Y Lali continuó.
Recorrió el cuello y el pecho con delicados lametones y provocadores mordiscos,
alternando unos y otros en base a los gemidos estrangulados que escapaban de
los pulmones de peter; luego subió hasta su boca besándolo apasionadamente a la
vez que apoyaba su cuerpo totalmente sobre el de él. Sintió que ambos pezones,
los masculinos y los femeninos se erguían, y se olvidó del beso para seguir
investigando. peter jadeó quejándose hasta que notó que los dientes incidían
sobre sus tetillas, atormentándolas y provocándole tal placer que no pudo
evitar mover sus caderas contra el cuerpo posado sobre ellas, buscando al menos
un poco de alivio. Lali respondió apretándose contra él, tanto, que notaba en
su polla endurecida la humedad acogedora de ella, incluso con la sábana en
medio dando por culo.
Lali abandonó los
pezones dolorosamente erguidos y se dirigió hacia abajo, al ombligo, peter
subió las caderas.
—Pero te quieres
estar quieto, así no me puedo concentrar —se quejó sintiendo chispazos en el
clítoris; si peter seguía así, acabaría metiéndoselo dentro y su investigación
quedaría en suspenso.
—No puedo —jadeó.
— ¿No puedes qué?
—preguntó ella meciéndose sobre él... Dios...
—Quedarme quieto.
—Ah... Háblame de
ti —dijo ella parando.
— ¿Qué? —el siguió
moviendo las caderas.
—Que me hables de
ti. —Se separó totalmente a cuatro patas como los gatos, sin dejar que se
tocaran en ningún punto.
— ¿Para qué? —se
quejó él.
—Para desviar mi
atención a otros temas que no sean mi clítoris y mi vagina —contestó sincera.
— ¿Quieres desviar
tu atención? —Joder, estaba como una puta cabra.
— ¿Quieres que siga
con mi investigación? —preguntó Lali alejándose todavía más de él.
—Mi familia vive en
Barcelona, tengo dos padres, un hermano y una hermana.
—Perfecto. Sigue
así.
Y peter siguió así.
Lali comenzó a recorrer de nuevo los pezones que habían perdido su dureza, cosa
que no le complacía en absoluto, mientras él le contaba que su hermano pintaba.
Bajó hasta el ombligo y lo recorrió tímidamente con la lengua. Luego se quedó
parada y le dio unos golpecitos en las costillas. peter continuó donde se había
quedado.
—Mi hermana hacía
antes ejercicio, pero lo dejó porque...
Lali continuó con
el ombligo, recorriendo con los dedos el vello que lo rodeaba, luego se
encontró con el impedimento de la sábana, así que se levantó ligeramente y la
quitó de un tirón. peter jadeó y paró de hablar a la vez que su polla
endurecida se balanceaba reclamando atención. Lali olvidó por un momento la
conversación —si tenía que ser sincera consigo misma, no le estaba haciendo el
menor caso—, y recorrió con la punta de los dedos las inmediaciones de la
erección. Las caderas masculinas se movieron buscando los dedos y Lali volvió
en sí. Frunció el ceño y le golpeó ligeramente las costillas de nuevo.
—Puso un tatami en
casa, pero al final lo abandonó a favor del footing...
peter sentía las
caricias de ali como si fueran fuego recorriéndole las ingles, bajando por sus
piernas en un movimiento tan lánguido que le daban ganas de cogerla entre sus
brazos y penetrarla salvajemente. Los dedos se posaron en la parte interna de
los muslos para luego alejarse. Abrió los ojos. Ella lo estaba mirando a la vez
que se mordía los labios. ¡Dios! ¿Qué estaría planeando? De repente levanto la
pierna que tenía colocada a un lado de la cadera masculina y la recolocó,
posando entre los muslos la rodilla. peter abrió inmediatamente las piernas,
expectante. Ella sonrió, lo miró, frunció el ceño y le golpeó los labios
suavemente con el índice. Joder.
—A mi padre le
gusta jugar al mus, y casi siempre gana...
Lali sonrió
satisfecha, ahora tenía que colocarle más o menos como quería. Se movió hasta
quedar arrodillada entre sus muslos, luego le dobló y levantó las rodillas
haciendo que se abriera más todavía, dejándolo totalmente expuesto a su mirada.
