sábado, 18 de febrero de 2012

conquistar a la doncella capitulo 29

Chicas no hay 28 porque me equicoque numerandolos.



Ella sacudió la cabeza y ahuyentó el pensamiento, dejando que la brisa marina refrescara su piel ruborizada y que el bramido de las olas la calmara hasta que volviera a ser ella misma.

—¿Dónde aprendió a luchar? —preguntó ella.

—Si crecías en la calle, tenías que saber luchar, o recibir muchas palizas. Pero fue Tahj quien me enseñó Shaolin.

—¿Recibió usted muchas palizas cuando era más joven? —Le costaba imaginarse a alguien venciéndole en una pelea.

—Una o dos veces.

—¿Recuerda por qué?

—Mirar a alguien del modo equivocado era suficiente razón para que te dieran una.

Lali se encaramó sobre el ángulo de una roca, dejando que el sol calentara sus piernas heladas.

—Parece que creció usted en un lugar muy difícil.

Él hizo cabrillas con una piedra lisa.

—No era peor que la mayoría de los lugares.

¿Qué había sucedido para hacerle mantener tan en secreto su pasado?

—¿Erais pobres?

Su brazo se detuvo a la mitad del gesto de arrojar otra piedra y respondió escuetamente:

—Sí.

—¿Cómo de pobres?

—¿Hay una medida para la pobreza?

—Supongo que no. —Hasta ese año, Lali no había pensado en el dinero. Aunque su abuela no había sido rica, Nico y ella nunca habían tenido que prescindir del dinero. Había cosas que podrían haber tenido de no haber perdido a sus padres, pero no las echaban en falta, cualesquiera fuesen.

Se tenían el uno al otro y tenían la tierra, con todos sus misterios y belleza, y estaban contentos.

—¿Y tú? —preguntó él, sacando del agua un pez en el hueco de sus manos y soltando en las manos de ella al pequeño animalito que se retorcía. Ella lo observó nadar en círculos hasta que el agua terminó de filtrarse y el pez se desplomó sobre su costado.

—¿Y yo qué? —Abriendo la mano, devolvió el pez al agua, donde éste se impulsó frenéticamente con la cola hasta adentrarse en la oscura maleza.

—¿Dónde está tu familia?

La pregunta trajo una instantánea ráfaga de dolor al corazón de Lali. El paso del tiempo no había hecho sino aliviar el dolor y dudaba que éste desapareciera realmente alguna vez.

—Se ha ido —dijo ella, repitiendo la respuesta que él le había dado y advirtiendo en ese momento cuánta verdad había en ella. Su familia se había ido para siempre. Las lágrimas le quemaban los ojos y desvió la mirada.

Peter le rodeó el tobillo con la mano, frotándole suavemente el pie.

—Parece que ambos estamos solos.

La emoción brotó de la garganta de Lali.

—Sí —susurró, sintiendo que entre ellos surgía una extraña afinidad que nunca hubiera esperado sentir. En ese momento detestaba su engaño, sabiendo que cualquiera fuese el vínculo que llegara a formarse entre ellos, se derrumbaría como los muros de Jericó cuando ella revelara la verdad.

Pero ella tenía que pensar en su futuro, así como también en el peligro que rondaba a la vuelta de la esquina.

La falta de su familia le hacía desear aferrarse tanto a la gente que aún estaba con ella... Ni siquiera hubiera debido permitirse pasar este tiempo con Peter mientras la vida de Rocio corría peligro. Pero él la hacía descontrolarse. «Sólo algunos minutos más», prometió para sí. Luego se iría.

Con un gesto indolente arrancó una brizna de algas, al tiempo que la idea que había expresado antes volvía a aguijonearla. Le lanzó una ojeada a Peter, intentando calcular cuan receptivo podía ser a su pedido.

—¿Usted haría algo por mí? —le preguntó.

—Por alguna razón sospecho que sí. —La honró con una sonrisa torcida—. ¿Qué es lo que desea que haga?

Haciendo acopio de toda su resolución, ella respondió:

—Quiero aprender a luchar.

—¿A luchar? —Frunció el ceño—. ¿Por qué?

Ella se encogió de hombros.

—Simplemente porque me gustaría aprender a defenderme sola. —Entonces hombres como Calder y sus matones no tendrían la sartén por el mango.

—¿Defenderte de quién?

