miércoles, 29 de febrero de 2012

CONQUISTAR A LA DONCELLA 38

AYER SE ME HIXO IMPOSIBLE SUBIRLES NOVE, PEOR ESTE FIN DE SEMANA OS LO COMPENSO

38.

—Pienso que estaba aterrado y que tenía todo el derecho de estarlo. Si era sólo un muchachito.

—Sabes mucho para ser una muchacha inocente.

—Uno no necesita mundo para comprender la naturaleza humana. Lo que hizo su padre fue reprensible. Si lo tuviera delante, le daría una paliza.

Peter se frotó la barbilla y contempló a la joven con una reticente media sonrisa abriéndose paso en sus labios.

—¿Siempre has tenido esa veta violenta?

Lali se irguió.

—Si protegerme y proteger a mi familia es violencia, entonces, sí. No voy a permitir que se haga daño a lo que amo.

—Semejante devoción es admirable.

Lali percibió amargura en la voz de él y también algo más, nostalgia, quizás. ¿Es que jamás nadie habría sentido devoción hacia él? ¿Nunca él había sentido devoción hacia otra persona? Volvió a preguntarse quién sería Sanji y por qué la sola mención del nombre le provocaba semejante angustia.

—Por favor, continúe con su historia.

—Por si no lo has notado, le he puesto punto final a esa historia y ahora espero mi paga. —Rodeó el sofá y se sentó—. Venga aquí, señorita Purdy.

A Lali el corazón le dio un vuelco. La avergonzaba el desear tanto sentir los brazos de él rodeándola.

—Solamente me ha contado algo acerca de un miembro de su familia pero no sé nada de la vida de usted.

—Te he hablado de ambas cosas y bien que lo sabes. Vamos, deja de esconderte detrás de esa silla.

Técnicamente él había respondido su pregunta, pero ella quería más.

—Haré lo que me pide usted, si...

—No acepto más condiciones, cariño. Ven aquí ahora.

Con un suspiro, Lali aceptó su destino. En realidad no era tan malo. Aún así, de pie, delante de Peter, su conciencia no cesaba de aguijonearla. Tenía que contarle la verdad. La prueba era lo que había ocurrido entre ellos la tarde anterior.

Pero ella quería robarle este tiempo. Sólo rogaba que cuando ella finalmente confesara, él fuera capaz de entender lo difícil de su situación y quizás si llegaban a llevarse bien, él le permitiera hacer lo que era necesario para salvar la casa de su abuela.

Respiró profundo y se sentó junto a Peter. Entonces dejó escapar un atónito jadeo cuando él la levantó para acomodarla luego sobre su regazo.

—Qué está ha...

—Abrazándote. No dijiste cómo o dónde debía hacerlo. No eres la única que sabe jugar este juego.

Lali clavó la mirada en sus ojos ardientes y sintió que se quedaba sin aliento cuando él se estiró y empezó a soltarle el pelo.

—Ssh —murmuró él cuando la oyó empezar a protestar—. Sólo quiero verlo suelto. Lo enrollas en un moño tan tirante que me sorprende que aún tengas cabello. —Con dedos hábiles deshizo el moño y dejó que la cabellera se derramase sobre los hombros de la joven. Cogió un mechón y lo abrió entre los dedos.

—El contraste es increíble.

—¿Qué contraste?

—Entre la muchacha casta que pareces cuando lo llevas recogido y la seductora en que te transformas cuando lo dejas suelto. Casi me enamoré cuando te vi por primera vez en las caballerizas.

—Usted debe estar loco. Ese día iba vestida como el peor golfillo.

—La ropa de muchacho jamás podría camuflar tu belleza.

—¿Suele echar piropos a las mujeres?

—Casi nunca, aunque la mayoría de las mujeres espera que lo haga.

—Y supongo que usted, por ser hombre, es inmune a los piropos.

—¿Por qué? —preguntó con un brillo diabólico en los ojos—. ¿Tienes algún piropo que hacerme?

Sí.

—¿Es que no toma usted en serio cosa alguna?

—Trato de no hacerlo. La vida es en verdad lo suficientemente dura sin necesidad de complicar más las cosas.

—¿Y hacerse cargo de su pupila es una de esas complicaciones? —Apenas las palabras salieron de su boca, Lali maldijo a su lengua.

—Sí que presenta problemas —dijo él, poniéndose serio.

—Entonces, ¿por qué aceptó la responsabilidad?

—Porque se lo debía al hermano de la dama.

El modo en que se quedó con la mirada perdida, como si hubiese olvidado que ella estaba allí, revelaba que estaba recordando esos últimos días con Nico. Se esforzaba en aparentar indiferencia, pero debajo de su exterior en calma latía un corazón.

—¿Sufrió mucho? —se oyó preguntar en voz baja. Sabía que Nico había vivido durante casi tres días tras recibir un disparo en el estómago y que por momentos habían pensado que sobreviviría. Pero al final había sucumbido.

La mano de Peter yacía inmóvil sobre uno de los muslos de la joven y él tenía la vista clavada en esa mano.

