18.
De: C3PO
Para: Dracula6969
Asunto: Vale
Vale, no tengo nada planeado. ¿Qué tienes pensado?
De: Drácula6969
Para: C3PO
Asunto: Cena, baile y sexo
Cenar en un italiano, bailar en alguna discoteca y
luego noche en el hotel. ;)
¿Nos vemos a las 20.00 en el Víctor Ullate?
De: C3PO
Para: Dracula6969
Asunto: Mejor a las 20.30
Acepto cena y baile. La noche en el hotel depende...
Nos vemos.
De: C3PO
Para: R2D2
CC: Pasodestarwars
Asunto: MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES
¡¡¡Sí!!! ¡¡¡HA
ESCRITOOOOH!
Pili, el viernes voy a tu casa a comer y me haces las
mechas, hemos quedado para cenar, bailar y sexooooooooooooo... quiero estar
guapa.
De: R2D2
Para: C3PO
CC: Pasodestarwars
Asunto: Re: MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES
Ponte en mis manos y quedarás cual princesa de cuento.
De: Pasodestarwars
Para: R2D2
CC: C3PO
Asunto: Ay, Dios... Sin comentarios...
Viernes 6 de
noviembre de 2011, 16.25h
La comida fue
deliciosa, guisantes con jamón y chorizo de primero y pechuguitas de pollo
empanado con ajo y perejil de segundo, de postre una tartita del Mercadona y un
café bien cargado. El ágape en casa se Pili fue además amenizado con risas y
charlas basadas en cierto vampiro cuyo nombre no conocían, en lo que iba a
suceder, en lo que debería suceder y en lo que no debía suceder... un tema
apasionante para más de dos horas de conversación. Entre las dos habían ideado
unas mil posturas distintas para hacer el amor, algunas tan complicadas que
serían imposibles de hacer sin al menos un par de vértebras más en la columna
vertebral. También habían comentado largo y tendido los artículos
imprescindibles en el bolso. De hecho eran tantos que no cabían en el bolso de lali
y euge tuvo que prestarle uno. Luego pasaron al tema "mechas"...
rubias o caobas... al final, y tras media hora, decidieron mejor rubias para
suavizar y dar dulzura a las facciones —euge estaba leyendo mucho últimamente
el Cosmopolitan— y en vez de muchas mechas finas, mejor unas pocas muy
gruesas y estratégicamente colocadas.
Así que ahí estaba
Luka, sentada en el taburete del cuarto de baño, vestida con un chándal viejo
de nico —no era cuestión de que se estropeara su ropa si había algún
accidente—, una toalla vieja sobre los hombros y el pelo separado con pinzas de
color rosa fosforito.
—A ver, hacemos una
grande que ocupe todo el flequillo para enmarcarte la cara, y luego otras pocas
así como quien no quiere la cosa —dijo euge muy segura de sí misma.
—Y que queden bien
rubitas.
—Ok. ¿Cómo dices
que se mezclaba esto?
—Mmh... — Luka se
mordió el labio—, ¿cómo demonios me dijo la chica de la tienda? Ya sé. Mezclas
todos los polvos con el agua oxigenada de 40, lo untas en el pelo, pones el
papel albal y lo dejamos media hora.
—Vale.
Tras mezclar y
remezclar, Pili empapeló el pelo de Luka hasta que pareció salida de una
película cutre de extra terrestres y esperaron...
10 minutos...
—Parece que se está
aclarando.
20 minutos...
—Oye, esto está
quedando bastante rubio...
25 minutos...
—Míratelo a ver,
que yo creo que ya está...
— ¿Parece bastante
rubio, verdad?
—Yo diría que sí.
¿Lo quitamos?
—Vale.
Tras ducharse y
lavarse la cabeza empezaron a asomar mechones de color naranjita mezclado con
rubio pollo... mechones tan gruesos que parecía que se había pintado el pelo
con una brocha de pintor...
—Mmh... algo ha
fallado...
—Sí... pero lo
mismo cuando se seque queda... mejor.
—Intentémoslo.
Pili procedió a
secar, alisar y, por qué no decirlo, a rezar... eso no lo arreglaban ni yendo a
Lourdes a pedir un milagrito.
—Pues no está mal
del todo.
—Podía estar
peor...
— ¿Cómo?
—No lo sé...