—De nadie en particular —dijo ella, evitando la mirada inquisitiva de Peter, casi deseando poder confiar en él. Estaba bastante segura de que entendería. Quizás hasta ayudaría.

Pero entonces se enteraría de la verdad y ella no podía arriesgarse a que él interfiriera en sus planes. Cuando se reuniera con Maxi, haría los arreglos necesarios para aumentar los cargamentos. Una vez que hubiera asegurado el pago, podría respirar tranquila de nuevo. Tal vez entonces podría elaborar una estrategia para frustrar las intenciones de Calder.

No sabía qué iban a hacer. La única solución parecía ser marcharse de Moor's End. Pero viajar en coche significaba arriesgarse a que les tendieran una emboscada en el camino y los secuaces de Calder sin duda estarían esperándoles. ¿Dónde irían, de todos modos? ¿Cómo vivirían con el poco dinero que tenían?

Si tan sólo tuviera acceso al dinero guardado para ella en un fideicomiso, pero el testamento de su padre estipulaba que sólo podía tener acceso a él cuando se casara. Hasta entonces, el control de sus finanzas correspondía sólo a su tutor.

Quizás pudiera persuadir a Peter de que se lo diese. Pero ¿acaso el engaño lo enojaría tanto como para negarse a hacerlo? ¿Podría siquiera convencerle del complot de Calder? Si no era así, ¿sería tan insensible como para enviar a Rocio de vuelta con su hermanastro?

O peor aún, ¿le exigiría a Lali que se casara? Quizás pecaba de ingenua, pero siempre se había imaginado que su matrimonio sería un sublime asunto del corazón, como la historia de Isolda esperando a su Tristán.

La joven dejó escapar un suspiro.

—Espera. —La voz profunda de Peter la arrancó de sus reflexiones mientras él se ponía de pie extendiéndole la mano para ayudarla a levantarse.

Lali lo miró parpadeando.

—¿Dónde vamos?

—Querías aprender a luchar. —La cogió de la mano y fue llevándola hasta ubicarla ante él—. Te enseñaré, siempre y cuando no uses ninguno de los movimientos contra mí —agregó con una mirada divertida.

—No lo haré.

—Bien. —La hizo girar de modo que su espalda quedara pegada al pecho de él, y ubicó una de sus grandes manos contra el vientre de ella, sosteniéndola firmemente, la sensación de la proximidad del cuerpo de él fue como un afrodisíaco para los sentidos de la joven—. El Shaolin es un arte marcial secreto —dijo él—, pasado del maestro al discípulo, pero nunca a los profanos.

—¿Usted no era un profano?

—Sí, pero Tahj me consideraba una excepción.

—¿Por qué?

Él apoyó un dedo sobre los labios de la joven, y con su cálido aliento movió algunos mechones del cabello de ella.

—Una boca cerrada abre la mente para escuchar mejor. —Le rozó la sien con un beso ligero antes de continuar—. Hay cientos de movimientos, pero están representados por cinco estilos. —Sus brazos moldearon los de ella y empezó a mecerle las manos, haciendo pequeños movimientos rítmicos y fluidos—. Dragón, Tigre, Leopardo, Serpiente y Grulla, que complementan las cinco esencias. El Dragón cultiva el espíritu. El Tigre representa el entrenamiento de los huesos. El Leopardo desarrolla la fuerza. La Grulla ejercita los músculos. Y la Serpiente fomenta el ch'i.

—¿Qué es el ch'i?

—La energía intrínseca, un estado en el que la vida y la muerte pierden la capacidad de inspirar miedo y te conviertes en verdadero amo de tu propio ser. Los budistas profesan la doctrina del samsara, de que todos los seres atraviesan un ciclo continuo de nacimiento, muerte y renacimiento hasta que son liberados. Rechazan la noción de una entidad inmutable que transmigra de una encarnación a la siguiente.

—¿Quiere decir que ellos no creen que las personas tengan alma?

—Prefieren la noción de que una persona es un conjunto de elementos. El cuerpo físico. Los sentidos. La disposición mental. Y la conciencia que se crea cuando la mente y el cuerpo entran en contacto con el mundo exterior.

—Es muy complejo, ¿no es así?


2 comentarios:

  1. Me encanta!
    esta genial la nove!
    espero que andes bien
    un beso

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  2. Yo me re perdi en la explicacion :P pero por suerte la termine entendiendo :D jajaja si se tienen que tocar para enseñarle ya me imagino como puede terminar :P jajajaja

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