sábado, 25 de febrero de 2012

CONQUISTAR A LA DONCELLA 34


34.

—De modo que la conoces, ¿eh chaval? —No había rencor en la voz de Peter, quien hablaba con tono risueño—. ¿Te preocupaba que le hiciera daño?

Jimmy tenía los ojos bajos, fijos en sus manos, mientras hacía girar nerviosamente su gorra.

—No quise ser deshonesto con usted, señor. Le dije casi toda la verdad.

—Pero necesitabas el dinero.

Él asintió, con un aspecto completamente abatido, mirando inquisitivamente a Lali con ojos que habían visto demasiado dolor.

—Lo siento, señorita. No quise delatarla.

Lali se compadeció de él. Los padres de Jimmy los habían traído a él, y a su hermana Lisbeth a Cornualles desde Londres con la esperanza de tener una vida mejor. Pero el padre había muerto seis meses atrás en un accidente minero en Wheal Rose y la madre había contraído una infección pulmonar el mes pasado. Estaba mejorando, pero lentamente, agobiando a sus hijos con una pesada carga. Lalihacía cuanto le era posible, llevándoles comida y leyéndoles a los niños un cuento para dormir, pero a menudo le parecía demasiado poco.

—Ven aquí, Jimmy. —Arrastrando los pies, el muchachito se acercó a ella, e inclinó la cabeza al detenerse ante la joven. Lali le acarició el pelo—. Olinda está haciendo bollitos dulces esta mañana. ¿Por qué no entras y ves si están listos?

—Entonces, ¿me perdona usted? —preguntó él con una débil vocecita.

—Por supuesto —aseguró Lali besándole la frente. —Ahora ve y consíguete un bollito mientras estén calientes. Y llévate algunos a casa —le gritó Lali mientras el niño salía disparado hacia la puerta de la cocina.

Cuando se hubo marchado, Lali se volvió hacia Peter, quien estaba intentando capturar a un gatito de patas blancas mientras éste trepaba por su hombro.

—¿Por qué esa mirada? —se quejó él, obviamente contrariado mientras como premio a sus esfuerzos los gatitos le clavaban las diminutas uñas en el pecho.

—¿Sobornó usted al pobre niño para sacarle información?

Él frunció el ceño.

—No, él se ofreció a dármela.

—Jimmy es el muchachito más honesto que he conocido jamás.

—Entonces, ¿quieres decir que yo soy deshonesto?

Ella le dirigió una mirada que expresaba su opinión y giró sobre sus talones.

—Espera sólo un maldito minuto. —Pero ella no esperó, maldita sea, y él se quedó allí plantado haciendo malabares con los gatitos.

Apenas Peter traspasó la puerta de la cocina, Sadie fue trotando a su encuentro y por poco lo derribó al suelo.

—¡Fuera de aquí, condenado chucho! —Al igual que su ama, el perro le ignoró, olfateando a los gatitos que le golpeaban el hocico con las patitas—. Sólo espera a que los baje —masculló Peter—. Entonces te esconderás temblando metido en el armario del corredor.

Se inclinó con la intención de llevar a cabo su amenaza, cuando oyó.

—¡Por el amor de Dios, ahí no! Van a pisotearlos. Aquí. Les he preparado una cama.

Rezongando por lo bajo, Peter levantó la vista para encontrarse con el «ama de llaves» Mary Purdy ahogando una risita, mientras Jimmy se comía sus dulces, demasiado absorto para interesarse por la difícil situación de Peter. Lady Imperiosa estaba de pie impaciente, señalando con el dedo un cajón puesto de lado, revestido con una manta mullida.

Peter caminó rígidamente hacia el cajón, se puso en cuclillas y depositó su carga, uno por uno, más que dispuesto a dar por terminada esta situación ridícula.

De pie, lanzó una mirada enojada hacia el rostro altanero de la joven, vuelto hacia arriba en dirección a él, y sintió un deseo incontenible de besarla. Que Dios lo asistiera, ella le había hechizado.

—¿Satisfecha?

—Sí.

—Excelente.

—Bien.

Intercambiaron miradas de enojo y acto seguido Peter salió a grandes zancadas de la habitación. Lali se hubiera dado de tortas por permitir a sus ojos seguir la retirada de él; sus magníficas formas no dejaban de ser una belleza, sin importar lo enojado que estuviera.

—Buenas tardes, señor Lanzani —gorjeó Rocio en tono alegre al cruzarse con él en el corredor, recibiendo un gruñido como respuesta. Entrando a la cocina con expresión perpleja, la joven preguntó:

—¿Qué le pasa?

Lali observó a Peter hasta que éste desapareció en un área del vestíbulo bañada por la luz de los últimos rayos del sol. Luego dijo con brusquedad:

—Es hombre.

Mientras se alejaba en dirección contraria a Peter, Olinda y Rociointercambiaron miradas desconcertadas.

