miércoles, 28 de marzo de 2012

DISFRAZADOS CAP 44 , 45, 46, 47 Y 48

CHICAS siento no haberles subido ni ayer ni antes de ayer pero ya saben que estoy estudiando y no tengo tiempo pero em compensacion les dejo 5 capitulos y ahora mirare para dejarles algun corto :)

Un beso
44.

—Sí —respiró hondo y recitó de carrerilla la frase que Rochi había utilizado para convencerla de esa empresa, al menos una de ellas—. La vida actual es muy complicada, hay infinidad de virus y bacterias pululando a nuestro alrededor de las que no tenemos conocimiento y que pueden atacar nuestro sistema inmunológico, no podemos siquiera intuir las que nos atacan por el aire o por contacto dermatológico pero podemos y debemos evitar las que nos puedan afectar por contagio sexual y ya que no hemos sido prudentes y nos hemos arriesgado debemos cuanto menos conocer las consecuencias que este ataque de lujuria haya podido tener, y en caso de las hubiera, hacerlas frente, por eso lo más coherente en este momento es contar con todo el conocimiento i nuestra disposición y eso incluye un análisis de sangre actual. —Lo miró ansiosa en busca de su respuesta, Rohi la había convencido a ella, quizá su razonamiento le convenciera a él.

— ¡Joder! ¿Y todo eso lo has pensado tú sólita? Porque la mitad de las palabras que has usado me suenan más a cierta amiga tuya. —No es que ella no tuviera razón, que la tenía, es que no le sonaba a ella misma... aunque eso del "ataque de lujuria" le había gustado mucho.

—Sí, bueno, pero no por eso no estoy en lo cierto. ¿No? Mira, yo sé que no tengo nada y te creo cuando me dices que no tienes nada, pero la verdad es que no nos conocemos apenas y que cada cual tiene su vida y sus experiencias —esto también lo había dicho su amiga—, así que no cuesta nada cerciorarnos, ¿no crees?

—Está bien. El lunes me haré un análisis. —Le parecía una autentica chorrada, él no tenía apenas vida sexual y jamás lo había hecho sin condón, pero si un análisis le quitaba esa expresión nerviosa de la cara se lo haría. Nunca viene mal saber cómo se anda de salud.

—Perfecto —contestó ella más animada—, yo haré lo mismo. Bueno... no estamos muy lejos del centro cívico y tengo que recoger el coche —si es que estaba todavía, acababa de recordar que no lo dejó muy bien aparcado exactamente.

—Vamos, pues —dijo pasando un brazo por su cintura.

— ¿Me acompañas? — ¡Vaya! Esto no se lo esperaba, había imaginado que ahora se despedirían y cada cual iría por su lado.

—Claro. ¿Por qué no iba a acompañarte?

—Pensé que te irías adonde quiera que estés viviendo a por algo de ropa y tal; debes tener frío.

—No lo había pensado —claro que no, entre el tatuaje, las ostras, los caracoles y los análisis de sangre estaba tan apabullado que ni recordaba que iba a medio vestir—. Si quieres recogemos tu coche, vamos a por el mío y luego pasamos la noche en mi hotel.

—No. Hoy imposible. —El día siguiente era segundo domingo de mes y eso era sagrado—. Mañana tengo cosas que hacer temprano. Lo siento.

—Aps. ¿Cosas importantes? —preguntó a la vez que la mano que abrazaba su cintura hacía presión para que comenzaran a andar, ahora que se lo había mencionado sí que tenía un poco de frío—. ¿No se pueden dejar para otro día?

—No. Imposible. Mañana es segundo domingo de mes y desde hace cuatro años el segundo y el cuarto domingo de cada mes voy a comer con mi ahijada, no pienso variar mi rutina. —El Vinagres no la había dejado nunca ir con su ahijada, su madre Enar no le parecía buena compañía, y en cuanto se hubo deshecho de él lo primero que hizo fue prometerse que jamás volvería a desaparecer de la vida de Mar y no pensaba incumplir su promesa ahora, ni por un vampiro del tres al cuarto, ni por el hombre de su vida... aunque pudieran ser la misma persona.

—Si vas a comer con ella no veo ningún problema en que desayunes conmigo. —La mano que rodeaba su cintura comenzó a acariciarle lentamente la cadera.

—Es que salgo muy pronto de casa. A las diez como mucho ya estoy preparándome. —Esa mano quería convencerla, Lali lo sabía y no se iba a dejar.

—Bueno, hasta las diez tenemos tiempo —comentó besándola en la frente para luego bajar lentamente por su cara hasta apropiarse de su boca en un beso lento y sensual.

—Sí —respondió rendida. Joder, el tipo besaba de maravilla. Demonios. ¡No!—. No, no puedo, acabaría remoloneando contigo y llegaría tarde. Necesito estar en casa, tener mi ropa, mis cosas, además tengo que dar de comer a mis niñas y si paso la noche fuera tendré que pegarme un madrugón tremendo y seguro que se me pegan las sábanas. Irrevocablemente no.

