peter entró
cautelosamente en el dormitorio, Lali dormía todavía y él había logrado
controlar un poco su ataque de furia. Observó a la mujer. Era preciosa —sin
contar su pelo naranja radiactivo—, pero no era solo eso. Era divertida,
inteligente, diabólica, una verdadera caja de sorpresas. Tan pronto te devoraba
la polla como una cortesana que a los dos minutos se asombraba por la más
ingenua caricia. Aunque le pesara reconocerlo, incluso había sentido celos del
cariño y los mimos que prodigaba a sus mascotas, ese afecto sin pretensiones ni
concesiones, tan puro y simple, sin artificios ni teatro. Quería que lo compartiera
también con él, y de hecho, si tenía que ser franco, desde el principio lo
había compartido, habían hablado con sinceridad, cara a cara, y cuando ella se
había disgustado se lo había mostrado sin dudarlo. Le había mostrado su elenco
de amigos orgullosa y le había permitido unas horas para conocerlos mejor. Lo
que tenía lo daba abiertamente, sin dudarlo. Ojalá supiera quién era el
Vinagres. Lo mataría con sus propias manos.
peter era
consciente mientras la observaba embelesado de que el sexo con ella era
increíble y de que aún —y esa era la palabra clave— no estaba irremisible y
perdidamente enamorado, pero andaba cerca, muy cerca. Y después de lo que había
leído en su cuaderno, le iba a costar mucho que ella se lo demostrara en caso
de que alguna vez llegara a corresponderle. No dudaba de que Lali se sentía
atraída hacia él, por lo pronto ya se había saltado una de las normas de su
decálogo, "no permitir que nadie se cuele en mi vida", y él pensaba
seguir colándose, sin dudarlo. También creía que confiaba en él, más o menos.
Pero de ahí a que ella se permitiera enamorarse después de lo sucedido en su
vida, iba un mundo.
Se quitó la ropa en
silencio y se tumbó de lado en la cama, observándola. Se pegó a ella, besó su
nuca y le pasó un brazo sobre la cintura posesivamente. La mañana llegaría en
pocas horas y tenía que dormir aunque solo fuera un poco. Cerró los ojos. Lali
se movió, acurrucándose contra él, pegando el trasero a su pene. peter sonrió,
aunque solo fuera dormida, estaba claro que un poco sí se fiaba de él.
Lali se despertó
sobresaltada, el sol entraba a raudales entre las cortinas. Parpadeó confusa y
miró el despertador de la mesilla. Las diez y cuarto. ¡Se había olvidado de
poner la alarma! Se levantó sobresaltada de la cama y corrió a ducharse. Cuando
el chorro de agua cayó sobre su cara recordó de golpe que Alex había pasado la
noche con ella, en su cama, otra vez. Demonios. Bueno, no pasa nada, pensó. Hoy
es domingo y en cuanto salgamos por la puerta "adiós, muy buenas", y
mañana ¿quién sabrá?
Mmh, ¿los rollos
esporádicos pasaban la noche en casa? No tenía ni idea. De todas maneras, nada
de compromisos, ninguna expectativa, como había dicho Pili, dar tiempo al
tiempo. Y sobre todo no fiarse. A todo esto, lo primero que tenía que hacer era
cambiar la cerradura, el viernes peterreconoció haber cogido sus llaves, a
saber si no se había hecho una copia... Luego... bueno, si se volvían a ver,
bien, sino... bien también. Salió del baño y se empezó a vestir. Había
conseguido ventaja al despertarse antes que él, la iba a aprovechar, no pensaba
dejarse ver medio en bolas y con los pelos enredados... de hecho no pensaba
dejarse ver los pelos. Punto.
Un conejo blanco
con un reloj de época en la mano lo exhortaba sin pausa. Estaba en un mundo
multicolor de intensos tonos verdes, azules y rosados. Frente a él se inclinaba
una casa enorme de paredes demasiado blancas y tejados demasiado rojos, casi
como si fuera una ilustración exagerada en el cuento de un niño pequeño. El
conejo blanco saltaba nervioso a la vez que su nariz se encogía impaciente
mientras miraba el reloj, las grandes orejas colgaban caídas a los lados y
golpeaban apeter en la espalda.
—Tarde, tarde,
llego tarde —canturreaba frenético con voz... ¿femenina?
El conejo le
gritaba en el oído causándole un ligero dolor de cabeza. Cogió la almohada y se
escondió debajo...
—Vamos, dormilón,
es tarde, tardeeeeee... despierta de una vez —gritó de nuevo el conejo con la
voz de Lali... ¿Qué demonios?
peter despertó
desconcertado por el sueño, abrió ligeramente los ojos y la encontró ante él,
dando saltitos sobre un pie enfundado en un calcetín del mismo color que su
pelo mientras encajaba en el otro una bota de piel. Su cabello mojado se
balanceaba en ondas sobre su rostro inclinado y llevaba más o menos puesta una
camisa vaquera sobre un jersey naranja, unos vaqueros desgastados que aún no
había tenido tiempo de abrochar y debajo de ellos lo que parecía ser un tanga
rosa. La polla de peter se alzó alerta...
Lali consiguió
calzarse la bota, se apartó el pelo del rostro y lo miró, miró también su
erección y luego bufó.
—Tarde, ¿ves?, te
lo dije, "si te quedas llegaré tarde". Mira qué hora es, las diez y
media, todavía tengo que acabar de vestirme y llegar al centro... tarde. Joder.
Nunca llego tarde.
—Bueno, no pasa
nada porque llegues un poco tarde... ¿Vas al centro de Madrid? —comentó como
quien no quiere la cosa, si era así iba a llegar bastante tarde.
—Al centro de
Alcorcón. Vamos, corre. Me voy en diez minutos.
—Vale —dijo
acurrucándose más en la cama, no llevaba ni cuatro horas dormido y tenía sueño.
—Vamos, que nos
vamos —dijo ella destapándole y tirándole del brazo para que se incorporara.
Craso error, pues peter aprovechó el movimiento para agarrarla y hacerla caer
sobre él. En el sitio en que debía estar exactamente.
—Voy —dijo
besándola.
Lali se rindió
durante un par de minutos a sus besos, pero luego lo empujó implacable, cogió
los pantalones y la camisa y se los tiró encima.
—Me voy. Ya. Y no
te puedes quedar aquí solo.
—Está bien —gruñó.
peter se vistió rápidamente,
apenas tenía ropa, y se dirigió a la cocina para tomar un poco de leche.
Mientras tanto ella echó de comer a los animales y se puso una gorra sobre su
pelo. Lo miró enarcando las cejas, cogió las llaves multicolores y salió por la
puerta.
—Voy, voy —dijo él
un poco irritado con tantas prisas.
— ¡Vamos! —Lali
estaba plantada en la puerta del ascensor, impaciente—. Toma.
— ¿Qué es esto?
—cogió el papel que le daba, en él estaba apuntado un n° de teléfono con el
nombre "Dani" al lado—, Perfecto, cuando tenga lo de la exposición le
aviso. Dame el tuyo de paso.
—No.
— ¿No?
—Ya tienes mi e-mail.
No te hace falta el teléfono para nada y yo odio hablar por teléfono —dijo
mientras salía corriendo del ascensor.
—Aun así. Podría
necesitar decirte algo, prometo no llamar si no es imprescindible —dijo con una
sonrisa en la boca.
—Nunca hay nada
imprescindible. Además es que detesto que me llamen por teléfono. De verdad.
—Llegó a la puerta del portal y se giró para mirarle gravemente—. Lo odio.
—Vale —dijo peter
levantando las manos y recordando el diario. Como prefieras —joder, mataría a
ese tipo.
—Bien. Pues nada,
ya nos escribimos. —Estaba sacando apresurada las llaves de su coche.
—Espera.
—Dime —contestó
impaciente—, llego tarde.
—Dime dónde
trabajas.
— ¿Para qué?
—Para poder llevar
el material cuando lo tenga.
—Ains. —Se mordió
el labio dudosa— Mira, no sé dónde tienes que dejarlo, pero no creo que debas
ir a mi trabajo, llama a Dani y él te cuenta, seguramente tengas que llevarlo a
Estampa. —El no tenía por qué saber dónde estaba su curro.
—Pero... vale —dijo
dándose por vencido.
—Nos vemos —se
despidió abriendo la puerta del coche.
—Un momento.
Lali se giró
impaciente de nuevo, solo para ir a caer entre los brazos de peter.
—Un beso de
despedida. —Le dio un beso tierno, dulce y profundo—. Mañana en cuanto consiga
conexión a Internet te escribiré.
—Vale —contestó
incrédula, se metió en el coche, arrancó y se fue.
Llegó a casa de
Irene a las once y cuarto. Mar y su abuela la esperaban con el desayuno puesto
en la mesa. Hablaron un poco sobre todo y nada, comentaron los progresos en el
colé y por último, cuando Mar fue a su habitación a arreglarse, las mujeres
aprovecharon para hablar de temas que los niños no debían conocer, aunque en
este caso por desgracia conocieran.
Entre susurros
apresurados y miradas de refilón hacia el cuarto de la niña, Lali se enteró de
que cande andaba buscando dinero desesperadamente, había acudido la semana
pasada a casa de Irene con esa intención, cosa que no era nueva, al menos una
vez al mes su antigua amiga acosaba a su madre para sacar algo, cualquier cosa.
Pero esta última vez había sido peor, se había presentado cuando Mar estaba en
el colegio, exigiendo, amenazando y, cuando no consiguió lo que buscaba,
directamente arrasó la casa y cogió las pocas cosas de valor que había en ella.
Lali maldijo, si el abuelo estuviera vivo lo mismo podría hacer algo, pero por
desgracia había muerto antes de que su hija arruinara su vida y la de su
familia. Lali instó nuevamente a Irene para que lo pusiera en conocimiento de
la policía. Pero ésta no podía hacer eso, para bien o para mal, la había parido
y ahora debía soportarlo como buenamente pudiera. Lali entendía su postura,
sabía que ambas se culpaban en silencio por lo que había pasado, ella por no
haber estado allí cuando todo empezó a torcerse, Irene por no haber sabido
imponerse a su hija, por no haber podido ayudarla, controlarla, por no haber
impedido que se casara con vico. Y lo más insoportable era que ambas intuían
que eso no era cierto, que no eran culpables, pero aun así... la culpa siempre
estaba presente.