Eran las siete de
la tarde, faltaba hora y media para su cita con Drácula y parecía la hija
perdida de Chucky, el muñeco diabólico... joderrrrrrr.
euge miró a L Lali y
Lali miró a euge.
—No da tiempo a ir
a una peluquería, ¿verdad? —preguntó Lali.
—Me temo que no...
19.
—Ay, Dios... y si
le escribes y le dices que he sufrido un accidente de tráfico y estoy a las
puertas de la muerte... —dijo Lali desesperada.
—No dramatices.
Todo tiene solución en esta vida.
— ¿Me has visto el
pelo?
—Sí... seguro que
algo se nos ocurre...
— ¿Como qué?
—Te lo puedo
cortar...
— ¡NO!... No te
ofendas, pero creo que esto ya es suficiente, mañana iré a la pelu a recuperar
mi color... si me lo cortas... lo mismo me dejas calva... Quita, quita.
—Ya sé... podemos
ponerte un turbante.
— ¿Un turbante?
¿Para qué?
—Es muy chic,
última moda. Y además con el turbante no se te vería el pelo. Lo único es que
esta noche tendrás que estar a régimen —Pili formó un círculo con los dedos
índice y pulgar y metió el índice de la otra mano dentro de éste—, no te puedes
arriesgar a irte a la cama y que te quite el turbante... te vería el... pelo.
—Mmh... no hay
problema... veamos el turbante.
Dicho y hecho; se
pusieron manos a la obra. Con un pañuelo grande crearon un turbante... y,
bueno, podía haber quedado peor... Así que habiendo encontrado solución pasaron
al siguiente problema. La ropa que Lali llevaba preparada en la bolsa para la
cita no pegaba ni con cola con el turbante... un vestido negro ajustado con un
turbante hecho con un foulard hippie no combinaba mucho...
—Podrías ponerte unos
vaqueros —murmuró euge poco convencida.
—La única ropa que
tengo es este vestido o los pantalones que he llevado al curro... y joder, me
acabo de duchar, no me voy a poner ropa sucia... lo mismo si salgo corriendo y
voy a casa...
—No llegarías ni de
coña. Son las ocho menos cuarto, tienes tres cuartos de hora para vestirte y
llegar al Víctor Ullate, y solo en llegar a tu casa tardas mínimo veinte
minutos...
—Ains.
—Ponte unos
vaqueros míos.
— ¡TUYOS! Gastas
dos tallas menos que yo. Imposible...
—Tengo unos que me
quedan un poco grandes... lo mismo esos...
—Probemos.
Los vaqueros iban a
la perfección con el turbante Hippie, lo malo es que para metérselos había
tenido que dejar de respirar, le quedaban tan ajustados que parecían elásticos,
pero no lo eran, no podía doblar las rodillas, no podía respirar, de hecho no
podía abrocharse el jodido botón de las narices.
—No hay manera,
tía, no se abrocha, le falta como poco dos centímetros...
—Mmh... ya sé...
con hilo del de punto de cruz, atamos un nudo entre el botón y el ojal y listo.
—Dios, eso es súper
cutre.
—Sí, pero funciona
—dijo atándole el hilo.
—Ya, pero si tengo
que ir al servicio...
—No pasa nada, te
meto unas tijeras y más hilo en el bolso, así solo tienes que cortarlo y volver
a hacer el nudo y ya está.
—Ya, pero es que se
ve... Y queda horrible... —dijo señalando el hilo y de paso la tripita que
asomaba cohibida sobre la cinturilla de los pantalones.
—Mmh... te podemos
poner una camisa por encima...
—No tengo camisa y
ni de coña se te ocurra pensar que una tuya me vale, se me escaparían las tetas
en cuanto respirara.
—Pues te pones una
de nico.
— ¡De Javi! Si
tiene dos metros de hombro a hombro...
—Claro... así das
un estilo Gungree de esos, te remangas la camisa hasta los codos y te la atas
por debajo de la cintura.
—Joder. Voy a pasar
un frío de muerte y además estaré ridícula...
—Que no mujer... tú
tranquila.
—En fin. De
cobardes está lleno el mundo.
Y con un turbante
en la cabeza, una camisa ocho tallas más grande y unos pantalones dos tallas más
pequeños salió Lali a la calle, dispuesta a enfrentarse al mundo... Si Charles
Chaplin lo había logrado, ella no iba a ser menos.