—Él decía que no sentía nada, pero siempre había sido más fuerte que el resto de nosotros. En ese momento lo supe. Era un oficial excelente.

Las lágrimas quemaban los ojos de Lali, quien luchaba por no dejarlas salir.

—Estoy segura de que le haría feliz saber que usted tenía tan buena opinión de él.

—Esposito era el que nos impulsaba a seguir. Siempre tenía una palabra amable en la boca. Siempre sacaba de la manga un mal chiste o una historia extravagante para hacernos reír.

Una emoción agridulce fluía a través de las venas de Lali.

—Ése era Nico —murmuró.

—¿Le conocías bien? —preguntó Peter.

—Igual que le conocían los demás.

Alzó los ojos hacia ella y luego desvió la mirada, concentrándose en el hombro de la joven.

—¿Y su hermana estuvo... ella tomó muy mal la noticia de su muerte?

—Estaba destrozada —respondió Lali con franqueza, sintiendo que resurgían los recuerdos que ya creía superados de todos esos meses de lucha por aceptar la idea de la muerte de Nico, amenazando con liberar todo el dolor que ella creía haber dejado salir durante todo el tiempo que había llorado a su hermano.

—Creo que eso fue parte de la razón por la que no vine antes —dijo él, alisando distraídamente la tela del vestido entre sus dedos—. No podía soportar enfrentarme a ella.

Al oír esta emotiva confesión, Llai sintió que se le encogía el corazón. Todo este tiempo había pensado que a él no le importaba, que estaba demasiado ocupado apostando y divirtiéndose para dedicarle siquiera un pensamiento. Ahora se daba cuenta de que Peter también se había sentido desolado por la muerte de Nico. Percibió que él se sentía agobiado por la culpa. ¿Lloraría a todos los hombres que había perdido? ¿Sentiría acaso que podría haber evitado sus muertes de alguna manera? Quizás de allí emanaba la tristeza que había en él.

—Estoy segura de que ella hubiese comprendido, si lo hubiera sabido —susurró Lali, mientras a sus espaldas se oía el suave crepitar de los leños de la chimenea.

Él sacudió la cabeza.

—No pude. Nunca he sido bueno con las palabras. —Suspiró y se frotó la nuca—. Le escribí.

—Lo sé.

Cuando él la miró, la joven pudo ver el dolor en sus ojos.

—¿Te mostró la carta?

—Sí. —Lali deseaba echarle los brazos al cuello y consolarle. Le diría la verdad. Él no era el hombre indiferente que ella alguna vez le había creído; simplemente no había sabido qué hacer.

—Peter, tengo que...

—Dilo otra vez.

—¿Que diga qué?

—Mi nombre. Dilo de nuevo.

Sin entender del todo los sentimientos que se arremolinaban en su interior, Lali audazmente le apoyó una mano en la mejilla y susurró.

—Peter

Él la tomo de la barbilla, inmovilizándola mientras le cubría la boca con la suya, moviendo con insistencia los labios en un beso que la dejó sin aliento, el aire alrededor de ellos repentinamente cargado de emoción. Él olía a coñac y a calor carnal.

Lali se apretó más contra él, aferrada a la pechera de su camisa, los músculos firmes, duros y flexibles moviéndose mientras él le rodeaba con sus manos la parte de atrás de la cabeza, abrazándola como si no pensara soltarla jamás.


MI JEFE CAPITULO 19

PERDONEN PEOR AYER SE ME HIZO IMPOSIBLE SUBIRLES, PERO ESTE FIN DE SEMANA SE LO COMENSARÉ
19.

Siguió el sendero suavemente inclinado hacia abajo, hasta la orilla del pequeño río de lento movimiento… bueno, había sido un río a sus seis años, pero en realidad era sólo un ancho canal de riego que se abría paso perezosamente por la parte inferior de esas tierras hacia los antiguos establos y granero que llevaban vacíos desde que podía recordar. En un tiempo pertenecieron a un anciano que murió alrededor de una docena de años atrás, su familia nunca se molestó en limpiar y utilizar la vieja propiedad arbolada. Pero siempre había sido una de sus guaridas favoritas, cada vez que sentía la necesidad de ocultarse del mundo.

Frustrada por la desconcertante ira causada por la deserción de su familia a las filas enemigas, lali se deslizó en la húmeda oscuridad del estropeado granero, cerrando los ojos e imaginando que volvía a tener diez años y estaba escondiéndose de sus hermanos. Inhalando el familiar, viejo y decrépito olor. Olía a madera antigua quemada por el sol. A gastada piedra caliza que lentamente estaba volviendo a la tierra de donde había sido extraída.

Se dejó caer en el desusado barril que todavía estaba ahí… el que una vez fuera su fiel caballo mientras escapaba de hordas de indios salvajes, pero ahora era simplemente una arcaica pieza oxidada de metal con agujeros en el extremo. Suspirando bajo el peso de su propia confusión, se encontró preguntándose cómo iba a manejar la decepción que su familia inevitablemente sentiría cuando descubrieran que habían sido tocados como un arpa por un maestro estafador. Cuando se enteraran de que su nuevo ídolo dorado había sido simplemente un egoísta, rápidamente ingenioso en mantenerla a su lado, que en absoluto estaba locamente enamorado de ella.