—Es importante para ti. —No era una pregunta—. Entonces pasaré yo la noche en tu casa y cuando te vayas me iré a mi hotel, ¿te parece bien así? —comentó hundiendo su cara en el cuello de ella a la vez que la mano que acariciaba su cadera estrechaba su lazo y la abrazaba.

—Me parece perfecto, pero, ¿y tu ropa?

—No pienso llevarla puesta mucho tiempo, como mucho... —se interrumpió bruscamente—, ¿A cuánto estamos de donde tienes el coche?

—Nos quedan unos diez minutos, ¿por qué? — ¿Qué tenía esto que ver con la ropa?

—Ajá, pienso estar vestido como mucho quince minutos más.

— ¿Quince minutos?

—Diez para llegar al coche —la lengua del hombre acarició sus labios—, cuatro más para llegar a tu casa —le dio un pequeño mordisco en el labio inferior—, y uno para quitarte la ropa. —La lengua se introdujo en su boca y le acarició el paladar—. Espero que en ese momento tu estés impaciente por quitarme la mía y cuanto menos lleve, menos tardarás.

Y por fin ambas lenguas se entablaron en un duelo provocando corrientes de calor en el cuerpo de ambos.

— ¡Serán guarros! A su edad y sobándose como dos perros en celo. ¡Asquerosos! —se oyó una voz indignada a su espalda.

—Vamos, madre, no haga caso. ¿Qué se puede esperar de la loca esa?

Se separaron sobresaltados. Justo detrás de ellos estaba la mujer más arrugada y con la ropa más negra que había visto peter jamás, y para colmo estaba agarrada al brazo de...

—Joder... la puñetera Marquesa tenía que estar por la zona, manda huevos —comentó Lali en susurros—. Hola —saludó incomoda.

— ¡Desvergonzados! ¡Sátiros!

—Vamos, madre, que casi es la hora —gruñó la Marquesa mirándolos altivamente.

— ¿Qué coño hacen esas aquí? —preguntó peter al oído de Lali, haciéndola estremecer con su aliento cálido.

—Misa de ocho. Iglesia. Ahí —le respondió Lali también entre susurros señalando una iglesia que había cerca.

—Espero que se diviertan en misa, señoras —les dijo entonces peter en voz alta y con un ligero deje irónico.

— ¡Joven impertinente! ¡Grosero! ¡Insolente!

—Vamos —dijo peter agarrándola de la mano y echando a correr—, alejémonos antes de que nos eche mal de ojo.

—Demonios, sí —jadeó Lali riendo a la vez que corría.

Corrieron un rato hasta que Lali no pudo más y se paró inclinada apoyando las manos en las rodillas entre jadeos y risotadas. peter la miró, estaba sonrojada por la carrera, el pelo revuelto caía a ambos lados de su cara y el culo asomaba respingón por debajo de la enorme sudadera. No pudo resistir la tentación, le dio una buena palmada en el trasero para a continuación ir subiendo poco a poco las manos por las nalgas hasta llegar a la cinturilla de los leggins, la sudadera tapaba justo donde estaba el tatuaje que se moría por ver. Pasó los dedos lentamente por debajo de la prenda y comenzó a subirla pero ella se incorporó de golpe dejándole con la miel en los labios; casi había conseguido ver el jodido tatuaje. Casi.



45.

—Eh, mantén las manos quietas, vaquero. No quiero que nos vuelvan a llamar la atención —dijo clavándole el dedo índice en el torso.

—Me has herido —contestó agarrándose el pecho y poniendo cara de sufrimiento.

—Bufón —rió Lali. En ese momento algo llamó su atención—. Leches. Espera aquí un segundo.

— ¿Adónde vas?

—A la tienda —dijo entrando en un todo a cien.

Entró, preguntó a la dependienta por el rifle de aire comprimido del escaparate, uno que llevaba un tapón de corcho atado a la punta, y lo compró. Salió de la tienda con una sonrisa tal que, francamente, a peter le dio miedo.

— ¿Para qué quieres eso?

—La verdad es que no lo sé, ha sido como un pálpito, lo he visto y no he podido dejar de comprarlo... ya se me ocurrirá algo —comentó con una sonrisa que decía que ya se le había ocurrido y que era mejor no saberlo. Dios.

—Si piensas matarme con eso me avisarás antes, ¿verdad?

— ¡Por favor! Esto no hace daño ni a una mosca. Además, yo no soy tan malvada.

—Malvada, no. Retorcida. —A saber qué se le había ocurrido hacer con eso; para bien o para mal, tarde o temprano se enteraría. Esperaba que fuera para bien.

Llegaron al Clio que, milagrosamente, seguía aparcado todavía con una rueda encima de la acera y sin ninguna nota de multa, y montaron. Bueno, más bien Luka montó y peter se encogió dentro. Dios, sí que era pequeño.

— ¿Y cómo es que comes con tu ahijada cada dos domingos?

—Cada dos domingos no. El segundo y el cuarto domingo de cada mes.

—Es lo mismo.

