.jpg)
6.
La aislada casa de tres plantas resplandecía con las luces
mientras caía un atardecer cubierto de nieve, y cuando George entró en el aparcamiento
subterráneo para salvarla de entrar por la puerta principal a través de dicha
nieve, de repente se sintió culpable, como si hubiera sobrepasado gravemente
los límites de su relación con Peter lanzani, al vestirse con galas que le
habían costado más de trescientos cincuenta mil dólares. Pero se lo merecía, al
ignorar sus deseos y haber insistido en que hiciera este maldito viaje. Además,
siempre podría devolver la joyería, y probablemente hasta el vestido. Los
zapatos dorados Manolo Blahnick, con la puntera del pie abierta y una delicada
hebilla con costra facetada de zafiros azules y blancos, quizá no pudieran ser
devueltos, ¿pero el resto? Sí. Él podría conseguir que le devolvieran el
dinero.
Un asistente le ofreció el hueco de su brazo cuando salió de
la limusina y gentilmente lo aceptó, permitiendo al hombre uniformado
escoltarla al recibidor de entrada que los huéspedes usaban cuando las
inclemencias del tiempo les impedían entrar por las amplias puertas dobles de
arriba. Notó que las escaleras tapizadas habían sido cubiertas con una tela carmesí,
y sonrió mientras se preguntaba quién justificaba esta noche el tratamiento de
la alfombra roja.
Al llegar a la planta principal, donde otro asistente
uniformado estaba esperando para tomar su abrigo, miró al área abierta del
techo de catedral que servía como salón de baile o sala de fiestas y sonrió.
“Hola, Cecile. ¿Cómo le está yendo a Eddie?”
La mujer parpadeó ante la pregunta antes de reconocerla y sus
oscuros ojos se abrieron con asombro ante la imponente imagen que el vestido,
la piel y la joyería debían estar proyectando. “¡Señorita esposito! Usted es
verdaderamente una visión. Creo que ha estado escondiendo su luz bajo una capa
de modestia”.
La hija del ama de llaves, Cecile, había venido a ayudar con
las fiestas y asistir a su madre en la limpieza después de las vacaciones. Su
marido Eddie se había roto la cadera y el muslo en un accidente automovilístico
la última vez que lali estuvo aquí, y lanzani le había dado más horas para
ayudar con los gastos debido a que él no podría regresar al trabajo durante
algunos meses. Además su jefe había pagado las facturas médicas. ¡No! No pienses en cosas como esa. Estás
aquí para resolver el problema de renunciar.
Cecile acarició melancólicamente la impresionante piel y
sacudió la cabeza dando un suspiro. “Está mucho mejor. El señor lanzani lo ha
ocupado trabajando en sus coches hasta que pueda regresar a tiempo completo
cuando le quiten los yesos. ¡Oh, esto es precioso!”
“¿Y dónde está el gran héroe?” preguntó lali con una sonrisa,
sabiendo que en opinión de Cecile, eso
es exactamente lo que era su jefe en este momento.
“Está en la planta
alta. Quiere enterarse del momento en que usted llegue. Le diré a Manuel que le
comunique que está aquí…“
“Está bien, Cecile, yo se lo haré saber. No te molestes”.
Enderezó los hombros y se dirigió a la curvada escalera que conducía hasta el
tercer piso de la enorme casa. Se dio cuenta de las cabezas que se giraban para
seguirla y se mordió la comisura de los labios. El diseño de seda color azul
zafiro con su cubierta de malla dorada era sin duda un atrapa-miradas,
especialmente con la espalda del vestido prácticamente inexistente. Drapeado
seductoramente en un escote halter cruzado, apenas dejaba espacio suficiente
para la exquisita gargantilla de diamantes y zafiros que descansaba encima de
la tela que caía hasta los pies en un sensual remolino que acariciaba sus senos
y caderas como una mano suave. El brazalete a juego y los largos pendientes
colgaban brillando bajo las luces de la pista que iluminaban la escalera con un
suave resplandor.