Se mordió el labio inferior y cerró los ojos. Su padre y hermanos se pondrían absolutamente furiosos. Y lali esposito quedaría absolutamente devastada cuando decidiera liberarla de su “contrato” una vez que la novedad desapareciera.

* * * * *

“¿Dónde diablos está lali?” preguntó Tim al salir de la cocina. “No está en la casa”.

Mike levantó la vista de los planos que el padre de ella estaba mostrándole mientras detallaba el proyecto de renovación de la casa de setenta años de antigüedad, y arrugando su oscuro entrecejo contestó. “Fue a refrescarse”.

“¿Durante una hora?” preguntó Tom con el ceño fruncido. Miró a través de la sala de estar a su gemelo. “¿Has comprobado su habitación? Tal vez se estrelló o se quemó”.

“Vengo justo de allí. No está en el baño. La puerta está abierta. No está en la cocina, y fui abajo a la sala de grabación. No está”.

Los pensamientos de peterse centraron en el aparente mal humor de ella cuando se marchó de la sala de estar. Era extraño cuán sintonizado se sentía con sus estados de ánimo desde ayer. Parecía enojada. Nada que él realmente pudiera concretar, pero…

“¿Cogió su bolso?”

“Está en la habitación con el resto del equipaje. La llamé al móvil… aún está en la bolsa. Su teléfono vía satélite también está ahí”. Las palabras de Tim detuvieron que  lalimarcara el número en el pequeño teléfono a juego que se había sacado del bolsillo.

“¿Quizá saliera al jardín?” preguntó Helen esposito a sus hijos.

“Iremos a ver. Mierda, mamá, no puede estar lejos. Es su jodido cumpleaños”.

“¡Tim, cuida la boca en presencia de tu madre!”

peter ya no estaba prestando atención. Se levantó del sofá y miró a los dos hombres altos y rubios que se dirigían hacia la puerta principal. “¿A dónde va cuando está molesta?”

“¿Molesta? ¿Por qué iba a estar molesta? Acaba de casarse… la familia está celebrando su maldito cumpleaños…”

“¡Tim!”

“Sí… perdón, Mamá”.

peter dio un hondo suspiro. “Nosotros… tuvimos una riña justo antes de llegar. Creo que sigue cabreada… o sea, enojada conmigo”. Rápidamente modificó sus palabras y sonrió a Helen esposito. “Lo siento, señora”.

“Ya te dije que me llamaras Helen. Señora me hace sentir vieja”. Su dulce sonrisa le recordó la forma curvada de los exuberantes labios de lali.

“Bueno, Helen, creo que todavía está enfadada conmigo… y tiene porqué estarlo. Fui un chico malo”. Su mueca maliciosa tuvo el efecto deseado sobre la mujer.

“Solía bajar a los pastos del fondo. Hay un viejo granero allí”.

Inhaló profundamente. “Indíqueme la dirección correcta. Creo que necesito ir sólo y empezar a gatear sobre manos y rodillas”. Se fijó en la dirección que Tim le señaló. “¿Tienes una linterna?”

* * * * *

lali se estiró y respiró intensamente el cálido aire picante del interior del granero, antes de acurrucarse de nuevo en la escasa comodidad de la paja húmeda y vieja que había acumulado para un improvisado colchón. No era precisamente su idea de un lugar confortable para pasar la noche, pero al menos estaba caliente, seca y a salvo de la humillación de ponerse a llorar delante de su familia. Nadie la echaría de menos, pensó malhumorada mientras enfurruñaba el gesto. Su esposo/jefe los mantendría ocupados y entretenidos. Escuchó los reconfortantes sonidos de la lluvia golpeteando la vieja madera y las tejas, comprendiendo que estaría varada allí mientras durara el aguacero. Bien por ella.

lunes, 27 de febrero de 2012

CON TAN SOLO UNA MIARADA

CHICAS DECIDÍ QUE COMO HAY 96 VISUALIZACIONES Y SOLO TRES COMENTARIOS, SOLO VOY A SUBIR NOVE LOS FINES DE SEMANA.

CONQUISTAR A LA DONCELLA 37

Chicas entre los comentarios de aqui y los twitts de el twitter salió que primero voy a dejarles la nove de Disfrazados, que ocupara mas o menos como esta, y despues subiré el juego de Lanzani :)


37.

—Quiero que me cuente usted sobre su familia.

Él se quedó inmóvil, estudiando el rostro de ella con la mirada. Luego sacudió la cabeza.

—Lo que hay entre nosotros no tiene nada que ver con mi familia.

—Si usted va a entrometerse en mi vida, debe estar dispuesto a ofrecer algo a cambio.

—¿Es eso lo que estoy haciendo, entrometiéndome en tu vida?