—No, no lo es. Hay meses que tienen más fines de semana que otros y si quedara un domingo si un domingo no sería más complicado para calcular las vacaciones y todo eso. De esta manera sé exactamente cuándo quedo y puedo planificarlo todo en base a esos días.

— ¿También vas a verla cuando estás de vacaciones?

—Por supuesto —respondió muy seria.

— ¿Aunque estéis tú o ella fuera de Madrid?

—Sí. Tengo coche, esté donde esté me desplazo sin problemas —dijo chasqueando los dedos.

— ¡Vaya! Es raro que alguien haga eso.

— ¿El qué?

—Programar y modificar su vida por otra persona. Eres increíble —dijo dándole un beso en la mejilla.

—Bah, exageras, ni programo ni modifico nada. Tú todos los días te afeitas, ¿no? Pues yo dos fines de semana al mes como con Mar. Ni más ni menos —comentó restándole importancia.

—Visto así... Imagino que tu ahijada estará contenta de tenerte de madrina.

—Ahora sí, antes apenas nos veíamos —contestó entristecida, aunque enseguida sonrió de nuevo—. La verdad es (que lo pasamos genial, es una cría encantadora y súper divertida.

—Y sus padres se quedan tranquilos unas horas sin ella —dijo recordando la cantidad de veces que de pequeño su madre se había quejado de no tener ni un solo minuto para ella misma.

—Bueno, lo cierto es que sí. Irene se queda muy tranquila los domingos —respondió Lali sonriendo, pero la sonrisa no llegaba a sus ojos.

—Mmh, Irene. ¿La tienes en las fotos del comedor? —No recordaba a ninguna Irene.

—No, a Irene no.

— ¿Y eso?

— ¿Y eso qué?

—No sé, me resulta extraño, tienes una pared llena de fotos de tus amigos, ¿y no tienes a la persona que te hizo madrina de su hija?

—Irene no es la madre de Mar. Su madre es Mery y de ella sí que tengo fotos.

—Aps —respondió totalmente confundido recordando a la chica rubia con cara de corazón, embarazadísima y sonriente desde la pared del salón de Lali.

Si tengo que tener esta conversación, prefiero tenerla en el coche mirando a la carretera que en casa mirándole a la cara, pensó Lali. Lo cierto es que a él no le incumbía una mierda nada de lo que ella hacía, pero no sabía por qué quería sincerarse, al menos un poco.

—Cuando mery se quedó embarazada era muy joven, apenas había cumplido los diecisiete años y lo cierto es que ninguno de nosotros tenía por aquel entonces la cabeza muy amueblada —frunció el ceño al decir esto—. Bueno, rochi sí la tenía amueblada, pero no la hacíamos caso, al fin y al cabo la adolescencia está para hacer locuras, ¿no? —preguntó, buscando aprobación y retando a la vez.

—Sí. Yo las lié buenas a los dieciocho. —Aunque nunca había sido tan irresponsable de dejar embarazada a ninguna chica, pero viendo la cara de Lali y recordando lo ocurrido la noche anterior, se cuidó muy mucho de decirlo.

—Pues eso nos pasó a nosotras, las hormonas revolucionadas, los primeros trabajos, el primer dinero propio, el primer novio... y a mery le salió mal la jugada. Ni más ni menos. Un polvo y zas, embarazo al canto. —Ironía, desencanto, todo se mezclaba en su voz según iba narrando la historia—. Matrimonio, fin de los estudios, convertirse en madre, llevar una casa... empezó poco a poco a alejarse de nosotras, tenía cosas más apremiantes que hacer y nunca tenía tiempo para hacerlas. La vida siguió su curso, euge y nicose lo tomaron más en serio y casi desaparecieron del mapa; Ruth se fue un año a Detroit, y yo me lié con el Vinagres. Todos desaparecimos a la vez y ninguno se dio cuenta de que a mery se le estaba cayendo el mundo encima. Un buen día se largó de casa de casa y dejó a su hija con su abuela. —No había sido así exactamente pero a él qué le importaba—. Fin de la historia. Así que cuando retomé mi vida decidí que Mar y yo seríamos grandes amigas y aquí estamos.

—Una historia triste.

—Una puta mierda. Ya hemos llegado.

Las maniobras para aparcar el coche dieron a Lali el respiro que necesitaba. Concentrada en meter un Clio en un hueco para un Smart tuvo el tiempo justo para calmar su resentimiento y esbozar una sonrisa que, aunque falsa y forzada, era mejor que un gruñido. peter comprendió que era mejor no indagar en el tema por mucho que le intrigara la historia y por mucho que le reconcomieran los términos el Vinagres y "retomar su vida", aunque... qué carajo, él no era un caballero honorable y comprensivo de novela, era un tío normal y corriente con una curiosidad normal y corriente y la palabra "relación" con el nombre ¿Vinagres? le había sonado a chino. Así que preguntó.



46.

—Y quién es el Vinagres. —Vistos los motes de los vecinos, casi pensaba que era uno de ellos.

—Un tío avinagrado —dijo ella abriendo la puerta del portal con una mirada que decía "fin de la conversación".

—Vale.