Viernes 7 de noviembre de 2011, 20.41h
Llegaba tarde.
Pasaban casi veinte minutos de la hora en que Lali debería haber estado allí y
no estaba. Llegaba tarde... O lo mismo es que ni siquiera se iba a molestar en
llegar.
Drácula paseaba
tranquilamente mientras observaba sin ver la fachada del Centro Cívico con
aspecto indiferente (o eso creía el); miraba el reloj cada cierto tiempo (cada
tres minutos exactamente), no por nada, solo para saber la hora, porque al fin
y al cabo saber en qué hora vivía era algo importante. ¿O no?
Frunció un poco el
ceño y paró su andar tranquilo (más bien inquieto), buscó un lugar que le
permitiera observar todo su entorno sin tener que girar la cabeza, al fin y al
cabo no era necesario que la gente se diese cuenta de que observaba cada
entrada con ánimo depredador. Encontró el lugar idóneo cerca de una farola,
tenía todo el horizonte diáfano para observar a su antojo. Se apoyó en ella y
se dispuso a esperar diez minutos más. Como mucho. Sin dudarlo. Miró su reloj,
eso significaba que a las nueve en punto, ni un segundo más, se marcharía.
No era cuestión de
estar esperando a que "de los sauces caigan las hojas" como la famosa
Penélope de Víctor Manuel.
Observó, miró,
espió... estaba tremendamente aburrido.
A esas horas en ese
lugar, con el Centro Cívico cerrado y el parque a oscuras no había nadie, ni
niños, ni adultos, ni ancianos. Un par de personas esperando el autobús, un
hombre aparcando su coche, una mujer sacando a pasear al marido, poco más. Como
no tenía nada mejor que hacer se puso a pensar en por qué Lali llegaba tan
tarde. Aparte de por el hecho de ser mujer y de que por tanto su genética le
obligaba a llegar tarde, tenía que haber otro motivo y los otros motivos que se
le ocurrían no le gustaban nada: el primero, que le había dado plantón; el
segundo, que se había ido con otro que por cierto remitía al primero, es decir
PLANTÓN, con letras mayúsculas. También podía haberle pasado algo, ese le
gustaba menos que los otros dos... podía haberse olvidado... demasiados
"podía"... Se estaba empezando a amargar y decidió cambiar el rumbo
de sus pensamientos. Puestos a perder el tiempo observando bien podía rememorar
lo ocurrido en estos cinco días pasados.
20.
Aterrizó en el
aeropuerto de Barcelona el domingo muy entrada la noche, cogió un taxi y fue a
casa de sus padres. Era de madrugada cuando entró por la puerta. No deshizo la
maleta ni se molestó en ducharse, estaba demasiado cansado. Fue a la
"Habitación para todo", que era la que ocupaba cuando esporádicamente
habitaba en casa de sus padres, se desvistió y se dejó caer sobre la cama,
antes de que su cuerpo desnudo tocase las sábanas ya estaba dormido.
Al despertarse
pocas horas después se sintió desconcertado; la "Habitación para
todo" solía tener ese efecto en la gente que dormía en ella. Este
habitáculo —no se le podía llamar de otra manera— era como su nombre bien
explicaba un "sitio que valía para cualquier cosa"; tan pronto se
convertía en un estudio de pintura improvisado por su "talentoso"
hermano Ciro, como en la habitación a la que su padre recurría para saltarse
todas las prohibiciones que su médico le imponía por el supuesto bien de su
salud, es decir, un sitio donde comer hamburguesas grasientas, inflarse de café
cargado y fumar como un carretero. Otras veces era el salón de reunión del
"club sin recato" de su madre y su grupo de amigas, lo que sucedía
más o menos una vez cada tres meses, cuando su madre se sentía aburrida y
hastiada de la vida —según sus propias palabras—, y se aglutinaban en la
habitación un grupo de mujeres sesentonas y excitadas escuchando atentamente a
Venus, la representante de la empresa "sexy y juguetona, se lo enseñamos a
domicilio", explicando con voz ronca y nada sensual los productos de su
catálogo de entrega a domicilio. En una ocasión había sorprendido al "club
sin recato" ojeando unas bolas chinas mientras "Venus" les
explicaba el uso que podían darles. Lo cierto es que su madre era compradora
—casi compulsiva— de "aceites aromáticos y estimulantes para masajes"
—no quería pensar qué clase de masajes— y demás bálsamos y
"artilugios" que pudieran valer para "animar" a su padre
—palabras literales de su madre tras salir de las reuniones... Dios.
