viernes, 2 de marzo de 2012

CONQUISTAR A LA DONCELLA CPAITULO 42

Solo les subo mas caps de conquistar a la doncella porque en las otras noves hay muchas visualizaciones y pocas firmas, espero que les guste y gracias a las que siemrpe firman!!
42.

—No.

—Por favor. —Fin de la discusión.

La desesperación desbordaba a Lali.

—Maxi se casará conmigo.

—Recca no es una opción.

—¿Porqué?

—Porque yo lo digo.

—Está siendo usted poco razonable.

—Estoy en todo mi derecho.

Antes de detenerse a pensarlo mejor, Lali cogió el pequeño jarrón de cristal de la mesa junto a ella y lo arrojó por el aire en dirección a él. Dado que su puntería era pésima el florero fue a parar más allá de la butaca. Pero no tuvo tiempo ni de maldecir por no dar en el blanco ni de buscar otro objeto para arrojar ya que él saltó de la silla en un abrir y cerrar de ojos y dio la vuelta al sofá.

Lali retrocedía mientras él la acechaba.

—No me toque. Se lo advierto.

Un músculo se movió en la barbilla de Peter.

—Ya es hora de que alguien le enseñe que sus actos tienen consecuencias, mocosita egoísta.

—Si me pone una mano encima voy a...

—¿Qué va a hacer? —se mofó él, sin dejar de avanzar hacia ella.

La mirada de Lali se movía desesperadamente de izquierda a derecha. La tenía acorralada. En cualquier dirección que intentase escapar, lo tendría encima de ella al instante. Continuó retrocediendo hasta sentir su espalda apretada contra la pared, con el pecho oprimido y respirando apenas cuando Peterse detuvo delante de ella.

Alzando la barbilla, Lali le miró con enojo. Temblaba cuando él alargó el brazo y le rodeó la cara con los dedos, sin dejar de mirarla a los ojos.

—Es usted una muchachita impetuosa —dijo él, pero hablaba con suavidad, mientras con el pulgar le acariciaba ligeramente el contorno de la cara.

Un anhelo empezó a arder en el interior de la joven, una necesidad que él había despertado. Debía haberse asomado a sus ojos, porque él dejó caer la mano y nuevamente la miró desapasionadamente.

—Dejaré que su marido la meta en cintura. —Se alejó de ella—. Pero prestará atención a lo que digo y hará lo que se le manda. Si se siente impulsada a desobedecer, la encerraré en su cuarto.

—¡Ya no soy una niña!

—Entonces no se comporte como tal. Puede retirarse.

«¡Puede retirarse! ¡Qué atrevimiento!»

—Me iré, pero sólo porque deseo librarme de su odiosa presencia.

Los ojos de él centellearon.

—Más le valdría ir acostumbrándose a mi odiosa presencia y trabajar diligentemente para mantenerme contento. De lo contrario, las cuatro paredes de su cuarto se parecerán a una prisión.

—¡No serán más parecidas a una prisión que el matrimonio en el que usted ha decidido atraparme!

—Ya es hora de que crezca usted, señora mía. No puede pasarse la vida campando como un marimacho mal criado; es usted la hija de un conde. Y si sus padres vivieran aún, haría por lo menos tres años que hubiera tenido usted su temporada. A estas alturas muy bien podría estar casada y con un hijo. Piénselo.

Lali recordaba lo suficiente acerca de sus padres como para saber que nunca le hubiesen permitido vagabundear por el campo vestida con pantalones de hombre. Probablemente estaría llevando una vida muy decorosa en el campo, asistiendo a tomar el té, a reuniones elegantes y a bailes locales. Ya hubiera sido acicalada, atormentada y peinada por doncellas y modistas hasta casi enloquecerla.

¿Cómo se las habría arreglado para soportar una vida sin los páramos, las ensenadas, los acantilados?

¿Cómo sobreviviría ahora sin todo eso?

Alzó la vista hacia el rostro de Peter, todavía implacable, y se dio cuenta de que nada de lo que ella dijera le conmovería. El corazón le pesaba. No podía perder Moor's End; no la perdería. Si debía seguirle el juego a Peter, al menos se llevaría algo que fuera de ella. Si tenía que casarse, encontraría un hombre que la dejara regresar a Cornualles y le diera tanta libertad como ella deseara. Un hombre amable. Gentil. Un hombre que fuera el polo opuesto de su tutor.

—Bien —dijo ella—. Con gusto iré a Londres. Pero Rocio debe venir conmigo, y también Jsper y Olinda.

Él la estudiaba con una expresión casi triste en los ojos.

—Pueden venir, pero si te ayudaran en cualquier plan poco sensato, los consideraré responsables. ¿Comprendes?

Su advertencia era clara. Sus amigos conocerían su ira si se le oponían. Lalijamás se había sentido tan sola.

—Comprendo.

—Bien. Entonces la veré por la mañana.

Le dio la espalda y caminó rígidamente hacia la ventana para mirar hacia fuera. La lluvia había disminuido hasta convertirse en un hilo de agua, y a través de los cristales ya eran visibles las formas oscuras de los árboles arqueados bajo el peso del agua.