Cuando la puerta
del cuarto se abrió ambas callaron. Mar era una niña preciosa, alta para sus
once años y algo rellenita, recogía sus rizados cabellos rubios en una trenza
descolocada y unas gafas enormes ocultaban sus preciosos ojos marrones. Se
mostraba muy tímida y reservada con los desconocidos, pero gracias a los tres
años que llevaba visitándola Lali era ahora su amiga, su mejor amiga si
prestaba oídos a las alabanzas de la niña. No tenían secretos entre ellas,
quizá porque no hablaban jamás de cande o a lo mejor porque las dos se
encontraron solas y asustadas en sus primeros encuentros y poco a poco se
habían ido abriendo. Lo cierto es que Lali no podía considerar siquiera el no
visitar a su ahijada y aunque solo lo hacía dos veces al mes, para las dos esos
días eran un verdadero tesoro.
Irene se había
negado en rotundo a que se llevara a la niña más de dos veces al mes, puede que
por miedo a que se la robaran sin que Lali pudiera evitarlo o acaso por el
motivo que Irene le había dado en su día, porque Lalitenía que rehacer su vida
al igual que ellas y no podía convertir a Mar en su excusa para salir de casa.
Fuera como fuera, dos domingos al mes se tenían por completo la una a la otra y
lo iba a aprovechar al máximo.
— ¿Qué tienes
pensado para hoy, tía Lali?
—Mmh... pues... me
he enterado de que han abierto en el Tres Aguas un buffet de... ¡comida
italiana!
— ¡Genial!
—Y luego... he
conseguido unas entradas para... tachán, tachán...
— ¡Dilo!
—Ir al teatro a ver
el musical... ¡GREASE!
— ¡Alucinante!
— ¿Y sabes que es
lo mejor...?
— ¿Qué?
—Que el musical es
a las... ocho de la noche...
— ¡Halaaaaa! Y
desde que acabemos de comer hasta las ocho de la noche... —continuó Mar.
— ¡Estaremos raja
que rajaras! —acabaron las dos a la vez gritando la coletilla de todos los
domingos y saltando como dos niñas muy, muy felices.
—Que os lo paséis
bien —dijo Irene sonriente, le costaba no ver a su nieta durante un día pero
con solo ver las caras de felicidad de las dos muchachas, sabía que estaba
haciendo lo correcto.
—Adiós, abuela —se
despidieron mientras salían por la puerta.
Y efectivamente, el
domingo, como todos "sus" domingos, fue espectacular. Comieron pasta
hasta que les dolió la tripa, rieron hasta que les dolieron las mandíbulas y se
contaron sus secretos hasta que les pitaron los oídos. Mar le contó que había
un chico que le gustaba, iba a su mismo curso y estaba —palabras textuales—
como un tren. Lsli a su vez le contó que había conocido a peter, que parecía
ser un tipo majo y que a lo mejor volvía a verlo algún día... Mar se quedó
alucinada, era la primera vez desde que salían juntas que Lali le hablaba de un
hombre que no fuera nico, Dani o Gabriel, su odiado jefe. Su mirada se entristeció,
sus manos se pararon sobre su regazo y bajó la cabeza.
—Ey, ¿qué pasa?
—preguntó Lali al ver el mutismo de la niña.
— ¿Te irás con él?
— ¿Cuándo?
—Siempre.
— ¿Siempre? ¿No sé
a qué te refieres?
—Papá conoció a
María y se fue con ella para siempre. Mamá conoció al Huesos y se fue con él para
siempre. Ahora tú conoces a peter. ¿Te irás con él?
—No, cariño, claro
que no. Es solo un amigo más, y tú eres mi amiga, mi princesa elfa. ¿Si no
vuelvo contigo quién hará magia para que yo me ría? ¿Acaso quieres que me
convierta en una bruja malvada y amargada...?
—comentó intentando
hacerle cosquillas, pero sin lograrlo.
—Tú ya eres una
bruja —Mar rió sin ganas ante la aseveración que siempre hacía Lali. Desde el
momento que se conocieron le dijo que era su princesa elfa y que tenía la magia
para hacer la reír, y desde entonces se lo repetía cada vez que se veían, para
que no lo olvidara nunca—, pero...
— ¿Pero qué?
Dímelo, cielo. Ya sabes lo que prometimos.
—Que nunca nos
mentiríamos... ¿vale? —Inspiró profundamente y se lo lanzó a la cara—. ¿Y si no
es bueno? María y El Huesos no lo fueron y mis padres no se dieron cuenta. ¿Y
si te equivocas? Tú misma has dicho que ya metiste la pata una vez.
—Sí, la metí, por
eso tengo mucho cuidado de no volver a meterla. Pero si no te fías... mmh...
Dani y nico opinan que es un buen tipo. Y euge también.
— ¿Y rovhi? —Mar
conocía bien a los amigos de Lali y sabía cómo era Rochi.
—Bueno, Rochi no
opina que sea malo, solo que no tiene la cabeza bien puesta sobre los hombros.
Pero eso no es malo... solo significa... — ¿Cómo explicar a una niña de once
años la prevención de enfermedades sexuales?— que es muy despistado.
— ¿Puedo conocerlo?
—Aps... ¿para qué?
—Parece importante.
— ¿peter? Qué
vaaaaa, nada más lejos de la realidad. Es una persona que conocí el otro día y
con la que me resulta divertido hablar. —Y sentir su compañía y dormir con él y
ver películas y contarle mis cosas, y... en definitiva, estar con él... ¡Ay,
Dios!
—Ahh... ¿pero es tu
amigo?
—Sí. En principio
sí —respondió dudosa, no le gustaba nada el cariz que estaba tomando la
conversación, ni sus pensamientos... ¿era su amigo? Sí. Y más.
— ¿Y crees que
alguna vez será algo más que un amigo? —Mar había visto a demasiados
"amigos" con su madre y si tía Lali tenía un "amigo" quería
estar preparada para lo peor... cuando lo conociera y viera que era una persona
peligrosa, podría hablar con ella y decírselo... y lo mismo tía Lali le hacía
más caso que su madre, aunque no lo creía. Le entraron ganas de llorar,
volvería a pasar, lo sabía.
—No.
Definitivamente no. —Dios mío, Mar veía demasiado para ser una niña—. ¿Has
visto mi casa? Es muy pequeña, ¿dónde lo metería? —preguntó intentado bromear.
Si no se entendía ella misma, ¿cómo se lo iba a explicar a Mar?
—Podrías guardarlo bien
dobladito en el jacuzzi enano... —respondió riendo y luego asestó la puñalada—.
Pues si sólo es un amigo quiero conocerlo, igual que a los demás.
—Aps, bueno, se lo
puedo consultar, lo cierto es que es una persona muy ocupada y no sé si va a
poder ser.
— ¡No me lo quieres
presentar! —Era malo, seguro que era malo, por eso no se lo quería presentar,
para que no lo descubriera, seguro que se emborrachaba y rompía cosas y haría
que Lali fuera como él y los dos se reirían de ella y se la olvidarían en la calle
y no volverían a estar juntas como ahora. No pudo pensar más. Se echó a llorar.
—No, mi elfa
preciosa, no llores. Claro que te lo quiero presentar, es solo que no sé si
podrá ser.
—No pasa nada,
pero... ¿te volveré a ver el cuarto domingo? —Hipó haciéndose a la idea de que
todo iba a empezar a ir mal. Otra vez.
—Claro que sí.
—Miró a la niña y supo todo lo que pasaba por su cabeza en ese momento, el
Huesos y cande... y ahora ella le contaba sobre peter y se negaba a
presentárselo... como su madre cuando todavía era coherente. Se decidió en un
segundo—. Y además, le convenceré para que se pase un ratito pequeñín a vernos,
seguro que para poco tiempo sí que encuentra hueco.
— ¿De verdad?
—Cuando lo conociera, si era una mala persona, que lo sería, convencería a tía
Lali para que se alejara de él. Y de paso hablaría con Rochi por teléfono a ver
qué opinaba realmente. Rochiu sabía bien lo que se hacía.
—De verdad de la
buena.
La velada terminó
apoteósicamente con la representación magistral de Grease, un CD con la banda
sonora en español del musical y cenando una pizza sentadas en la cocina de
Irene. Daban las doce de la noche cuando regresó a su casa; sabía que llegarían
tarde cuando compró las entradas pero había merecido la pena hasta el último
minuto del día. Lo malo es que ahora que estaba sola se enfrentaba a un gran
dilema. No sabía si volvería a ver a peter, no sabía si seguirían siendo... ¿el
qué? ¿Pareja? ¿Amigos?
Dentro de dos
semanas él podía haber desaparecido del mapa o no querría conocer a Mar. ¿Y si
era al contrario? ¿Y si seguían viéndose? ¿Y si era tan buen tipo como parecía?
Si se seguía mostrando tan agradable y encantador entonces Lali tendría un gran
problema, porque Alex era perfectamente capaz de encandilar a Mar igual que le
había encandilado a ella y entonces Mar podría pensar en él como "tío peter",
y si Mar empezaba a pensar eso ya serían dos las que lo pensarían porque... y
esto era lo más peligroso, a veces, sin darse cuenta, sin quererlo, ella ya lo
pensaba. Lo imaginaba con ella en casa, todos los días, durante toda su vida.
¡Ay, Dios! JAMAS, se prometió a sí misma. Por encima de su cadáver. Su vida era
perfecta tal cual estaba y peter era un E.S.E., un Encuentro Sexual Esporádico.
Y no iba a ser nada más. Ni loca.
Lunes 10 de
noviembre de 2008
Lo primero que hizo
Lali el lunes fue llamar a Dani para avisar de que llegaría tarde, lo segundo,
buscar una clínica privada y hacerse los análisis de sangre, lo tercero,
comprar una cerradura nueva para la puerta de su casa, lo cuarto, trabajar,
trabajar y trabajar.
Cuando por fin
llegó a casa eran las nueve de la noche, jugó con sus niñas, cambió la
cerradura, cenó y por último miró los correos; no los quería mirar, no quería
saber si peter había cumplido su palabra de escribir. Porque si no escribía
significaba "adiós, muy buenas", y eso era bueno porque ella lo
interpretaría como el fin de las expectativas afectivas. No es que le hiciera
mucha gracia, pero se evitaría complicaciones futuras. Pero... si escribía...
ella se haría ilusiones, y cuando la empezara a putear, porque la putearía,
acabaría hecha polvo...
