miércoles, 14 de marzo de 2012

Disfrazados 18,19 y 20

Chicas los siento pero porfin tengo el ordenador les sejo tres capitulos :


18.

De: C3PO

Para: Dracula6969

Asunto: Vale

Vale, no tengo nada planeado. ¿Qué tienes pensado?



De: Drácula6969

Para: C3PO

Asunto: Cena, baile y sexo

Cenar en un italiano, bailar en alguna discoteca y luego noche en el hotel. ;)

¿Nos vemos a las 20.00 en el Víctor Ullate?



De: C3PO

Para: Dracula6969

Asunto: Mejor a las 20.30

Acepto cena y baile. La noche en el hotel depende...

Nos vemos.



De: C3PO

Para: R2D2

CC: Pasodestarwars

Asunto: MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES

 ¡¡¡Sí!!! ¡¡¡HA ESCRITOOOOH!

Pili, el viernes voy a tu casa a comer y me haces las mechas, hemos quedado para cenar, bailar y sexooooooooooooo... quiero estar guapa.



De: R2D2

Para: C3PO

CC: Pasodestarwars

Asunto: Re: MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES

Ponte en mis manos y quedarás cual princesa de cuento.



De: Pasodestarwars

Para: R2D2

CC: C3PO

Asunto: Ay, Dios... Sin comentarios...





Viernes 6 de noviembre de 2011, 16.25h





La comida fue deliciosa, guisantes con jamón y chorizo de primero y pechuguitas de pollo empanado con ajo y perejil de segundo, de postre una tartita del Mercadona y un café bien cargado. El ágape en casa se Pili fue además amenizado con risas y charlas basadas en cierto vampiro cuyo nombre no conocían, en lo que iba a suceder, en lo que debería suceder y en lo que no debía suceder... un tema apasionante para más de dos horas de conversación. Entre las dos habían ideado unas mil posturas distintas para hacer el amor, algunas tan complicadas que serían imposibles de hacer sin al menos un par de vértebras más en la columna vertebral. También habían comentado largo y tendido los artículos imprescindibles en el bolso. De hecho eran tantos que no cabían en el bolso de lali y euge tuvo que prestarle uno. Luego pasaron al tema "mechas"... rubias o caobas... al final, y tras media hora, decidieron mejor rubias para suavizar y dar dulzura a las facciones —euge estaba leyendo mucho últimamente el Cosmopolitan— y en vez de muchas mechas finas, mejor unas pocas muy gruesas y estratégicamente colocadas.

Así que ahí estaba Luka, sentada en el taburete del cuarto de baño, vestida con un chándal viejo de nico —no era cuestión de que se estropeara su ropa si había algún accidente—, una toalla vieja sobre los hombros y el pelo separado con pinzas de color rosa fosforito.

—A ver, hacemos una grande que ocupe todo el flequillo para enmarcarte la cara, y luego otras pocas así como quien no quiere la cosa —dijo euge muy segura de sí misma.

—Y que queden bien rubitas.

—Ok. ¿Cómo dices que se mezclaba esto?

—Mmh... — Luka se mordió el labio—, ¿cómo demonios me dijo la chica de la tienda? Ya sé. Mezclas todos los polvos con el agua oxigenada de 40, lo untas en el pelo, pones el papel albal y lo dejamos media hora.

—Vale.

Tras mezclar y remezclar, Pili empapeló el pelo de Luka hasta que pareció salida de una película cutre de extra terrestres y esperaron...

10 minutos...

—Parece que se está aclarando.

20 minutos...

—Oye, esto está quedando bastante rubio...

25 minutos...

—Míratelo a ver, que yo creo que ya está...

— ¿Parece bastante rubio, verdad?

—Yo diría que sí. ¿Lo quitamos?

—Vale.

Tras ducharse y lavarse la cabeza empezaron a asomar mechones de color naranjita mezclado con rubio pollo... mechones tan gruesos que parecía que se había pintado el pelo con una brocha de pintor...

—Mmh... algo ha fallado...

—Sí... pero lo mismo cuando se seque queda... mejor.

—Intentémoslo.

Pili procedió a secar, alisar y, por qué no decirlo, a rezar... eso no lo arreglaban ni yendo a Lourdes a pedir un milagrito.