Trasladando sus
pensamientos a temas más inocuos, recordó también la temporada en que su
hermana Lola había convertido el cuarto en una especie de gimnasio instalando
un tatami, una bicicleta estática y algo que parecía un banco de torturas con
barras y pesas.
Y allí estaba él,
hundido en una cama de agua de dos metros de ancho, la misma que su madre
compró en un intento de "animar" a su padre y en la que éste se
sentía absorbido, perdido y diminuto, por lo que por supuesto se negaba a
usarla. La cama acabó, cómo no, en la "Habitación para todo".
Tumbado boca arriba
sobre la "monstruosidad acuática" tenía una vista impresionante del
techo de la habitación que su hermano había realzado con la expresión de su
arte, pintado de amarillo fuego —¿decorado?—, con serpientes azules con torso
de mujer —el color de la piel femenina era rosa fosforito—, hombres verdes de
un solo ojo con la tripa agujereada por un vacío naranja, aspas de molino color
fucsia terminadas en cabezas de cerdo sangrantes y pozos de piedra violeta de
los que emergían fantasmas escarlatas con los ojos saltones y labios abiertos
en un grito eterno, lo cual no le extrañaba habida cuenta de lo que los
rodeaba. A veces, sólo a veces, pensaba que Ciro no estaba en sus cabales.
Se incorporó hasta
quedar sentado —hundido— en la cama y luego, con bastante trabajo, logró llegar
gateando y casi chapoteando hasta el borde del colchón. Una vez allí descansó
un poco y bajó los pies al suelo. El piso suave y casi elástico del tatami le
acarició las plantas de los pies cuando se alzó sobre ellos; le costó un
segundo acostumbrarse a rebotar sobre el suelo a cada paso, su hermana había
puesto un tatami un poco especial al darse cuenta de que con el normal y
corriente no conseguía los mismos saltos que Bruce Lee en las películas. Miró a
su alrededor y comprobó que efectivamente lo que le había parecido ver encima
del banco de torturas —no, de abdominales— era medio "Big King extra de
queso y mostaza" mordisqueado, con una colilla encajada en el pan
superior. Al lado de la hamburguesa estaba uno de los miles de catálogos de su
madre, lo ojeó un poco. La verdad es que "Sexy y juguetona, se lo
enseñamos a domicilio" tenía de todo, una de las páginas estaba marcada
por un doblez y Drácula cometió el grandísimo error de abrir el folleto por ese
punto... Sus ojos se salieron de las órbitas. Allí en la página, a todo color y
tamaño real, estaba la foto de "Big Tomas, el vibrador adecuado para todos
los gustos y situaciones, réplica exacta del pene de Tomas Grant fabricado en
gelatina ultra suave. Disponible en varios colores". Y justo al lado
alguien —por Dios, que no haya sido mi madre— había marcado una gran X con
rotulador fosforescente y escrito a bolígrafo un apunte con una letra que
conocía muy bien "x3, Mari, Helena e Irene". Demonios. Helena
era su madre. Dibujó una sonrisa sesgada, no le gustaría estar en la piel de su
padre cuando viera el nuevo juguete con el que pensaba "animarle" su
ardiente y aburrida madre. Sacudiendo la cabeza para despejarse de tantos datos
no deseados, sacó su ropa del armario rústico verde fosforito con abejas
moradas estampadas, una nueva muestra del talento de Ciro, que estaba medio
escondido en un extremo en sombras del cuarto, y se encaminó al baño a
ducharse.
Cuando bajó al
comedor ya era casi la hora de comer. Ciro estaba en Italia con su mujer,
impregnándose de arte —Drácula esperaba, rogaba, que se impregnara tanto que
olvidara sus instintos básicos con respecto a las mezclas de colores y formas—;
Lola, por su parte, estaría en la empresa junto a sus progenitores haciendo su
trabajo y comprobando los balances. Por extraño, difícil y milagroso que
pareciera, estaba solo en casa. Apagó su móvil y se dedicó durante el resto del
día a gestionar su mudanza a Madrid.