Subieron al ascensor y entraron en silencio al piso. Lali fue directa a por sus niñas, sacó a Laura de su terrario, la miró muy atentamente, revisó su cola, sus patas, el lomo, la tripa.

—Bien, señorita, me va usted a decir por qué se ha portado mal. —Puesto que el estado físico de la iguana era impecable estaba claro que la culpa del incidente con la mejilla de peter era de ella.

—Shh. —La iguana la miró con ojos penetrantes.

—No está nada bien que ataques a los invitados, te lo he dicho mil veces.

—Shh. —La iguana la sacó la lengua.

—A mí no me respondas —Luka la miró muy seriamente, enfadada—, te he dado una educación así que compórtate.

—Shh. —Laura movió la cola amenazante.

— ¡Pero bueno! Te acabas de quedar sin remolacha, por lista. —La soltó en el suelo y, dándole la espalda, se fue al acuario a ver a las tortugas bajo la atenta mirada de Alex, que no salía de su asombro.

—Shh. —Laura zigzagueó lentamente hasta dar con su testa en el tobillo de la mujer. —No.

—Shh. —Un nuevo golpe de cabeza.

—Te he dicho que no. Primero atacas a mi amigo y después me levantas la cola. Ni de coña. Te has quedado sin remolacha. —La ignoró de nuevo y cogió a una de las tortugas acariciándola con la nariz, peter no supo distinguir si era Clara o Lara—, Cosita preciosa, ¿qué tal el día? —La tortuga le mordisqueó la nariz—. Ahora, espera un poco. —Cogió la otra tortuga y repitió el mismo ritual de caricias en el caparazón—. ¿Os habéis portado bien? No como "otras", espero. —Miró seriamente a Laura y luego le dio la espalda.

—Shh. —Joder, pensó peter, la jodida iguana se estaba enroscando en la pierna de Lali, trepando por ella.

— ¿Qué te he dicho? Has sido muy mala.

—Shh. —Laura ya estaba a la altura de la cintura y alargaba su cabeza hacia la cara de su ama.

—Está bien... pero que no se vuelva a repetir —dijo muy seria bajando la cabeza, dejando la cara a escasos centímetros de la iguana; ésta sacó su asquerosa lengua y le lamió el carrillo... ¡Demonios!, pensó Alex poniendo cara de asco. Lali soltó a las tortugas y abrazó a su iguana—, a ver cómo te portas.

¡Mierda! Lali se estaba acercando a él con ese bicho entre los brazos. ¿Qué pretendía?

—Ven, tócale la cabeza.

—Ni de coña. —Alzó las manos para protegerse.

—No seas gallina. —Le acercó la iguana.

—Hombre precavido vale por dos y tu iguana tiene malas pulgas —dio un paso atrás.

—Exagerado. Vamos, ven, que te va a pedir perdón. —Extendió los brazos hacia él con la iguana plácidamente recostada en ellos.

—No jodas, los bichos no piden perdón. —Bajó los brazos lentamente y se quedó muy quieto, Lali estaba como una cabra y él más por prestarse a este juego.

—Laura sí. La he educado yo y sabe lo que le conviene. —Le puso la iguana a la altura de la cara.

—Jodeeerrr. —La iguana le miró con asco, sacó la lengua y le dio un rápido lengüetazo en la barbilla, luego se volvió apresuradamente hacia su dueña, trepó por entre sus brazos y se acomodó en su cuello. La cara de asco de peter solo era comparable con la cara de asco de Laura.

—Muy bien, mi cielo. Tendrás tu remolacha. Pero a partir de ahora no quiero más movidas. —Lali bajó la iguana al suelo y se fue hacia la cocina.

—Shh. —Laura miró a peter proponiendo un pacto con su mirada: tú no te acerques a mí y yo no me acercaré a ti.

peter levantó las manos en un gesto de exasperación y luego empezó a reírse a carcajadas, esto era cosa de locos. Se fue al baño a lavarse la cara con una tonelada de jabón y cuando salió vio a Lali dando de comer a sus bichos. Remolacha, pepinos, brócoli para Laura y pienso para las tortugas. ¿Pienso? ¿No gusanos?

— ¿Has cambiado de dieta?

— ¿Eh? —preguntó Lali inclinada sobre el acuario, la sudadera resbalando sobre su trasero.

—Las tortugas, no les das gusanos. —peter posó la mirada en ese lugar que la tela tapaba, ojalá tuviera rayos X como supermán para poder ver el tatuaje. ¡Dios! ¿Por qué tenía que acordarse de eso ahora?

—No. Esta noche pienso, no las voy a dar siempre lo mismo, ¿no? —Totalmente ignorante de los pensamientos del hombre, lali siguió a lo suyo mientras él se acercaba por detrás.

—No. —Gracias a Dios, ver cómo daba de comer gusanos hubiera acabado con su incipiente erección.

peter se pegó a ella y Lali dio un respingo al sentir su polla dura contra sus nalgas.

—Vaya, estamos animados. —No era una pregunta.

—Shh. —Si a la iguana le funcionaba eso como respuesta, a él también.