Clickeó sobre el
icono del Thunderbird.
Correos de sus
amigas interesadas por Mar y por saber cómo había ido el domingo, un correo de
su madre, seguía en la playa, correos vendiéndole cosas y, medio oculto en
toneladas de propaganda, un correo de peter.
Se lo pensó un buen
rato antes de abrirlo, lo leyó y se quedó impactada... era peor de lo que
pensaba. No solo se estaba haciendo demasiadas ilusiones, sino que él encima la
alentaba... ¡Ay, Dios! Cuando se diera el batacazo iba a ser tremendo.
Estaba molido.
En un solo día se
hizo análisis de sangre, consiguió los materiales de Dani, habló con el
arquitecto, con el aparejador, con los obreros, y puso en marcha el proyecto de
la nave industrial; en un par de semanas podría empezar a trabajar en serio.
Por la tarde había
visitado el ático que pensaba alquilar en la calle Retamas. Era impresionante.
Totalmente amueblado, tres habitaciones, dos cuartos de baño, cocina con
office, salón comedor y, lo más importante... en la parte de arriba, en el
ático propiamente dicho, un espacio diáfano con todas las paredes forradas de
espejo.
Se puso duro solo
con pensar lo que podría hacer allí. Con Lali. Dentro de Lali. Sobre Lali. Las
posibilidades eran infinitas.
La dueña le explicó
que la anterior inquilina practicaba ballet en ese espacio. A él le daba
exactamente lo mismo para qué utilizara el ático, lo que le importaba en esos
momentos —a él y a su erección— era para qué lo iba a usar él. Demonios. Firmó
el contrato al momento. Alquiler por seis meses renovable por otros seis y con
opción a compra.
Al llegar al hotel
encargó por Internet sábanas, toallas, mantelería, vajilla... Después habló por
teléfono con sus padres contándoles las cuestiones del trabajo e indicándoles
que le mandaran las cajas que había dejado embaladas en el sótano a su nueva
dirección y, sin saber qué mosca le había picado, les comentó, así como de
pasada, que había hecho alguna que otra amistad... Su madre en seguida preguntó
de qué sexo, él respondió, su madre le previno, él la ignoró, su madre se
preocupó, él le refirió que se hiciera a la idea, su madre se asombró, él le
confirmó que Lali era especial y su padre sonrió mientras escuchaba a
escondidas desde el teléfono supletorio. Sí, señor. No te acobardes, hijo, que
tu madre solo te pica para que caigas aún más profundo, pensó intrigante.
peter colgó el
teléfono, sacó papel y lápiz y comenzó a dibujar detalladamente lo que quería
poner dentro del ático. Este era muy espacioso, ocho metros de largo por cinco
de ancho con una puerta corredera de cristal que daba a una enorme terraza y
una escalera de caracol en una esquina que bajaba al piso inferior. Le cabría
todo perfectamente. Investigó por Internet a ver si eran posibles algunas de
las cosas que buscaba, y sí, sin ningún problema.
Coloreó la cama de
dos metros que iría en el centro, justo enfrente de la terraza, se puso duro
imaginando a su chica, es decir, Lali, tumbada sobre ella desnuda, por
supuesto... y ya que estaba imaginando, lo hizo a su gusto. Estaba atada con
cintas de seda a los postes de la cama, frunció el ceño, borró el cabecero
y dibujó unos postes, soltó el lápiz y se desabrochó los botones, la bragueta
le estaba apretando considerablemente, y ya que tenía la mano por esa zona,
decidió comprobar el tamaño de su erección... diez dedos... no estaba nada mal,
pero podía superarse... ¿por dónde iba? Ah, sí... Lali atada a la cama, las
piernas y brazos extendidos en forma de aspa, él arrodillado ante ella lamiendo
su jugosa vagina. Acarició su polla arriba y abajo, el glande se hinchó
ante el contacto. Deslizó la piel desde el frenillo hacia la base a la vez que
con el pulgar frotaba el capullo.
Seguía bebiendo de la vagina, sentía el sabor dulce y
a la vez salado que emanaba de ella, le introdujo dos dedos, ella los
aprisionó, le introdujo un tercero y bombeó, la oía gemir desesperada. Le daría más,
pensó a la vez que fuera del sueño se masturbaba más rápido, más fuerte, más
apretado sobre su pene.
La imagen cambió, ahora Lali estaba de rodillas sobre
la mesa de cristal que pensaba poner pegada a los espejos, con el culo en
pompa, tentándolo. Le temblaba la mano mientras se acariciaba la polla, los muslos se le
habían puesto duros como rocas. Imaginó sus
grandes manos separando el trasero dispuesto de su chica mientras él se lo
mordía ansioso, el pulgar trazando círculos sobre el ano, la vagina húmeda y
anhelante...
Sus propias nalgas
se apretaron en respuesta mientras los dedos que masajeaban la polla subían y
bajaban cada vez más rápido. Metió la mano que tenía libre por dentro de los
pantalones hasta alcanzar los testículos, estaban tensos, alzados, acarició
delicadamente la bolsa que los contenía mientras sentía que los espasmos de
placer se elevaban por su pelvis.
La cara extasiada de Lali se reflejaba en los espejos
que los rodeaban, se mordía los labios para contener los jadeos mientras él
introducía el pulgar en su ano, las tetas se balanceaban delante y detrás con
los pezones gruesos y duros como perlas, cogió uno de ellos entre sus dedos y
apretó. Oprimió más su polla con movimientos
espasmódicos y desacompasados ante el inminente orgasmo, sus testículos
ardieron y el placer recorrió su cuerpo hasta escapar fulminante por la
abertura de su verga formando un charco de semen sobre su abdomen.
Dejó caer manos y
cabeza, todavía sentado en la silla de la habitación de su hotel. Joder.
¿Cuánto tiempo hacía que no se masturbaba? ¿Y que disfrutaba tanto haciéndolo?
Ni se sabe.
Se duchó, más para
calmarse que por estar limpio, y cogió el teléfono.
— ¿Dani? Soy peter,
hemos tenido suerte, mañana tengo reparto por Madrid y he conseguido meter
dentro lo que nos hace falta. ¿Dónde lo llevo?... ¿En el Ventorro del Cano?
Vaya casualidad, ahí es donde he comprado la nave para mi empresa... Si ya la
he apuntado... Oye... te iba a preguntar una cosa que he visto por Internet...
¿es cierto que hay un cristal tan resistente que puede servir como suelo?...
Ajá... ¿Y vale también de mesa? Eh... pues lo quiero para ponerlo en el ático
que he alquilado... De mesa... Sí, Joder, para comer sobre el cristal... ¡A ti
qué coño te importa lo que voy a comer!... Joder... No, no has acertado... ¡Que
no!... ¿Cómo que me lo vas a conseguir como regalo para el éxtasis de Lali? ¡No
tiene nada que ver con ella! No me la pienso comer sobre él... No es ninguna
trola... vale, piensa lo que quieras... tú mismo... Mañana hablamos... Ciao.
Joder con Dani, era
un puto vidente.
Por último conectó
el portátil y escribió un mensaje a Lali.
De: Drácula6969
Para: C3PO
Asunto: te echo de menos
Hola preciosa.
Siento no haber podido escribir antes pero hoy he
tenido un día imposible con los asuntos del curro; al final he conseguido
ponerlo todo en marcha y espero que en un par de semanas la nave esté
operativa. Me hice los análisis, en un par de días sabré los resultados. Por la
tarde he estado por tu barrio mirando pisos para alquilar ¡y ya he alquilado
uno! Como estaba por la zona te he llamado al telefonillo pero no estabas en
casa, supongo que seguirías en el curro y es una pena, porque me hace mucha
ilusión enseñártelo, si te soy sincero me ha fastidiado bastante no poder verte
porque te echo mucho de menos. He soñado contigo y ni siquiera estaba dormido,
te he visto frente a mí, cada uno de tus rasgos, cada una de tus sonrisas. Echo
de menos tu voz y tus risas, tus caricias y tus silencios. Te visitaré esta
noche mientras duermas, me introduciré en tus sueños y te acariciaré con mis
deseos. peter.
Martes 11 de
noviembre de 2009
Lali estaba sola en
la oficina, sentada frente al monitor, aporreando el teclado con los diez dedos
y murmurando para sí misma.
¿Crisis? ¿No dicen
que hay crisis? ¿Y dónde está ahora la crisis? A ver, que alguien me lo cuente.
Presupuestos, albaranes, facturas... todo por hacer y no deja de sonar el
maldito teléfono. ¿No hay crisis? Joder, pues que se note, que son las doce y
estoy sin desayunar. ¿Y eso a quién le importa?, ¿eh? A nadie. Cuando alguien
se digne a entrar para sustituirme ya será tarde, habré muerto de inanición,
pero qué más da... así adelgazo y mira tú por dónde si adelgazo seguro que
Gabriel se corre de gusto en los calzoncillos... y sería su primer orgasmo en
años... Lo mismo así se digna a sustituirme para que pueda ir a desayunar...
Pero qué va... ese no tiene un orgasmo ni aunque la meta en el culo de un
caballo...
— ¡Ejem!
—Hola, Antonio
—dijo Lali volviéndose.
—No deberías hablar
así del jefazo, si te oye se va a enfadar.
—No digas
tonterías, estar enfadado es su estado natural —contestó Lali al
"abuelo" de todos sus empleados—. ¿Has venido a sustituirme?
—No. Dani me ha
dicho que salgas.
— ¿Para qué? ¿Va a
sustituirme él? —habló entre los gruñidos de su estómago.
—No creo... me
parece que va a salir a tomar algo.
—Joder. El ya ha salido
a desayunar... no es justo, se va a enterar.
Se levantó hecha
una furia y miró por la ventana de la oficina, Dani estaba en la puerta de la
nave colocando unas cajas... ¿Cajas? Si ellos no recibían cajas, recibían
vallares de cristal, pero no cajas... ¿Qué demonios...? Salió de su oficina y
esquivó vallares, maquinaria y empleados, con Antonio siguiéndola muy de cerca.