—Pues no está mal del todo.

—Podía estar peor...

— ¿Cómo?

—No lo sé...

Eran las siete de la tarde, faltaba hora y media para su cita con Drácula y parecía la hija perdida de Chucky, el muñeco diabólico... joderrrrrrr.

euge miró a L Lali y Lali miró a euge.

—No da tiempo a ir a una peluquería, ¿verdad? —preguntó Lali.

—Me temo que no...



19.



—Ay, Dios... y si le escribes y le dices que he sufrido un accidente de tráfico y estoy a las puertas de la muerte... —dijo Lali desesperada.

—No dramatices. Todo tiene solución en esta vida.

— ¿Me has visto el pelo?

—Sí... seguro que algo se nos ocurre...

— ¿Como qué?

—Te lo puedo cortar...

— ¡NO!... No te ofendas, pero creo que esto ya es suficiente, mañana iré a la pelu a recuperar mi color... si me lo cortas... lo mismo me dejas calva... Quita, quita.

—Ya sé... podemos ponerte un turbante.

— ¿Un turbante? ¿Para qué?

—Es muy chic, última moda. Y además con el turbante no se te vería el pelo. Lo único es que esta noche tendrás que estar a régimen —Pili formó un círculo con los dedos índice y pulgar y metió el índice de la otra mano dentro de éste—, no te puedes arriesgar a irte a la cama y que te quite el turbante... te vería el... pelo.

—Mmh... no hay problema... veamos el turbante.

Dicho y hecho; se pusieron manos a la obra. Con un pañuelo grande crearon un turbante... y, bueno, podía haber quedado peor... Así que habiendo encontrado solución pasaron al siguiente problema. La ropa que Lali llevaba preparada en la bolsa para la cita no pegaba ni con cola con el turbante... un vestido negro ajustado con un turbante hecho con un foulard hippie no combinaba mucho...

—Podrías ponerte unos vaqueros —murmuró euge poco convencida.

—La única ropa que tengo es este vestido o los pantalones que he llevado al curro... y joder, me acabo de duchar, no me voy a poner ropa sucia... lo mismo si salgo corriendo y voy a casa...

—No llegarías ni de coña. Son las ocho menos cuarto, tienes tres cuartos de hora para vestirte y llegar al Víctor Ullate, y solo en llegar a tu casa tardas mínimo veinte minutos...

—Ains.

—Ponte unos vaqueros míos.

— ¡TUYOS! Gastas dos tallas menos que yo. Imposible...

—Tengo unos que me quedan un poco grandes... lo mismo esos...

—Probemos.

Los vaqueros iban a la perfección con el turbante Hippie, lo malo es que para metérselos había tenido que dejar de respirar, le quedaban tan ajustados que parecían elásticos, pero no lo eran, no podía doblar las rodillas, no podía respirar, de hecho no podía abrocharse el jodido botón de las narices.

—No hay manera, tía, no se abrocha, le falta como poco dos centímetros...

—Mmh... ya sé... con hilo del de punto de cruz, atamos un nudo entre el botón y el ojal y listo.

—Dios, eso es súper cutre.

—Sí, pero funciona —dijo atándole el hilo.

—Ya, pero si tengo que ir al servicio...

—No pasa nada, te meto unas tijeras y más hilo en el bolso, así solo tienes que cortarlo y volver a hacer el nudo y ya está.

—Ya, pero es que se ve... Y queda horrible... —dijo señalando el hilo y de paso la tripita que asomaba cohibida sobre la cinturilla de los pantalones.

—Mmh... te podemos poner una camisa por encima...

—No tengo camisa y ni de coña se te ocurra pensar que una tuya me vale, se me escaparían las tetas en cuanto respirara.

—Pues te pones una de nico.

— ¡De Javi! Si tiene dos metros de hombro a hombro...

—Claro... así das un estilo Gungree de esos, te remangas la camisa hasta los codos y te la atas por debajo de la cintura.

—Joder. Voy a pasar un frío de muerte y además estaré ridícula...

—Que no mujer... tú tranquila.

—En fin. De cobardes está lleno el mundo.