Pegó su torso a la espalda femenina y trazó con las manos el camino de las caderas a los pechos a la vez que sus labios recorrían la suave curva del cuello. Ella respondió empujando su culo contra él y llevando las manos desde el acuario hacia su nuca. Sonó un ruido.

— ¡Ay! ¡Mierda! —Se había olvidado del bote de pienso que sujetaba y éste se le había caído al suelo vaciándose entero—, ¡Qué desparrame!

Se agachó para recoger las bolitas y presentó una estupenda panorámica de sus nalgas a su atento espectador que no perdió un segundo y plantó las manos en el sitio donde más deseaban estar, el borde de la sudadera. Pasó los dedos por debajo de la tela y fue subiéndola poco a poco, expectante por el ver el jodido tatuaje que no se podía quitar de la cabeza.

—Eh, muchachote, agradecería tu ayuda por aquí, ¿sabes? —Lali se movió hacia otro lado buscando más puñeteras bolitas sin molestarse siquiera en mirarle.

—Joder. —peter se agachó para ayudarla intentando deshacerse de la imagen del tatuaje a punto de ser descubierto.

—Oye, si tanto te molesta no hace falta que me ayudes.

—Perdona, me he hecho daño al agacharme —se disculpó, y era cierto relativamente, le dolían la polla y las manos de frustración.

Se apresuró en recoger todo el pienso y se acercó a Lali nuevamente, sus intenciones eran claras, la quería desnuda. Ya.

Lali se giró hacia el mueble del comedor y abrió un cajón, sacó unos cuantos folletos publicitarios de comida a domicilio mientras se mordía el labio inferior. Sus intenciones también eran claras. Tenía hambre. Ya.

— ¿Qué te parece un chino para pillar la cena?

—No me hace mucha ilusión, la verdad —comentó recordando la alimentación de ciertas tortugas, puag.

—Mmh, ¿un kebab? —El folleto del turco tenía una pinta estupenda, tanto que Lali sintió cómo rugía su estómago.



47.

Y sí, resultaron ser dos Kebabs, que pidieron a la mayor brevedad posible y que les comunicaron sufrirían una espera de una hora en la recepción del pedido por afluencia de público. ¡Mierda!, pensó Lali muerta de hambre.

¡Genial!, pensó peter muerto de otra clase de hambre. Es curioso cómo la desgracia de uno puede ser la alegría de otro...





Sábado 8 de noviembre de 2008, 21.30h





lali frunció el ceño, fue a la cocina y abrió la nevera... miró arriba y abajo... a un lado y a otro... incluso abrió el congelador... no había nada comestible, todo tenía que descongelarse y hacerse. Mierda.

peter observó a Lali  inclinada sobre la nevera, la mano apoyada sobre la puerta, las piernas ligeramente abiertas, se acercó a ella teniendo mucho cuidado de no tocar su cuerpo, cuando solo unos milímetros los separaban puso una mano en su espalda.

— ¿Tienes hambre? —preguntó con voz ronca.

—Más que el perro de un ciego —gruñó ella sin molestarse en mirarlo.

Observó ladeado la desolación que era la nevera, aparte de un bote de gusanos no había mucho más que comer; mejor, no quería más estorbos, durante todo el santo día cada vez que había intentado algo, cada vez que se había puesto duro, alguien los interrumpía, ahora no iba a permitirlo. Dejó que su mano resbalara por la espalda hasta encontrar la costura central de los leggins y bajó por ella acariciando el trasero a su paso, Lali se tensó, la mano siguió su camino recorriendo lentamente esa línea tentadora que como un mapa de carreteras mostraba el camino a seguir llevándolo hasta el final de las nalgas, extendió los dedos dejando el corazón sobre la costura y los otros abarcando la parte en que los muslos se unen al trasero, presionó ligeramente y luego dejó que siguieran paseando por el interior los muslos soslayando totalmente el perineo, ignorándolo. A través de la tela Lali pudo sentir su caricia. Unos labios cálidos rozaron su cuello lamiendo zonas que ella pensaba que no eran para nada erógenas... resulta que estaba equivocada, sintió subir por el brazo que apoyaba en la nevera los dedos masculinos de la mano que aún estaba libre, lentamente, trazando curvas sobre la sudadera, deteniéndose en la parte interna del codo a la vez que la otra mano seguía atormentando sus muslos sin llegar a ninguna parte, o al menos a ninguna parte interesante. Era como si todas las sensaciones, todo el calor del cuerpo femenino se hubiera concentrado en esos tres únicos puntos en que se tocaban. Una lengua juguetona se asomó entre los labios posados en su nuca, humedeciendo el lugar que antes ardía, para luego apartarse y soplarlo, el espasmo de placer fue inmediato, los pezones se irguieron, la vulva latió, pero en contra de los deseos de Lali, los labios se alejaron por completo dejándola desamparada. Ahora solo la tocaba en dos puntos del cuerpo, los dedos que recorrían los muslos retomaron el camino de la costura para ir subiendo poco a poco, apartándose del sitio al que pertenecían para volver a posarse sobre la espalda y a continuación abandonar su piel, dejándola fría, vacía. lali respiraba impaciente mientras los dedos juguetones, la única parte de sus cuerpos que aún permanecía en contacto, subían por la parte interna de su brazo hasta la muñeca, se detenían allí a trazar unos pocos y abrasadores círculos y continuaban su recorrido sobre sus dedos para después alejarse en el aire... abandonándola.