—Niña, vas muy
deprisa, te vas a chocar con algo —comentó el "Abuelo". Era el
empleado más viejo de la empresa, llevaba su mono azul y su eterno palillo
masticado entre los dientes.
—No te preocupes
por mí, preocúpate por la "persona" contra la que voy a chocar
—respondió mirando a Dani.
Cuando llegó hasta
la entrada la furia asesina que sentía se había multiplicado por dos al igual
que los rugidos de su estómago. Todos, absolutamente todos habían desayunado
menos ella.
—Dani, escucha...
—Mira quién ha
venido —cortó sonriendo Dani mientras sacaba cables de una caja tan feliz como
un niño con zapatos nuevos.
—Hola, preciosa
—dijo peter dirigiéndose hacia ella.
Lali se quedó
clavada en el sitio, estupefacta. ¿Qué carajo hacía peter allí? Y lo que es
más, ¿por qué se dirigía hacia ella con esa sonrisa? ¿Es que no se daba cuenta
de que estaba en su puesto de trabajo? Joder.
Cuando la tuvo a su
alcance deslizó una mano por su cintura y Lali botó. Literalmente.
— ¿Qué haces tú
aquí? —dijo alejándose bruscamente de la mano indiscreta.
—He venido a traer
las cosas —contestó peter sonriendo y acercándose de nuevo.
— ¿Por qué aquí? —Lali
dio un par de pasos atrás.
—Yo se lo dije —se
metió Dani; viendo la cara de Lali no estaba seguro de si ésta no le daría un
mordisco al vampirito.
— ¿Tú...?, eh... —Lali
señaló con un dedo a Dani—, Ah... Dani, tenemos que hablar, acompáñame a mi
oficina —dijo intentando mantener la compostura—, esto... Por favor.
—Pensábamos ir a
tomar un café, te he llamado para que vinieras con nosotros —intentó distraerla
su amigo.
—Ahora. A mi
oficina, por favor. —Luego se giró hacia peter—, Esto... muchas gracias por
traer las cosas... luego te escribo, ¿vale? —Cogió a Dani del codo y lo llevó
más o menos a rastras hacia la oficina.
—Ahora vuelvo...
—gritó Dani sobre su hombro a un peter demasiado atónito como para reaccionar.
El portazo al
cerrar la puerta de la oficina reverberó en toda la nave. peter y los empleados
miraron hacia las ventanas, tras ellas Lali hacía aspavientos con los brazos
mientras Dani se apoyaba en la mesa y miraba hacia las ventanas señalándolas
con un gesto de cabeza. Lali se volvió de golpe y bajó las persianas, los
trabajadores se miraron unos a otros encogiéndose de hombros y volvieron a sus
ocupaciones, todos menos uno. El vejete con el mono azul y el palillo entre los
dientes se quedó parado donde estaba mirando detenidamente a peter.
—Caray —dijo.
—Caray —corroboró peter.
—Me temo que van a
tardar un rato...
—Un rato largo...
—asintió peterextrañado. ¿Qué demonios había pasado?
— ¿Un cigarrillo?
—ofreció sacando del bolsillo un paquete de tabaco tan arrugado como él mismo.
—Bueno.
— ¿Cómo has podido?
—preguntó furiosa a la vez que bajaba las persianas.
— ¿Cómo he podido
qué?
— ¿Por qué le has
dicho que dejara aquí las cosas? —exclamó señalando la nave.
—Porque era el
mejor sitio.
—Podías haberle
mandado a Estampa directamente, eso hubiera sido lo más lógico. —Lali se apoyó
en la pared y se cruzó de brazos.
—En estampa no
podemos entrar a montar hasta mañana. ¿Qué te hace pensar que le hubieran
dejado descargar allí el material hoy?
—Pues podías
haberlo mandado a otro sitio. —Se separó de la pared y caminó los dos metros de
oficina.
— ¿Por qué?
— ¿Por qué? Pues
porque ahora sabe también dónde trabajo. —Se paró de golpe y alzó las manos
enfadada.
— ¿Y qué?
—Que mi trabajo es
sagrado —se llevó las manos a la frente para frotársela con fuerza.
—No digas
tonterías.
—No son tonterías.
Este es mi... mi lugar, mi sitio. Nadie sabe dónde trabajo. O al menos nadie lo
sabía. —Se abrazó a sí misma mientras le miraba.
— ¡Por favor! Todos
sabemos dónde trabajas. Joder, trabajas conmigo.
—No. Lo saben mis
amigos y mi familia. Nadie más. Y ahora lo sabe él —dijo señalando afuera
nerviosa—. Has dejado que traspase el límite de lo personal y lo has metido en
lo profesional. Sabe dónde vivo y dónde trabajo. ¿Qué será lo próximo? ¿Darle
mi teléfono, decirle dónde viven mis padres...?
— ¿A qué coño viene
todo esto, Lali? ¡Yo no le he dicho dónde vivías, has sido tú sólita! Y además
es que no sé qué tiene que ver... joder. ¡Estás perdiendo el norte!
—No lo entiendes.
—Dejó caer las manos y se desplomó sobre una silla.
—No. No lo entiendo.
—Déjalo. —Apoyó los
codos en la mesa y hundió la cara entre las manos.
—No. Cuéntamelo.
— ¿Qué pasara
cuando todo se vaya a la mierda? —Le miró por entre los dedos.
— ¿Qué?
—Ya sé que yo lo
metí en casa, pero aún tenía mi trabajo y quería mantenerlo aparte. —Ahora
miraba a la mesa—, ¿Dónde iré si también conoce el lugar donde trabajo?
—Dónde te
esconderás, querrás decir. Vamos, no seas tonta, no va a pasar nada.
—Tienes razón
—contestó desalentada—, no va a pasar nada porque no va a haber nada que pueda
pasar. —Inspiró hondo y sacudió los hombros—. Perdona por haberte gritado.
Tengo hambre y ya sabes que eso me enfurece.
—Pues entonces
vamos, vente a desayunar con nosotros.
—No puedo, tengo
mucho que hacer —dijo levantándose distante y dirigiéndose a la puerta.
—Ya lo harás luego,
venga, le diré al abuelo que coja el teléfono y tome las notas, luego las pasas
al programa y listo.
—Déjalo, tengo
mucho que hacer. —Abrió la puerta—. Tráeme un bocadillo cuando vengas.
—Lali... vamos, te
estás pasando tres pueblos.
—No —dijo
firmemente plantada con la mano en el tirador de la puerta.
—No seas así,
venga, que te está esperando para decirte hola —sonrió enarcando varias veces
las cejas—. No puedes dejar al pobre vampiro sin su dosis de sangre.
—Prefiero seguir aquí
con mi trabajo. —Le sostuvo la mirada, seria.
—Vamos, ha hecho
esto por ti, ha conseguido los materiales por ti y ha venido hasta aquí en
persona en vez de mandar a un transportista por ti.
—Yo no quiero que
haga nada por mí, no quiero que venga aquí por mí y sobre todo no quiero que se
introduzca más en mi vida. No te das cuenta, Dani, pero yo sé de lo que
hablo... Empiezan así, poco a poco, hacen favores que luego no puedes devolver,
entran en tu vida susurrando palabras de amor, aparecen de repente en el
trabajo para ver cómo te encuentras y, cuando menos te lo esperas, zas
—chasqueó los dedos—, te echan en cara los favores, te controlan en casa y te
vienen a buscar al trabajo para que no puedas escapar. Y luego... —negó con la
cabeza—. Estoy en mi horario de trabajo, tengo que trabajar y no permitiré que
nadie cambie eso.
—Lali... no es él
quien te dice que salgas a desayunar, soy yo quien te lo ordena, tu jefe. Nadie
te va a controlar ni te va a imponer nada. Solo es un desayuno, café,
churros... ya está, nada más.
—No. Le dije el
domingo que no debería venir a mi trabajo y mira tú por dónde se ha buscado la
vida para saber dónde trabajo... —Tenía los dedos blancos de tanto apretar el
tirador.
—No ha hecho nada
de eso, yo le dije que viniera aquí en cuanto mencionó que tenía las cosas.
—Me parece muy bien
—dijo sarcàstica—, y como ha sido tan
sumamente amable creo que lo mínimo que puedes hacer es ir al bar e invitarle a un café.
—Sabes que no
tienes razón. ¿Te vas a poner cabezota?
—Sí.
—Vale, tú misma,
tía, pero estás siendo más estúpida de lo normal —contestó Dani enfadado saliendo
por la puerta.
—Y que lo digas, he
sido verdaderamente estúpida, pero esto se acaba, aquí y ahora —dijo entre
dientes cerrando la puerta.
No tenía razón y lo
sabía, pero no podía evitarlo. Después de leer el correo de Alex le había estado dando vueltas al asunto
toda la noche... se estaba metiendo demasiado, le importaba demasiado... y
ahora esto. Había que cortarlo de alguna manera.
peter estaba hablando
—más bien escuchando— con el abuelo que, por lo que parecía, tenía que haber
sido como poco miembro de la C.I.A. ¡Demonios! Este anciano sabía todo de
todos... era una enciclopedia parlante. Le contó sobre el "amable"
Gabriel y su trato despótico hacia los empleados y hacia Lali, sobre el hijo
del cuñado del amigo del cortador que estaba estudiando en la misma clase que
la amiga de la hermana de no sé quién del gobierno, sobre la máquina de cortar
cristal que había costado chorrocientos millones y se atascaba por culpa
del montador, que era primo del jefe y había conseguido el trabajo por
"dedo" y así iban las cosas... Cuando vio aparecer a Dani suspiró aliviado...
—Nos vamos a tomar
algo, abuelo, vigila que todo marche bien. —Se introdujo Dani en el descanso
para respirar de la conversación del arrugado personaje.
—Sí, sí. Claro. Le
iba a contar a tu amigo cómo eran las cosas antes, cuando...
—Sí, abuelo,
"ningún tiempo pasado fue mejor" —dijo dándole unas palmaditas en la
espalda—. Vamos, peter.
—peter se apresuró
a seguir a Dani. Salieron en silencio de la nave y se dirigieron a la cafetería
de la esquina.
— ¿Y Lsli? ¿No
viene?
—Me ha dicho que
está muy liada y no puede.