Los testículos se veían más tensos, el glande se hinchaba y enrojecía por
momentos a la vez que el líquido preseminal hacía su aparición. Lali deseó
probarlo con su lengua pero se contuvo. Recorrió con las yemas de los dedos la
ingle procurando no rozar la polla y bajó lentamente dibujando un triángulo que
evitaba su escroto. Encontró la zona perineal, esa que él había tocado antes y
que a ella le había vuelto loca. Sin dejar de mirarlo, se metió los dedos en la
boca y los humedeció.
peter miraba
asombrado a la mujer sensual y erótica que tenía entre las piernas, esa gata
salvaje no podía ser Lali... o sí, se respondió acordándose de la mamada
espectacular que le hizo ayer. La vio llevarse los dedos a la boca y chuparlos
ávidamente. Cuando ella levantó la mirada y le frunció el ceño, recordó que
había parado de hablar.
—Mi madre asiste a
reuniones con su club en las que habla de juguetes eróticos. —Joder... ¿de
verdad le había contado eso?
La vio sonreír para
a continuación bajar la cabeza. No pudo evitar jadear cuando sintió que le
levantaba la bolsa escrotal para luego recorrerle el perineo con los dedos
húmedos arriba y abajo, llegando casi hasta el ano para después revertir el
recorrido, acercándose hasta los testículos y de nuevo bajar. Repitió el
movimiento una y otra vez, lentamente, suavemente, hasta que peter sintió que
muslos y nalgas se le endurecían, contrayéndose a la vez que los huevos se
tensaban y elevaban ante la inminencia del orgasmo.
Lali sentía el
calor en su vagina. Jamás hubiera pensado que dar placer a un hombre podía ser
tan excitante, o tal vez fuera que peter era El hombre. La confianza y
libertad que le había dado a ella eran como fuego para su libido. Se sentía
mojada, abierta y necesitada. Quería sentirlo dentro y que le acariciara el
clítoris con esos dedos divinos que tan bien sabían hacerlo. En definitiva,
estaba muy pero que muy excitada. Vio el glande amoratado, humedecido y no pudo
evitar probarlo aunque eso diera al traste con su investigación sobre las zonas
erógenas alternativas del cuerpo masculino. Bajó la cabeza y lamió lentamente el
perineo, sintiendo como él se tensaba. Subió poco a poco rodeando la bolsa del
escroto para luego abarcarla muy suavemente entre sus labios, azotándola
delicadamente con la lengua.
peter jadeó y se
agarró a las sábanas usando toda su fuerza de voluntad en la tarea de no
moverse. Sintió los labios de Lali comiéndose sus huevos y estuvo a punto de
explotar cuando le recorrió el tallo de la polla con la lengua, jugueteando con
las abultadas venas que lo recorrían. No pudo evitar arquear la espalda y
ofrecer su polla. El ofrecimiento fue contestado con un ligerísimo arañazo,
totalmente premeditado, por parte de los dientes de Lali, un recordatorio de
que no debía moverse. Se movió. Jadeó cuando ella lo reprendió de nuevo de la
misma manera. Joder. Le extasiaba sentir esos delicados y blancos dientes sobre
su polla.
Cuando peter se
agitó de nuevo, Lali comprendió que lo hacía totalmente aposta; sonrió y
recorrió con los dientes todo el pene, de arriba hacia abajo y luego al
contrario hasta dar con el glande. Una vez allí, se sintió demasiado excitada
como para bajar. Había llegado la hora de probar el líquido lechoso que tan
rico sabía.
El primer lametazo
en el capullo mandó una descarga eléctrica por todo el cuerpo de peter, el
segundo hizo que una presión casi insoportable se instalara en su pelvis.
Cuando ella empezó a jugar con el frenillo los testículos se tensaron y
dolieron y al sentirla recorrerle la boca de la uretra, abriéndola con la
lengua, absorbiendo el poco semen que se escapaba, la temperatura de su cuerpo
subió varios grados. Se agarró con fuerza al colchón —Lali no tenía cabecero en
su cama—, y gimió alzando las caderas.
—Ponme un condón.