Y con un turbante en la cabeza, una camisa ocho tallas más grande y unos pantalones dos tallas más pequeños salió Lali a la calle, dispuesta a enfrentarse al mundo... Si Charles Chaplin lo había logrado, ella no iba a ser menos.





Viernes 7 de noviembre de 2011, 20.41h





Llegaba tarde. Pasaban casi veinte minutos de la hora en que Lali debería haber estado allí y no estaba. Llegaba tarde... O lo mismo es que ni siquiera se iba a molestar en llegar.

Drácula paseaba tranquilamente mientras observaba sin ver la fachada del Centro Cívico con aspecto indiferente (o eso creía el); miraba el reloj cada cierto tiempo (cada tres minutos exactamente), no por nada, solo para saber la hora, porque al fin y al cabo saber en qué hora vivía era algo importante. ¿O no?

Frunció un poco el ceño y paró su andar tranquilo (más bien inquieto), buscó un lugar que le permitiera observar todo su entorno sin tener que girar la cabeza, al fin y al cabo no era necesario que la gente se diese cuenta de que observaba cada entrada con ánimo depredador. Encontró el lugar idóneo cerca de una farola, tenía todo el horizonte diáfano para observar a su antojo. Se apoyó en ella y se dispuso a esperar diez minutos más. Como mucho. Sin dudarlo. Miró su reloj, eso significaba que a las nueve en punto, ni un segundo más, se marcharía.

No era cuestión de estar esperando a que "de los sauces caigan las hojas" como la famosa Penélope de Víctor Manuel.

Observó, miró, espió... estaba tremendamente aburrido.

A esas horas en ese lugar, con el Centro Cívico cerrado y el parque a oscuras no había nadie, ni niños, ni adultos, ni ancianos. Un par de personas esperando el autobús, un hombre aparcando su coche, una mujer sacando a pasear al marido, poco más. Como no tenía nada mejor que hacer se puso a pensar en por qué Lali llegaba tan tarde. Aparte de por el hecho de ser mujer y de que por tanto su genética le obligaba a llegar tarde, tenía que haber otro motivo y los otros motivos que se le ocurrían no le gustaban nada: el primero, que le había dado plantón; el segundo, que se había ido con otro que por cierto remitía al primero, es decir PLANTÓN, con letras mayúsculas. También podía haberle pasado algo, ese le gustaba menos que los otros dos... podía haberse olvidado... demasiados "podía"... Se estaba empezando a amargar y decidió cambiar el rumbo de sus pensamientos. Puestos a perder el tiempo observando bien podía rememorar lo ocurrido en estos cinco días pasados.



20.

Aterrizó en el aeropuerto de Barcelona el domingo muy entrada la noche, cogió un taxi y fue a casa de sus padres. Era de madrugada cuando entró por la puerta. No deshizo la maleta ni se molestó en ducharse, estaba demasiado cansado. Fue a la "Habitación para todo", que era la que ocupaba cuando esporádicamente habitaba en casa de sus padres, se desvistió y se dejó caer sobre la cama, antes de que su cuerpo desnudo tocase las sábanas ya estaba dormido.

Al despertarse pocas horas después se sintió desconcertado; la "Habitación para todo" solía tener ese efecto en la gente que dormía en ella. Este habitáculo —no se le podía llamar de otra manera— era como su nombre bien explicaba un "sitio que valía para cualquier cosa"; tan pronto se convertía en un estudio de pintura improvisado por su "talentoso" hermano Ciro, como en la habitación a la que su padre recurría para saltarse todas las prohibiciones que su médico le imponía por el supuesto bien de su salud, es decir, un sitio donde comer hamburguesas grasientas, inflarse de café cargado y fumar como un carretero. Otras veces era el salón de reunión del "club sin recato" de su madre y su grupo de amigas, lo que sucedía más o menos una vez cada tres meses, cuando su madre se sentía aburrida y hastiada de la vida —según sus propias palabras—, y se aglutinaban en la habitación un grupo de mujeres sesentonas y excitadas escuchando atentamente a Venus, la representante de la empresa "sexy y juguetona, se lo enseñamos a domicilio", explicando con voz ronca y nada sensual los productos de su catálogo de entrega a domicilio. En una ocasión había sorprendido al "club sin recato" ojeando unas bolas chinas mientras "Venus" les explicaba el uso que podían darles. Lo cierto es que su madre era compradora —casi compulsiva— de "aceites aromáticos y estimulantes para masajes" —no quería pensar qué clase de masajes— y demás bálsamos y "artilugios" que pudieran valer para "animar" a su padre —palabras literales de su madre tras salir de las reuniones... Dios.

