sábado, 25 de febrero de 2012

CONQUISTAR A LA DONCELLA 35


35.

Si tan sólo las gotas de lluvia fuesen chelines, sus problemas se resolverían. Pero ni siquiera eso cambiaría el hecho de que ahora las tormentas le provocaban terrores nocturnos[1].

Sus padres habían muerto en una tormenta en alta mar. Su abuela había fallecido en una noche en que la lluvia azotaba la tierra. La noticia de la muerte de su hermano había llegado durante un inesperado temporal.

Nunca olvidaría el rostro sombrío del joven militar que le había contado sobre la valiente lucha de Nico por sobrevivir, sobre sus heroicas hazañas por el país. Sobre su amor y devoción por ella. Durante los primeros momentos, Lali sólo había sido capaz de pensar, egoístamente, que ahora se quedaba sola. Luego le había llorado y durante meses apenas había conseguido seguir con su rutina.

Sadie chocó contra uno de sus muslos y al bajar la mirada Lali vio fijos en ella aquellos ojazos castaños que comprendían su pena.

Le dio una palmadita en la cabeza.

—Lo sé —la consoló—. Pero debemos ser valientes. Todo esto terminará pronto.

Alejándose de la ventana, la joven clavó la vista en su cama. Peter había desalojado la habitación de ella esa mañana, Olinda lo acomodó en un cuarto al otro extremo del corredor. Sin embargo, su huella aún no se borraba, las imágenes de su cuerpo tendido atravesando el cubrecama, sus labios carnosos curvados en una sonrisa provocativa mientras la acariciaba con la mirada.

Lali cerró los ojos y se puso una mano sobre el pecho, deslizando suavemente un dedo sobre uno de sus pezones y sintiéndolo responder al contacto. Peter había despertado dentro de ella algo que no podía simplemente revertirse o ser encerrado nuevamente.

Dejó caer la mano, desechando ese pensamiento y le vino a la mente Maxi. ¿Qué querría decirle que fuera tan importante como para tener que reunirse en un lugar aislado a la medianoche? ¿Estaría esperándola en la ensenada en una noche tan desapacible?

La mente racional de Lali le decía que nada malo le sucedería, ella conocía bien el terreno. Era la tormenta lo que la inmovilizaba.

Decidió que iría a ver cómo estaban los gatitos, para asegurarse de que Sassy no se había cansado de sus nuevos deberes y abandonado a los bebés para que se las arreglaran solos.

Había uno en particular que era de menor tamaño que el resto, un pequeño gatito manchado que no había querido mamar. No sobreviviría si no comía pronto.

Lali salió de su habitación y caminó hacia el final del oscuro corredor, rodeada por el aullido del viento y el chirrido de la casa.

¿Cuántas noches esos mismos sonidos la habían arrullado? ¿Y con qué frecuencia se había metido en la cama de su abuela para escuchar sus relatos acerca del pasado de Cornualles, repleto de leyendas, de cómo había sido crecer siendo la única niña en una familia con cinco hermanos mayores, hojalateros y mineros de toda la vida, todos los cuales, con el tiempo, habían muerto por envenenamiento pulmonar? Aquéllos habían sido tiempos difíciles que habían sobrellevado merced a la fuerza del amor que los unía. Había momentos, tarde por la noche, en que a Lali le parecía oír sus risas y el ruido de pies corriendo. Los sonidos de una casa que tenía alma.

Entró a la cocina desde el corredor de servicio. Se oía el clic de las uñas de Sadie contra el piso de madera dura. Después de apoyar el candelero sobre un tarro de harina, Lali se arrodilló delante del cajón.

El espectáculo con el que se encontró la hizo sonreír. Los gatitos estaban acurrucados contra la panza de Sassy, profundamente dormidos, y ruidosos ronroneos de satisfacción llenaban la silenciosa habitación. Ella había bautizado a tres de los gatitos como Winkin', Blinkin' y Nod[2]. Al negro, que ella consideraba como el gato de Lucien, lo había llamado Inkwell.[3]

Tras una segunda ojeada a los gatitos, Lali frunció el ceño. Contaba sólo tres. Faltaba Inkwell. Sabía que el pequeño felino tenía ansias de conocer mundo, ¿pero a la medianoche? La casa tenía muchos recovecos y grietas en los que podía meterse y lugares donde podía caer y hacerse daño.

Levantando la vela, Lalise propuso encontrar al gatito, aunque localizar a un gato negro en la oscuridad sería una empresa difícil. Sólo esperaba que el pequeño Inkwell se hubiese acurrucado en algún lugar para pasar la noche.

A mitad del corredor paralelo al hueco de la escalera, un sonido hizo que Lali se parara en seco. Una sola nota triste flotaba atravesando el aire, seguida un momento más tarde por un acorde ligeramente desafinado.

Alguien estaba tocando el piano en la biblioteca.

Mientras se acercaba, Fancy notó un delgado haz de luz filtrándose por debajo de la puerta cerrada. Desechó la posibilidad de que se tratara de un intruso. Los matones de Calder no se detendrían a acariciar las teclas o a producir un sonido nostálgico que fuera directo al corazón de Lali.

