64.
Apenas
la noticia llegó a oídos de Lord Manchester, éste se presentó en la puerta de
mi casa y literalmente irrumpió dentro. Exigió que Rocio empaquetara
inmediatamente sus pertenencias, ante sus protestas y las mías, ambas recibidas
con total indiferencia de su parte. Luego él se la llevó como por arte de
magia, sin siquiera decirnos dónde. Rocio me hizo prometer que le diría a usted
que ella está bien y que no se preocupe, que ella se pondrá en contacto con
usted pronto.
Mi
querida, debo confesar que ambas me preocupáis mucho.
lali dobló el
papel y lo metió en el bolsillo de su falda. Nunca en su vida había sentido tal
impotencia. Rocio la necesitaba y ella no había estado allí para ayudarla.
—¿Malas noticias?
lali se volvió
para encontrarse con peter apoyado sobre las almohadas, cubierto hasta la
cintura por la sábana, cuyo fino material no ocultaba en absoluto su virilidad.
Mirándolo ahora, ella jamás habría imaginado lo enfermo que estaba, excepto por
las sombras debajo de sus ojos. Y dentro de ellos.
—¿Cómo te
sientes? —preguntó ella, acercándose a los pies de la cama. Notó que él
entrecerraba los ojos al mirarla, para hacerle saber que su intención de
mantener la distancia entre ellos no pasaba desapercibida.
—Como nuevo.
—¿Te sientes
febril?
—No, pero tengo
hambre.
—Hay una bandeja.
—lali señaló la comida que había dejado sobre una mesita redonda en el ángulo
de la habitación, pero él no hizo movimiento alguno para salir de la cama. En
cambio se puso a contemplarla a ella, hasta que la joven ya no pudo sostenerle
la mirada.
—Acerca de lo que
sucedió anoche... —empezó a decir ella.
—Lamentas lo que
pasó.
lali lo miró
frunciendo el ceño, luego se dio cuenta de que él había malinterpretado sus
palabras.
—No me refería a
eso. peter, pensé que ibas a morir.
—Soy demasiado
tozudo para morirme —dijo él despreocupadamente.
—Este es un
problema serio.
—Este problema
—dijo él con una mirada aguda— no es asunto tuyo, así que déjalo. —Apartó las
mantas y balanceó las piernas hacia un costado de la cama. Cerrando los ojos se
llevó una mano a la frente.
—¿Te sientes
bien?
Asintió con un
breve movimiento de cabeza.
—Es casi lo mismo
que una resaca.
—Pero no es lo
mismo y no puedes engañarte a ti mismo pensando que lo es.
Quitándose la
mano de la frente la miró con ojos de miope como si la luz lo hiriera la vista.
—Esa persistencia
es uno de tus hábitos más irritantes.
lali no iba a
dejarle desviar el tema de la conversación hacia ella.
—¿Por qué lo
haces?
—¿Hacer qué?
—preguntó él, poniéndose los pantalones y dejando desabrochado el primer botón
mientras daba la vuelta a la cama para servirse una taza de la fragante infusión
que les habían enviado desde la cocina.
—Por favor, deja
los jueguecitos.
De pie,
sosteniendo la taza humeante, él dijo:
—¿Cuáles son los
motivos que tiene la gente para hacer cualquier cosa? ¿Compulsión?
¿Autodestrucción? ¿Aburrimiento, quizás? Da igual.
—No da igual.
Estuviste metido en ese lugar durante tres días, peter ¡Tres días! Estás
enfermo, no aburrido.
—Sé manejarlo. Lo
he manejado por más de diez años.
lsli quedó
boquiabierta.
—Dios mío.
Él se pasó la
mano por la cara, donde podía verse una barba de días.
—Jesús, me siento
un oso pardo. —Hizo ademán de tocar la campanilla.
—No vendrán.
Él giró para
mirarla.
—¿Perdón?
—Nadie vendrá.
Estamos encerrados.