—Sígueme... —un susurro en su oído, un roce en el aire, una mano esperando ser apresada.

Y ella capturó su mano y le siguió...

Sus cuerpos solo se unían por las yemas de los dedos como un hilo frágil y cálido que en cualquier momento podría romperse. Los pasos firmes de peter se dirigieron inexorablemente al dormitorio, encendió la luz del pasillo dejándolo tenuemente iluminado, atravesó la puerta y tiró suavemente de la mano de Lali acercándola a él hasta que ni siquiera un soplo de aire pudo deslizarse entre sus cuerpos; acarició su nuca y se inclinó a besarla. No fue un beso rápido, ni salvaje, ni excitante, fue como un soplo de aire cálido, como la brisa del mar que en verano acaricia y aplaca la piel quemada. Trazó con la lengua el camino húmedo de sus labios parando en la comisura, descubriendo cada pequeña arruga, pasando luego a la unión de éstos hasta que se separaron espontáneamente permitiéndole el acceso, recorrió los dientes deteniéndose en los colmillos, probando su filo para luego abandonarse en el paladar, presionando, tentando hasta encontrar respuesta, hasta iniciar un pulso de apéndices húmedos e impacientes. Lali se derretía en su boca mientras las manos presionaban en su cintura para acercarla más, para pegarla a él. Cuando la tuvo todo lo cerca que quería, dejó que los dedos resbalaran hacia abajo buscando el borde de la ropa hasta encontrarlo; extendió la palma y se introdujo delicadamente por debajo, dejando ésta presa en la "V" que formaba el pulgar para luego ir subiendo poco a poco, acariciando las caderas, los costados, deteniéndose en asimilar cada una de las hendiduras de las costillas, arrastrando la tela hacia arriba sin pausa hasta llegar las axilas. Aún inmersa en aquel beso elegante y sutil, Lali sintió cómo las manos dejaban de desnudarla y, tras unos segundos —los que tardó su cerebro en hacer click— subió los brazos que mantenía pegados a ambos lados del cuerpo hasta la nuca de peter y las manos de él continuaron con su etéreo camino a través de su cuerpo. Subieron por sus brazos con la sudadera todavía enganchada y cuando ella los levantó del todo la molesta prenda los recorrió abandonando por fin su piel y yendo a caer al suelo, Lali dejó caer sus manos hasta la nuca del hombre y allí las mantuvo relajadas, jugando con los rizos suaves, anudándolos a sus dedos; no permitiría que parase aquel beso. peter le recorrió la columna vertebral con caricias lánguidas, tan sutiles que apenas sí las notaba y la ansiedad por sentirlo más cerca, más apretado, adentro al fin y al cabo, hacía que escalofríos de placer recorrieran su cuerpo.

Los dedos encontraron el cierre del sujetador y lo desabrocharon para luego posarse sobre el encaje y llevarlo hacia el comienzo de los pechos, rozando la base de éstos, dibujando estelas de placer sin llegar a la areola, sin acercarse siquiera a los pezones, que esperaban impacientes cualquier caricia, sintiéndose tan abandonados, tan ansiosos en su dureza que Lali casi lloraba por ellos; los pulgares subieron acercándose a ellos por encima del sujetador, delineando el encaje de los bordes de éste, ignorándolos de nuevo.

Lali gimió cuando las manos apretaron la tela y la alejaron de la piel, sintió que los tirantes se clavaban en sus omóplatos y bajó los brazos lentamente, recorriendo con las manos el pecho del hombre, parándose en su cuello, estudiando la clavícula para acabar posándose sobre la camisa a la altura de los pezones masculinos. También estaban duros, también querían atención. Se dispuso a dársela cuando sintió que las manos de peter dejaban sus pechos y se deslizaban hacia arriba, acariciándola los hombros para luego enredar los dedos en las tiras del sujetador y bajárselas lentamente por sus brazos, acariciando de nuevo la sensible piel del interior y dejando que el sujetador cayera al suelo. Ella se pegó más a él, a su torso. La camisa antes tan suave, ahora se tornaba áspera contra sus pezones insatisfechos y ella se apretó más, sintiéndolos hinchados, inhiestes, preparados... e ignorados cuando las manos de él bajaron hasta la cintura y se detuvieron allí. Ambos se quedaron inmóviles, solo las lenguas seguían su viaje a través de sus bocas combatiendo sutilmente entre ellas por ser la que más placer otorgase.