El picaporte hizo sólo un ligero clic cuando ella lo hizo girar, abriendo la puerta apenas para espiar dentro. En la penumbra interior, lo único que podía verse con claridad era el perfil de afilados ángulos y el cabello oscuro de Peter rozándole los hombros, ligeramente teñido por el resplandor del fuego.

Algo en él daba la impresión de que estaba herido, había una cierta vulnerabilidad en esa pose austera. Sintió que por fin estaba viéndole tal cual era. Bajo esa imagen de bribón encantador parecía esconderse un dolor que venía desde lo más profundo, desde un lugar que nadie había curado o que quizás nadie podía curar.

Acunaba a Inkwell contra el pecho, acariciando suavemente al gato dormido, con tal angustia en el rostro que a Lali casi se le partió el corazón. Había protestado tanto por tener que cuidar a los gatitos, pero ahora sus acciones desmentían su descontento de esa tarde.

Al notar la presencia de su nuevo amigo, Sadie comenzó a mover la cola en serio, aporreando de lleno la pared antes de que Lali pudiese retroceder para salir de la habitación.

Peter levantó bruscamente la cabeza y atravesó a la joven con la mirada, haciendo que permaneciera clavada donde estaba. Tenía los ojos vidriosos y era obvio que había estado bebiendo. Parecía estar al borde de una reacción violenta, no era el mismo hombre que esa tarde había recogido ostras con ella.

—Lo siento —murmuró ella—. No era mi intención molestarlo. —Vio la botella de bourbon vacía y la de coñac a medio beber.

Luego la joven notó otras cosas, como la camisa de él, abierta y suelta fuera de la pretina dejando el pecho al descubierto, y el primer botón de sus pantalones de talle bajo negligentemente desabrochado.

Su torso era liso, firme, sin un solo vello que estropeara su perfección, sólo músculo, sólido, rígido, cubierto por una piel tensa y glaseada por el sol.

—Has estado molestándome desde que te conocí —dijo él en voz baja, en un tono ligeramente áspero—. ¿Por qué debería ser diferente ahora? Depositó al gatito sobre una desgastada butaca de orejas y le hizo señas a Lali—. Adelante, señorita Purdy.

—Sólo estaba buscando al gatito.

—Pues acabas de encontrarlo.

Su mirada no se apartó de Lali ni por un momento mientras se llevaba el vaso hacia los labios.

Algo en la expresión de sus ojos hizo estremecer a la joven.

—Debería devolvérselo a Sassy.

—Ah, pero no puedes.

Lali se paró en seco.

—¿Por qué no?

—Porque lo he tomado como rehén. El precio de su liberación es tu compañía. Bebe algo conmigo.

—Creo que usted ya ha bebido lo suficiente.

—¿Te parece? Lo consultaré con expertos. A ver, ¿qué te apetece? —Fue hacia la vitrina y sacó otro vaso—. ¿Jerez? ¿Oporto, tal vez?

Lali dudó, su voz interior emitía una advertencia que por una vez estuvo a punto de tomar en cuenta.

—Jerez —dijo, prometiendo para sí quedarse solamente unos minutos.

Una vez hubo servido la bebida, él se dio media vuelta, reclinándose contra el borde de la vitrina.

—Deja de rondar la puerta, muchacha. Ven por tu bebida.








19 comentarios:

  1. noooooooooooooooooooooooooo me la dejaste alli picando que aran estos dos asi

    ResponderEliminar
  2. pobre peter que es lo que oculta me dejaste intrigada con eso

    ResponderEliminar
  3. jodeme que el gatito estaba con peter y lali alli muriendose viendolo con el es lo mas subi otro

    ResponderEliminar
  4. yo tambien quiero saber que le quiere desir maxi a lali

    ResponderEliminar
  5. subi mas porfavor cada vez me gusta mas

    ResponderEliminar
  6. quieroooooooooooooo
    masssssssss
    novelaaaaaaaaaaa
    porfavor
    genia

    ResponderEliminar
  7. quiero que esten juntos estos dos estan ardientes que se quemen juntos

    ResponderEliminar
  8. me re gusto quiero otro

    ResponderEliminar
  9. me muero por saber que va a pasar

    ResponderEliminar
  10. pobre lali que feo que las tormentas le traigan esos recuerdos porfavor otro mas

    ResponderEliminar
  11. los dos tomando como que van a hacer una locura espero el proximo

    ResponderEliminar
  12. espero el otro cap me gusto demasiado la novela

    ResponderEliminar
  13. Pobre peter tiene tanto sufrimiento en su interior =/
    quiero mas nove
    esta genial
    un beso
    Juli♥

    ResponderEliminar
  14. Está demasiado interesante esta nove! Pobre Peter :(
    Besos y espero el sgte. cap!

    @jeissymori

    ResponderEliminar
  15. Me encanto!
    aaaah que sera lo que le tiene que decir Maxi??? :S
    @vagomi

    ResponderEliminar
  16. o.o bueno qe qeran hablar, qe se acompañan con jerez??? xD jajajajaj ya se emborracho el otro muy bueno el cap! masssss

    ResponderEliminar