—Aps. ¿Se ha
enfadado?
— ¿Te dijo
expresamente que no vinieras a la nave? —Le miró Dani con el ceño fruncido.
—Mmh, cuando le
pregunté la dirección mencionó que te preguntara a ti... y no sé, quizá dijo
que este no era el mejor lugar... ¿Por qué?
—Está enfadada. No
le gusta que se mezcle el trabajo con su vida personal.
— ¿Su mejor amigo
es su jefe y no quiere mezclar el curro con su vida privada? No me jodas.
—No te jodo... solo
te lo cuento.
—Vale.
Una vez en la
cafetería pidieron sus respectivos cafés y el bocadillo de Lali. Hablaron sobre
la mejor manera de montar la exposición hasta que peter se ofreció a ayudarles
y Dani se negó en rotundo.
— ¿Por qué no?
Entiendo de "cables", no es por nada y tengo tiempo libre por las
tardes. —Más o menos... no es que le sobrase mucho tiempo pero ya lo
conseguiría.
—Porque esto es
algo que tenemos que hacer nosotros, tú ya has hecho mucho consiguiéndonos los
materiales, pedirte más sería demasiado.
—Y una mierda.
Ofrezco mi ayuda, no me la pides. Así que venga.
—Mira, si quieres
ayudar a mí me parece perfecto, cuanta más gente mejor, pero, a ver... es que
no sé si a Lali le va a hacer gracia, ella no quiere que te metas en su trabajo
y, sinceramente, no sé cómo se lo tomaría si te metieras más en este
proyecto... ella es... —buscó las palabras adecuadas— muy celosa de su
intimidad. Cuando hicimos la lista no creo que se diera cuenta de todas las
cosas que nos ibas a proporcionar, si se hubiera coscado no lo hubiera
permitido... Lo cierto es que a mí también se me fue un poco la mano con el
entusiasmo... y, bueno, los dos te estamos muy agradecidos, pero... a Lali no
le hace gracia deber favores a nadie —comentó con los hombros caídos.
—Nadie me debe nada
—protestó peter enfadado.
—Ya lo sé. —Dani se
mesó el pelo nervioso—. Es algo largo de contar y, bueno... de verdad es que te
agradezco muchísimo lo que estás haciendo, lo cierto es que va a tener otro
aspecto con todo este material. —Intentó llevar el tema hacia otros derroteros.
—Seguro que la
exposición es un éxito. ¿Imagino que podré visitarla cuando esté abierta al
público, no? —preguntó a la defensiva, entre irónico y enfadado.
—Claro que sí,
seguro. — ¿Seguro? Había oído las últimas palabras de Lali, y no auguraban nada
bueno.
peter leyó en el
lenguaje corporal de su compañero que no estaba seguro de nada y decidió
apostarlo todo a una carta.
—A ver si me
aclaro, Dani, porque te juro que ahora mismo estoy perdido —dijo Alex
masajeándose el puente de la nariz—. Lali y yo pasamos un fin de semana
perfecto y yo, ingenuamente o precipitadamente, no te lo niego, me he hecho
algunas expectativas. —peter movía las manos dando énfasis a cada palabra—, Y
hoy me ve y no solo no me habla, sino que te llevas tú una bronca.
—Eh, yo no me he
llevado ninguna bronca.
— ¿No? Pues no
parecía estar dándote las gracias en la oficina.
—Sólo hemos tenido
un intercambio de opiniones.
— ¿Con gritos incluidos?
No. ¿Sabes lo que pienso, Dani? Pienso que algo ha pasado, pero no sé el qué.
Creo que no os caigo mal, ni a ti ni a los demás, así que imagino que lo que
sea que se le pase por la cabeza a Lli no tiene nada que ver con la opinión que
os hayáis formado de mí. —En ese momento tiró el anzuelo—. Pienso que a ella le
ha pasado algo hace tiempo, algo que no tiene nada que ver conmigo, pero que no
sé por qué se está metiendo en medio.
—Eso son chorradas
—Dani se puso alerta.
—Cuéntame qué pasa
—presionó peter.
—No pasa nada.
—Dani hizo ademán de pagar la cuenta.
— ¿Es por el tal
Vinagres? —Viendo que se le escapaba el pez, peter quemó sus naves.
— ¿Tú qué coño
sabes de eso? —respondió Dani crispado.
—Nada —mintió—, Lali
mencionó su nombre un par de veces unido a la palabra controlar... y yo solo
estoy atando cabos.
—Joder. Eso no es
asunto mío, ni tuyo, ya puestos.
—Échame un cable,
Dani.
—Mierda. —Dani lo
miró fijamente intentando leer en su cara—. Mira... —suspiró y tomó una
decisión—. No le preguntes qué va a hacer, ni dónde va a estar, ni a qué hora
va a llegar; de hecho jamás le pidas explicaciones sobre nada, no digas ponte
este pantalón o aquel vestido, no coloques los trapos de cocina, ni las toallas
del baño ni nada según tamaños y colores, ni hagas planes para nada, lo que
surja que sea en el momento. Jamás catalogues nada de lo que tiene y sobre todo
no la llames por teléfono. Jamás.
— ¿Por qué?
—Querías un cable,
bien, te lo estoy echando, pero no me pidas explicaciones.
—Es que no lo
entiendo —mintió, no lo comprendía todo, pero sí se hacía una pequeña idea—. A
mí jamás me ha dado por preguntar, pedir explicaciones u ordenar lo que no es
mío, es cuestión de sentido común y educación, pero lo del teléfono es absurdo.
Se lo pedí el otro día y no me lo quiso dar y ahora tú me adviertes de que no
la llame jamás...
—A Lali no le gusta
el teléfono, nada más... ten en cuenta que se pasa el día colgada al auricular
en su trabajo, a lo mejor por es por eso... —excusó Dani mintiendo
rotundamente, casi todos los pedidos entraban por e-mail—. Si quieres
comunicarte con ella hazlo por e-mail. Me caes bien, creo que eres un
buen tipo, pero las cosas de Lali son suyas, de nadie más. —Dani pagó la
cuenta, cogió el montado de Lali y salió de la cafetería.
Regresaron en
silencio a la nave. peter fue casando los escasos datos obtenidos con lo que
había visto en casa de Lali y leído en el diario. Recordó el jacuzzi enano con
toallas de colores imposibles, ninguna hacía juego con otra, con el suelo o con
los azulejos, el dormitorio sin cabecero y con una mesa moderna para ordenador
que no pegaba ni con cola, rodeada de cuadros a punto de cruz. Y todo eso sin
contar la mezcla de muebles del comedor. La caja de madera que hacía de mesa de
centro, la mesa de metal blanco que sostenía la tortuguera, el terrario
construido a partir de un mueble rústico sobre el aparador clásico de cerezo,
los sillones casi hundidos en el suelo y tapados con tela naranja y el tablero
de corcho enorme que ocupaba toda la pared con fotografías de su gente
pinchadas con chinchetas al tun tun. Lo había achacado a falta de fondos, a
muebles reciclados de amigos y familiares, pero quizá no era solo eso. Lo
cierto es que una distribución tan caótica y a la vez tan acogedora, tan llena
de recuerdos de la gente querida no era tan fácil de conseguir como en un
principio parecía.
Cuando entraron a
la nave peter no se lo pensó dos veces, arrancó el bocata de Luka de las manos
de Dani y se encaminó a la oficina. Entró dejando a propósito la puerta
abierta, lo último que quería es que se enfadara por lo que pensarían los
trabajadores que "podían hacer" tras una puerta cerrada.
Estaba concentrada
escribiendo algo que leía en el ordenador, encorvada sobre la mesa y con el
pelo tapado con una gorra de baloncesto de la que sobresalían algunos mechones
naranjas. peter golpeó la puerta con los nudillos para indicar su presencia y
ella se volvió de golpe con un bolígrafo medio comido en la boca...
—Hola, preciosa, te
traigo el bocadillo. ¿Andas muy liada? —Comenzó a acercarse a ella mientras
hablaba, esperando que no lo echara de la oficina.
—Sí, tengo bastante
jaleo. —Se tiró a por el bocadillo, lo abrió y le dio un buen mordisco—.
Gracias por el bocata, estoy hambrienta —comentó con la boca llena, sentándose
de nuevo.
—Ya lo veo —dijo
sonriendo al verla comer con tantas ganas—. ¿Has oído alguna vez el dicho
"el mundo es un pañuelo"? Pues es totalmente cierto, ¿a que no
adivinas dónde está la nave que he comprado para mi empresa?
—Ni idea —dijo Lali
alerta.
—Justo al final de
la calle. Cuando me dio Dani la dirección me quedé alucinado.
— ¡Vaya
coincidencia! —comentó mirando el monitor, intentando hacerle entender que
estaba ocupada. Mierda, mierda, mierda, tenía la tentación al lado.
—Eso pensé yo. —peter
vio cómo daba un gran bocado al bocadillo y en vista de que tenía la boca llena
y no le podía decir que se fuera siguió hablando—, ¿Nos vemos esta tarde?
—No —tragó Lali—,
voy a la pelu.
—Aps. Una gran idea
—comentó mordiéndose la lengua para no preguntar por el nuevo color de pelo que
pensaba ponerse.
—Me he cansado del
naranja radiactivo —dijo desafiante a ver si se atrevía a meterse de nuevo con
su pelo.
—Ajá. —Esperó a ver
si decía algo más pero ella seguía concentrada en su bocadillo y el monitor,
apuntado galimatías en un papel—. ¿Y mañana?
— ¿Mañana? —Ni
siquiera levantó la cabeza del papel en el que escribía.
— ¿Tienes algo
planeado para mañana? —preguntó mirando por encima del hombro lo que
escribía... estaba tachando un cuadro sí un cuadro no en un cuaderno cuadriculado.
—Sí. Voy a Estampa
a empezar a montar la exposición. —Ahora estaba dibujando una cruz.
—Si quieres os echo
una mano —probó.
—No, gracias. Ya
nos las apañamos. —Varios tachones, rayajos y vuelta a empezar con las cruces.
—Vale. —Miró
fijamente la nuca de Lali, y atacó—. ¿Algún problema?
—No. ¿Por qué?
—Porque aún no me
has mirado a la cara.
—Es que estoy
haciendo cosas...