Trasladando sus pensamientos a temas más inocuos, recordó también la temporada en que su hermana Lola había convertido el cuarto en una especie de gimnasio instalando un tatami, una bicicleta estática y algo que parecía un banco de torturas con barras y pesas.

Y allí estaba él, hundido en una cama de agua de dos metros de ancho, la misma que su madre compró en un intento de "animar" a su padre y en la que éste se sentía absorbido, perdido y diminuto, por lo que por supuesto se negaba a usarla. La cama acabó, cómo no, en la "Habitación para todo".

Tumbado boca arriba sobre la "monstruosidad acuática" tenía una vista impresionante del techo de la habitación que su hermano había realzado con la expresión de su arte, pintado de amarillo fuego —¿decorado?—, con serpientes azules con torso de mujer —el color de la piel femenina era rosa fosforito—, hombres verdes de un solo ojo con la tripa agujereada por un vacío naranja, aspas de molino color fucsia terminadas en cabezas de cerdo sangrantes y pozos de piedra violeta de los que emergían fantasmas escarlatas con los ojos saltones y labios abiertos en un grito eterno, lo cual no le extrañaba habida cuenta de lo que los rodeaba. A veces, sólo a veces, pensaba que Ciro no estaba en sus cabales.

Se incorporó hasta quedar sentado —hundido— en la cama y luego, con bastante trabajo, logró llegar gateando y casi chapoteando hasta el borde del colchón. Una vez allí descansó un poco y bajó los pies al suelo. El piso suave y casi elástico del tatami le acarició las plantas de los pies cuando se alzó sobre ellos; le costó un segundo acostumbrarse a rebotar sobre el suelo a cada paso, su hermana había puesto un tatami un poco especial al darse cuenta de que con el normal y corriente no conseguía los mismos saltos que Bruce Lee en las películas. Miró a su alrededor y comprobó que efectivamente lo que le había parecido ver encima del banco de torturas —no, de abdominales— era medio "Big King extra de queso y mostaza" mordisqueado, con una colilla encajada en el pan superior. Al lado de la hamburguesa estaba uno de los miles de catálogos de su madre, lo ojeó un poco. La verdad es que "Sexy y juguetona, se lo enseñamos a domicilio" tenía de todo, una de las páginas estaba marcada por un doblez y Drácula cometió el grandísimo error de abrir el folleto por ese punto... Sus ojos se salieron de las órbitas. Allí en la página, a todo color y tamaño real, estaba la foto de "Big Tomas, el vibrador adecuado para todos los gustos y situaciones, réplica exacta del pene de Tomas Grant fabricado en gelatina ultra suave. Disponible en varios colores". Y justo al lado alguien —por Dios, que no haya sido mi madre— había marcado una gran X con rotulador fosforescente y escrito a bolígrafo un apunte con una letra que conocía muy bien "x3, Mari, Helena e Irene". Demonios. Helena era su madre. Dibujó una sonrisa sesgada, no le gustaría estar en la piel de su padre cuando viera el nuevo juguete con el que pensaba "animarle" su ardiente y aburrida madre. Sacudiendo la cabeza para despejarse de tantos datos no deseados, sacó su ropa del armario rústico verde fosforito con abejas moradas estampadas, una nueva muestra del talento de Ciro, que estaba medio escondido en un extremo en sombras del cuarto, y se encaminó al baño a ducharse.

Cuando bajó al comedor ya era casi la hora de comer. Ciro estaba en Italia con su mujer, impregnándose de arte —Drácula esperaba, rogaba, que se impregnara tanto que olvidara sus instintos básicos con respecto a las mezclas de colores y formas—; Lola, por su parte, estaría en la empresa junto a sus progenitores haciendo su trabajo y comprobando los balances. Por extraño, difícil y milagroso que pareciera, estaba solo en casa. Apagó su móvil y se dedicó durante el resto del día a gestionar su mudanza a Madrid.