Había pasado los
últimos cuatro años en Barcelona, viviendo en un piso de alquiler. No era un
gran piso: una habitación, un salón con cocina americana, un cuarto de baño y
eso sí, una gran terraza arriba que ocupaba toda la extensión del piso. La
había llenado en un principio de toda clase de plantas ubicadas en macetas que
su hermano se encargó de decorar, las cuales murieron al poco tiempo, Ciro
decía que de sed por no regarlas, él por su parte estaba seguro de que se
habían suicidado por estar metidas en macetas multicolores —cuando decía
multicolores lo hacía de forma literal: mil colores por maceta y ninguno que
pegara con el otro—, y decoradas con insectos monstruosos que Ciro había
tallado en madera y que luego había pintado en colores fosforitos. Hasta él
dejó de subir a la terraza con tal de no ver el panorama. No le disgustaba su
casa, de hecho si obviaba la terraza hasta le gustaba, pero el mes pasado
cumplía su contrato de alquiler anual y había decidido no renovarlo. Llevaba ya
unos meses gestionando la apertura de una nueva rama del negocio familiar en Madrid
y en ese momento de su vida un piso en Barcelona no le servía para nada.
Estaba harto de
vivir en la Ciudad Condal. Y la mejor manera de largarse con viento fresco era
esa. Le costó un poco convencer a su familia, no de emprender un nuevo negocio
en Madrid, sino de ser él quien llevara a cabo esa ampliación. Pero era
indispensable. No aguantaba más allí.
Lo cierto es que no
estaba harto de Barcelona, era una ciudad preciosa llena de gente amable y
cariñosa, sus amigos eran buenas personas y se lo pasaba bien con ellos, cuando
tenía tiempo. Estaba harto de sus padres. Que tampoco es que fueran malos
padres, qué va, solo algo excéntricos. De hecho, y pensándolo bien, eran los mejores
padres que uno podía tener —frase trillada donde las haya—, pero desde que sus
hermanos habían formado sus propias familias la situación para Drácula había
cambiado radicalmente.
Lola llevaba casada
un año y Ciro tres; ambos eran totalmente felices con sus familias y su hermana
le había proporcionado un sobrino gracioso y babeante con el que pasaba los
mejores momentos de su vida. El problema, grandísimo problema, era que él
seguía soltero y sin compromiso; era el más pequeño de los tres y cuando se quiso
dar cuenta era demasiado tarde. Sus padres también se habían dado cuenta de que
estaba sin pareja y habían aprovechado la situación.
Imaginaba que en
cualquier familia normal y corriente —y esto no quiere decir que la suya no lo
fuera—, los progenitores unirían fuerzas formando un batallón de acoso y
derribo con las claras intenciones de ver a su retoño buscar pareja y formar
familia. Pero no, su familia no, desde que sus hermanos se fueron del nido pasó
de ser uno más de tres a ser el único disponible. Disponible para todo, se
entiende.
Quiero el encuentro.. me imagino a lali vestida a si y me causa mucha gracia!!!
ResponderEliminarjajaj solo imaginarme asi a lali es to mucho por dios pobre jajajaj
ResponderEliminarquiero que la vea peter ya a lali estoy con ganas de mas
ResponderEliminarme encanto mas
ResponderEliminarbuenisimo el cap
ResponderEliminarTe puedo llegar a matar!!!,bueno no, xk d tanto reir,ya no me quedan fuerzas,ni para abrir las pestañas.Me encanto.No me quiero ni imaginar el pelo d Lali,pero es k la vestimenta menos,jajaja.A mi me llega a pasar eso, y ni si quiera me planteo salir.
ResponderEliminarPobre Peter ya se esta haciendo la cabeza.
ResponderEliminaray pobrecita lali como le quedo el pelo tiene una mala suerte la pobre jajajaja
ResponderEliminarno paro de reirme con lo que le paso jajaja =')
ResponderEliminarnecesito ma porfavor
ResponderEliminar♥
ResponderEliminarquiero mas porfavor
ResponderEliminarme gusto el cap
ResponderEliminarsolo imaginarme a lali asi no puedo me da risa jajaj sos lo mas
ResponderEliminarmas grosa
ResponderEliminarjajaj pooobre draculinnn jaja
ResponderEliminarmassss novee
al final se encontro con lali si o no??
si solo se hubiera atado el pelo para q no se notara taannnto y listo hubiera sido mejor y hubiera podido llevar el vestido y llegar y salir con peter