—Siempre está usted creando problemas a propósito.

—Es lo que mejor sé hacer.

—No le facilitaré las cosas.

—No sé por qué, pero dudaba que fueras a facilitármelas. —La contempló largamente y luego dijo—: Bueno ¿y qué vas a darme por compartir estas confidencias contigo?

—¿Dar?

—¿Qué parte de ti? —Al ver su expresión escandalizada, él sonrió—. Tengo la intención de explotar esta oportunidad, amor, que no quepa la menor duda.

—¡Eso es pecaminoso y despreciable!

Él rió.

—Entre los atizadores y esa lengua tuya tan reprobatoria, no me extraña que aún seas una doncella. Sospecho que la mayoría de los hombres te temen demasiado para acercarse.

—Pero no usted.

—No. Yo no. Eres como el fuego. —Alargó la mano hacia las llamas, acercándola cada vez más hasta que ella pensó que seguramente su carne se chamuscaría—. Dejas que te miren, pero no que te toquen. Chisporroteas, silbas y adviertes a los incautos, pero si se arroja algo volátil en la mezcla... —Arrojó el resto de su bebida al fuego, encendiendo una ardiente explosión de calor, haciendo que las llamas se elevasen— ardes descontrolada. Yo, mi querida muchachita, soy ese elemento volátil. —Se movió para quedar delante de la silla tras la cual ella se había refugiado—. Y tú arderás por mí. Entonces, vuelvo a preguntar: ¿qué me darás?

La perspectiva la emocionaba y atemorizaba al mismo tiempo.

—¿Qué es lo que quiere?

—Igual compensación por cada revelación.

—Eso es demasiado vago. —Oyendo el sonido de la capitulación en su propia voz, ella añadió—: E inescrupuloso.

—Lo es, ¿no es verdad? —Sonrió con picardía—. Ahora que hemos llegado a un acuerdo, ¿por dónde empezamos?

—Yo no he acordado nada.

—Pero lo harás. Tienes una curiosidad innata que necesita ser aplacada, no puedes evitarlo.

¿Acaso ella era tan transparente?

—Quizás lo haga, pero primero tendrá usted que decirme su precio.

—Bien. ¿Qué es lo que quieres saber?

Lali meditó acerca de su pregunta por un momento y luego dijo:

—Quiero que me cuente usted sobre su vida y su familia.

Una extraña tensión se apoderó de él mientras bajaba la mirada hacia Inkwell, que se estiró mientras dormía y se dejó caer sobre el otro lado del cuerpo. Lali se alarmó al ver la repentina palidez de su rostro.

—¿Se siente mal? —preguntó, preocupada de que su herida fuera peor de lo que él había revelado.

—¿Qué? —Él le clavó la mirada, con una expresión de confusión en sus ojos que luego se aclaró, llevando a la joven a preguntarse si las sombras estarían engañando sus sentidos.

—Estoy bien —dijo él, en un tono ligeramente brusco—. Y ya he decidido cuál será el precio. —¿Y cuál es?

—Abrazarte.

Lali parpadeó, sorprendida por el pedido.

—¿Eso es todo lo que quiere? ¿Sólo abrazarme? —Había temido que él pidiera mucho más... y aun así acceder a sus condiciones.

—Sí. Eso es todo lo que quiero. ¿Estamos de acuerdo?

La joven dudó, luego asintió lentamente con la cabeza.

La mirada de él se alejó de Lali y caminó hacia la vitrina de los licores, cogió su vaso vacío e inclinó la botella para servirse coñac.

—No beba más —se oyó diciendo, sin saber bien por qué se lo pedía; sólo sabía que lo quería sobrio. Se daba cuenta de que algo estaba molestándolo y estaba usando el licor como un bálsamo.

Él miró fijamente la botella, luego volvió a colocarle el tapón de vidrio y apartó la licorera.

El silencio invadió el cuarto y Lali se preguntó si él estaría arrepintiéndose del trato que habían hecho.

Entonces Peter empezó a hablar.

—Tengo un vivido recuerdo de Church Lane, en St. Giles. Mi padre me llevó a un burdel allí cuando yo tenía trece años. Le parecía que ya era hora de que me hiciera hombre, así que me hizo mirarle mientras se follaba a una prostituta llamada Blythe.

Lali se quedó como petrificada y la invadió un frío interno.

—Pero no era más que un niño.

Él no despegaba los ojos de la pared.

—En esos barrios miserables trece años es edad suficiente para ser padre de un bastardo, ni qué decir tiene fornicar con una puta. No era raro ver a una jovencita, poco más que una niña, cargando a un bebé chillón sobre las caderas. El East End[1] es un mundo aparte y lo que se consideraría inconcebible en el resto de la sociedad no es raro dentro de sus límites.

Lali nunca hubiera imaginado acciones tan deplorables por parte de un padre. Aunque los suyos no habían sido los más dedicados, jamás la habían sometido a prácticas depravadas.