48.

peter deslizó los dedos por debajo de la cinturilla de los leggins, recorriendo la exquisita tripita para luego continuar por las caderas y quedarse paradas en la base de la espalda, acariciando con los pulgares el lugar donde intuía que estaría el tatuaje, intentando sentir bajo las yemas de los dedos su dibujo para después introducir las manos totalmente por debajo de la tela, recorrer las nalgas apretándolas, buscando la unión entre ellas hasta dar con el coxis, presionándolo, escurriéndose ahí con el índice una y otra vez hasta sentir que la espalda de Lalia se arqueaba contra él; entonces y sólo entonces, cuando ramalazos de placer la recorrían haciéndola jadear en su boca, él continuó su recorrido por las nalgas, bajando por su grieta, acariciando y apretando el ano a su paso, para abandonarlo en pos del perineo, deteniéndose aquí, buscando la humedad, impregnando los dedos en ella y volviendo a subir por las nalgas, deteniéndose un poco más en el ano para acabar de nuevo en la base de la espalda asiendo los leggins. Las piernas de Lali temblaban y se abrían sin poder evitarlo, era tan maravilloso, tan dulce, que apenas sí podía respirar.

peter terminó el beso y la miró a los ojos leyendo la pasión en ellos, luego lamió sus mejillas, su barbilla, bajando por la clavícula, arrodillándose ante ella, reverenciándola mientras aferraba los leggins y los iban deslizando por sus caderas, por sus muslos.

Los labios masculinos bajaban a la par que sus dedos, caminando por su cuerpo con tiernos lametones y delicados besos, soslayando de nuevo los pezones y escabullándose hacia el ombligo, dibujando cada letra de la palabra "Condones" pintada con rotulador rojo en su abdomen, con las manos deteniéndose en la parte posterior de las rodillas, acariciando esos puntos de placer que no debieran existir en bien a la estabilidad, pero que existían y que obligaron a Lali a sujetarse en los hombros de peter temerosa de derrumbarse cuando éste jugueteó con la lengua en su ombligo, recorriéndola, lamiéndola, metiéndola y sacándola, mandándole imágenes de cosas más grandes y largas entrando en sitios más cálidos y húmedos. ¡Dios! Su vagina comenzó a temblar, contrayéndose, anhelando algo que el maldito hombre no le proporcionaba. Cuando sintió que por fin los leggins recorrían sus tobillos y abandonaban su cuerpo soltó temblorosa las manos de los hombros de peter y se sujetó a su cabeza, abriendo más las piernas en inclinando hacia delante las caderas, instándole con su cuerpo, con sus manos a que la besara donde en esos momentos era imprescindible, pero peter la ignoró, o era idiota o quería hacerla sufrir, no había más opciones y no sabía por qué, pero se quedaba con la segunda. Desde el ombligo sintió los labios de él seguir el camino ascendente que llegaba hasta su boca olvidando de nuevo sus pezones, ¡maldita sea!, para depositar un beso tan casto y tan tierno que apenas sí se dio cuenta.

peter la miró fijamente, pasó una mano por debajo de sus rodillas y otra por su espalda levantándola en vilo para luego girar hacia la cama y depositarla en ella con suma delicadeza. El seguía totalmente vestido.

Lali asistió excitada al espectáculo de un hombre, peter, desnudándose lentamente, parándose en cada jodido botón de la camisa hasta que quedó totalmente desabrochada para luego bajar muy lentamente hasta la bragueta de los vaqueros, el pene se le marcaba grande y duro bajo ellos y él lo acarició perezosamente mirándola a los ojos en todo momento. El glande despuntaba por la cintura de los pantalones y peter le prestó una especial atención, recorriendo con el índice la abertura de la uretra, esparciendo una tímida gota de esperma por la cabeza gruesa y encarnada de su polla, apretando y abriendo la abertura, exprimiéndola. Cuando oyó jadear a Lali sonrió y bajó la mano hacia los botones del pantalón, desabrochándolos lentamente, prodigándose caricias y disfrutando de la mirada de ella según su polla iba asomando por el hueco de la tela, cuando hubo acabado dejó resbalar los pantalones por sus piernas y de una patada los lanzó junto al resto de la ropa.

Era una imagen imponente, la camisa blanca abierta, el pecho musculoso asomando por ella, el vello rubio rodeando los pezones y bajando como una flecha por el abdomen hasta expandirse en el pubis, el pene rígido, enorme, surcado de venas oscilando ante ella. peter se lo recorrió con una mano, arriba y abajo, parando en el capullo, frotando el frenillo, haciendo que el glande llorara gotas de semen que recogía tiernamente con el pulgar para luego extenderlas perezosamente por todo el tallo de la polla, abarcándola entera con sus dedos, bajando y subiendo por ella. Cuando Lali lo vio bajar la mano que le quedaba libre a los testículos y comenzar a frotarlos sensualmente, se dio cuenta de que era la primera vez en su vida que veía masturbarse a un hombre. Por ella. Para ella. Y era sin lugar a dudas la imagen más hermosa, más erótica que había visto jamás.

—No sabes cuánto te deseo —gimió él entrecortadamente— he soñado contigo así todo el día.