—Ya veo —dijo él
ojeando de nuevo el cuadro abstracto que estaba creando.
—Mira —Lali dejó de
un golpe el bolígrafo sobre el block y se levantó para mirarle—, estoy en mi
puesto de trabajo y no me gusta que venga nadie aquí y que los demás piensen
que me estoy escaqueando o algo parecido. No lo tomes a mal, pero es así.
—Entiendo.
—Perfecto. Luego te
escribo, ¿vale?
—Como quieras.
Peter echó una
mirada a las ventanas, las persianas estaban subidas de nuevo y la gente los
miraba de reojo. Consciente de la incomodidad de Lali se dio media vuelta para
marcharse pero acto seguido se lo pensó mejor y, antes de que tuviera
posibilidad de reaccionar, se acercó a ella y le asestó un beso rápido y casto
en la frente.
—Te escribo esta
noche. Ciao.
—Ciao —contestó Lali
atónita.
Miércoles 12 de
noviembre de 2008, 23.30
De: Drácula6969
Para: C3PO
Asunto: ¿Qué tal la expo?
Hola preciosa, ¿qué tal va el montaje? ¿Algún
problema? Yo estoy instalándome en el nuevo piso, me han mandado desde
Barcelona mis cosas y estoy empezando a colocarlo todo. También he encargado un
par de muebles que estoy seguro te van a sorprender en cuanto los veas. En
especial uno que mide dos por dos metros... ¿imaginas lo que es? ¿Y lo que voy
a hacerte en él...? Lo dejo a tu imaginación.
Mañana empiezo a recibir material en la nave, por lo
que estaré en el polígono toda la mañana, pasaré a buscarte hacia las dos y
comemos juntos, ¿te parece? Un beso.
PD: Cuando esta noche sientas que alguien te observa
en tus sueños, cuando caricias ocultas recorran tu cuerpo, no te asustes, seré
yo, acariciándote con mis pensamientos.
De: C3PO
Para: Drácula6969
Asunto: La expo bien, gracias
Ningún problema con el montaje. Me alegro de lo de tu
piso nuevo y tus imponentes muebles... ¿Dos por dos metros? ¿Una pecera gigante
para meter cocodrilos? Otra cosa no se me ocurre.
No te molestes en pasar por mi empresa, no puedo salir
a comer, tengo trabajo y me llevo la comida al curro. Te escribo mañana.
PD: Ni se te ocurra visitarme en mis sueños, necesito
dormir... y ver aparecer a Drácula de repente colmaría mis pesadillas. Pujff...
De: Drácula6969
Para: C3PO
Asunto: ¿Cocodrilos?
¿Para qué quieres una pecera con cocodrilos? Y lo que
es más grave... ¿qué crees que te podría hacer en una pecera con esos bichos?
Lástima que no puedas salir a comer... estoy deseando
ver tu nuevo pelo. Te echaré de menos. Besos húmedos y largos.
PD: Ya que no me dejas visitarte en sueños, tendré que
convertirme en murciélago y observarte desde la ventana...
De: R2D2
Para: C3PO; Pasodestarwars
Asunto: ¿Cómo va la expo?
Hola, guapas, ¿cómo va el montaje? ¿Os apañáis u os
hace falta un poco de saber decorativo...?
Lali... ¿qué tal vas con tu Drácula particular?
Besos a todas. Pili.
De: Pasodestarwars
Para: C3PO; R2D2
Asunto: No preguntes
Ay, ay, ay... estos artistas están locos... por poco
monto un buen lío solo por ayudar... Por lo demás, el montaje va genial... ya
están puestos varios puntos de luz...
Lali, ¿sigues tan seria o ya se te ha pasado la
tontería? Ains... euge, nuestra lali está pensando cosas raras... peligro,
peligroso. Saluditos. Rochi.
De: R2D2
Para: C3PO; Pasodestarwars
Asunto: ¿Qué has hecho, rochi?
¿Qué te ha pasado en Estampa? ¿Alguna catástrofe?
¿Lali, que ha pasado? Contesta niña o te llamo por
teléfono y te hago el quinto grado.
Besotes. Pili.
De: C3PO
Para: R2D2; Pasodestarwars
Asunto: rochi Avestruz, no seas tan alarmista
Pues a Rochi le ha pasado que no entiende de arte... A
ver...estábamos en Estampa montando las luces cuando ha visto en un rincón un
lienzo con un chicle pegado y no se le ha ocurrido otra cosa que quitar el
chicle... y resulta que el chicle era la "obra de arte", y bueno...
al artista que lo ha hecho por poco leda un yuyu y ha montado la marimorena,
pero al final, como no lo ha despegado del todo, lo hemos vuelto a pegar y la
cosa ha quedado en un susto, pero rochi, preciosa, para la próxima no toques
nada, guapa.
Y, por otro lado, a mino me pasa nada...
Un besote. Lali.
De: Pasodestarwars
Para: C3PO; R2D2
Asunto: ¿A quién se le ocurre pegar un chicle y decir
que eso es arte?
No fastidies, tía, los "artistas" están como
cabras... voy apegar yo chicles en mis cuadros a ver si me los pagan tan caros
como al esmirriado ese... grr...
Lali... que parecías un muerto viviente, no vengas con
chuminadas. Cuéntanos qué pasa.
Saludos. Rochi.
PD: Lali, como vuelvas a mencionar el fastidioso
sobrenombre que me puso "cara de asco" te corto la cabeza. YO NO
tengo el cuello de avestruz.
De: C3PO
Para: R2D2; Pasodestarwars
Asunto: Lo siento
Siento haber mencionado a "cara de asco", no
sé qué me ha pasado por la cabeza. Un besote. Lali.
De: R2D2
Para: C3PO; Pasodestarwars
Asunto: No te escaquees, Lali, que te veo venir
Ruth, no hagas caso, se le ha ido la pinza... seguro
que no quería mencionar a ese indeseable... ¿qué ha pasado con Draculín?
A ver, Laloi, cobardica...
Besitos. euge.
Jueves 13 de noviembre
de 2008, 23.30h
De: C3PO
Para: Drácula6969
Asunto: hola
Siento no haber contestado ayer, pero no he visto el
mensaje hasta ahora mismo.
Me gustan los cocodrilos, son buenos chicos... y lo
que podríamos hacer con ellos... pues darles de comer, por supuesto. Tú les
darías de comer, y yo vería cómo te devoran... Mi pelo ahora es castaño
claro... como siempre... Ciao. Lali.
De: R2D2
Para: C3PO; Pasodestarwars
Asunto: lali, niña, estamos esperando...
Y conspirando... que sepas que he hablado con Rochi y
me ha contado sus intuiciones... si no contestas iremos mañana a tu casa a ver
qué pasa... y ya sabes, el quinto grado irá incluido.
Besos. euge.
De: C3PO
Para: R2D2; Pasodestarwars
Asunto: No vengáis a casa...
Hola guapísimas, está a punto de venirme la tía de
Rusia, me duelen las tetas y los ovarios y no estoy para bromas. Y no pasa
nada... solo que todo está escapando a mi control y no me gusta un pelo. A ver,
¿no se supone que un polvo esporádico es eso exactamente, esporádico? Lo he
buscado en el RAE. Y pone esto: "Ocasional, sin ostensible enlace con
antecedentes ni consiguientes." Bueno, pues Draculín no debe saber buscar
en los diccionarios porque lo está haciendo justamente al revés. Me escribe
todos los días, ha venido al curro el martes, ha pasado el fin de semana
conmigo... y joder, eso no es lo que yo quiero, que luego se lían las cosas y
se arma la de Dios es Cristo. A ver, ¿no se supone que todos los tíos van a lo
que van, es decir a meterla un rato y pasarlo bien...? ¿Pues por qué este no
hace eso y listo? Leches... de todas maneras... como ya digo, me baja la regla
este finde, así que en cuanto vea que 'Aquí hay tomate'' 'y no "ñaca ñaca"
imagino que se largará con las de Villadiego y me quedaré otra vez
"soltera y sola en la vida"... ¡Hombres! Un besote. Lali.
De: Pasodestarwars
Para: C3PO; R2D2
Asunto: Mi niña, que no te aclaras
Por un lado te quejas de que te hace demasiado caso,
lo cual es relevante sobre su carácter y compromiso y por otro te enfadas
pensando que corno no va a tener relaciones sexuales contigo este fin de semana
no va a querer verte... Eres como el perro del hortelano, ni comes, ni comer
dejas. Además, digo yo que mejor que vayas viendo lo que pasa en vez de
preocuparte por lo que pueda pasar... EN TODOS LOS SENTIDOS... cada persona es
distinta ergo las situaciones también serán distintas... asimismo, y sin que
sirva de precedente, debo poner en tu conocimiento que a mí peter me parece una
buena persona aunque tenga despistes insalubres. Creo sinceramente que deberías
abrirte un poco y ver qué pasa... nada pierdes. Si va bien, genial, si va mal,
llamamos a nico y que le parta en dos. Anímate y tómate un ibuprofeno, lo mismo
te quita un poco los dolores. Saluditos. Rachi..
De: R2D2
Para: C3PO; Pasodestarwars
Asunto: AMEN
Lali, cielo, haz caso a Rochi, que ya sabes que tiene la
cabeza muy bien puesta. Además suscribo todo lo dicho por ella. Por cierto,
deberías ir al ginecólogo, que tanto dolor no es normal... Besitos. euge.
De: C3PO
Para: R2D2; Pasodestarwars
Asunto: Ya fui...
Hola, preciosas, ya veré lo que hago con Draculín,
ahora tengo las hormonas en pie de guerra y no estoy muy coherente que se
diga... ains. euge, recuerda que ya fui al ginecólogo (puag) y me dijo que no
me pasaba nada, solo es un puñetero mioma... Me voy a meter en la cama que toy
que me muero... mañana os escribo. Un besote. Lali.
De: Drácula6969
Para: C3PO
Asunto: Comida para cocodrilos...
¿YO? No creo que me guste mucho... la verdad. Hoy he
tenido un día bastante ajetreado, ya tengo la nave medio llena de cosas y se
supone que mañana llegan más... Por otro lado, jamás pensé
que fuera tan difícil rellenar los huecos vacíos de una casa... pero no hay
modo, por mucho que lo intento mi nuevo piso se ve desangelado, frío e
impersonal... Estoy seguro de que a ti se te ocurrirán mil cosas para que
parezca más una casa y menos un hotel... ¿Mañana te veo cuando vuelvas de casa
de euge? Un beso largo, profundo y húmedo...