—Maldita sea si
lo estamos.
De un par de
zancadas estuvo en la puerta y tiró del picaporte. Cuando nada sucedió, dio un
puñetazo contra la madera.
—¡Abrid la
maldita puerta! —bramó. Cuando su exigencia no recibió respuesta alguna, asió
el picaporte y la emprendió contra la puerta con tal violencia que lali pensó
se saldría de los goznes—. ¡Juro que esta vez acabaré con tu vida, condenado
monje beato!
Como el silencio
reinaba del otro lado, dio un fuerte gruñido y giró, reclinándose pesadamente
sobre la puerta y golpeando la cabeza contra la madera.
El chirriante
sonido de los cables le hizo mirar de golpe hacia el montacargas.
—Suministros —le
dijo lali. La joven fue hacia la pared, abrió el panel y sacó la bandeja—.
Implementos para afeitarse. Al parecer, el condenado monje beato te conoce
bien. —Apoyó la bandeja sobre la cómoda.
—No me he
afeitado solo en años. Me voy a rebanar la maldita garganta.
—Quizás eso es lo
que él espera.
peter se separó
de la puerta, frunciendo el ceño. Lanzó una ojeada disgustada a los objetos y
luego la miró a ella.
—Podrías
ayudarme, ¿sabes?
—Podría... pero
puede que tú no quieras a la hermana del hombre que mataste cerca de tu cuello
con una navaja en la mano.
Después de un
instante, él dijo:
—De modo que ya
lo sabes.
—Sí, lo sé. Pero
nunca hubiera oído la verdad de tu boca, ¿verdad?
Él se pasó una
mano por el pelo y cerró los ojos.
—Tantas veces
quise decírtelo. Nunca pude hallar las palabras.
lali luchaba por
aferrarse a su enojo y a su dolor, pero no podía olvidar las veces que él había
hablado de nico, el sincero arrepentimiento que había expresado por su muerte,
por su horrible agonía. Pero la joven no podía olvidar la muerte sin sentido de
su hermano. Para ella hubiera sido más fácil de aceptar que hubiera perdido la
vida en combate.
—Ese día habías
estado fumando, ¿no es verdad?
Él asintió
lentamente con la cabeza.
—Pensaba que
había vencido el vicio, que podía empezar una nueva vida.
—¿Qué cambió?
El caminó hasta
una silla junto a la biblioteca y se dejó caer sobre ella, los codos sobre las
rodillas, la cabeza entre las manos.
—Vino a verme un
hombre. Elhamed Jahmar. Yo lo había contratado para encontrar el cuerpo de
Sanji. Se lo debía a ella. Yo seguía vivo, mientras que ella había perdido la
vida. Yo sabía que su familia no la sepultaría en suelo sagrado. Ella merecía
eso.
A Jahmar le llevó
casi tres años, pero finalmente la encontró en una fosa para los Intocables en
las afueras de Anandpur Sahib. Pensé que hallaría paz una vez que ella hubiera
sido sepultada debidamente, pero me dio algo. —Sacudió la cabeza—. Supongo que
fue demasiado para mí.
Se reclinó en la
silla, con la mirada fija en el techo.
—La noche en que
el asesino entró en mi tienda yo era incapaz de comprender cosa alguna. Yo
había profanado una tumba, deshonrado a una familia. Una vez me había librado
de la pena merecida, y no iban a permitir que escapara de nuevo. Ni siquiera
recuerdo haber cogido la pistola. Sólo recuerdo lo ensordecedor que fue el
estruendo del disparo. Sólo vi a un hombre. Pero después de que él cayó... —Sus
dedos se hundieron en los bordes de la silla.
—Pero tu
conciencia culpable no te permitió dejar de consumir el opio, ¿verdad? Por eso
no te diste cuenta de lo que habías hecho.
Él se levantó de
la silla y alargó la mano hacia lali, pero ella se alejó.