—¿Su madre ya no estaba viva? —preguntó la joven, dándose cuenta por la tensión en los hombros de cuál sería la respuesta.

—Estaba bien viva. Nunca se lo conté.

—Lo siento.

Él se volvió a mirarla.

—No te conté la historia para que te compadecieras de mí. Pero si lo haces, tanto mejor. Quizás me tengas lástima.

—No creo que lo que usted quiera sea lástima.

—Me conoces tan bien, ¿verdad?

Ella enfrentó su mirada sin inmutarse.

—¿Por qué me contó esa historia?

Él se encogió de hombros.

—Fue lo primero que se me vino a la mente.

—Es muy curioso que haya pensado en una cosa así después de tantos años.

—Tengo una memoria de largo alcance.

Lali se preguntaba si serían esos recuerdos los que le impedían dormir por la noche.

—¿Y qué hizo usted?

—¿Qué hice? ¿Con qué?

—Con la prostituta. ¿La compartió con su padre?

Sus ojos se tornaron sin vida y adquirió una expresión glacial.

—No se permiten más preguntas.

—Pero su historia está incompleta —protestó ella—. No puedo respetar nuestro acuerdo sin oír el principio y fin del relato.

Dio un paso hacia ella, con un semblante que recordaba a una nube de tormenta.

—Crees poder manipularme, ¿no es verdad?

—Deseo saber qué sucedió. No podría ser más espantoso que lo que me contó. Yo diría que lo peor ya pasó.

Lali aguardó, preguntándose qué haría él a continuación. Estaba presionándole, pero quizás era necesario que alguien lo hiciera. Sentía que él quería hablar y no encontraba las palabras.

—No —dijo él.

—¿No qué?

—No, no la toqué.

—Eso pensé.

Su mirada capturó la de ella y preguntó agresivamente:

—¿Piensas que tenía miedo?






MI JEFE CAPITULO18

Chicas entre los comentarios de aqui y los twitts de el twitter salió que primero voy a dejarles la nove de Disfrazados, que ocupara mas o menos como esta, y despues subiré el juego de Lanzani :)

lES RECUESRO QUE SOLO QUEDAN CINCO CAPITULOS!!
18.

“No voy a empezar nada. A menos que me obliguen a terminar algo, no habrá violencia”. Su voz era divertida.

“Esto no es gracioso. Me estoy volviendo loca con este asunto. Mi familia siempre te ha detestado por la forma en que me has tratado los últimos años…”

“¿Quieres decir que te he maltratado por pagarte el doble de lo que hubieras ganado en cualquier otro sitio? ¿Por permitirte tener libertad de acción en mis participaciones sociales, poner a tu disposición mi avión personal y asegurarme de que tu seguro médico y dental fuesen los mejores que el dinero pudiera comprar?” Sus cejas se levantaron interrogantes.

Con la cara ardiendo, ella lo miró. “No… quiero decir por la forma en que me llamabas a las 3:00 a.m. para decirme que necesitabas que me levantara de la cama y fuese a rescatarte de alguna piraña en la habitación de un hotel haciéndome pasar por tu mujer…” Apretó los dientes. “O por cómo simplemente ‘olvidaste’ que tenía prevista una fiesta de cumpleaños y demandaste mi presencia en Aspen para salvar tu triste culo de un amorcito al que te referías como `Señorita Barbie Modelo de Pasarela’…”

Su profunda risa fue la última gota que colmó sus destrozados nervios. Su mano salió disparada y debía haber conectado elegantemente con esa sonriente boca… excepto que de repente se encontró aplastada sobre el asiento de cuero, con los brazos firmemente sujetos tras la espalda y la fija mirada de él estrechada sobre la suya. Movió la cabeza lentamente, con esos ojos de zafiro  brillando con peligrosas intenciones. “Oh no… No habrá bofetadas ni mordiscos, querida. Podrás gritarme y chillarme cuando estemos solos, pero no queremos arruinar tu fiesta de cumpleaños con una pelea de gatos, ¿verdad?”

“Oh… tú…” balbuceó ella sin poder hacer nada.

“Siempre supe que había una arpía dentro de ese frío e imperturbable exterior, cariño… pero guárdala para después, cuando ambos podamos disfrutar domándola”.

“Deja de llamarme así”, Susurró mientras la recolocaba sobre el asiento a la vez que se detenía la limusina.

“¿Llamarte qué? ¿Cariño? ¿No es como un esposo recién casado llama a su esposa?” Sus ojos crepitaban con deleite.

“¡No te creo, peter lanzani! Eres el mayor… el mayor…” Farfulló, entonces al instante recompuso el rostro cuando el conductor abrió la puerta, y vio a su padre y a su madre de pie en el porche de la casa, esperando con nerviosismo. “Te diré lo que pienso de ti más tarde”, susurró mientras se alisaba el cabello, se pegaba una sonrisa de felicidad en la cara, se despegaba del asiento de cuero y se apresuraba a subir las escaleras para abrazar a sus padres.



lali no podía creerlo. El muy cabrón tenía a sus padres y a tres de sus hermanos totalmente deslumbrados. Observaba con frustrado silencio cómo peter lanzani  moldeaba a su familia en torno a sus largos dedos como si fuesen masilla. Jim era lo bastante joven como para estar fácilmente impresionado por la conversación acerca del estudio de grabación que su esposo/jefe tenía y usaba. Seis de sus álbumes, que habían sido oro y platino, se habían grabado ahí. Una más de sus muchas facetas.

