sábado, 18 de febrero de 2012

MI JEFE CAPITULO 8


8.

Sus lenguas se enredaban con voracidad, respirando ambos de forma irregular y ardiente, con los cuerpos pegados ávidamente uno contra el otro, mientras los brazos de él la estrechaban con tanta fuerza que casi pudo sentir crujir su propia espina dorsal. Luego una mano le ahuecó el trasero en un familiar, firme apretón, y lali inhaló y trató de retroceder. Él murmuró con voz ronca contra sus labios, “Relájate. Sobrevivirás”.

Ella le iba a golpear en  la cabeza… más tarde.

Cuando por fin sintió sus flojos pies tocar la alfombra de nuevo, y la boca de él se levantó de la suya, se dio cuenta de que los hombres estaban golpeando a lanzani en la espalda y se alzaban voces por todas partes, mientras su “prometido” aceptaba felicitaciones de sus compañeros, incluso mientras la mantenía firmemente apretada contra su todavía rampante erección. Probablemente para disimularla hasta que se calmara.

Sonrió a las personas que hablaron con ella, sin escuchar una maldita palabra de lo que le estaban diciendo. Su vientre era una bola de masa caliente. Las piernas no la habrían sostenido si él hubiera decidido apartarse, y ella no tenía ningún deseo de caerse hecha un ovillo a los pies de todos en la alfombra, por lo que mantuvo las manos fuertemente apretadas sobre los hombros de él.

“Así que, lanzani… ¿ésta es la sorpresa que dijiste que tenías para todos? ¡Ya era hora, hombre! No puedo decir que te culpe por mantenerla en secreto. Yo no la dejaría fuera de mi vista si fuera tú”. Voces zumbando, vasos tintineando por los brindis, risas… no se filtraba demasiado a través de su mente conmocionada por ese cuerpo duro y completamente alucinante que la sujetaba posesivamente.

Lo mataría… y luego quizás lo atacaría y desvestiría y…

Comentarios jocosos, impulsados por grandes cantidades de champán caro, fueron circulando de un lado a otro, y cuando su increíble erección había disminuido lo suficiente para no convertirse en un espectáculo, le permitió alejarse un poco, pero la mantuvo firmemente clavada a su lado rodeándola con un brazo. Alguien le colocó una copa de champán en la mano y bebió, a falta de algo mejor que hacer mientras él la usaba como punto de apoyo forzoso y aprovechaba al máximo el revuelo que su presencia había causado.

Y el sustituto del mariscal de campo lanza un pase de anotación…

Aturdida, sonrió y estrechó manos mientras era presentada como “Mi prometida, lali”, sin que su auténtico apellido fuera nunca dicho. Negación plausible. Se bebió la primera copa de delicioso champán y aceptó otra. Había empezado a sentirse en exceso como una rubia muñeca kewpie[1] permanentemente unida a su cadera.

Después de lo que parecieron horas escuchando comentarios estúpidos, y de bromas masculinas volando de acá para allá, todo comenzó a mezclarse con todo. Con la excepción de que durante esas horas, ella muy posiblemente había ingerido cerca de un galón de champán, a pesar de que no era precisamente su bebida favorita.

¡Maldita sea! Las caras se estaban difuminando. Las voces aumentaban y disminuían. Las sonrisitas le estaban dando vértigo. Sintió algo duro debajo de la mejilla, y se dio cuenta de que estaba apoyada en el pecho de lanzani y estaban bailando. O por lo menos, él estaba bailando y medio la arrastraba por el piso con sus pies a media pulgada del suelo. Por primera vez desde que había llegado, nadie les estaba balbuceando, ella exhaló un débil aliento y dijo, “Necesito… h’hablar… contigo”.

“Tenemos un montón de tiempo para hablar más tarde”. Su aliento era cálido contra la oreja de ella y se estremeció.

“¡No! Necesito hablar… ahora”. Sacudió la cabeza. El movimiento la hizo marearse como el infierno e hipó. “Ooops. Estoy malditamente ebria…” Se rió borrachamente.

“Lo estás. ¿Soy yo quién te compró ese anillo?” Su voz era un ronroneo sordo contra su sien.

“Te sirvo bien, tú idiota egoísta”, murmuró. “Me perdí mi… cumpleaños… por… tu culpa”.

Esperaba que se enojara, por lo que su risa suave la sobresaltó. Giró la cabeza hacia arriba desde el pecho en el que yacía y arrugó el gesto. Él estaba definitivamente borroso. “Vine aquí… para decirte… que te vayas la mierda”.

Unos oscuros ojos azules la miraron. ¿Por qué el hijo de puta tenía tres ojos? No, cuatro ojos…  el hijo de perra tenía más de todo… como de costumbre.

“¿Estás enfadada conmigo por alguna razón, esposito?” Respiró contra su frente, enviando escalofríos a través de ella.

“Por supuesto…que estoy enfadada…” Frunció el ceño, tratando de averiguar qué ojos pertenecían a dónde. El de su nariz estaba definitivamente en el lugar equivocado. “Bastardo machista. Mi nombre es lali… tú nunca usas mi nombre…“

“¿Quieres decirme cómo te sientes realmente?” Le dirigía una sexy risita malévola.

“Acabo de hacerlo… ¿no lo hice?”

“No bebes, ¿verdad, lali?” El muy imbécil estaba sonriendo.

“Por supuesto que bebo… porque soy una jodida borracha…”

“¿Llamarte esposito me hace un bastardo?” Movió lentamente la boca contra su piel mientras susurraba.

“Por supuesto que no. Eres un… bastardo… porque ni siquiera… sabes… que existo… hijo de puta…”

Pensó que él se había echado a reír, pero no podía estar muy segura, porque ese fue justo el momento en que se desmayó.




5 comentarios:

  1. mas nove,quiero ver que va a pasar!!
    Besossssssss
    @porLali_ITALIA

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  2. OK, quiero mas! esta genial!
    un beso

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  3. subiiii mas porfavor esta demasiadooo buenoo
    me mate de la risa con lo que le decia lali
    ya quiero la version del para saber ue siente que le pasa con lali en algun momento saldra la version de el o lo que siente???
    muero por ver que pasara cuando despierte

    mas mas mas :D

    @lali_peterlove

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    1. una version de peter no habra, lo que si q habra sera una explicacion de sus sentimientoa mefiante una conversacion jajaj

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