Y en ese momento se arrodilló ante ella, le abrió los muslos y se apropió de su clítoris, lamiéndolo, mordisqueándolo, introduciéndole los dedos en la vagina una y otra vez hasta que toda ella tembló corriéndose en su boca con un grito silencioso. Bebió el orgasmo femenino hasta que sintió que cesaban los temblores; entonces, y sólo entonces, trepó por su cuerpo, le dio la vuelta tumbándola boca abajo, pasó una mano por su estómago haciéndola subir el trasero hacia su erección y la penetró lentamente, pegándole el pecho a la espalda, besando su nuca, apretando dentro de ella, moviéndose en círculos sin sacar ni un milímetro su pene, simplemente aprendiéndose cada punto erógeno de su vagina, sosteniéndose tras ella con una mano y acariciándole esa dulce y blanda barriguita con la otra hasta que la oyó gemir, entonces bajó a su pubis, lo recorrió, encontró el clítoris y lo pellizcó suavemente con dos dedos, la vagina tembló, volvió a fluir la humedad por ella y peter bombeó sacando el pene muy lentamente hasta dejarlo casi fuera, manteniendo solo el glande dentro para de golpe hundirse en ella una y otra vez, casi abandonando sus profundidades para volver al instante envistiendo salvajemente, golpeando el perineo con su hueso pélvico y el clítoris con sus testículos mientras los dedos ascendían hasta sus pechos y los provocaban, pellizcando aquellos pezones que tan olvidados tenía, haciéndolos circular entre sus dedos a la vez que la polla seguía entrando y saliendo sin pausa, cada vez más rápido, cada vez más fuerte, cada vez más profundo, haciéndola moverse en éxtasis, temblando y gritando hasta que sintió que todo se desvanecía, que la luz estallaba en su cabeza a la vez que un orgasmo demoledor se apropiaba de su cuerpo.

peter sintió que el calor inundaba sus testículos ascendiendo por su polla, haciéndole temblar todo el cuerpo, tan caliente, tan húmedo, sin condón... Joder. Tuvo el tiempo justo de salir de ella y derramarse sobre su espalda a la vez que un rugido salía de sus pulmones dejándolos vacíos. Respiró agitadamente intentando volver a la realidad. Cuando lo consiguió vio a Lali derrumbada sobre el colchón, totalmente relajada, con los labios entreabiertos y los ojos cerrados. Era la imagen más hermosa que había visto en su vida.

Suspiró, se había vuelto a olvidar del maldito condón, era la tercera vez que le ocurría. Joder. No obstante, un pensamiento acudió a su obnubilado cerebro... se había corrido sobre su espalda, justo en el lugar donde debía estar el tatuaje. Sonrió orgulloso para sí. Que se joda Dani, él lo ha visto, genial, pues yo me he corrido sobre él, ¡toma ya!

Miró la espalda femenina para fijar esa imagen victoriosa en su cerebro, pero... no vio el tatuaje... Mmh... El dormitorio estaba en penumbra, iluminado solamente por la luz del pasillo, quizá fuera eso. Se incorporó sobre un codo buscando el interruptor encima de la cama, dio con él y encendió la luz. Una luz blanca y potente que iluminaba cada rincón del cuarto, pero que no mostraba el maldito tatuaje.

Lali gruñó, se tapó los ojos con la almohada y alzó una mano en busca del interruptor impertinente que mostraba al mundo —a peter— todos los michelines que la oscuridad había ocultado. Pero él volvió a pulsarlo.

Lali se removió en la cama hasta colocarse por debajo de las sábanas, lo que fuera con tal de no aparecer a plena luz mostrando ¡todo!

21 comentarios:

  1. na jajajaj laura me mata cuando le fue a lamer la barba a peter como extrane la novela que ubeno que volviste

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  2. como gozan estos dos por dios

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  3. mas porfavorrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr

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  4. peter se quedo con ganas de ver el tatuage

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  5. gracias por subir varios cap sos grosa espero el proximo

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  6. que chusma peter querinedo saber todo de lali

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  7. aaa mi vida de peter se muere por ver ese tatoo sera que lo tendra o sera una jodita de dani hasta yo estoy curiosa por saber

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  8. me fasino todos los caps

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  9. dale se buenita y subi mas es una adiccion tu novela me dejas con ganas de mas no desaparescas tanto tiempo

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  10. Si siguen así, hasta santino o allegra no paran je!

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  11. jaajjaja el tatuaje nunca existio jajajan na si es asi me mato jajjajaaj la iguana que obvediente jajajja mas

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  12. Laura todo un caso,pobre Peter todo lo k soporta con tal d estar con Lali,a Laura ,a Dani,los analisis,etc...claro k el algo quiere algo le cuesta.

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  13. a bueno estos dos me parese que peter quiere tener un baby con lali que ni se cuida para nada

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  14. quieroooooooooooooo masssssssssssss

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  15. los dos son unos quenchis no pueden estar sin tocarse y hacer sus cosas los amo

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  16. laurita si es un caso jajaaja como ovedese a lali y peter lo que tiene que pasar pobre me muero

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  17. me parese que ese tato no existe y que peter callo en el juego de dany me muero saber si es cierto o no

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  18. subi mas grosa no los dejes asi

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