Lali se demoró un instante más mirando la figura solitaria de Peter, temerosa, por primera vez, del futuro y de lo que le tenía reservado.

Obligó a sus pies a moverse. Acababa de abrir la puerta, cuando las palabras de Peter la detuvieron.

—Espero que se quede en su cuarto —dijo sin mirarla—. No vuelva a bajar.

Lali salió sin hacer ruido.

Peter se quedó de pie inmóvil, escuchando el ruido de los pasos de ella perderse en la distancia. Luego dejó caer la cabeza sobre una de sus manos y cerró los ojos, el desprecio que sentía por sí mismo amenazaba con estallar de un momento a otro. Si ella se hubiera quedado un minuto más...

Giró abruptamente, atravesó enojado la habitación y cogió la caja negra de encima de la mesa. Hundiéndose en el sofá, la apoyó en su regazo, mientras le temblaban las manos.

La imagen de los ojos tristes de ella lo acosaría toda la noche. Lali, el nombre iba con ella. Era tan incorregible como habían proclamado las institutrices y no se comportaba en absoluto como la dama que se suponía que era.

Y aún así Peter sentía su pérdida. Deseaba a la ladronzuela enfundada en pantalones que rescataba gatitos y amenazaba a los libertinos con hacerles daño físico. Al demonio con ella por ser la única mujer en el mundo que él no podía tener.

Olvidaría lo que fuera que sentía por ella, desterraría cualquier culpa que lo agobiara porque había aprendido hacía mucho tiempo que una conciencia era un estorbo. Se las había arreglado para pasar la mayor parte de su vida sin acordarse demasiado de la posible bondad del corazón humano, y no quería empezar ahora.

Con manos bañadas de sudor levantó la tapa de la caja. Dentro estaba la panacea para cualquier dolor, una alegría efímera que podía comprarse por apenas un chelín y llevarse despreocupadamente en un bolsillo del chaleco.

Bajó los ojos, clavándolos en un familiar infierno, un infierno en el que había vivido por casi diez años, desde sus primeros días en la India.

Durante los años que siguieron sólo había logrado escapar del tormento por períodos cortos. Pero los fantasmas de su pasado se filtraban a través del muro cuidadosamente construido y arrasaban con su fuerza de voluntad.

Estaba dominado por su adicción al opio.

Hurgó en la caja y cogió la larga punta de metal, haciéndola girar una y otra vez sobre su palma, tratando de luchar contra la necesidad de soltar la aguja y cerrar la tapa de un golpe. Pero había seguido esta rutina muchas veces antes y la ejecutaba de memoria.

Abrió un paquetito y ensartó una de las píldoras en el extremo de la aguja. Estaba demasiado húmeda y habría que secarla. Extrajo una pequeña lamparilla de alcohol y la encendió, produciendo un punto de intenso calor encima de la campana de vidrio templado.

Cuando hubo logrado la consistencia deseada, untó la píldora sobre la base del recipiente. Luego invirtió la lamparilla hasta que la píldora se derritió y vaporizó, y el olor saturó el aire.

Cerró los ojos y rogó por la salvación, pero ésta no llegó. Entonces respiró profundo, inhalando los intensos vapores de la droga a través del tubo principal de la pipa de bambú, odiándose por todo aquello en lo que se había convertido.

—Veo que has dejado entrar al demonio.

A través de la brumosa euforia que se filtraba en su torrente sanguíneo, Peterreconoció la voz.

—Vete de aquí —le dijo a Tahj.

No podía soportar que su amigo le viera en este estado, cuando se quedaba allí de pie, como el centinela de una vida fracasada.


23 comentarios:

  1. naaaaaaaaa como siempreo me haces eso mueor por mas

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  2. peter es un tarado no lo soporto espero que taj lo ayude

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  3. me tiene loca la novela quiero mas

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  4. que bueno que subiste otro amo la nvoela

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  5. jodeme que actitud mas estupida de peter por dios que habla los ojos y al ayude necesita un golpe en la cabeza

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  6. pobre lali no se merese lo que le esta haciendo peter

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  7. nananana que alquien le aga reaccionar a peter esta mal este pibe

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  8. quiero mas novela que esta buenisima

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  9. Lali no se va a dejar avasallar.¿d k le sirven las drogas?si la conciencia no es efimera ,esta constantemente en nosotros,eso no te hace olvidar.

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  10. No creo k consiga llevarla a Londres,no veo a Lali sumisa para nada,si esta peleando xk no casen a su amiga,con ella no va a poder Peter

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  11. Y de momento Peter ya a rechazado a Maxi,habiendo visto k se llevaban bien,y eso ya le molesto,no creo k ni el mismo, encuentre el indicado para ella.

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  12. que capitulo por dios estoy ansiosa por leer mas

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  13. dios peter cada vez esta mas loco haora se droga me da pesar

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  14. peter me saca espero que se de cuenta que esta haciendo todo mal y que el puede estar con lali y casarse mas grosa

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  15. esta muy buena, espero mas

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  16. no Peter tiene qe reaccionar no tiene qe llevar a Lali a Londres y casarla!! :/ y menos fumar opio ... Espero qe reaccione pronto. Mas nove no me dejes asi!!!! :(

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  17. Tahj,¿vendria a ser como su conciencia?

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