La casa aprisionaba a Peter como una tumba. Las cuatro paredes parecían cernirse sobre él mientras permanecía de pie en medio de la biblioteca. Rodeado por el olor de cuero antiguo y en desuso, trataba de no pensar en el continuo aumento de la agitación que le provocaba una insufrible muchachita de temperamento explosivo y sonrisa más radiante que el sol.

Rodeó con una mano la desgastada repisa de la chimenea, mientras el reloj anunciaba que faltaba un cuarto de hora para la medianoche. Bajó los ojos, fijándolos en la madera que ardía crepitando sobre los deslustrados morillos de la chimenea y luchando contra el deseo que crecía en lo profundo de su ser. Sabía que pronto su cuerpo se vería atormentado por temblores si no satisfacía su necesidad. Alargó una mano hacia las llamas, pero no sintió el calor, sólo un terrible frío cada vez más intenso.

Se esforzaba por concentrarse en el repiqueteo de la lluvia contra los cristales, en el aullido del viento que castigaba una persiana haciéndola golpear contra la casa.

Inquieto, caminó hasta la vitrina de los licores y sacó una botella de coñac añejo, su paso aún no era el tambaleo de un ebrio, aunque ya había bebido bastante, incluso había terminado lo que quedaba de una botella de bourbon[1].

¿Por qué había venido a este lugar olvidado de Dios? Debería estar en Londres, haciendo lo que mejor hacía, apostar, y no meterse en enredos. Y el aceptar hacerse responsable de Lady Mariana Esposito era un enorme enredo. La mayoría de los días la coherencia de su vida pendía del hilo más fino.

Pero, ¿qué le esperaba en Londres? ¿Una residencia urbana vacía? ¿Recuerdos que habían empezado a acosar su mente, dejándole cada vez menos lugares donde ocultarse?

Echó una ojeada hacia atrás, a la delgada caja negra sobre la mesa opuesta al sofá, encaramada allí como un ave de presa, sólo esperando que él levantase la tapa. Había creído tener la fuerza suficiente como para conquistar el enorme vacío en su interior y al principio había dejado la caja bajo llave en Charring House. Pero apenas había viajado durante una hora antes de verse forzado a regresar y llevarla consigo. Su vida estaba amarrada a esa caja, en cuerpo y alma.

Terminó el vaso de coñac y se sirvió otro, caminando más allá de la mesa una vez más y apoyando la mano sobre la ventana para mirar fuera, hacia la noche tormentosa, los truenos entre las nubes negras, los relámpagos iluminando los cabos, desolados y sombríos, las hojas tiritando en medio de las ráfagas heladas.

Con cada momento que pasaba, más profundamente se clavaba la guillotina en su cuello.

Necesitaba a Mary. La necesitaba tanto como a las cosas que guardaba en aquella caja. Había algo en la joven que lo calmaba, que le hacía olvidar por un momento las imágenes de un hombre joven que había agonizado tres días antes de morir a causa de una bala que estaba destinada a Peter. Los sollozos de una mujer cuyo único error había sido amarle, y los asustados ojos de su madre mientras se sometía a la brutalidad de su marido... y una vergüenza inexpresable.

Dios, cómo odiaba la noche.



* * *



De pie ante la ventana,Lali miraba la densa cortina de lluvia deslizarse sobre los cristales. Las tormentas eran frecuentes durante las noches otoñales. Se presentaban del modo más intimidante y cesaban antes del amanecer.

Hubo un tiempo en el que ella solía amar la lluvia, cuando se sentaba en esta misma ventana, la nariz apretada contra el vidrio, mirando las gruesas gotas caer como chelines[2] de plata sobre el camino, convirtiéndolo en un turbio lago.







15 comentarios:

  1. amo esta novela quiero mas laliter

    Angie

    ResponderEliminar
  2. na jajajaa peter no va a descansar hasta tenerla amo la novela subi otro porfavor

    ResponderEliminar
  3. espero que pronto estos dos esten juntos me muero por leer otro

    ResponderEliminar
  4. que bueno que el chico no le salio que ella era lady mariana buenisima la novela

    ResponderEliminar
  5. quiero leer otro estoy con ganas de seguir me fasina tu novela

    ResponderEliminar
  6. mas lindo el cap mas novelita

    ResponderEliminar
  7. peter me parese que esa noche va a buscar a lali y la va a querer hacer suya subi otro porfavor

    ResponderEliminar
  8. ay dale se buenita y subi otro mas quiero saber lo que va a ocurrir amo la nove

    ResponderEliminar
  9. espeor que puedas subir otro me interesa saber que es lo que sigue me tieen loca la nove

    ResponderEliminar
  10. sabelo que amo como escribis y me encanta demasiado la novela subi mas

    ResponderEliminar
  11. cada vez se pone mejor

    ResponderEliminar
  12. Me encanto el cap!
    Mas NOVE
    Besos
    @vagomi

    ResponderEliminar