No había tenido tiempo para peinarse, por lo que simplemente
se había recogido los gruesos rizos de color rojo y oro en una alta cola de
caballo sobre su coronilla, y había cortado un poco de seda zafiro de la tira
del fajín para ocultar el elástico. Daba la impresión de que su cuello era más
largo y dejaba a sus magníficos pendientes un montón de espacio para moverse y
brillar espectacularmente.
Caminó hasta el final de los peldaños alfombrados e hizo una
pausa, mirando alrededor del salón más pequeño que se abría en la galería
frente a las escaleras, antes de dirigirse al corredor que conducía a las
habitaciones de la parte trasera del piso. La araña de bronce y cristal ahumado
en el ápice de la bóveda difundía una luz cálida sobre la zona, haciendo que la
cubierta dorada del vestido reluciera y que las destellantes joyas se vieran
aún más impresionantes de lo que habían lucido en la sala de exposición.
Comprendió que ni un alma la reconocería a menos que se presentara, por lo que
reunió valor y se movió lentamente hacia el centro de la galería, buscando a lanzani
por todos lados.
Los invitados se giraban para seguir su movimiento, pero
nadie la llamó por su nombre. No era una cara familiar para la gente guapa.
Sólo sus empleados la conocían lo suficientemente bien como para reconocerla.
Tenía el anonimato asegurado.
Y entonces lo vio, de pie, incómodo entre un apretado grupo
de personas, con una impresionante y hermosa supermodelo sosteniéndose de su
brazo como si hubiera crecido allí, con esa estridente risa tintineante llena
de fingida diversión que nunca llegaba a sus magníficos ojos color ámbar. lali
permaneció parada durante un largo rato, disfrutando de la evidente cantidad de
incomodidad que él estaba experimentando, esperando a que girara los ojos hacia
su dirección antes de hacer su entrada triunfal.
Un hombre que mantenía una animada conversación a su lado, se
giró para echarle una ojeada y le dedicó una intensa mirada antes de deslizarse
junto a ella y presentarse. No era necesario. Conocía su rostro por las
portadas de las revistas y los tabloides como Jerrod Lane, actor dos veces
ganador del Oscar y galán para millones de mujeres alrededor del mundo. Lo miró
con una fresca sonrisa y respondió a su escandaloso cumplido con un simple
“gracias”, antes de volver la vista hacia su jefe.
“No te he visto antes por aquí. Y por la apariencia de ese
pedrusco en tu mano, diría que estás pillada… pero Dios me ayude, no sería un
hombre con sangre en las venas si no lo intentara”. Jerrod deslizó una magra
mano alrededor de su cintura y trató de acercarla. Su recompensa fue una mirada
ácida que podría haber marchitado todo el Bosque Nacional del Río Blanco. Él
sonrió y le soltó la cintura, diciendo en un tono ronco que había caído una
octava, “¿Quién es el diablo con suerte que te tiene amarrada de su dedo
meñique?”
Me encanto ya quiero ver la cara de Peter cuando la vea espero el proximo
ResponderEliminarBesos @leti2311
Subi mas novela :)
Eliminargracias por pasarte!
me muero seguro peter se queda baboso cuando la ve jajaja mas nove plisssssssssssss
ResponderEliminarsubi maaaas
Eliminarme encanto mas porfavor
ResponderEliminarsubi un nuevo cap
Eliminarcomo reaccionara Peter??? quiero saberlo, me encanta
ResponderEliminarsi quieres saber como reacciona peter pasate que subi un nuevo capitulo
Eliminarnoooo xq nos dejas asiiiii
ResponderEliminarquiero ver la reaccion de peter
subi otro capppp
deja otro hoy :D
@lali_peterlove
/gonzalez_andy92
Subi un nuevo cap y gracias por pasarte
EliminarMe encantò,ya quiero ver si peter la reconoce!! jajaja
ResponderEliminarMas noveeeeee!!!
Besos
@porLali_ITALIA
no esperes mas, que ya subi un nuevo capo :)
Eliminar