—Traté de dejarlo
—dijo él—. Juro que lo intenté. Pero el vicio me tenía dominado. Fumar se
convirtió en la única manera de abrir los ojos cada día. Si hubiera podido
morir en lugar de tu hermano, lo habría hecho.
lali vio en su
mirada que hablaba muy en serio. Pero el corazón de la joven aún estaba embargado
de dolor. Con el tiempo lo perdonaría. Pero no ahora. Era demasiado pronto, la
herida aún estaba abierta.
—Siéntate —le
ordenó.
Él frunció el
ceño.
—¿Qué?
—En la silla.
Necesitas un afeitado.
Como él se
quedaba mirándola, ella le tomó la mano y lo empujó de regreso hacia la silla.
Luego revolvió la mezcla en el cuenco y llenó de espuma la brocha.
65.
Con expresión
cautelosa, él la observó inclinarse y enjabonarle las mejillas y la mandíbula,
siguiéndola con la mirada cuando ella cogió la navaja, a la que la luz le
arrancó un destello siniestro.
Cuando la joven
le apoyó la hoja contra el cuello, peter le cogió la muñeca, pero no dijo lo
que ella esperaba:
—¿Por
qué me dejaste hacerte el amor anoche?
lali
bajó la vista hacia la mano de él.
—Lo
necesitabas.
—Pudiste haber
dicho que no.
Ella no había
querido decir que no.
—Ya está hecho.
Ahora, ¿podrías quedarte quieto para que pueda afeitarte?
Él parecía querer
decir algo más, pero ella le hizo ladear la cabeza y comenzó a rasparle la
barba. Era una tarea íntima y ella no quería admitir que estaba disfrutando de
hacerla para él.
Cuando hubo
terminado, lo tomó de la barbilla y le dio leves golpecitos en la cara con la
toalla. La expresión de la mirada elevada hacia ella era casi insoportable.
—Lo siento
—murmuró, tomándola de la cintura para atraerla lentamente hacia su regazo.
—Lo sé —dijo ella
en un susurro, cepillando delicadamente el cabello de él hacia atrás.
—Lo siento
—expresó todo su arrepentimiento con una voz en carne viva que amenazó con
derribar las defensas de la muchacha.
—peter... —le
rogó ella en voz baja, con un dolor oprimiéndole el pecho.
—Lo siento.
Una lágrima cayó
de los ojos de lali.
—No...
—Lo siento. —Le
secó la lágrima con el pulgar, buscando su mirada, pidiendo la absolución, no
sólo por la muerte del hermano de ella, sino por todos aquellos a quienes él
creía haber fallado.
lali le pasó los
dedos entre los cabellos, depositando luego un levísimo beso sobre sus ojos
cerrados.
—Estás perdonado,
peter —dijo en un suspiro contra su piel caliente, sintiendo cómo la tensión lo
abandonaba como si le hubieran arrancado un peso de los hombros.
Él no dejó de
mirarla a los ojos mientras le desabrochaba el canesú del vestido, ni cuando le
levantó la falda, apretándole los muslos, ni cuando ella deslizó la mano entre
ambos cuerpos para liberarlo de sus pantalones.
Tampoco cuando la
penetró, abrazándola fuerte mientras avanzaba dentro de ella. Una emoción mucho
más fuerte que cualquiera que ella hubiera sentido hacia él antes los unía en
ese momento.
Cada vez que la
tocaba era mejor que la última y lali había llegado a necesitar su contacto, la
cabeza echada hacia atrás mientras él entraba y salía de su cuerpo, con
lentitud y precisión, masajeándole los pechos.
Rodeando con una
de sus manos la parte de atrás de la cabeza de ella, sujetando el cabello en un
puño, atrajo su boca hacia la de él, elevando las caderas contra las de la
joven, rodeándola con el brazo mientras ella se aferraba a sus hombros.