En realidad se había retirado del asunto de  las giras y los conciertos hacía ya unos años, pero continuaba siendo un trampolín para otras bandas de rock y grupos de moda que necesitaban un empujoncito en el negocio de la música. Y había tenido mucho éxito con ello, tal y como lo tenía en todo lo que hacía. Maldito sea. Su propia carrera musical lo hizo millonario. Su aguda perspicacia para los negocios había transformado su fortuna en miles de millones.

Ahora peter lanzani  Enterprises era un conglomerado de una docena de punteras y ambiciosas empresas relacionadas con la grabación, promoción y organización de giras para nuevas bandas, el diseño y la construcción de algunos de los mejores instrumentos de música rock más caros de la industria; el diseño y la creación de los mejores productos electrónicos del mercado, y así sucesivamente. El hombre tenía el toque de Midas, y ella estaba más y más cabreada con él a cada minuto que pasaba.

Pero la gota que colmó el vaso fue la forma en que su esposo/jefe desarmó totalmente a los gemelos cuando llegaron a la casa para la fiesta con Sam, el mayor de los hermanos, y los tuvo a todos enseguida comiendo de su mano. Con un gruñido de disgusto, lali se excusó de la celebración para ir a “refrescarse” y, después de ponerse unos pantalones vaqueros y unos zapatos cómodos, se escabulló por la puerta de la cocina para caminar en un rabioso mutismo a través del jardín de la cocina hasta la terraza de rosas y al bosque de más allá.

No entendía por qué le molestaba tanto ver al hombre que había amado durante los últimos siete años encandilando a toda su gente con esa carismática aura que lo rodeaba tan a la ligera. Esto la superaba. Sin embargo, las lágrimas que le quemaban los párpados, y que luchaba por controlar, eran muy reales. Aceleró el paso hasta internarse en la conocida negrura del camino cubierto de hojas que conducía desde el límite posterior de la propiedad de su familia a la orilla del río. Había recorrido ese camino durante más de veinte años, con sus hermanos o completamente sola. Le resultaba tan cálidamente familiar y acogedora como una vieja y querida amiga mientras inhalaba el profundo aroma caliente del musgo de los robles, las agujas de pino y el humus en descomposición.

Él estaba ahí atrás robándole a los suyos. Infectándolos con su perverso sentido del humor y su abrumador carisma. Ellos ya no eran la fuente de protección que la rodeaba de calidez. Ahora eran sus más recientes aduladores. Incluso su propio padre, ¡por el amor de Dios!, el hombre que había jurado decirle al hijo de puta lo que pensaba de él, ahora estaba riendo jovialmente y dándole palmadas en la espalda cómo si fueran los mejores amigos del mundo. Maldito fuera. Se sentía como una extraña en su propia fiesta de cumpleaños de mierda.

domingo, 26 de febrero de 2012

VOTEN LA NOVE QUE MAS LE GUSTA

DESPUÉS DE LA NOVELA MI JEFE QUE VA POR UN POCO MAS DE LA MITAD CUAL LES GUSTA MÁS?

-LA PROFESORA DE NICO

Mariana habia sido reprimida, en todos los sentidos, toda su vida.
Hacia tiempo que se habia deshecho de todas las ataduras a las que habia sido
empujada y era una Dom experimentada en toda clase de sensuales
experimentos.
Cuando conocio a Nicolas y vio que sus padres lo ataban a sus anticuadas
costumbres, quiso aflojar los nudos, ensenarle a desinhibirse. Y el aprendia cada
leccion con avidez, deseando cada mirada, cada roce y cada suspiro que ella
emitia.
Iba a ser la leccion mas dulce.

Constará de unos treinta capitulos

-EL JUEGO DE  LANZANI
El profesional de Futbol Americano Peter Lanzani es toda una estrella dentro del

campo y en la alcoba… Aunque una sexy, y decididamente madre soltera

podría ser la única en hacerlo perder un juego...

Durante años, Peter ha sabido aprovechar al máximo la vida a disposición de

un deportista profesional: la fama, la fortuna, y a una chica diferente en cada

ciudad. Pero cuando conoce y se relaciona con la hermosa organizadora de

eventos, Lali Esposito, quiere mucho más que la típica relación de una noche.

Lástima que Lali no esté interesada en conocer mejor al más notorio playboy

del fútbol.

Como la madre soltera de un hijo adolescente, lo último que necesita Lali es el

estilo de vida del jet set de Peter Lanzani, a pesar de que su ardiante y apasionada

aventura de una noche fue inolvidable. La vida de Lali es bastante complicada

ya, como para meterse de lleno en la fama como la última adquisición de Peter.

