contra los cristales furiosamente.

—No, no. Ya habéis comido demasiado —sacó una de las tortugas y la tocó suavemente una pata—, se te sale la chicha —y era cierto, al estirar la pata de la tortuga se veía cómo se le abultaba la piel por la abertura del caparazón—, y eso no está bien. No, señorita. Estás a régimen, no, no. No hay más comida, si quieres te doy lechuguita pero no más tenebrios. —Aunque sonase a locura, Drácula juraría que cuando la tortuga oyó "lechuguita" encogió la cabeza y la metió en el caparazón—. Ay, querida, para estar bella hay que sufrir... ¡Y comer verdura! Ciao, preciosa.

—Ya veo que te entiendes con ellas...

—Sí. Mano dura y muchos mimos, mitad y mitad, y mira qué hermosas se crían. —Laura ya había bajado de las cortinas y se había metido en su terrario a cenar. Lali cerró la puerta y sonrió complacida—. Bueno, una tarea hecha. Voy a lavarme las manos, ¿te enseño la casa?

—Vale. Pero primero guarda... eso. ¿No?

—Sí, claro. En invierno los dejo fuera —dijo abriendo la ventana de la cocina y dejándolos sobre la cesta de las pinzas—, con el fresquito se conservan mejor que dentro de casa.

—Ajá —no quería preguntarlo, de hecho no iba a preguntarlo—, ¿y dónde los guardas en verano? —Dios, ¿por qué narices lo había preguntado?

—En la nevera, claro. Fuera hace demasiado calor y se estropean.

— ¿Guardas eso en la nevera?

— ¿Dónde sino?

—Sí... ¿Dónde sino?

En ese momento tomó la determinación de que si por un azar del destino él y "mama tortuga" seguían juntos en verano, nunca, JAMAS, comería nada en su casa. Irían a restaurantes —eso sí, nada de asiáticos ni orientales, tardaría años en borrar la imagen de los gusanos colgando cual tallarín— o morirían de hambre, pero no comería nada de su nevera.

Se dirigieron al cuarto de baño. Un lavabo diminuto, una ducha diminuta y un armario de espejo.

—Este es el Jacuzzi enano —dijo lavándose las manos.

— ¿Cómo?

—Así es como lo bautizó Javi cuando lo vio y desde entonces lo llamamos así.

—Apropiado.

—Sí, este es mi cuarto —dijo entrando en la caja de cerillas, una cama y una mesilla con más fotos sobre ella, un armario empotrado, cuadros a punto de cruz y una mesa pequeña con un ordenador más viejo que Matusalén encima era todo lo que cabía.

—Muy grande...

— ¿A que sí?, a veces me pierdo y todo... tanto espacio desorienta —dijo lanzando una carcajada a la vez que daba vueltas sobre sí misma.

Drácula la miró sobrecogido; en ese entorno se la notaba feliz, era como una niña pequeña disfrutando de un día de sol, jugando con un castillo de arena. Esa casa era su castillo de arena y los muebles y las fotografías, las conchas con que lo adornaba.

Lali se dejó caer sobre la cama, mareada de dar vueltas y siguió sonriendo.

—Y bien, ya conoces mi casa. ¿Qué te parece?

—Preciosa. Como tú —dijo acercándose a la cama.

—No no no —dijo cantando—, está a punto de llegar la pizza y va a empezar la película, vamos al salón.

— ¿Y a quién le interesa esa película? Prefiero lo que tengo ante mis ojos —dijo con mirada lasciva.

—Mmh... "malditos sean sus ojos" —sonrió Lali recordando una frase de la película.

—Vaya —exclamó sorprendido, ¿sería posible que Lali resultara ser tan friki como él?—, "llega usted tarde" —contestó con la frase de "Igor".

—Vaya, te lo sabes —dijo sorprendida—. Genial. ¿Te parece si bajamos el sonido de la tele y decimos nosotros los diálogos? ¿Quién te pides? ¿Igor o Frankenstein? —retó ella aludiendo a los personajes principales de la película.

—"Se pronuncia, Fron-kons-tin. Y usted debe ser Igor?" —rebatió él citando otra frase.

—"Se pronuncia A-i-gor" —acabó ella el diálogo de la película riendo; era tan friki como él.


17 comentarios:

  1. Si k es feliz ,eso demuestra k siempre se puede ser feliz,con las cosas mas esenciales.Lali sigue sin saber,como se llama Don Draculin,jajaja.

    ResponderEliminar
  2. que bueno que de a poco se estan conosiendo

    ResponderEliminar
  3. como me gusta la novela espero el proximo

    ResponderEliminar
  4. que miedoso peter teniendole miedo al reptil jajaj

    ResponderEliminar
  5. me gusta como es lali en la novela un poquito loca pero me gusta

    ResponderEliminar
  6. lali ni el nombre le pregunta a peter jajaj se quedara como dracula

    ResponderEliminar
  7. como que celosito se estaba poniendo peter jajajaj con los hombres que estaban en la foto deseguro queria saber si era novio de lali

    ResponderEliminar
  8. estoy intrigada con lo que puede pasar con estos dos solitos jasjjaja

    ResponderEliminar
  9. Me encanta... y a mi también me dio asco eso de los gusanos !!!

    ResponderEliminar
  10. ¿sería posible que Lali resultara ser tan friki como él?- jjajaj me mori cuando penso esto todavia me rio jajaj
    masss noveee

    ResponderEliminar