Gemidos, débiles
de ella, más parecidos a gruñidos los de él. Las bocas rozándose apenas,
mientras el placer se propagaba, cobrando intensidad a cada momento, él dentro
de ella, sensación erótica y torturadora. El cuerpo de ella tembló
violentamente ante el último y profundo avance. Cerró los ojos, mientras petertiernamente
le apartaba el pelo de la cara, que ella hundió en la curva del cuello de él.
Quería que se quedara dentro de ella, porque sólo cuando estaban así nada más
importaba.
Se sentía
somnolienta cuando él la llevó en brazos hasta la cama y acostándose junto a
ella la tomó entre sus brazos.
—¿Ahora también
me hiciste el amor porque yo lo necesitaba? —preguntó él suavemente. Ella le
apoyó un dedo sobre los labios, para que no dijera más. Él ya debía saber la
respuesta.
Cuando lali
volvió a abrir los ojos ya la tarde se había transformado en crepúsculo, la
nieve se arremolinaba llevada por ráfagas de viento, creando un paisaje de
cuentos de hadas. Esta vez era peter quien estaba de pie junto a la ventana.
Se volvió al
oírla moverse.
—¿Hambrienta?
Asintió,
mirándolo ir hasta la mesa. Nuevos platos habían llegado y la comida tenía un
aroma delicioso.
Al levantarse de
la cama se dio cuenta de que sólo llevaba puesta su combinación.
—Pensé que
estarías más cómoda sin el vestido —explicó peter—. Dejé una de mis batas sobre
la cama.
—Gracias
—murmuró, deslizando los brazos dentro de la larga bata de seda, que luego
arrastró tras de sí mientras caminaba hacia la mesa.
peter le puso
delante un plato con una enorme pila de gruesos trozos de jamón con un
sustancioso glaseado de miel, puerros y alcachofas estofados, gruesas porciones
de queso Stilton y un botellón de vino. lali suspiró extasiada mientras mordía
el jamón.
peter rió entre
dientes mientras le servía un vaso de vino.
—¿Está bueno?
—Delicioso
—respondió ella, devorando un trozo de queso—. No puedo creer el hambre feroz
que tengo.
—Hacer el amor
tiene ese efecto.
La piel de lali empezó
a escocer por el calor que le provocaron las imágenes que el comentario evocó
en su mente. peter moviéndose encima de ella, susurrándole palabras dulces al
oído y contra los labios, cómo se había acelerado su respiración la primera vez
que la penetró, cómo él se había preocupado por las necesidades de ella antes
que las propias, y cómo la había abrazado después de hacer el amor, como si
nunca fuera a soltarla.
—¿Crees
que Tahj nos dejará salir de aquí alguna vez? —preguntó ella.
Pinchó un puerro
con su tenedor para dárselo a ella.
—Ya no sé si me
importa. —Hizo una pausa, luego preguntó—: ¿Y a ti?
lali no estaba
segura de lo que sentía. Poco a poco él estaba haciendo que deseara quedarse.
Pero, ¿cómo podría estar alguna vez con el hombre que había causado la muerte a
su hermano? Lo había perdonado, pero ¿sería capaz de olvidar?
—Rocio me
necesita —dijo en vez de responder—. Parece que Calder ha vuelto a encontrarla.
peter apretó más
fuerte el vaso de vino.
—Maldito gusano.
Desearía haber podido ponerle las manos encima allá en Cornualles. Lo hubiese
retorcido en un nudo y arrojado desde el acantilado.
—Calder siempre
ha sido escurridizo. —Mordiendo una alcachofa, dijo—: Parece que Lord
Manchester ha acudido al rescate de Rocio.
Sin
levantar los ojos,lali aguardó la reacción de peter, considerando que hasta ese
momento el papel de salvador había sido suyo. Las comisuras de sus labios se
curvaron en una sonrisa.
—Derek
va a tener de qué ocuparse.
—¿Qué quieres
decir?
—Que Lady Rocio
significa casi tantos problemas como tú.
lali
le lanzó una mirada enojada.
—¿Yo
significo problemas?