Había pasado los últimos cuatro años en Barcelona, viviendo en un piso de alquiler. No era un gran piso: una habitación, un salón con cocina americana, un cuarto de baño y eso sí, una gran terraza arriba que ocupaba toda la extensión del piso. La había llenado en un principio de toda clase de plantas ubicadas en macetas que su hermano se encargó de decorar, las cuales murieron al poco tiempo, Ciro decía que de sed por no regarlas, él por su parte estaba seguro de que se habían suicidado por estar metidas en macetas multicolores —cuando decía multicolores lo hacía de forma literal: mil colores por maceta y ninguno que pegara con el otro—, y decoradas con insectos monstruosos que Ciro había tallado en madera y que luego había pintado en colores fosforitos. Hasta él dejó de subir a la terraza con tal de no ver el panorama. No le disgustaba su casa, de hecho si obviaba la terraza hasta le gustaba, pero el mes pasado cumplía su contrato de alquiler anual y había decidido no renovarlo. Llevaba ya unos meses gestionando la apertura de una nueva rama del negocio familiar en Madrid y en ese momento de su vida un piso en Barcelona no le servía para nada.

Estaba harto de vivir en la Ciudad Condal. Y la mejor manera de largarse con viento fresco era esa. Le costó un poco convencer a su familia, no de emprender un nuevo negocio en Madrid, sino de ser él quien llevara a cabo esa ampliación. Pero era indispensable. No aguantaba más allí.

Lo cierto es que no estaba harto de Barcelona, era una ciudad preciosa llena de gente amable y cariñosa, sus amigos eran buenas personas y se lo pasaba bien con ellos, cuando tenía tiempo. Estaba harto de sus padres. Que tampoco es que fueran malos padres, qué va, solo algo excéntricos. De hecho, y pensándolo bien, eran los mejores padres que uno podía tener —frase trillada donde las haya—, pero desde que sus hermanos habían formado sus propias familias la situación para Drácula había cambiado radicalmente.

Lola llevaba casada un año y Ciro tres; ambos eran totalmente felices con sus familias y su hermana le había proporcionado un sobrino gracioso y babeante con el que pasaba los mejores momentos de su vida. El problema, grandísimo problema, era que él seguía soltero y sin compromiso; era el más pequeño de los tres y cuando se quiso dar cuenta era demasiado tarde. Sus padres también se habían dado cuenta de que estaba sin pareja y habían aprovechado la situación.

Imaginaba que en cualquier familia normal y corriente —y esto no quiere decir que la suya no lo fuera—, los progenitores unirían fuerzas formando un batallón de acoso y derribo con las claras intenciones de ver a su retoño buscar pareja y formar familia. Pero no, su familia no, desde que sus hermanos se fueron del nido pasó de ser uno más de tres a ser el único disponible. Disponible para todo, se entiende.

16 comentarios:

  1. Quiero el encuentro.. me imagino a lali vestida a si y me causa mucha gracia!!!

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  2. jajaj solo imaginarme asi a lali es to mucho por dios pobre jajajaj

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  3. quiero que la vea peter ya a lali estoy con ganas de mas

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  4. Te puedo llegar a matar!!!,bueno no, xk d tanto reir,ya no me quedan fuerzas,ni para abrir las pestañas.Me encanto.No me quiero ni imaginar el pelo d Lali,pero es k la vestimenta menos,jajaja.A mi me llega a pasar eso, y ni si quiera me planteo salir.

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  5. Pobre Peter ya se esta haciendo la cabeza.

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  6. ay pobrecita lali como le quedo el pelo tiene una mala suerte la pobre jajajaja

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  7. no paro de reirme con lo que le paso jajaja =')

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  8. solo imaginarme a lali asi no puedo me da risa jajaj sos lo mas

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  9. jajaj pooobre draculinnn jaja
    massss novee
    al final se encontro con lali si o no??
    si solo se hubiera atado el pelo para q no se notara taannnto y listo hubiera sido mejor y hubiera podido llevar el vestido y llegar y salir con peter

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