Lali jugó al juego del amor una vez y perdió mucho, y no tiene intención de

vivir de nuevo la experiencia, sobre todo con un rompecorazones como Peter.

Pero cuando Peter se propone ganar, nada lo detendrá. Y tiene en mente la

jugada perfecta para atrapar a su seductora picara.

Tendrá unos 80 capitulos, pero no lo sé seguro.

-DISFRAZADOS

¿Qué pasaría si C3PO y Drácula se conocieran? ¿Y si se sintieran atraídos sexualmente? ¿Sería sexo intergaláctico, robótico o vampírico? lALI lleva un día de perros, se ha quedado sin gasolina y ha tenido que dar un largo y “agradable” paseo (con tacones, sobre la carretera desconchada, malhumorada) hasta la gasolinera, para colmo de males allí se encuentra con un tipo graciosillo que presencia divertido como ella acaba tirada en el suelo lleno de “fluidos insanos” del aseo. ¡Que tipo más majo! Más tarde, Lali ya recuperada se presenta en la fiesta de Halloween de su barrio disfrazada de C3PO dispuesta a pasárselo bien. Todo va sobre la seda, hasta que se presenta un tal “Drácula” que no es otro que el tipejo graciosillo del aseo… Lali se propone odiarlo, pero el tipejo despliega todo su encanto, y resulta que ya no es ni tipejo ni graciosillo, sino una persona encantadora y estupenda… y además, es que está más bueno que un queso. ¡Y qué narices! Bajo las placas de metal de su disfraz hay carne, y la carne es débil ¿no?

DIGAN CUAL PREFIEREN!!, LAS DOS ÚLTIMAS SÑON LALITER LA PRIMERA ES DE  NICO Y LALI

CONQUISTAR A LA DONCELLA CAP 36


36.

Había algo provocativo en la manera en que él estudiaba a la joven mientras ésta se acercaba, un cierto brillo fiero que ella no alcanzaba a comprender mientras él le tendía el vaso con una mano que temblaba.

—Gracias —murmuró ella, tratando de no fijar la vista en el pecho de él, aun cuando la escultural belleza de esta parte de su cuerpo hacía que sus dedos ardieran de deseos de tocarlo.

—¿No podías dormir? —preguntó él.

Los dedos de la joven apretaron con más fuerza el vaso.

—La tormenta... me mantuvo despierta. ¿Y usted?

—Diferentes cosas. —Ninguna de las cuales parecía tener intención de compartir con ella—. Supongo que esta noche ambos pertenecemos a las filas de los insomnes.

Lali no hacía más que preguntarse cuáles serían los motivos del insomnio de él. En ese momento vio una extraña caja negra sobre la mesa detrás de él.

—¿Qué es eso?

—Eres curiosa, ¿verdad? —Él cambió ligeramente la posición de su cuerpo para tapar con él la mayor parte de la caja—. Termina tu bebida —dijo, inclinando el vaso hacia los labios de ella.

Tras una breve pausa, ella tomó un sorbo. El licor añejo y suave le transmitió una sensación de calor mientras bajaba por su garganta, quitándole un poco el frío. Su mirada se deslizó otra vez hacia la caja.

Lali dio un respingo cuando la mano de Peter le envolvió la muñeca atrayéndola hacia delante hasta tenerla de pie entre sus muslos.

—¿Qué es lo que hay en usted señorita Purdy, que puede enloquecer así a un hombre? —Su voz era un susurro suave e increíblemente seductor.

—Usted parece ser el único hombre sobre el cual tengo ese efecto.

—Por algún motivo, me cuesta creerlo.

—No me cabe duda. De otro modo su comportamiento escandaloso quedaría en evidencia.

La sonrisa que de repente le dirigió él era irresistible.

—Si la memoria no me falla, yo fui el caballero andante que luchó para salvarte.

—Usted me besó.

—Permíteme que disienta. Hicimos un trato. Te besé con tu consentimiento.

—Usted me chantajeó para que lo hiciera.

—Chantaje es una palabra dura. Prefiero tomarlo como una prenda para obtener ayuda en el futuro.

—Es decir, que espera usted un beso cada vez que necesite su ayuda.

—Un beso, o cualquier cosa con la que quieras negociar. —Deslizó un dedo hacia abajo por el brazo de Lali, haciéndole poner la carne de gallina—. Verás que soy un tipo muy conciliador.

El calor empezó a inundar el cuerpo de Lali y si él la hubiese besado en ese momento, se hubiera rendido a él. Levantando la barbilla, dijo:

—No conseguirá usted nada más de mí.

—¿No?

Por el modo en que chispeaban sus ojos, Lali advirtió que se sentía obligado a intentarlo mientras se inclinaba y apretaba sus labios contra la curva de su cuello.

Instintivamente, ladeó la cabeza y cerró los ojos, deleitándose en la cálida presión de la boca de Peter, mientras sus labios se deslizaban bajando por la garganta, para sumergirse en el hueco de la base y regresar luego hasta el centro, sembrando delicados besos sobre la barbilla hasta que las bocas quedaron muy cerca una de la otra y el azul líquido de sus ojos penetro en los de ella.