PD: Ayer te vi dormir desde la ventana, estabas
preciosa acurrucada en tu cama, mis brazos me
dolieron por no poder abrazarte...
De: C3PO
Para: Drácula6969
Asunto: Pues si te duelen los brazos date un masaje
con réflex
¿Cómo sabes que voy los viernes a casa de euge? Creo
que no lo he mencionado nunca... ¿?
De todas maneras, mañana no voy a casa de mi amiga, me
está bajando la regla y me duele todo el cuerpo así que pretendo pasarme toda
la tarde del viernes metida en la cama y, para tu información, el sábado y el
domingo seguiré con la regla, así que estaré igual.
Ya nos escribimos para la semana que viene.
Ya está hecho,
pensó Lali mientras apagaba el ordenador y se metía dolorida en la cama. Tal
cual iban evolucionando los dolores imaginaba que al día siguiente, viernes, le
bajaría la regla con todas sus fuerzas. Menos mal que tenía un bote entero de
ibuprofeno y otro de buscapina para ir tirando... aunque tampoco es que le
fuera a servir de mucho. De todas maneras qué más daba...
Viernes 14 de
noviembre de 2008, 13.55h
Por fin, tres
minutos y fuera. No se lo podía creer, se le había hecho la mañana eterna. Los
dolores, tal y como estaba previsto, fueron subiendo durante la noche y a las
siete de la mañana, totalmente desesperada, no le quedó otra que tomarse una
buscapina. La pastilla había calmado, que no eliminado, parte del sufrimiento
permitiéndole personarse en el trabajo, pero hacia las once los dolores habían
vuelto a tomar las riendas de su cuerpo y, en vista de que aún le quedaban tres
horitas para acabar su turno, se había tomado un ibuprofeno. Lo malo es que el
efecto calmante le duró escasamente dos horas y, para colmo de males, ya no
solo le dolían los ovarios y el pecho, sino que su estómago estaba bastante
resentido. Había pasado la última hora acurrucada en la silla con las manos
rodeándose la tripa y rezando para que nadie se diera cuenta de que NO estaba
trabajando, ni poco ni mucho. Nada. Dani, por supuesto, lo notó a primera hora
y ordenó que se fuera a casa, pero cómo no, justo después entraron Gabriel y su
peluquín clamando al cielo.
—Me ha dicho Daniel
que te vas, sí, claro, ¿y qué más? ¡Mujeres! Un pequeño dolorcito y ya estáis
por los suelos. Si lo sabré yo. Cuentos nada más. Que si me duele esto, que si
me duele lo otro, que si ahora me viene la regla y falto al trabajo, que si
luego me quedo embarazada y cuatro meses de maternidad, que si estoy con depresiones
y tengo baja médica. ¡Así va el país! Si os quedarais en casita cuidando de la
familia en vez de andar ocupando puestos de trabajo habría muchísimo menos
paro. Pero no. Queréis trabajar, pues entonces demostrad que valéis para el
trabajo. Pues tenlo muy clarito, bonita, si te largas te descuento el día
entero del sueldo. Que no está el horno para andar pagando a quien no trabaja.
—Tranquilo,
Gabriel, que ya le he dicho a Dani que no me pasa nada, solo me duele un poco
la tripa, pero vamos, en media hora se me pasa. —Bastante mal iba ese mes como
para que encima le quitaran dinero por faltar tres puñeteras horas del trabajo,
porque los viernes se cerraba a las dos y no era justo, NADA JUSTO, que le
quitara el día entero. Maldito Gabriel.
—Eso espero, pero
que no te vea remolonear, que aquí se viene a currar, no a pasar el rato.
Vamos, como si no os conociera. Todas iguales, todas cortadas por el mismo
patrón.
Gabriel salió de la
oficina gruñendo, Dani se acercó a él enfadado y Lali vio desde la ventana que
empezaban a discutir, como siempre. Por ella. Mierda. Cuando Dani volvió a
entrar en la oficina Lali compuso su mejor cara y su sonrisa más radiante y le
aseguró que no pasaba absolutamente nada. Bastante tenía Daniel con soportar a
su hermano a diario como para encima tener que discutir por ella. Así que lo
convenció como pudo de su buena salud y aguantó como una jabata toda la mañana.
Ahora le dolían no
solo los ovarios sino también la mandíbula de tanto apretar los dientes, sentía
débil todo el cuerpo y solo pensaba en llegar a su casa, tomarse otra
pastillita con un yogur o algo para aliviar el dolor de estómago posterior y
meterse en la cama.
Dos minutos. Apagó
el ordenador, cogió su bolso, se refrescó la cara con una toallita húmeda,
cuadró los hombros, esbozó una sonrisa y salió de la oficina.
Un minuto. Atravesó
la nave despidiéndose de todo el mundo, esquivó la cara enfadada de Gabriel
cuando éste miró el reloj y vio que aún faltaban algunos segundos para las dos,
rechazó el ofrecimiento de Dani de llevarla a casa y abrió la puerta a la
libertad.
Las dos en punto. A
la mierda. Salió de la nave, hundió los hombros, dejó caer la cabeza hacia
delante y se abrazó el estómago. Demonios. Solo tenía que llegar al coche,
ponerlo en marcha y en media horita estaría en casa. ¡Aleluya, hermanos!
Llevaba una media
hora apoyado en su Carnival a la entrada de la nave con un cabreo
monumental. El último mensaje de Lali no dejaba lugar a dudas: le estaba dando
largas y encima con la excusa más tonta y manida posible. ¿Pensaba que era tan
idiota de tragársela? Llevaba toda la semana respondiendo a sus e-mails con una de cal y
otra de arena, jugando y mostrándose cortante dentro del mismo mensaje,
bromeando para a la frase siguiente darle un corte de mangas. Pero con el
último definitivamente había colmado su paciencia. ¿No quería verle? Pues bien,
que cerrara los ojos porque le iba a escuchar quisiera o no. Entendía más o
menos lo que pasaba por la mente de Lali, pero eso era una cosa y otra muy
distinta era que él tuviera que comerse la mierda de su anterior relación. Para
una vez que sabía lo que quería —más o menos—, no estaba dispuesto a quedarse
de brazos cruzados esperando a que ella se decidiera. Ni tampoco a seguir
mandando mensajes cursis para nada. Quería hablar cara a cara y lo haría.
Esos eran los
pensamientos que cruzaban de un lado a otro y a la velocidad del rayo por la
cabeza de peter cuando la puerta de la nave se abrió y apareció Lali, erguida y
con la sonrisa más forzada que había visto en su vida para al segundo siguiente
desmadejarse y esbozar una mueca de dolor a la vez que ponía las manos sobre su
estómago. No había mentido. Se la veía pálida y con ojeras, con el pelo lacio y
sin vida cayendo a ambos lados de su cara haciéndola parecer una zombi, vamos,
para echarse a correr y no parar.
Justo detrás de
ella salió Dani preocupado, ambos hombres se miraron mientras Luka rebuscaba
algo en su bolso totalmente distraída.
— ¿La llevas tú a
su casa? —preguntó Dani.
Lali alzó la vista
sorprendida, no se había dado cuenta de que la había seguido.
—Sí —contestó peter
viendo la cara de su amigo. Que ese tarambana estuviera preocupado no auguraba
nada bueno.
¡Demonios! Lali
giró sobre sí misma y allí estaba el que no sabía interpretar diccionarios. En
vez de desaparecer tras las revelaciones del día anterior se había presentado
en el trabajo.
—No hace falta que
nadie me lleve a casa, ¿pero de qué vais? ¿De súper machomen? —preguntó
irritada. Le dolía todo el cuerpo y no tenía ganas de tonterías.
—Vamos, bonita,
¿cuántas pastillitas de las tuyas llevas? —dijo Dani pasándole un brazo por la
espalda y cogiéndole el bolso.
— ¿Y a ti qué
narices te importa? Y dame el bolso. Ya —ordenó, pero sin hacer mucha intención
de recuperarlo.
—Que nos conocemos,
niña. Veamos... ¿Dos? ¿Tres? Y además no has comido nada en toda la mañana, no
hija, no. Tú te vas a casa de copiloto —dijo Dani posando una mano en la
espalda de Lali y guiándola hacia un perplejo peter.
—Pero, bueno, ¡¿tú
eres gilipollas o sólo lo aparentas?! —dijo revolviéndose—. No me toques, y
devuélveme el bolso de una vez. ¡Ya!
—¡¡Por favor!! ¿Qué
vocabulario es ese? Vamos, anda y no te quejes, más quisiera yo que me llevaran
en ese supercochazo. —La agarró del codo hasta la puerta del coche.
— ¿Pero tú eres
idiota o sordo? Léeme los labios: que me dejes en paz.
—A ver, preciosa.
¿Te has mirado al espejo esta mañana? Estás que das pena, pálida y con las
manos temblorosas. Te has tomado mínimo un par de pastillas y sabes que a tu
estómago le sientan fatal. ¿Para qué vas a conducir en ese estado si te podemos
llevar a casa? —Se inclinó para susurrarle al oído—. Si no quieres que te lleve
él, te llevo yo, pero sola no te vas, que la última vez ibas haciendo eses con
el coche por mitad de la carretera... ¿Recuerdas? ¿No? Pues yo iba justo detrás
y te juro que lo tengo grabado en mí retina. Así que vamos, no lo pongas
difícil, ¿vale?
—Joder. —Lali miró
a ambos hombres. peter perplejo y Dani determinante. Lo cierto es que se
encontraba fatal. Llevaba dos pastillas en siete horas, tres si contaba' la
primera que se tomó a las dos de la madrugada, y su estómago estaba de todo
menos tranquilo... Y mejor no hablar del cuerpo serrano que tenía en esos
momentos, así que se tragó su arranque de furia—. Vale. Llévame a casa, le dijo
a Dani—. Pero... ¿Cómo hago para recuperar mi coche y venir el lunes a
trabajar?