Ella o no le oyó o
no le hizo caso, así que a él no le quedó más remedio que bajar las manos y
agarrarla del cabello para que levantara la cabeza y dejara de hacer las
deliciosas cosas a las que se dedicaba.
—Ponme un condón
—gruñó entre jadeos.
— ¿Qué?
—Ponme un condón.
Están sobre la mesilla.
— ¿Por qué?
—preguntó ella a lo suyo, es decir lamiendo y devorándole la polla. Dios, su
piel sabía deliciosa.
—Tienes... veinte
segundos... antes de que te folie —los jadeos no le permitían decir la frase
sin interrupciones.
— ¿Ahora?
—Diecinueve...
Lali soltó lo que
tenía entre manos —con bastante pena por cierto— y cogió la caja de condones.
—Dieciocho... —si
se concentraba en los números aguantaría.
Cogió un condón y
rasgó la envoltura.
—Diecisiete...
Lo sacó de su
envoltorio.
—Dieciséis...
Lo colocó sobre el
glande.
—Quince...
Lo deslizó por el
pene.
—Catorce...
—Ya está —respondió
satisfecha mientras cogía la polla entre sus manos y la acunaba amorosa.
—Trece... a la
mierda.
pter se sentó de
golpe, la asió por las caderas, la levantó en vilo para luego tumbarla boca
arriba en la cama, agarró el tanga, recordó que tenía prohibido romperlo y lo
deslizó hacia un lado de la ingle con un gruñido, después se metió dentro de
ella de un solo empellón y se quedó quieto. Inmóvil.
— ¡Eh... habías
dicho veinte segundos! —se quejó ella moviéndose contra él; Dios, qué sensación
tan fabulosa... ¿Por qué no se movía el muy capullo?
—Estate quieta
—dijo peter con los dientes apretados a la vez que con una mano le levantaba la
camiseta por encima de las deliciosas tetas que tanto ansiaba ver.
—No quiero
—contestó Lali sintiendo el calor ascender por su vagina y apretando los
músculos internos.
—Para. —peter se
dejó caer sobre ella manteniéndola inmóvil con el peso de su cuerpo.
— ¡Pues vaya!
Tantas prisas para luego... nada —bufó Lali—. Me estás asfixiando.
—Joder. —Estaba al
borde del orgasmo, un solo empujón y se correría. Y no quería eso, inmóvil
dentro de Lali se apoyó en un codo para liberarla de su peso.
—Si te mueves, me
tumbo sobre ti otra vez. ¿Entendido? —Si se movía no podría controlarse.
—A sus órdenes, mi
general —contestó ella contrayendo la vagina, buscando más calor.
peter puso una mano
entre sus cuerpos y buscó el clítoris; cuando lo encontró fue recompensado con
un gemido. Perfecto. Tenía que distraerla, hacer que dejara de abrasarlo con
las contracciones de la vagina. Comenzó a acariciárselo, introduciendo un dedo
en su vagina, pegándolo a su polla y humedeciéndolo. Lali jadeó, él volvió al
clítoris y lo rodeó, lo apretó, lo masajeó; ella contrajo la vagina, él empezó
a multiplicar por siete. No había forma... cuando Lali empezó a respirar agitadamente
haciendo que sus pechos de irguieran con los pezones duros como piedras
coronándolos, peter se olvidó de la tabla del siete, de ir lento y de todo.
Agarró el pie de Lali, lo colocó con el talón en su hombro haciendo presión,
abriéndola más todavía, permitiendo una penetración más profunda. Clavó las
manos en el colchón a ambos lados de la cabeza de Lali, debía sostenerse sobre
ella para no cargarla con su peso. Fue su último pensamiento coherente.
Embistió con fuerza, con un ritmo primitivo que solo sabía de placer y
posesión, hundiéndose hasta tocar el fondo de la vagina y presionando contra
ella para ir más allá. Los embates eran tan fuertes que Lali acabó apretando
las manos contra la pared para evitar darse con la cabeza en ella. El orgasmo
fue demoledor, los cuerpos ardieron, temblaron, dejaron de respirar y se
desplomaron. peter recordó hacerse a un lado para no aplastarla en el último
momento... no le gustaría asfixiarla si perdía el conocimiento, cosa que casi,
casi había ocurrido.