lunes, 13 de febrero de 2012

MI JEFE, CAPITULO 3


3. “Los informes meteorológicos dicen que Aspen está recibiendo aviso de nevada fuerte. Puede que tengamos que cambiar la ruta pero, hace una hora, Sardy aún estaba aceptando tráfico aéreo. Te haré saber si tenemos que desviarnos en pleno vuelo”. El piloto sonrió, entregándole un paquete que contenía las últimas revistas. “Ya conoces la rutina… una vez que la luz se apague, puedes conseguirte algo de la cocina si tienes hambre. El Sr. Lanzani nos ha surtido con un montón de comida para microondas. Y puse algunas ensaladas frescas también”.

Lali devolvió la sonrisa a Greg Landers y le agradeció su amabilidad antes de que éste entrara en la cabina y, cerrara y asegurara la puerta. Momentos después, se deslizaban por la pista, diez minutos más tarde, el avión ya estaba en el aire. Suspiró y se recostó en la exuberante comodidad del asiento. Iba a extrañar mucho todo esto. No aguardar turno. No tener que esperar por vuelos con retrasos. No pagar extra por ir en primera clase.

Maldita sea, le encantaba este sistema, pero eso no le impediría defender su postura y decirle a su jefe lo que podía hacer con sus exigencias y faltas de consideración. Él era plenamente consciente de sus planes para este fin de semana. Se los había registrado en su agenda para que supiera que no iba a estar disponible esos días. Maldita sea que lo había hecho.

Siempre fue sumamente egoísta, egocéntrico, irrespetuoso con sus necesidades y totalmente ambivalente hacia su vida personal, sin preocuparle lo más mínimo irrumpir en su privacidad durante el tiempo que estaba residiendo en alguna de las casas que él poseía. Cuando, ocasionalmente, era capaz de regresar a su propio apartamento, disfrutaba de poder pasearse en ropa interior, echarse en el sofá con un refrigerio y ver la televisión. Pero jamás se había atrevido a hacer nada de eso cuando lo tenía mínimamente cerca.

Una vez Lanzani incluso osó entrar en el lujoso baño, unido a la habitación de invitados que ella normalmente usaba en la casa de Aspen, cuando estaba justo en mitad de una ducha, apartando a un lado con un empujón la puerta de cristal, para echarle la bronca por un pequeño error en su agenda. Haciendo caso omiso a que ella estaba tratando arduamente de cubrir sus senos con una esponjosa toalla blanca y girando la cadera para no dejarle a la vista su vello púbico.

Él simplemente la recorrió de arriba abajo con mirada enojada y le dijo que saliera de una condenada vez de la ducha, se pusiera algo, y arreglara su horario de mierda… ¡de inmediato! Habría puesto en duda que el muy imbécil se había dado cuenta de que estaba desnuda de no ser por las órdenes que le dio.

Salió del baño tres minutos después, envuelta en un albornoz, para encontrárselo rondando por la habitación, revisando distraídamente los efectos personales de su propiedad que estaban sobre el aparador. Levantó la vista y le dijo lacónicamente. “Deshazte de mis citas para el resto del día. Tengo que ir a un sitio y no quiero ser molestado con asuntos de negocios”.

Y después de toda esa escena, inesperadamente la arrastró con él al Festival de Música de Aspen, dónde había insistido en que lo acompañara y apuntara todo lo que pudiese encontrar interesante.

Apenas tomó notas. Había sido un recorrido maravilloso, y lo disfrutó, pero se comportó como si ella hubiese arruinado el día al completo por el mísero error de olvidar incluir, en el programa de su agenda, la cita que tenía concertada con Gretchen Gaines, la editora de películas y música que había estado tratando de hacerle una entrevista exclusiva — o posiblemente, tenerlo en una posición comprometedora — durante meses. La señora Gaines se presentó a la hora convenida y no tuvo problemas en sentirse cómo en casa mientras él estaba hablando por teléfono con su abogado acerca de conseguir contratar un nuevo grupo de rock.

Después de diez minutos pidiéndole disculpas y, finalmente, conseguir sacarla de la residencia, él se dirigió al baño privado de Lali y se deshizo de algunas de sus cosas. Ni siquiera se había molestado en pedirle disculpas por invadir su privacidad y avergonzarla como el infierno. Pero al día siguiente, cuando había tratado de localizar el albornoz de siempre, en su lugar se encontró un espectacular, extremadamente sexy y costoso vestido de gala de satén. Y para aumentar su humillación, había remplazado su camisón de franela por otro vaporoso, escandalosamente atrevido, con el que se sintió medio desnuda.

Justo como si le recordara que era dueña de una ropa de dormir andrajosa, desaliñada y un viejo albornoz que había conservado por más de diez años. ¿Qué demonios pasaba con él? Comprendía que sólo estaba tratando de ser conciliador, pero hubiera preferido enormemente una disculpa verbal. Sin embargo, Mike Furie no era alguien que se disculpara o admitiera sus fallos. Para él todo se arreglaba con dinero. Aún así, el vestido y el camisón eran impresionantes, y tuvo que admitir que había sido bastante dulce por su parte.

Wow, ahí vamos de nuevo. ¿Dulce? Nada acerca de ese hombre podría ser ni remotamente llamado dulce. Medio había esperado que le pidiera probárselos para él, pero ya que no lo mencionó, ella tampoco lo hizo. Empezó a cerrar con pestillo las puertas de la habitación y del cuarto de baño después de eso. No más visitas inesperadas de un jefe despotricando, muchas gracias.

Trataría de olvidar todas las veces que había estado completamente preparada para escapar, sólo para que algo extrañamente fuera de lugar que él hiciera o alguna inolvidable clase de acción que realizara, echase por tierra sus esfuerzos. Como la vez que se dirigía conduciendo hacia a una cita y un niño de diez años se desvió y estrelló accidentalmente contra la defensa del coche, cayéndose de una vieja bicicleta de segunda mano. El hombre había terminado comprándole al chaval una de primera línea para remplazarla y había hecho pasar a toda la familia del chico una fabulosa Navidad, además de llenarles la despensa con alimentos durante medio año.

El Mercedes se había llevado mil doscientos dólares por la reparación de la pintura y el cromo. El chico ni siquiera había sufrido un rasguño.

Sacudió la cabeza con disgusto. Mantente en el camino, Lali. No vayas a ablandarte ahora. Has tomado una decisión. ¡No más! Estaba acabado. Incluso había llevado los anuncios clasificados consigo para buscar un nuevo empleo. Bebió un sorbo de agua mientras encerraba en un círculo de tinta roja otro trabajo como asistente personal. Dio un respingo ante el pésimo sueldo que ofrecían. Oh, bueno. Por lo menos podría contar con tener un horario decente y normal, con el que incluso tendría la posibilidad de ver a su familia cuando quisiera.

4 comentarios:

  1. Mas noveeeeeee !!! :D
    Besosss
    @porLali_ITALIA

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  2. mas mas mas noveee
    y que onda peter como jefe ara i que ya siente algo por ella por algo es tan asi y le compra esas cosas
    ojala subas un cap con la version de el

    subii mas

    @lali_peterlove
    /gonzalez_andy92

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  3. muy buen cap pero no entendi algo, el jefe d lali es peter??
    masss noveee :)
    @BeluuJPlaliter :)
    vsyasabs_laliter

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