—El lunes te traigo
yo, trabajo doscientos metros más abajo, así que no hay problema —dijo peter
acercándose a ella y tomando el mando. La abrazó por la cintura, abrió la
puerta del copiloto y dejó que se metiera ella sola resistiendo las ganas de
ayudarla.
—Come algo y a la
camita —le dijo Dani cerrando la puerta, y girándose hacia peter bajó la voz—:
Mira a ver cuántas pastillas se ha tomado, le destrozan el estómago. Que se coma
un par yogures y se tome el omeoprazol o acabará vomitando por la noche. —Dudó
un momento—: Dile que esta tarde la llamo y que si eso mañana me paso por su
casa a ver qué tal va... soy su enfermera particular.
—Se lo comento,
pero sabes que me voy a quedar con ella todo el fin de semana. —No era una
pregunta, era una aseveración— Sabes que pasaré a ver cómo está. —Alex marcaba
su territorio, perfecto. Pero él era amigo de Lali antes que nada.
—Pondré unas
Grimbergen a enfriar para ti.
—Perfecto —contestó
Dani sonriendo. peter se había fijado que era la cerveza que bebió "donde
ayer". Atento el vampirito. Sí, señor. Una buena pieza para la niña si
ésta acababa por abrir los ojos de una vez.
peter se metió en
el coche y arrancó. Lali tenía la cabeza apoyada en el reposacabezas y los ojos
cerrados. Las manos volvían a reposar sobre su estómago.
— ¿A qué ha venido
esa escenita? —preguntó ella con la boca seca y la voz apagada.
— ¿Qué escena?
—Esa en que
parecíais dos perros rabiando por ser el primero en mear en las esquinas y
marcar su territorio.
—Esa... no ha
venido a nada. Solo sentábamos las bases de nuestra amistad.
—Chorradas... los
hombres solo hacéis chorradas.
El resto del viaje
transcurrió en silencio con Lali acurrucada sobre el asiento, las piernas pegadas
al pecho y las manos abrazadas a las rodillas. peter no podía evitar mirarla
una y otra vez preocupado, no recordaba que su madre y su hermana lo hubieran
pasado jamás tan mal con la regla. Pero bueno, no todas las mujeres eran
iguales, ¿no?
Al llegar a casa lo
primero que hizo Lali según entró por la puerta fue ir corriendo al baño y
vomitar sonoramente. peter intentó entrar pero ella le cerró la puerta en las
narices con un tremendo portazo.
Cuando salió lo
encontró apoyado en el pasillo mirándola fijamente. Lali suspiró, se había
lavado la cara y los dientes y aunque se encontraba fatal, compuso su mejor
sonrisa (o eso pensaba) y de dispuso a despedirse del vampirín. Lo último que
le apetecía era tener un miembro del sexo opuesto rondando por su casa feliz y
dicharachero mientras ella se moría poco a poco.
—Bueno, ya estoy
mejor, son las pastillas que no me sientan bien al estómago, voy a comer algo y
me meto en la cama. Gracias por haberme traído hasta aquí. Uff... a veces soy
un incordio.
—Nunca serás un
incordio, Lali —contestó peter acercándose a ella y pasando un brazo por su
espalda a la vez que la besaba en la frente—. Vamos a ver qué tienes en la
nevera.
—Poca cosa, ya
sabes... algún gusano que otro —bromeó.
—Siempre se pueden
freír y comer con palillos como si fueran tallarines —respondió él.
Lali le miró
estupefacta. ¿De dónde había sacado esa idea? ¡Qué asco!
En la nevera solo
había un par de yogures, algo de fiambre y gusanos. Lali miró a peter
compungida.
—Bueno, no es
mucho, pero lo cierto es que no tengo nada de hambre, me como los yogures, doy
de comer a mis niñas y me meto en la cama. Gracias de nuevo por haberme traído.
—No te molestes en
echarme, no me voy a ir.
— ¿Eh? No te estoy
echando, es solo que me parece estúpido que te quedes aquí para ver cómo
duermo. Por si no lo has notado estoy de un humor de perros y no es que tenga
muchas ganas de "hacer" nada, la verdad. —A ver si cogía la
indirecta.
—Pues mira tú qué
bien, porque "por si no lo has notado" no tengo ningún interés por
acostarme contigo en estos momentos. Estas hecha una piltrafa. No es por nada
—contestó enfadado y sin pensar.
— ¿Por qué no te
vas un ratito a la mierda? No soy ninguna piltrafa. Nunca lo he sido y nunca lo
seré. —Joder, ni él ni nadie la iba a insultar en su cara ni en su casa, creía
que había dejado eso claro la última vez.
—No lo interpretes
mal. No te digo que seas una piltrafa. Te digo que estás hecha polvo. Mira, Lali,
estoy aquí y me preocupo por ti, ¿vale?
—Vale. Me parece
perfecto que te preocupes por mí, pero es que no me pasa nada distinto a lo que
les pasa a millones de mujeres una vez al mes. Joder. ¿Qué os pasa a los
hombres con la regla? Es oírla mencionar y os volvéis cromañones. Así que aire.
— ¿Sabes lo que te
digo? Que me importa un bledo si quieres o no que me quede, porque me voy a
quedar, te vas a meter en la cama y cuando te levantes vamos a hablar como
personas civilizadas. Ahora come mientras doy de comer a tus bichos.
—No son bichos.
—Vale.
peter cogió el
pienso de las tortugas y la verdura de la iguana y se largó al comedor. Estaba
bastante enfadado pero iba a hablar con ella costara lo que costara. Punto.
Lali consiguió
tragar un yogurt y luego sacó una buscapina y se la tragó junto al protector de
estómago, al instante se fue al dormitorio ignorando totalmente a su huésped no
deseado, se quitó la ropa, se puso su camiseta de la regla, una de colores
vivos que se suponía tenía que animarla y se metió en la cama. En cuanto le
hizo efecto la pastilla se quedó dormida.
—Pues sí que está
atacada vuestra dueña —dijo petera los bichos.
—Shh... —Le sacó la
lengua la iguana.
—No es nada
racional... en vez de tanta pastilla, debería tomarse un Valium.
—Shh... —Le soltó
Laura un latigazo con la cola.
— ¡Ay! Pues qué
bien. Hala, ahí os quedáis sólitas.
Jodida iguana,
hembra tenía que ser, pensó yendo hacia la cocina. La nevera seguía igual de
vacía que hacía media hora y él tenía hambre. Buscó en la encimera las llaves.
No estaban. Abrió el bolso de Lali y lo único que vio fueron unas llaves
normales y corrientes, no las que había usado en días anteriores de vivos
colores. Frunció el ceño, las probó en la cerradura, que por cierto era nueva.
¡Demonios! La muy tarada había cambiado la cerradura... Joder, estaba
ligeramente neurótica. Se metió las llaves en el bolsillo, bajó a la calle y se
compró un bocadillo en el bar de la esquina. Cuando regresó comprobó que
siguiera dormida, colocó las llaves en el bolso otra vez —si se enteraba de que
se las había cogido de nuevo, lo mismo volvía a cambiar la cerradura—, se
acomodó en el salón y comenzó a comer. La cuestión es que se aburría. Mucho. La
tele era un devenir continuo de famosotes insoportables que contaban su vida
mientras que a él, le gustase a Lali o no, quien le preocupaba era su chica y
no el famoso de turno.
Al terminar de
comer decidió ponerse cómodo y tumbarse un rato. Fuera zapatos, calcetines y
camisa. Se quedó con la camiseta y los vaqueros más que nada porque no fuera a
acusarle la señora de querer contactos ilícitos.
Estaba adoptando la
quinta posición incómoda en el sillón cuando la oyó gemir, se levantó de
inmediato y se acercó al dormitorio.
Estaba acurrucada
en la cama, abrazándose el estómago y doblada sobre sí misma en posición fetal,
con los labios apretados y los ojos cerrados. De repente se movió, encogiéndose
más aún a la vez que dejaba escapar un sollozo. peter olvidó su enfado, el mal
genio y las palabras que nunca debieron decirse y se tumbó a su lado. Pegó el
pecho contra la espalda femenina y la acarició desde el hombro, bajando por el
brazo, hasta la mano con la que se apretaba el estómago, buscó el final de la
camiseta e introdujo los dedos bajo ésta, subiéndola hasta el abdomen y
apoyando la palma justo debajo del ombligo. Comenzó a trazar círculos lentos y
suaves.
lali relajó un poco
el cuerpo y permitió el ligero masaje suspirando aliviada. peter no pudo evitar
besarle la nuca para a continuación pasarle el brazo por debajo y acomodarle la
cabeza sobre su hombro la vez que continuaba acariciando suavemente donde
pensaba que estaban colocados —más o menos— los ovarios. Sintió cómo ella se
relajaba completamente y extendía las piernas hasta juntarlas a las de él.
Era la primera vez
en su vida que estaba así con una mujer. Como amigo en vez de cómo amante.
Inmerso en un cerco de ternura, amistad y devoción por alguien a quien conocía
hacía apenas dos semanas, un cerco del que ni quería, ni le era posible salir.
Sentía la conexión entre ellos pulsando al ritmo del latido acompasado de sus
corazones, hermanados en ese preciso momento, los cuerpos de ambos tocándose en
armonía, acoplados perfectamente el uno en el otro; supo que si la dejaba
escapar se arrepentiría para siempre, por el resto de sus días... y ese era un
periodo muy largo de tiempo.
No supo cuántas
horas habían pasado cuando la sintió moverse contra él. Imaginó que al final se
había quedado dormido, seguía abrazándola cariñosamente y no pensaba separarse
de ella, dijera lo que dijera, así que abrió la boca para preguntar cómo se
encontraba cuando la oyó susurrar y su corazón dio un bote en el pecho.
—Me lo estás
estropeando, ¿sabes? —dijo ella con voz ronca y casi inaudible.
— ¿El qué?
—contestó peter apretándola más contra él, cerrando los ojos, rogando haber
entendido bien, deseando que fuera el diálogo que él pensaba que era[1].
—El estar sola.
Lali se giró entre
sus brazos hasta quedar frente a él, la expresión de su rostro decía claramente
que se acababa de dar cuenta de la "inconsciencia" que había soltado.
peter sonrió. La había pillado in fraganti y no iba a permitir que lo
olvidara. La abrazó de nuevo y sin apartar la mirada de sus ojos la besó.