—Pongámoslo de
este modo: eres la única mujer que me ha disparado en toda mi vida.
lali dio un golpe
sobre la mesa con su servilleta.
—¿Pero cuánto
tiempo voy a tener que oír esa acusación? Fue un accidente.
peter se reclinó
en su silla, con un brillo divertido en la mirada.
—¿No te parece
que eres un poquito problemática?
lali cruzó los
brazos sobre el pecho y se encogió de hombros.
—Quizás un poco.
Él arqueó una
ceja.
—He llegado a
pensar en la cicatriz del tobillo como en una herida de guerra.
Al ver otra vez
enojo en el rostro de ella, se apresuró a añadir.
—Una herida que
estoy orgulloso de tener. El atizador apuntando hacia mi virilidad, bueno...
olvidar eso podría tomarme más tiempo.
lali dejó escapar
un bufido.
—Por supuesto. Si
algo le hubiera sucedido a esa zona no podrías seguir siendo un mujeriego.
—Ahora ya no soy
un mujeriego.
Ella carraspeó
ruidosamente y el gamberro tuvo el valor de mirarla con una amplia sonrisa.
—Estás celosa
—dijo, obviamente complacido.
66.
—¡No lo estoy! —lali
empujó su silla hacia atrás levantándose bruscamente, pero él la cogió de la
cintura y la atrajo hacia su regazo—. ¡Suéltame!
—Ssh —murmuró—.
Sólo quiero abrazarte. —Le acarició suavemente el brazo—. No le he contado esto
a nadie, pero por mucho tiempo perdí el interés por las mujeres. Hubo veces en
que pensé que el deseo me había abandonado para siempre. Y entonces apareciste
tú.
lali se relajó un
poco y se acercó a él.
—¿Qué hice?
—Ser tú misma.
Vibrante, fuerte, valiente. Fuiste como un rayo de sol. Y me hiciste desear ser
un hombre mejor.
lali no pudo
contenerse. Lo miró.
—¿De verdad?
Él asintió.
—Pocas veces en
mi vida he sido capaz de no darle importancia a mis orígenes y a mi vida
pasada. Pero tú me hiciste olvidar.
lali
lo miró de frente.
—Puedes cambiar, peter.
Todas las personas podemos cambiar.
—No puedo hacerlo
solo, lali.
—No vas a estar
solo. Yo voy a ayudarte.
—¿Por qué?
lali temía saber
el porqué, pero no podía decirlo, ni siquiera para sí.
—Porque se lo
debes a nico —respondió solemnemente—. Y me lo debes a mí.
—Lo sé —murmuró
él, llevándole a la joven un rayo de esperanza mientras le besaba la cabeza,
rogando que finalmente estuvieran llegando tiempos mejores.
* * *
Un ruido despertó
a Fancy en mitad de la noche. Al darse vuelta advirtió que Lucien no estaba en
la cama. Se sentó y alargó la mano para encender la lámpara.
—No —dijo en tono
brusco la voz de él desde la oscuridad.
Parpadeando para
ahuyentar el sueño de sus ojos, Fancy lo vio caminando de un lado a otro delante
de la ventana, iluminado por un rayo de luna que le daba una apariencia
fantasmal y revelaba el grado de su agitación.
—Lucien...
—Tienes que
conseguir que Tahj me deje salir. Tengo que salir —Como ella permanecía en
silencio, él le dijo bruscamente—: ¿No me oyes? ¡Haz que abra la maldita
puerta!
—peter, por
favor, vuelve a la cama. —Le tendió la mano, pero él no pareció advertirlo. Iba
y venía por la habitación como león enjaulado.
—Necesito salir.
Sólo unos minutos. —Se volvió hacia ella—. Por favor.
—No, peter
—murmuró la joven—. Prometiste que lo intentarías.
—Lo intentaré.
Estoy intentándolo. —Se pasó una mano por el pelo, que se veía tan alborotado
como si hubiera estado haciendo lo mismo durante horas—. Puedo ir disminuyendo
la dosis gradualmente. No puedes pretender que lo deje de un día para el otro.
