jueves, 16 de febrero de 2012

MI JEFE CAPITULO 6

Chicas espero que con esta letra se vea bien, porque cuanod yo lo miro me sale una letra normal entonces nose jajja


6.

La aislada casa de tres plantas resplandecía con las luces mientras caía un atardecer cubierto de nieve, y cuando George entró en el aparcamiento subterráneo para salvarla de entrar por la puerta principal a través de dicha nieve, de repente se sintió culpable, como si hubiera sobrepasado gravemente los límites de su relación con Peter lanzani, al vestirse con galas que le habían costado más de trescientos cincuenta mil dólares. Pero se lo merecía, al ignorar sus deseos y haber insistido en que hiciera este maldito viaje. Además, siempre podría devolver la joyería, y probablemente hasta el vestido. Los zapatos dorados Manolo Blahnick, con la puntera del pie abierta y una delicada hebilla con costra facetada de zafiros azules y blancos, quizá no pudieran ser devueltos, ¿pero el resto? Sí. Él podría conseguir que le devolvieran el dinero.

Un asistente le ofreció el hueco de su brazo cuando salió de la limusina y gentilmente lo aceptó, permitiendo al hombre uniformado escoltarla al recibidor de entrada que los huéspedes usaban cuando las inclemencias del tiempo les impedían entrar por las amplias puertas dobles de arriba. Notó que las escaleras tapizadas habían sido cubiertas con una tela carmesí, y sonrió mientras se preguntaba quién justificaba esta noche el tratamiento de la alfombra roja.

Al llegar a la planta principal, donde otro asistente uniformado estaba esperando para tomar su abrigo, miró al área abierta del techo de catedral que servía como salón de baile o sala de fiestas y sonrió. “Hola, Cecile. ¿Cómo le está yendo a Eddie?”

La mujer parpadeó ante la pregunta antes de reconocerla y sus oscuros ojos se abrieron con asombro ante la imponente imagen que el vestido, la piel y la joyería debían estar proyectando. “¡Señorita esposito! Usted es verdaderamente una visión. Creo que ha estado escondiendo su luz bajo una capa de modestia”.

La hija del ama de llaves, Cecile, había venido a ayudar con las fiestas y asistir a su madre en la limpieza después de las vacaciones. Su marido Eddie se había roto la cadera y el muslo en un accidente automovilístico la última vez que lali estuvo aquí, y lanzani le había dado más horas para ayudar con los gastos debido a que él no podría regresar al trabajo durante algunos meses. Además su jefe había pagado las facturas médicas. ¡No! No pienses en cosas como esa. Estás aquí para resolver el problema de renunciar.

Cecile acarició melancólicamente la impresionante piel y sacudió la cabeza dando un suspiro. “Está mucho mejor. El señor lanzani lo ha ocupado trabajando en sus coches hasta que pueda regresar a tiempo completo cuando le quiten los yesos. ¡Oh, esto es precioso!”

“¿Y dónde está el gran héroe?” preguntó lali con una sonrisa, sabiendo que en  opinión de Cecile, eso es exactamente lo que era su jefe en este momento.

 “Está en la planta alta. Quiere enterarse del momento en que usted llegue. Le diré a Manuel que le comunique que está aquí…“

“Está bien, Cecile, yo se lo haré saber. No te molestes”. Enderezó los hombros y se dirigió a la curvada escalera que conducía hasta el tercer piso de la enorme casa. Se dio cuenta de las cabezas que se giraban para seguirla y se mordió la comisura de los labios. El diseño de seda color azul zafiro con su cubierta de malla dorada era sin duda un atrapa-miradas, especialmente con la espalda del vestido prácticamente inexistente. Drapeado seductoramente en un escote halter cruzado, apenas dejaba espacio suficiente para la exquisita gargantilla de diamantes y zafiros que descansaba encima de la tela que caía hasta los pies en un sensual remolino que acariciaba sus senos y caderas como una mano suave. El brazalete a juego y los largos pendientes colgaban brillando bajo las luces de la pista que iluminaban la escalera con un suave resplandor.

No había tenido tiempo para peinarse, por lo que simplemente se había recogido los gruesos rizos de color rojo y oro en una alta cola de caballo sobre su coronilla, y había cortado un poco de seda zafiro de la tira del fajín para ocultar el elástico. Daba la impresión de que su cuello era más largo y dejaba a sus magníficos pendientes un montón de espacio para moverse y brillar espectacularmente.

Caminó hasta el final de los peldaños alfombrados e hizo una pausa, mirando alrededor del salón más pequeño que se abría en la galería frente a las escaleras, antes de dirigirse al corredor que conducía a las habitaciones de la parte trasera del piso. La araña de bronce y cristal ahumado en el ápice de la bóveda difundía una luz cálida sobre la zona, haciendo que la cubierta dorada del vestido reluciera y que las destellantes joyas se vieran aún más impresionantes de lo que habían lucido en la sala de exposición. Comprendió que ni un alma la reconocería a menos que se presentara, por lo que reunió valor y se movió lentamente hacia el centro de la galería, buscando a lanzani por todos lados.

Los invitados se giraban para seguir su movimiento, pero nadie la llamó por su nombre. No era una cara familiar para la gente guapa. Sólo sus empleados la conocían lo suficientemente bien como para reconocerla. Tenía el anonimato asegurado.

Y entonces lo vio, de pie, incómodo entre un apretado grupo de personas, con una impresionante y hermosa supermodelo sosteniéndose de su brazo como si hubiera crecido allí, con esa estridente risa tintineante llena de fingida diversión que nunca llegaba a sus magníficos ojos color ámbar. lali permaneció parada durante un largo rato, disfrutando de la evidente cantidad de incomodidad que él estaba experimentando, esperando a que girara los ojos hacia su dirección antes de hacer su entrada triunfal.

Un hombre que mantenía una animada conversación a su lado, se giró para echarle una ojeada y le dedicó una intensa mirada antes de deslizarse junto a ella y presentarse. No era necesario. Conocía su rostro por las portadas de las revistas y los tabloides como Jerrod Lane, actor dos veces ganador del Oscar y galán para millones de mujeres alrededor del mundo. Lo miró con una fresca sonrisa y respondió a su escandaloso cumplido con un simple “gracias”, antes de volver la vista hacia su jefe.

“No te he visto antes por aquí. Y por la apariencia de ese pedrusco en tu mano, diría que estás pillada… pero Dios me ayude, no sería un hombre con sangre en las venas si no lo intentara”. Jerrod deslizó una magra mano alrededor de su cintura y trató de acercarla. Su recompensa fue una mirada ácida que podría haber marchitado todo el Bosque Nacional del Río Blanco. Él sonrió y le soltó la cintura, diciendo en un tono ronco que había caído una octava, “¿Quién es el diablo con suerte que te tiene amarrada de su dedo meñique?”

12 comentarios:

  1. Me encanto ya quiero ver la cara de Peter cuando la vea espero el proximo
    Besos @leti2311

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  2. me muero seguro peter se queda baboso cuando la ve jajaja mas nove plisssssssssssss

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  3. me encanto mas porfavor

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  4. como reaccionara Peter??? quiero saberlo, me encanta

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    1. si quieres saber como reacciona peter pasate que subi un nuevo capitulo

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  5. noooo xq nos dejas asiiiii
    quiero ver la reaccion de peter
    subi otro capppp
    deja otro hoy :D

    @lali_peterlove
    /gonzalez_andy92

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  6. Me encantò,ya quiero ver si peter la reconoce!! jajaja
    Mas noveeeeee!!!
    Besos
    @porLali_ITALIA

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