—Tus pezones están duros —murmuró él con voz ronca.

Lali se quedó boquiabierta ante el descaro del comentario y retrocedió bruscamente, pero las manos de él le esposaron las muñecas tironeándola hacia delante.

—Puede que tú quieras rechazarme, pero tu cuerpo no puede.

—Basta ya.

—¿Me desean, cariño? ¿Quieren mi boca de nuevo?

Sí, quería gritar Lali. Su cuerpo desleal estaba traicionándola.

Él movió las caderas contra ella, dejándola sentir lo excitado que estaba.

—Si supieras cuánto hacía que no sentía algo así.

Lali lanzó la cabeza hacia atrás y lo miró enojada, aunque se apretó más contra su miembro firme.

—¿Una semana?

—Qué tal si te digo que seis meses. Más, si tengo que ser honesto conmigo mismo. Y ahora apareces tú. —Suavemente le acarició con el pulgar la parte interna de la muñeca—. ¿Qué voy a hacer?

—¿Respirar profundo, quizás?

—Te necesito.

—Ni siquiera me conoce.

—Pero te conozco. Aunque detesto admitirlo, sí que asimilé algunas de las enseñanzas de Tahj y una parte de mí te conoce, te comprende.

Lali sentía lo mismo. Era como si toda la vida hubiese estado esperando a este hombre y aunque su mente se resistía a aceptarlo, su corazón lo sabía.

Entonces él la besó, de ese modo suave aunque implacable que ella estaba empezando a añorar. Intentó decir las palabras que podían terminar con ese maravilloso tormento, pero éstas no acudieron a sus labios.

Peter embriagaba de tal manera sus sentidos, era tan difícil resistirse a él. Era un conocido mujeriego, sus hazañas estaban muy bien documentadas. Con frecuencia se le veía en compañía de otros granujas y bribones. Aun así Lali le creía cuando afirmaba que ella lo había hechizado, porque también él la había hecho presa de un encantamiento parecido.

Apelando a toda su fuerza de voluntad, la joven se liberó de su abrazo. Se llevó prendido en el cuerpo el perfume de él, esa combinación única de madera de sándalo y almizcle, mientras se dirigía a la butaca de orejas y se ponía a acariciar el suave pelo de Inkwell.

Sabía que Peter iba tras ella. Percibía su presencia detrás de ella, casi podía sentir su aliento en la nuca y sabía a lo que se había arriesgado al entrar en su guarida.

Un relámpago brilló atravesando la noche con la brevedad de su luz blanquísima y el estruendo del trueno hizo temblar toda la casa. Ella se rodeó el cuerpo en un abrazo asustado.

—¿Te da miedo la tormenta?

Ella se volvió de golpe, por un momento había olvidado que Oeter estaba allí. De pie, a escasos treinta centímetros de ella, con una mano hundida en el bolsillo del pantalón, y uno de los faldones de la camisa levantado detrás de aquella mano, dejando ver su cintura delgada.

—¿Suele pasearse usted a medio vestir delante de las mujeres? —preguntó ella, con un tono tremendamente santurrón.

—¿Es una ofensa para sus sentidos, señorita Purdy?

Sus sentidos estaban indignados, pero sólo porque él despertaba en ella el deseo de tocarlo.

—No es decoroso.

—¿Como tampoco era decoroso que besara tu cuerpo en la playa?

Lali palideció, escandalizada ante su audacia del comentario.

—Un caballero no sacaría a relucir eso. —Parecía más una doncella beata que una criada, pero ya era demasiado tarde para retractarse.

—Nunca he pretendido ser un caballero. —Dio un paso hacia ella, quien corrió a guarecerse detrás de la butaca orejera, con lo que sólo consiguió divertirle—. ¿Voy a tener que perseguirte por la habitación? Sabes que lo haré.

—¿Y sería usted capaz de forzarme?

Un destello de enojo chispeó en los ojos de él.

—¿Acaso te forcé esta tarde?

De haberlo hecho, la pregunta realmente le habría dado argumentos a Lali, pero no, no la había forzado.

—No —dijo ella—. Pero no está bien.

—¿Por qué? ¿Hay alguien más? —Lentamente avanzaba hacia ella—. ¿Tal vez el tonto de esta tarde?

—¡Maxi no es ningún tonto! —dijo ella echando humo—. Es un buen amigo.

—Y te desea. Estás ciega si no te das cuenta.

—Somos amigos, nada más. Pero aun si no fuera así, no es asunto suyo.

—Estoy haciéndolo asunto mío.

Él era el más exasperante y arrogante patán que había conocido en su vida. Así y todo, había abierto una puerta que ella audazmente pretendía atravesar.

—Entonces, espero igual cortesía de parte de usted.

Él acarició su vaso.

—¿Exactamente qué es lo que estás pensando en conseguir, cielo?

Ella elevó la barbilla.