—Sé que va a ser
difícil.
—¿Difícil? —gritó
él, girando y dirigiéndose a zancadas hacia la cama—. ¿Qué sabes tú de esto?
—Nada. Pero lo
que sí sé es que si no sales de esto ahora, puede que nunca más seas capaz de
hacerlo. Por favor —susurró—, ven a acostarte conmigo.
—Dios —gruñó él,
agarrándose de los cabellos—. Eres tan santurrona.
lali salió de la
cama y se paró delante de él.
—Tú me pediste
ayuda.
—No es esta la
clase de ayuda que necesito.
—¿Y entonces qué
clase es la que necesitas? ¿Quieres que simplemente te diga «Adelante, mátate»?
—Eso no va a
suceder.
—¿Quieres una
esposa, peter? ¿Hijos? ¿Hay alguna cosa que signifique algo para ti?
—Maldita sea. Sé
lo que estoy haciendo. Ahora llama a Tahj.
—No.
Él levantó la
lámpara de la mesilla de noche y la lanzó al otro extremo de la habitación.
—¡Llámalo!
Al instante sonó
un golpe en la puerta.
—Milady —dijo la
voz de Tahj—. ¿Está usted bien?
—Estoy bien.
—¿Abro la puerta?
—preguntó el mayordomo en tono ansioso.
—¡Sí!—rugió peter.
—No —lo
contradijo lali en voz igualmente alta.
Peter la hizo
retroceder hasta dejarla con la espalda apretada contra la pared.
—Dile
que abra.
—No.
—Hazlo ahora, laliy,
o te...
—¿Qué? —preguntó
ella mientras alzaba una mirada furiosa hacia él—. ¿Qué vas a hacerme, peter?
¿Vas a golpearme?
Una mirada
horrorizada apareció en el rostro de peter, pero ella tenía que abrirle los
ojos para que viera lo que le estaba haciendo la droga.
Tambaleándose se
alejó de la joven hacia el lado opuesto de la habitación, incapaz de quedarse
quieto mientras sus manos se movían por encima de los libros, la mesa, las
sillas, flexionando los dedos una y otra vez.
Luego se apoyó
contra la pared y lentamente se dejó caer al suelo, donde cruzó los brazos
rodeándose las rodillas y apretó la frente contra ellas.
—No puedo
hacerlo.
Juntando coraje, lali
caminó hacia él lentamente, intentando no hacer ruido, bajó la mirada hasta la
cabeza vencida y luego se arrodilló a su lado.
Le tocó el pelo
con suavidad, alisando los mechones rebeldes, preguntándose con desaliento si
ambos tendrían la fuerza suficiente para acabar con este problema. Él había
sido adicto por tanto tiempo... ¿Qué la llevaba a creer que ella podría
ayudarle? ¿Qué sabía ella sobre lo que él estaba pasando? Sólo sabía
exactamente lo terrible que era el síndrome de abstinencia que él tendría que
sufrir.
Lo había visto
una vez anteriormente cuando su abuela había cuidado a un amigo por casi una
semana mientras el hombre luchaba por superar su adicción a la morfina, que
había comenzado después de perder la parte inferior de una pierna a causa de la
gangrena. El recuerdo del sonido fantasmal de sus gemidos viniendo desde el
ático le había provocado pesadillas a lali durante meses.
Pero mientras miraba
a peter, supo que haría cualquier cosa para sacarlo de esto.
—Ven a la cama
—murmuró, levantándole la cara hacia la suya y viendo en sus ojos una avidez
apenas contenida, pero no de ella. Él necesitaba otra cosa con mucha más
desesperación que a ella, y la revelación le partió el corazón.
Se puso de pie
delante de él y con un lento ademán empezó a bajar los tirantes de su
combinación; la prenda se deslizó por sus brazos hasta el suelo, donde quedó
rodeándole los pies, dejándola desnuda y vulnerable.
—Ven a la cama, peter
—repitió, alargando una mano hacia él.
Él la contempló
largamente y luego elevó una mano temblorosa que se dejó rodear por la de ella
mientras se ponía de pie tambaleante, dejando a sus ojos recorrerla lentamente,
al tiempo que sentía tensionarse su cuerpo.
Con un rugido, la
cogió balanceándola entre sus brazos y fue inmediatamente a la cama, donde la
tendió atravesada mientras él desabrochaba con dedos impacientes los botones de
su pantalón. Luego la abrió de piernas y se puso encima de ella con frenética
necesidad, penetrándola con un solo movimiento veloz, dejándola sin aliento
mientras bombeaba dentro de ella hasta quedar exhausto.
Después se
durmió.
Y ella se quedó
mirando las sombras que la luz de la luna proyectaba sobre el techo, acunando a
peter en sus brazos, con la seguridad de que todavía faltaba lo peor.
* * *
El delirio
comenzó la tercera noche, arrancando a lali de un sueño inquieto. Al abrir los
ojos vio a peter en cuclillas en un rincón de la habitación, sosteniendo contra
la muñeca la misma navaja que ella había usado para afeitarlo.
Sintió brotar la
alarma en su interior, pero temió que un movimiento demasiado veloz podía
sobresaltarlo y hacer que el filo de la hoja atravesara la carne.
—peter —susurró,
aproximándose lentamente hacia los pies de la cama.
Mañana les subo los ultimos tres caps :) me alegro de que les gustasen los capitulos de ayer :)
Me encanto el cap... son muy tiernos lod dos...
ResponderEliminarAme tu novela de principio hasta estos cap finales...
Espero q subas pronto...
Besos y q estes bien...!!! ♥
Simplemente GENIAL.Como Lali tiene la capacidad de ayudarlo ,en estos momentos,despues d enterarse lo d Nico y estar al pendiente d el sin flaquear.No dudo d k mañana ,seran excelentes los caps finales.
ResponderEliminaray como me gusta la novela solo acordarme que falta poco para que termine me da tristesa
ResponderEliminarquiero mas novela
ResponderEliminarque bueno que lali no flaquea y lo esta ayudando en todo
ResponderEliminarestoy ansiosa por leer mas
ResponderEliminarque bueno que lali lo perdono y espero qeu pueda estar con el
ResponderEliminarque poquito falta para que termine =(
ResponderEliminarpobre peter espero qeu pronto se recupere con la ayuda de lali y que ella se quedo con el
ResponderEliminarque no le pase nada malo a peter y que reaccione pobre lali tiene que ser fuerte para el
ResponderEliminarquieor mas porfavor
ResponderEliminarespero el final de esta hermosa novela sos genia
ResponderEliminarme fasino
ResponderEliminarme duele verlo asi a peter mas tierno el disiendole que no lo deje y ella diciendole que no lo va a dejar
ResponderEliminarsin palabras =)
ResponderEliminarbuenisimos los caps me encantaron!!!!!!!! MAS NOVE por fas, espero qe no intente hacer lo que creo... :S <3
ResponderEliminarque susto se llevo lali viendolo asi con la navaja lo dejaste en lo mejor
ResponderEliminarbuenisimos todos los cap =D
ResponderEliminarme encanta como lo contiene y que esten juntos espero ansiosa el final
ResponderEliminarAngie***
Muy bueno y pensar q ne la actualidad hay muchos q pasan por situaciones similares!!... obvio q sin la terapia q aplica lali en este caso je!
ResponderEliminarMás nove!
ai amei mas plis besos te espero...
ResponderEliminarhayyy dios! pooobree q situcion!
ResponderEliminarmassss novreee
Me encanto el capitulo!
ResponderEliminarME FASCINA LA NOVE!
Pobre Peter el sindrome de abstinencia es terrible! y pobre Lali que le toca cuidarlo!
@vagomi